Moisés Agosto-Rosario
Moisés Agosto-Rosario es un escritor puertorriqueño radicado en San Juan. Nació en San Juan de Puerto Rico el 26 de junio de 1965. Obtuvo el grado de Barchillerato en Artes de la Universidad de Puerto Rico en el 1988. Miembro de la Generación de Poetas de los Ochenta en Puerto Rico. En 1988 su libro inédito Porque la construcción de los profetas recibió mención de honor en el Certamen de Poesía Evaristo Ribera Chevremont, auspiciado por la revista literaria Tríptico. Junto a Joey Pons publicó Poemas de la lógica inmune (1991). Sus poemas y narraciones han sido publicados en las revistas Contornos, Revista Cupey de la Universidad Metropolitana, Revista Hostosiana de Hostos College, CUNY, Nueva York, sección En Rojo del periódico Claridad, Revista Centro (Hunter College) y la Revista Identidad de la Universidad de Puerto Rico en Aguadilla. También en las revistas de literatura electrónica: Desde el límite, Letras Salvajes, Narrativa Puertorriqueña y Blithehouse Quarterly. Así mismo su poesía figura en las antologías Mal(h)ab(l)ar (1997), editada por Mayra Santos-Febres, PoeSIDA, editada por Carlos Rodríguez y Poesía en el Tiempo. Homenaje a la Poesía Latinoamericana publicada por el Grupo Editorial Identidad de la Universidad de Puerto Rico. Publicó enero del 2007 su primer libro de cuentos: Nocturno y otros desamparos, con Terranova Editores. Junto a David Caleb Acevedo y Luis Negrón co-editó la primera antología gay, lésbica y queer puertorriqueña, Los Otros Cuerpos, con la Editorial Tiempo Nuevo. Igualmente con Editorial Tiempo Nuevo publica Inmunología Poética (2010). Entre sus libros inéditos se encuentran la novela Memoria y Vida de Francisco del Toro, un segundo libro de cuentos titulado Mafias del Orden a publicarse en el otoño del 2010 con Terranova Editores.
[Cómo imaginarte]
Cómo imaginarte
si la brújula se escapa en la cama de antemano.
Largo brazo abdominal,
pecho que retumba por la espalda.
Presionas la vejiga que me llega al cuello,
entre mis piernas te asesino.
Nada más, sólo regocijo.
Clarividente, te persignas
en la cavidad excesiva de alegría.
Genital pelo de ángel,
protuberancia desvirgando lo entredicho
quiero realizarte
hasta que mueras conmigo.
[Ese hombre es pesadez]
Ese hombre es pesadez
macho que retoma el hueco
transformándome en lagarto,
con su brújula mohosa me pierdo.
Saliva sin fricción
secando el entremuslo
navega la sustancia como culebrilla de agua.
Se entrega al peso, la cavidad constante,
Intermitente, más adentro
me llena el cuerpo de reptiles.
Acelera el ombligo hacia arriba
silueta de viento entredicho en mi espalda.
Espesa bendición de santos
con las rocas frente al hueco,
llenando el pozo
desmoronando el hueso.
El mero hecho por el fango entre las uñas
recogerme, hacerme desmembrar los diablos
gusarapos soñolientos, defectuosos
continuando y retorciendo lo más diminuto
que me queda en el cuerpo.
[Sale este boricua salpicando identidades]
Sale este boricua salpicando identidades,
derrotando los exilios, las paredes, los mares,
lluvia con techos de fango
corroídos en la isla.
Uno cruza las paredes con la espalda seca
memorias pitonisas
muerte, patria tropezándome el camino.
Se fueron con bolsillos rotos
nos fuimos con un virus en la sangre.
Y nunca más las profecías claudicaron el fuego,
pánico de hombres que se vienen en migajas
desde esta isla hacia la otra.
Identidades que suenan a ideologías muertas
que nunca en el naufragio dieron cura a mis dolencias.
Si vieran su pensar con los ojos desde adentro
con el aliento que un supremo le doy al hombre
para ser hombre: ¿porqué castigar mi huída con oídos sordos
al poeta que te cuenta la carne sana es lo que vale,
la trascendencia de seguir dándose como el mar ante la roca
para poder dejar rastros, indicios de la fuerza
que nos hace respirar.
Manuel Ramos Otero
Manuel, más cerca,
acompañándome el exilio
lloramos los lagartos
con la patria y el orgasmo
por las calles trasgredidos.
Sin embargo vuelves a cantar
desde el lado de la muerte
para convocarte victorioso
ante la ternura del amor.
En tus guerras llevadas
transcendiste la hora temprana
que me trago hambruno
en tu atardecer remoto de la soledad.
Irreparablemente andaremos juntos
desde dos lados distantes
con la devoción de la metáfora tuya y continua
en este hombre que se hizo de tu voz.
1/25/96
Las fotos perturban el aire
los amigos que partieron para memorizar
una ausencia con la cual yo no contaba
un vacío impregnado en el papel que se enmarca
para no derrotarse entre las cosas
para no doler más en el rostro
que nos sonríe instantáneo.
Las fotos me traicionan los objetos
los que guardo para no descomponerme
para no palpar la Kaposi detrás de un cristal.
Observo las torres fabricadas de papel
los cuadros de metal que me transforman
regresivamente o quizás en blanco y negro
para lidiar con el dolor
y sinergéticamente desolarme.
Infecciones corren los espejos
negativos en papel de versos
saboteando el recuerdo
pronuncian el rostro
cuando la sal del sol alumbra.
12/31/95
Eso era el amor,
pequeños animales invasores,
líquido de espantos,
lugar de infecciones,
telegrama de vivencias
con una foto de fastidios.
Eso era el amor
descomponer ritos
memorizar sorpresas
detenerse en la sala de espera
que resiente los disturbios;
cuerpos se sofocan con el aire,
era el amor.
La castración de la mañana
para vivirte hoy
para infectarme de ti
con la misma sangre a cuestas
en los objetos de esta casa de tu piel
que se resquiebra por la fiebre
hacia el torso de tu cuerpo transformado en sol.
El virus que soñamos por la noche
la memoria de tu cuerpo entre mis piernas.
Eso era el amor.
1/12/96
Las enfermedades son discordias
que intentan definir
la postura de los cuerpos.
Nos poseen como al mejor amante
obtienen licencias
para retener respiros,
pedazos o contornos del cuerpo.
Se replican, multiplican
y como los pueblos
se convierten en síndromes
nos llevan a otros mundos
para hacernos semejantes
a cuerpos distintos.
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