jueves, 3 de julio de 2014

ANNE BRONTË [12.158] Poeta de Inglaterra


Anne Brontë 

Nació en Thorton, Yorkshire del Oeste; 17 de enero de 1820 – Falleció en Scarborough; 28 de mayo de 1849. Fue una novelista y poetisa británica, la más joven de la Familia Brontë, autora de dos novelas que hoy son clásicas de la literatura inglesa.

Anne Brontë nació en en el seno de una familia eminentemente novelesca, la de los Brontë, y no sólo porque de ella salieran tres grandes escritoras, sino porque sus vidas y sus circunstancias, hermano Branwell incluido, sirvieron de puntal destacado a sus obras, ya que leer las novelas de las tres hermanas es adentrarse en sus biografías.

Anne era la pequeña y creció junto a los demás, desenvolviéndose en el mundo mágico de esta singular familia en la que la presencia de la muerte de los seres queridos fue una constante desde la infancia -hermanas y madre fallecidas-, marcándolos con un sello indeleble que surge en sus páginas y a través de sus poemas.

En su niñez se inventaron dos mundos a los que denominaron Gondal y Angria y sobre ellos escribían.

Anne cursó estudios en la escuela, preparándose para ser una institutriz, única salida de la época para las mujeres que querían, o no tenían otro remedio, que trabajar si conseguir un marido no era su objetivo.

A los 19 años, entró de institutriz con la familia Ingham en Blake Hall, pero se encontró con unos niños ingobernables y consentidos a los que no le permitían educar con la disciplina que precisaban, y se marchó por propia voluntad, un tanto frustrados sus ideales educadores.

Esta decepcionante experiencia fue luego inspiración para su primera novela Agnes Grey.

Después Anne entraría de nuevo como institutriz, esta vez en casa del reverendo Edmund Robinson en Thorp cerca de York, repitiéndose, con las niñas, los mismos problemas que en el anterior desempeño de su labor docente, aunque en esta ocasión, pudo no sólo dominar a sus alumnas Bessy y Mary, sino que consiguió que las niñas le tomaran verdadero afecto y no la olvidaran nunca.

La corta vida de Anne Brontë, desprovista de todo elemento romántico amoroso, se desliza melancólica entre sus clases, sus novelas, sus paseos por la playa de Scarborough en vacaciones, y el cuidado obsesivo que tenían las tres hermanas, Emily, Charlotte y Anne, por Branwell el niño mimado de la familia a quien se le toleraba cualquier cosa.

En el caso concreto de Anne, ella compartió con su hermano la enseñanza de los niños de la familia del reverendo Robinson. Lo introdujo personalmente allí con objeto de que diera clases de música al pequeño Edmund con el resultado desastroso de que Branwell se enamoró de Lydia Robinson, la madre de su discípulo. La pasión, que duró dos años y medio, ocasionó un verdadero drama familiar para los Brontë -por no hablar ya de los Robinson-: Branwell se dio a la bebida y al opio, sin posibilidad de enmienda.

El alcoholismo del joven Branwell serviría, no obstante, para que Anne escribiese la novela La inquilina de Wildfell Hall, criticada en su tiempo incluso por la propia Charlotte por considerarse que no era "apropiada", debido a la crudeza del tema, como literatura femenina.

La unión entre las hermanas Brontë se evidencia en que juntas hicieron muchas cosas, planearon el montar una escuela, escribieron poemas que luego presentarían bajo seudónimo masculino de Currer, Ellis y Acton Bell. Del librito de poesía se vendieron escasos ejemplares, mientras que de las novelas que publicaron sólo Jane Eyre de Charlotte conoció las mieles de la popularidad. Cumbres Borrascosas de Emily fue prácticamente anatemizada; Agnes Grey de Anne, aceptada; y muy mal vista La inquilina de Wildfell Hall, la segunda novela de Anne, de la que ahora, sin embargo, comienza a hablarse apreciativamente debido a la alta calidad descriptiva de una situación muy delicada y magistralmente escrita: la influencia del alcoholismo en las vidas de quienes directa o indirectamente lo sufren.

El 24 de septiembre de 1848 muere Branwell a los 31 años; Emily no tarda en seguirle a la tumba y Anne también abandona este mundo el 28 de mayo de 1849.

Los tres murieron de tuberculosis, complicada con otras cosas en el caso del hermano. Branwell no parece poseer vida propia si no es en colaboración con la de sus famosas hermanas, quienes se sirvieron de él para inspirarse: un hombre caprichoso, violento, colérico, débil de carácter y apasionado, siempre egoísta y manipulador, y del cual han quedado unos cuantos retratos hechos a las Brontë, ya que también revelaba una cierta veta artística.


Tumba de Anne Brontë en Scarborough, Gran Bretaña.

Los postreros días de Anne Brontë fueron tan románticos y tristes como cabía de esperar; fue apagándose como una vela y sus últimas palabras, dedicadas a la superviviente, que no se separaba de su cabecera, son estas:

-Ten valor, Charlotte, ten valor....

Anne Brontë reposa enterrada en Scarborough, un bello lugar costero que ella amó intensamente por haber vivido en él los momentos más felices de su breve existencia.

Anne Brontë, por Charlotte Brontë, 1834.


ANNE BRONTË (1820 – 1849)


EVOCACIONES.
(A Reminiscence)

Si, ¡te has ido! Y nunca más
Tus sonrisas resplandecientes me llenara de gozo;
Pero puedo pasar la vieja puerta de la iglesia,
Y caminar el piso que te cubre,

Puedo soportar el frío, la lápida húmeda,
Y pensar que, sobrecogido, en la tierra yace
El corazón más tranquilo que he conocido,
El más amable que nunca más conoceré.

Sin embargo, aunque no pueda verte más,
Es un consuelo aún haberte visto;
Y aunque tu vida efímera se acabo,
Es agradable pensar lo que has sido;

Pensar en un alma divina tan cercana,
Dentro de una especie de ángel tan bello,
Unido a un corazón como el tuyo,
Alegraste una vez nuestro ámbito humilde.





SÚPLICA.
(Appeal)

Oh, estoy muy cansada,
A pesar que las lágrimas ya no fluyen;
Mis ojos están cansados de llorar,
Mi corazón está enfermo de dolor;

Mi vida es muy solitaria
Mis días pasan con dificultad,
Estoy cansada de lamentaciones;
¿No vendrías por mí?

Oh, tú que conoces mis anhelos
Por ti, día a día,
Mis esperanzas, tantas veces arruinadas,
¡Tú no te demorarías tanto!





VERSOS COMPUESTOS EN EL BOSQUE EN UN DÍA TEMPESTUOSO.
(Lines Composed in a Wood on a Windy Day)

Mi alma está despierta, mi espíritu se yergue
Y es llevado a lo alto en las alas de la brisa;
Por encima y alrededor de mí, el viento salvaje está rugiendo,
Despertando para arrebatar la tierra y los mares.

La hierba alta se marchitó bajo la mirada del sol ,
Los árboles desnudos lanzan sus ramas a lo alto;
Las hojas muertas, debajo de ellos, están bailando alegremente,
Las nubes blancas se deslizan por el cielo azul.

Me gustaría ver cómo el océano está azotando
La espuma de sus olas en torbellinos de espuma;
Me gustaría ver cómo las olas orgullosas están corriendo,
Y ¡oír el rugido salvaje de su trueno hoy!.





LA PALOMA EN CAUTIVERIO.
(The Captive Dove).

Pobre paloma inquieta, te compadezco;
Y cuando oigo tu gemido lastimero,
Lloro por tu cautividad,
Y en tus aflicciones olvidar la mía propia.

Para verte estar preparada para volar,
Y batir aquellas alas tuyas inútiles,
Y la mirada distante en el cielo,
Derretiría el corazón más duro que el mío.

En vano ¡en vano! No puedes ascender:
El techo de tu prisión te confina allí;
Sus hilos delgados engañan tus ojos,
Y apaga tus ansias de desesperación.

Oh, tú fuiste hecha para vagar libre
En el soleado prado y por el umbroso bosque,
Y más allá del mar agitado,
En climas más lejanos, ¡para errar a voluntad!

Sin embargo, has tenido al menos un compañero amable
Tu corazón un poco desanimado para alentar,
Y compartir contigo tu estado cautivo,
Para que pudieras ser feliz ahí.

Sí, hasta ahí, si, escuchando al lado,
Una querida compañera fiel de pie,
Mientras miraba en su ojo completamente brillante,
Tú podrías olvidar tu bosque nativo

Pero tú, pobre paloma solitaria,
Debes realizar, desatendiendo, tu gemido sin alegría;
El corazón que la naturaleza formó para amar
Debes sufrir, abandonada y sola.





EL PENITENTE.
(The Penitent)

Lloro contigo, y aún me regocijo
Que te deba doler tanto;
Con un coro de ángeles acompaño mi voz
Para bendecir la aflicción del pecador.

Aunque te hallas alejado de amigos y familiares,
Y rías con desdén de tu profundo dolor;
Oigo al gran Redentor decir;
“Te bendeciré aunque llores”.

Manten tu curso, no consideres extraño
Que los hilos terrenales estén divididos:
El hombre puede lamentar el cambio maravilloso,
Pero “¡hay alegría en el cielo!”





SI ESTO ES TODO.
(If This Be All)

¡Oh Dios! Si esto es verdaderamente todo
Lo que la vida puede enseñarme;
Si en mi frente adolorida no cae
Rocío fresco de Ti,

Si con una luz no más brillante que esta
La lampara de la esperanza puede brillar,
Y puedo solo soñar de felicidad absoluta,
Y despertar cansada de la congoja;

Si el consuelo de la amistad declina,
Cuando otras alegrías se van,
Y el amor se mantiene tan alejado,
Mientras voy errante,

Deambulando y trabajando duro sin hacerme,
Esclava de la voluntad de otros,
Con cuidado constante, aún con dolor frecuente,
Despreciada, olvidada;

Entristecida de mirar el vicio y el pecado,
Todavía impotente de acallar
El silencio habitual desde dentro,
Crece del torrente exterior:

Mientras que todo lo bueno lo impartiría,
Los sentidos los compartiría,
Y los pondría atrás de mi corazón,
Y allí los volví a la amargura;

Si las nubes deben siempre mantener a la vista
Las glorias del sol,
Y debo padecer el ensombrecimiento invernal,
Antes del inicio del verano;

Si la vida debe estar tan llena de cuidados,
Entonces llamame cerca a Ti;
O dame suficiente fuerza para soportar
El peso de mi miseria.






Farewell

Farewell to thee! but not farewell
To all my fondest thoughts of thee:
Within my heart they still shall dwell;
And they shall cheer and comfort me. 
O, beautiful, and full of grace!
If thou hadst never met mine eye,
I had not dreamed a living face
Could fancied charms so far outvie.

If I may ne'er behold again
That form and face so dear to me,
Nor hear thy voice, still would I fain
Preserve, for aye, their memory.

That voice, the magic of whose tone
Can wake an echo in my breast,
Creating feelings that, alone,
Can make my tranced spirit blest.

That laughing eye, whose sunny beam
My memory would not cherish less; --
And oh, that smile! whose joyous gleam
Nor mortal language can express.

Adieu, but let me cherish, still,
The hope with which I cannot part.
Contempt may wound, and coldness chill,
But still it lingers in my heart.

And who can tell but Heaven, at last,
May answer all my thousand prayers,
And bid the future pay the past
With joy for anguish, smiles for tears? 






Dreams

While on my lonely couch I lie,
I seldom feel myself alone,
For fancy fills my dreaming eye
With scenes and pleasures of its own. 
Then I may cherish at my breast
An infant's form beloved and fair,
May smile and soothe it into rest
With all a Mother's fondest care. 

How sweet to feel its helpless form
Depending thus on me alone!
And while I hold it safe and warm
What bliss to think it is my own! 

And glances then may meet my eyes
That daylight never showed to me;
What raptures in my bosom rise,
Those earnest looks of love to see, 

To feel my hand so kindly prest,
To know myself beloved at last,
To think my heart has found a rest,
My life of solitude is past! 

But then to wake and find it flown,
The dream of happiness destroyed,
To find myself unloved, alone,
What tongue can speak the dreary void?

A heart whence warm affections flow,
Creator, thou hast given to me,
And am I only thus to know
How sweet the joys of love would be? 





A Reminiscence

YES, thou art gone ! and never more
Thy sunny smile shall gladden me ;
But I may pass the old church door,
And pace the floor that covers thee.

May stand upon the cold, damp stone,
And think that, frozen, lies below
The lightest heart that I have known,
The kindest I shall ever know.

Yet, though I cannot see thee more,
'Tis still a comfort to have seen ;
And though thy transient life is o'er,
'Tis sweet to think that thou hast been ;

To think a soul so near divine, 
Within a form so angel fair,
United to a heart like thine,
Has gladdened once our humble sphere. 







A Prisoner in a Dungeon Deep

A prisoner in a dungeon deep
Sat musing silently;
His head was rested on his hand,
His elbow on his knee. 
Turned he his thoughts to future times
Or are they backward cast?
For freedom is he pining now
Or mourning for the past?

No, he has lived so long enthralled
Alone in dungeon gloom
That he has lost regret and hope,
Has ceased to mourn his doom.

He pines not for the light of day
Nor sighs for freedom now;
Such weary thoughts have ceased at length
To rack his burning brow.

Lost in a maze of wandering thoughts
He sits unmoving there;
That posture and that look proclaim
The stupor of despair.

Yet not for ever did that mood
Of sullen calm prevail;
There was a something in his eye
That told another tale.

It did not speak of reason gone,
It was not madness quite;
It was a fitful flickering fire,
A strange uncertain light.

And sooth to say, these latter years
Strange fancies now and then
Had filled his cell with scenes of life
And forms of living men.

A mind that cannot cease to think
Why needs he cherish there?
Torpor may bring relief to pain
And madness to despair.

Such wildering scenes, such flitting shapes
As feverish dreams display:
What if those fancies still increase
And reason quite decay?

But hark, what sounds have struck his ear;
Voices of men they seem;
And two have entered now his cell;
Can this too be a dream?

'Orlando, hear our joyful news:
Revenge and liberty!
Your foes are dead, and we are come
At last to set you free.' 

So spoke the elder of the two,
And in the captive's eyes
He looked for gleaming ecstasy
But only found surprise. 

'My foes are dead! It must be then
That all mankind are gone.
For they were all my deadly foes
And friends I had not one.' 






The Bluebell

A fine and subtle spirit dwells
In every little flower,
Each one its own sweet feeling breathes
With more or less of power. 
There is a silent eloquence
In every wild bluebell
That fills my softened heart with bliss
That words could never tell.

Yet I recall not long ago
A bright and sunny day,
'Twas when I led a toilsome life
So many leagues away;

That day along a sunny road
All carelessly I strayed,
Between two banks where smiling flowers
Their varied hues displayed.

Before me rose a lofty hill,
Behind me lay the sea,
My heart was not so heavy then
As it was wont to be.

Less harassed than at other times
I saw the scene was fair,
And spoke and laughed to those around,
As if I knew no care.

But when I looked upon the bank
My wandering glances fell
Upon a little trembling flower,
A single sweet bluebell.

Whence came that rising in my throat,
That dimness in my eye?
Why did those burning drops distil --
Those bitter feelings rise?

O, that lone flower recalled to me
My happy childhood's hours
When bluebells seemed like fairy gifts
A prize among the flowers,

Those sunny days of merriment
When heart and soul were free,
And when I dwelt with kindred hearts
That loved and cared for me.

I had not then mid heartless crowds
To spend a thankless life
In seeking after others' weal
With anxious toil and strife. 

'Sad wanderer, weep those blissful times
That never may return!'
The lovely floweret seemed to say,
And thus it made me mourn. 



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