Gaspar María de Nava
Gaspar María de Nava Álvarez de Noroña (Castellón de la Plana, 6 de mayo de 1760 - Madrid, 1815), conde de Noroña, fue un militar, diplomático, dramaturgo y poeta español.
En 1776 entró al servicio de Carlos III de España como paje, Complacido por su talento para las bellas letras, el rey le nombró en 1778 capitán de dragones del regimiento de Lusitania, en Andalucía. Se distinguió en el bloqueo de Gibraltar de 1779, y en 1792, época de la guerra contra la república francesa fue nombrado comandante de escuadrón. Durante la Guerra de la Independencia mandó parte de los ejércitos españoles en Galicia como teniente general.
Sus Poesías asiáticas puestas en verso castellano, publicadas póstumamente en 1833, son traducciones de las versiones inglesas de Joseph Dacre Carlyle (Specimens of Arabian Poetry, 1796) y Samuel Rousseau (The Flowers of Persian Literature, 1801), así como de las latinas de Sir William Jones (Poeseos Asiaticae Commentarii, 1774). Iniciaron el gusto por lo exótico y orientalizante en España y por ello ha sido considerado una «figura seminal» del orientalismo romántico español. A él y a Víctor Hugo se debe el auge entres los españoles del género lírico romántico de la oriental.
Guiándose por el lema horaciano de Carmina non prius audita... virginibus puerisque canto Noroña pretendía renovar la poesía española con sus traducciones, contrastando "las composiciones llenas de fuego e imágenes pintorescas" de los orientales y su "calor y entusiasmo" con "las insulsas filosóficas prosas rimadas" de los franceses.
Obras
Biblioteca de Autores Españoles, LXIII.
Poesías del conde de Noroña, Madrid: Vega y Compañía, 1799 y 1800, 2 vols.
Omníada (1816), en doce cantos.
Poesías asiáticas puestas en verso castellano, París: Imprenta de Julio Didot Mayor, 1833.
Oda
A Drusila
Con los rayos hermosos
y mis amantes brazos
forme Cupido lazos
en tu boca de rosas,
el Amor con excesos
me deje dar mil besos,
que si esto concediese,
altares ciento a ciento
elevarán el humo al firmamento.
La tierna tortolilla
a su consorte amada
besa con dulce agrado,
la paloma a su esposo
con blanda voz sonora
le arrulla y enamora,
y ajenos de pesares,
colmados de alegría,
se adoran y se gozan noche y día.
Hace la vid lozana
con el tronco nudoso
un enlace gracioso
dando la yedra vueltas,
por el olmo derecho
se une con lazo estrecho
y, asidas de este modo,
con ellos juntas crecen,
se levantan, aumentan y florecen.
Imitemos zagala
las acciones dichosas
de las aves hermosas
cual los troncos y plantas,
formemos presurosos
mil nudos amorosos
y nuestro amor envidien
al ver que tanto medra
tortililla, paloma, vid y yedra.
A la batalla de Sehbal
por Jaafer Ben Abla
¡Ah valle de Sehbal, absorto viste
cómo contra nosotros se agitaron
varones y mujeres; y tú oíste
cuántas injurias éstas abortaron!
«Haced vuestra elección», dicen los vanos;
«Solamente tenéis dos condiciones:
o que opriman cadenas vuestras manos,
o agudas lanzas vuestros corazones».
Les replicamos: «Éstas, atrevidos,
para vosotros en la lid rabiosa;
y levantarse nunca los vencidos
logren de su caída vergonzosa».
¿Y quién sabe si acaso nos espera
en la pugna la muerte destructora,
si ha de ser nuestra vida duradera,
o cuándo de su fin será la hora?
Y en pos todo su campo recorrimos
con pie firme, sus filas deshaciendo,
y rojo el suelo con la sangre vimos,
que iba la espada en derredor vertiendo.
«Ya veis nuestra elección bien pronunciada»,
gritamos; «pues dejó el combate fiero
en nuestra mano el pomo de la espada,
en nuestro corazón el duro acero».
A mis amigos. Sobre la sociedad. 1803
Aquí do silencioso
corre el blando Guadiana cristalino
sin azotar ruidoso
las piedras de camino,
o encanecen de espuma la ribera.
Tan manso, que creyera
cualquier que lo mirase
que, estancadas sus aguas, no se mueve,
o de su curso leve
la fija dirección equivocase:
aquí que la espesura
de los fresnos y arbustos enlazados
mantiene la frescura,
y ajenos meneados
al dulce soplo del calmoso viento,
nos llaman al contento
del blando meditar, placer süave
que el alma melancólica y sensible
tan sólo encontrar sabe
aquí en la soledad apetecible.
Ven, tierno Ypanco, ven, y tú, mi Anfriso,
fiel Anfriso, venid, venid, sin mora
al lado de Feniso,
que agitado os implora.
Venid aquí y gocemos
la sabrosa amistad tranquilamente
y en su seno clemente
el bullicio dejemos.
La sociedad los hombres olvidemos.
. . . . . . . . . . .
A la furiosa guerra siguió luego
la dura esclavitud. El inclemente
vencedor conservó la triste vida
del mísero vencido,
y juzgando demente
le estaba concedida
facultad para habérsela extinguido.
Sumiólo en servidumbre aborrecible
a que fuera la muerte preferible.
Vergonzosas cadenas
obras de la injusticia más tirana
de vilipendio llenas,
cayeron a agobiar la especie humana.
. . . . . . . . . . .
Así do quiera que la vista tiendo,
sola la humana sociedad me ofrece
un laberinto horrendo
de males que parece
sobrepujan, si bien lo examinamos,
los bienes todos que en aquella hallamos.
Tan sólo el egoísmo
a los hombres ocupa y los dirige,
la virtud, la justicia, el patriotismo,
la santa y celestial beneficiencia,
sólo en muy pocos corazones mora.
Sólo muy pocos la verdad adoran.
Y nadie en la violencia
de la opresora esclavitud se atreve
a querer anunciarla,
y sólo puede en su interior llorarla.
Todo es esclavo, todo.
Las ciencias y las artes
gimen, sin libertad y despreciando
el saber verdadero en todas partes,
es tal vez como un crimen condenado:
todo en cadenas mil está sumido
y aún el raciocinar ya prohibido.
. . . . . . . . . . .
Así de nuestra vida
viéramos sin temor aproximarse
el dulce fin; y cuando la homicida
Parca nos sorprendiera
en plácido deliquio
la muerte apareciera.
Y diéramos los últimos alientos
cual en un sueño blando
a el Amor y Amistad himnos cantando.
A una muchacha llorando
por Ebn Al Rumi
Cual la viola del huerto,
cuyas süaves hojas
brillan con el rocío
que derrama la aurora,
parece la flor mía,
cuando a la angustia brotan
de sus ojos azules
mil perlas deliciosas.
Soneto
Amante feliz al tiempo de ausentarse
Clara noche en que vi confusamente
mezclarse mi desdicha y mi ventura,
noche de amor y noche de amargura
siempre en mis ojos estarás presente.
Veré continuar el oro refulgente
que de orla sirve a la celeste altura,
el vivo resplandor la nieve pura,
la dulce majestad y el fuego ardiente.
Veré la copa del placer unida
al vaso del dolor y en un instante
empezar y acabar mi triste vida,
mas no veré sereno mi semblante
hasta serme otra noche concedida
de tanto gusto pero más constante.
La gota de agua
Fábula por Sadi
Bajaba de las nubes desprendida
una gota a la mar. Estremecida,
¡cuánta agua! —exclama—. ¡Qué extensión! Soy nada
con esta enorme masa comparada.
En tanto que ella con rubor se encoge
una concha en su seno la recoge,
la abriga, la alimenta de tal suerte
que en una hermosa perla se convierte,
y ora brilla en la frente de un rey puesta.
¡Tal premio consiguió por ser modesta!
GAZELA XXX
Llegó la rosa, amigos;
vengan, vengan los juegos;
esto mismo aconsejan
los venerandos viejos.
No hay tristeza ahora en nadie,
pero, ¡ay!, que vuela el tiempo.
Pues bebamos con ansia
mas que el tapiz manchemos.
Dulce el aura es, da gozo;
mas yo apurar prefiero
el rojo vino al lado
de un semblante halagüeño.
Venga la lira; adversa
es la suerte a los buenos.
¿Para evitar su angustia
por qué no enloquecemos?
¡Cómo brilla la rosa!
Agua y vino, que el fuego
de amor, que me consume
quiero apagar con ellos.
Hafiz, ruiseñor eres.
¿Pues cómo tú al aspecto
de las rosas pudieras
mantenerte en silencio?
Los verdaderos placeres
Vino, y festín sabroso,
y el dulce retozar de la camella,
que firme el suelo huella,
a la que amo ansioso
recuesta en lo interior del bosque umbroso.
Muchachas agraciadas,
que en torno nos rodean, con vestidos
de oro y seda tejidos;
y las frentes veladas
cual ebúrneas estatuas delicadas;
abundancia y sosiego,
y el ay suave de la cuerda herida
hacen feliz la vida:
y el hombre sigue ciego
de la fortuna el inconstante juego.
El caso adverso y fuerte,
y la dicha apacible, y la riqueza,
y la amarga pobreza
tienen la misma suerte:
que cuanto vive está sujeto a muerte.
Soneto
Recuerdos de un ausente
Hermosas hebras de ébano luciente
sobre la nieve y rosas esparcidas,
o con arte a los lados divididas,
para dejar que luzca la alta frente.
Ojos donde reside un fuego ardiente,
cejas, arcos de amor, cejas pulidas,
en mi pecho os halláis tan esculpidas
como si no estuviera ahora ausente.
Y vosotros hoyuelos producidos
de una risa entre perlas lisonjera
cuyos ecos anhelan mis oídos,
si sólo imaginados de manera
mi alma excitáis que pierdo los sentidos
¿al veros que será? ¡quién ¡ay! os viera!
Retrato de la tristeza del Doctor Young
Sobre la negra tumba recostado
está el anciano Young; contempla atento
bajo la losa todo su contento,
porque nada la Muerte le ha dejado;
Con lágrimas su rostro está bañado,
y temblando su cuerpo macilento;
sólo consta de un ay su triste acento,
que resuena en el techo embovedado.
¡Supremo Ser —exclama—, que, subido
sobre el cerco de las estrellas prodigioso,
ves con tedio al que gusta de esta vida!,
¿cuándo será mi espíritu impelido
de tu potente diestra, y con reposo
hará junto a tu trono su manida?
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