Ana Francisca Abarca de Bolea
Ana Francisca Abarca de Bolea. Poeta y escritora española nacida en Zaragoza (Zaragoza) el 19 de abril de 1602 y fallecida en Casbas (Huesca) hacia 1685.
Nacida en una familia de noble linaje, los Bolea (uno de cuyos descendientes sería el Conde de Aranda), hija del humanista Martín Abarca de Bolea y Castro y de doña Ana de Mur, tras ser bautizada en la zaragozana Parroquia de San Felipe, vivió desde los tres años en el Real Monasterio de Santa María de la villa de Casbas, del que ya no habría de salir y en el que adquirió una profunda formación religiosa y humanística. En su clausura se enriqueció con lecturas muy diversas, hasta el punto de aprender latín clásico. Profesa como religiosa el día 4 de junio de 1624. En 1655 era maestra de novicias y llegó a desempeñar el cargo de abadesa en 1672. Se carteó con importantes eruditos y escritores de los círculos literarios aragoneses, en particular con el que gozaba del mecenazgo de Vincencio Juan de Lastanosa, como el Conde de Salinas, Juan Francisco Andrés de Uztarroz y muy probablemente, con Gracián, quien la elogia y recoge poemas suyos en su Agudeza y arte de ingenio.
La poesía de Ana Francisca Abarca de Bolea se encuentra inserta en el libro misceláneo titulado Vigilia y octavario de San Juan Bautista (Zaragoza, 1679), que reúne además una novela corta o apólogo (La ventura en la desdicha) y una novela (El fin bueno en mal principio). Se trata de un género, el de las misceláneas, muy conocido en la época, donde en el marco de un diálogo heredero del humanismo, se intercala literatura de muy variados géneros. En este caso, el marco recuerda al de la novela pastoril, puesto que un grupo de ricos y refinados pastores se reúnen en un paraje del Moncayo, donde se alza una ermita dedicada a San Juan, para celebrar la vigilia y octavario de la fiesta del Santo durante nueve días, divirtiéndose en sus ratos de ociocon variados entretenimientos y banquetes, donde se producen debates, se cuentan anécdotas y se cantan o recitan romances y canciones.
La temática de su poesía tiene en su mayor parte un carácter sacro y popular. En alguno de ellos emplea la lengua aragonesa, uno de los escasos testimonios de literatura con rasgos lingüísticos de aragonés del siglo XVII. Ejemplo de ello es la "Albada al nacimiento" que consta de veinte coplas arromanzadas y es de tema navideño, y delata costumbres del folklore («cantada por Ginés y Pascual al uso de su aldea y son de la gaita»). El comentario de la autora, «notable gusto dio la letra y admiraron la inventiva y que se conserve tanto aquella antigua lengua que se usaba en España», indica que no era consciente de la utilización de la lengua aragonesa. Estos poemas fueron estudiados por los filólogos Manuel Alvar, Francho Nagore, M.ª Ángeles Campo o José Manuel Blecua. He aquí un ejemplo de su "Albada del nacimiento":
Media noche era por filos
las doce daba el reloch
cuando ha nagido en Belén
un mozardet como un sol.
(...)
Obras de Ana Francisca Abarca de Bolea
Obra en aragonés de Ana Francisca Abarca de Bolea, en Publicazións d´o Consello d´a Fabla Aragonesa, Huesca, 1980.
Catorce vidas de Santas de la Orden del Císter, Zaragoza, Herederos de Pedro Lanaja y Lamarca, 1655.
Historia del aparecimiento y milagros de Nuestra Señora de Gloria, venerada en el Real Monasterio Cisterciense de Casbas (manuscrita).
Vida de la Gloriosa Santa Susana, Virgen y Mártir, Princesa de Hungría y Patrona de la villa de Maella, en el Reino de Aragón, lugar del Marqués de Torres, Zaragoza, Herederos de Pedro Lanaja y Lamarca, 1671.
Vida de San Félix Cantalicio (manuscrita).
Vigilia y Octavario de San Juan Bautista, Zaragoza, Pascual Bueno, 1679.
Poesía suelta[editar]
«Octavas», en Palestra numerosa austriaca Huesca, 1650.
«Dos sonetos a la muerte del Príncipe Don Baltasar», en Obelisco histórico y literario que la Imperial ciudad de Zaragoza erigió al Serenísimo Señor Don Baltasar Carlos de Austria, Príncipe de las Españas, Zaragoza, 1646.
«Al libro que escribió Don Francisco de La Torre, intitulado Baraja nueva de versos. Décima», en Entretenimiento de las Musas, Zaragoza, 1654.
«Soneto a la Virgen de Gloria, Patrona del Monasterio de Casbas», edición de Manuel Serrano Sanz en Apuntes para una biblioteca de escritoras españolas desde el año 1401 a 1833, Madrid, 1903.
Vísperas de aquel my hombre
Vísperas de aquel my hombre
que, sin hilar, murió aspando
la más sazonada vida
para el tejido mas alto.
Por qué aún no me detienes
Por qué aún no me detienes, sombra
callada al borde de esta hora.
Mi curva es tan pequeña,
tan corto el aire que a mi paso quiebro.
Tan solo el esqueleto
que en lenta marcha se acomoda al suelo.
Sería tan sencillo
dejarme resbalar por la pendiente
del polvo de tus eras,
dejarme descansar donde los templos
de siglos acumulan
pasiones que ya fueron.
De mi prisión quisiera
sacarme, destruir la permanencia
sin nombre que bascula.
Perdí la llave, se olvidó la muerte
de colocar en mí su cerradura.
La Mitología
La Mitología
baja en tropel la escalera.
Van quedando limpios los desvanes.
Los inocentes abundan más que los niños.
Inocentes terribles.
Inocentes callados, y dolorosos, muertos.
Yo no soy uno de ellos.
Ser un testigo es poco valimiento.
Tener remansos es una vergüenza.
“Todo animal se busca su cobijo”.
Algo más que animal. Pero no es cueva
ni cobijo, ni choza,
ni bastaría celda.
Ni la palabra basta, nunca basta
frente al pedazo celular inerte.
Justicia y sinrazón pasan de vuelo.
De que estimes tan humana
De que estimes tan humana
el librito de El Discreto
mi voluntad te prometo
que ha quedado muy ufana.
Tu décima soberana
parto de tu discreción,
es pasmo a todo varon,
tal que el mundo viene a creer
que debe de descender
del cielo tal perfección.
DÉCIMA A UN JAZMÍN
Estrella entre verdes hojas
naciste radiante y bella,
errante en tu misma estrella
pues te ocasiona congojas.
De los alientos que arrojas
por ese candor nevado,
a presumir he llegado
que hurtó tu mano sutil
si la blancura al marfil
la fragancia a todo el prado.
SONETO A LA MUERTE
DEL PRINCIPE BALTASAR
Lapidario sagaz, duro diamante
labra, resiste firme al golpe fiero,
tíñelo en sangre y pierde aquel primero
rigor a la labor menos constante.
Contra Carlos el mal no era bastante,
que queda al golpe cual diamante entero,
tíñelo en sangre amor, y el mal severo,
sujeta con amor aun hijo amante.
El mal lo agrava y el amor lo aflige,
aquél pide remedio, éste no tiene,
y quien conoce aquél a éste no alcanza.
No rige el mal, que amor de madre rige,
y Carlos por amor a perder viene
la vida en flor, y España la esperanza.
SONETO A UNA PENITENCIA
A Fenisa aplicaba el labio y boca
al párpado siniestro con cariño,
Anarda, y acechándola el dios niño,
a envidia fiera el caso le provoca.
Las flechas arrojó y con furia loca
dijo: “Piérdanse ya las que yo ciño,
pues con pena mortal el pecho tiño
en rabia tal que en ansias le sofoca”
Apellida venganza el dios alado,
nuevas armas previene en su defensa,
ostenta su poder y rabia ardiente
y dice: “Pues Fenisa me ha abrasado,
Anarda misma vengará mi ofensa
lastimándola el párpado su diente”
SONETO CONTRA LAS MUJERES
Soberbio el huracán y embravecido
se muestra con las nubes justiciero.
Altivo, con sus olas, el mar fiero
riquezas y valor ha sumergido.
Del voraz elemento esclarecido
es cruel el fulgor más lisonjero.
Y de Telus lo grave y lo severo,
por inconstante, viene a ser temido.
Iras ostenta, si feroz, altiva,
con su saña, la fiera venenosa
(tal muriendo porque nadie viva).
Pero furia más fiera y ponzoñosa
es la ira de la mujer esquiva
que es sierpe, es furia y amistad dañosa.
SONETO
Atlante fuiste, ¡oh dichoso mozo!,
del mismo cielo, bajo blanco velo,
que, a letra vista, pagará tu celo
aunque ahora se viste de rebozo.
Si al querub inflamado le es gran gozo
el servirle de solio allá en su cielo,
tú, que remontas más tu ufano vuelo,
¡cuánto mayor les debes alborozo!
Canten tu dicha desde el Indo a España pues,
por ti, gloria adquiere Zaragoza,
donde el cielo ha vertido perla tanta,
donde pre vió gozoso tanta hazaña,
y que del Sol es poca la carroza,
con la tuya, que a triunfos te levanta.
SONETO A UN RETRATO DE LA REINA
NUESTRA SEÑORA
Retóricos pretenden los colores
persuadir a los ojos su fineza,
ícaros siendo a la mayor alteza,
que del arte aniquila los primores.
Peor al amor acuden por favores
para poder copiar una belleza
temiendo de lo hermoso la grandeza,
que, aunque anima, fulmina mil rigores.
De Mariana mirando el candor puro
el Cuarto Sol de España en el traslado,
reverberando en sí las luces bellas
de la que es de su amor puerto seguro
(y con ser mucho menos lo pintado),
no han de ser más seguro las estrellas.
SONETO FÚNEBRE
Canten tu amor, ¡oh príncipe glorioso!,
en los remotos términos de España,
pues tu cariño y tu fineza extraña
te previenen aplausos de dichoso.
Timbre será que te haga más famoso
porque el materno amor que te acompaña
turismo ser ilustra en tanta hazaña
como es morir de amor tan cariñoso.
Tu muerte fue de amar, como se ha visto.
Tanto puede en tu pecho una memoria
que aún no te libra del amor previsto.
¡Oh príncipe leal!, tu fe notoria,
prémiela de su mano el mismo Cristo
dándote la corona de su gloria.
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