sábado, 23 de mayo de 2015

SYLVIE DURBEC [16.087]

photo : Didier Leclerc

Sylvie Durbec

Poeta y escritora francesa nacida en Marsella en 1952.

Poesía

Les Nuits de Vollezele, les Jours de Flandre, Cousu Main éd., 2005, Cousu Main ed., 2006 
Marseille éclats et quartiers , édition Jacques Brémond, 2008, prix Jean Follain 
Comme un jardin, (BLEU) , édition potentille, 2009
Prendre place, une écriture de Brenne , édition Collodion, 2010
Chaussures vides/Scarpe vuote , éditions du Dessert de Lune, 2010
La Huppe de Virginia , aux éditions Jacques Brémond, 2011
Parfois silence , éditions Le Dessert de Lune, 2011
Ce rouge qui brillait dans le torrent, Soutine , atelier du Hanneton, 2011

Libros de artista

Le paradis de l'oiseleur , édition Poïen, 2012

Novelas

Le noir Metternich in revue Bleeker Street, Abordages, Dumerchez, 2005
Sebald , in revue NUNC, juin 2006
Fughe , édizioni JOKER, novembre 2006
Territoire de la folie, I & II , éditions Cousumain, 2008 sur Robert Walser et Louis Soutter , gravures de Valérie Crausaz

Teatro juvenil

Les trois vies de madame Zéfurine , éditions Armand Gatti, 2002
Nous en sème , éditions du Bonhomme vert, 2006

Literatura juvenil

Le Nom du Roi , éditions Grandir, 1997
Princesse Luna , éditions Grandir, 2004
Naissance d'un Voyage , édition bilingue, français-arabe, en collaboration avec Raouf Karay, Grandir, 2004
L'ami de Lumi , conte bilingue franco-finnois chez Grandir, 2005
Dièse l'Enchanteur , éditions Lirabelle ( Lirabelle (éditions) ), 2005
CD avec accompagnement musical de Farshad Soltani , Suites de Bach pour violoncelle, contes écrits pour les enfants et les plus grands, * Lirabelle (éditions) , 2007.
Sur un circuit de course , Bonhomme vert, 2010

Las traducciones italianas

J'entends des voix de Marco Ercolani et Lucetta Frisa, éditions des États Civils
Âmes inquiètes , de Marco Ercolani et Lucette Frisa, aux éditions des États Civils


ZAPATOS VACÍOS


En el triste guardarropa las prendas permanecerán vacías
la larga cabellera que tenía vida
no volverá a ser peinada, lavada, ni arreglada.

Me acuerdo de una blusa blanca y de una falda,
así como de un paso rápido, y de cabellos negros.

Me acuerdo
sin saber qué hacer,
de zapatos,
de vestimentas,
de pertenencias
y de un rostro ausente.

Sentada en mi cama, viva,
la imagino, y sólo vislumbro la silueta de una mujer
que pasa
y no es un soneto de Baudelaire
pero en la calle-silencio, muy cerca de aquí,
mi transeúnte se apresura a ir,
ahí donde la veía caminar viva
ahí donde nunca más la reencontraré.

De ella conservo sólo una sonrisa
y en mi computadora su dirección
y algunos mensajes de viajes y lejanías.

A dónde se van los muertos, pregunta Emily Dickinson, pequeña,
Se le responde que se han ido de visita.
Muy lejos. A otra parte.
Y yo que ya no soy pequeña, sino casi vieja,
no conozco la respuesta a esta pregunta.
Veo el guardarropa y la camisa sobre su gancho,
los zapatos dispuestos para unos pies ausentes.
Lo único que queda, las vestimentas.
Lo que se fue, y les daba vida
ignoro su destino.


Uñas, palmas, plantas, tobillos.
Pequeñas y grandes miserias.
Al final del cuerpo, los pies.
La cabeza en el otro final.
Caminar sobre la cabeza para volverse loco.
Caminar sobre sus pies para ir ¿adónde?
Desde la infancia miro hacia mis pies,
preguntándome si los reconozco
o
si me son extranjeros.
No tengo respuesta,
entonces los deslizo en unos zapatos.




Dans la penderie triste les habits resteront vides
La longue chevelure vivante
ne sera plus peignée ni lavée ni coiffée

je me souviens d’un chemisier blanc et d’une jupe,
d’un pas rapide aussi, et de cheveux noirs.

Je me souviens
sans savoir qu’en faire,
de souliers,
d’habits,
d’affaires
et d’un visage absent.

Assise dans mon lit, vivante,
je l’imagine, et je n’obtiens que la sihouette d’une femme
qui passe
et ce n’est pas dans un sonnet de Baudelaire
mais dans la rue-silence, tout près d’ici,
que ma passante se dépêche d’aller,
là où je la voyais marcher vivante
là où je ne la rencontrerai plus jamais.

D’elle je ne conserve qu’un sourire
et dans mon ordinateur son adresse et quelques
messages parlant de voyages et de lointains.

Où partent les morts, demande Emily Dickinson, petite.
On lui répond qu’ils sont partis en visite.
Très loin. Ailleurs.
Et moi qui ne suis plus petite, mais presque vieille,
je ne connais pas de réponse à cette question.
Je vois la penderie et la chemise sur son cintre,
les chaussures rangées pour des pieds absents.
Ce qui reste, les vêtements.
Ce qui est parti, et qui leur donnait vie
j’ignore sa destination.


**


Ongles, paumes, plantes, chevilles.
Petites et grandes misères.
Au bout du corps, les pieds.
La tête à l’autre bout.
Marcher sur la tête pour devenir fou.
Marcher sur ses pieds pour aller où ?
Depuis l’enfance, je regarde mes pieds,
me demandant si je les reconnais
ou
s’ils me sont des étrangers.
Je n’ai pas de réponse,
alors je les glisse dans des souliers.


(c) del libro Zapatos Vacíos, febrero del 2008.

(c) poemas de Sylvie Durbec
(c) traducción de Elizabeth Delgado Nazario


En el poema que escribo desde el comienzo de Marsella (Sylvie Durbec)

Traducción:  Karla Olvera

“Dans le poem que j’écris depuis le commencement de Marseille”, en Sylvie Durbec, Marseille éclats & quartiers, Éditions Jacques Brémond, Remoulins-sur-Gardon, 2009.


En el poema que escribo desde el comienzo de
         Marsella, los animales se disfrazan de vegetales
Y las palabras de animales,
Desde el comienzo del poema escrito en mi piel de
         pequeña niña azul
Cuando tenía un padre y una madre,
Una ciudad Marsella alrededor de la cintura
Como un anillo de bodas,
Yo escribía como se sueña
Como se juega a la rayuela
Desde el Infierno hasta el Paraíso
Sin hacer tregua.



Entre las palabras está el silencio
Que hacemos callar
A punta de gritos
Cuando sabemos hacerlo.



En el poema que escribo desde el comienzo de
          Marsella sobre mi piel

Se pasea la letra Z
Sin cola ni cabeza por mis palabras
Por los momentos de locura, por los dolores de cabeza también
Y es la letra que prefiero
Final de todos los sueños juntos y de todos los libros
Conclusión oscilante entre la infancia y la muerte
Z es una puerta abierta entre el mar y el océano, los pájaros
          bailan en una isla
Z se pasea ahí desnuda.



Ya no tengo el anillo alrededor de la cintura
Marsella no rodea más mis huesos como un anillo
Aunque la letra Z perdura sobre mi piel
Ella es el comienzo del poema y el final
del comienzo
Ella sola es Marsella y Oriente Asia y Finlandia
Canto la letra y la palabra ausente en la letra
Canto la ausencia de palabras y la presencia de letras



Todo mi esqueleto lo veremos
Está tatuado de letras
Clic cloc clac él hará
Y serán zetas
Como un jazz ensordecedor de Marsella
Que escucharemos
Cuando SD muera
Tendrá que
BAILAR EN EL DESIERTO
Tan pronto como se abren las puertas del hospital donde nació
El poeta conoce
El límite del río en él:
                             en un riachuelo del estacionamiento
                             vi escurrir al Ganges y al Nilo 
                             y me armé con toda
                             mi debilidad
                             preguntándome: ¿tengo la fuerza
                             de agrandar el estacionamiento del hospital
                             hasta las dimensiones del mundo?

La juventud avanza deslumbrante inútil
atravesando el mar volviendo y partiendo
uniendo en una palabra el sueño y el habla.
                              Pero el poeta no lleva sino su
                              cansancio como prenda de rosa en prenda
                              de corsé de amor




                              y no levanta su cara mas que con arrepentimiento
                              impotente para utilizar otra máscara alegre y exótica
                              en venta en la feria de las Vanidades
                              comprada tan cara muy tarde
                              para esconder la miseria al decir
                              ¡buenas noches!



Pero el río continúa avanzando hacia el mar y las islas
         sin nadie para retenerlo ni barrera de hierbas ni de palabras
         ¡y los poetas son bestias que creen detenerlo!



Habría entonces que haber atravesado la Tierra del Fin. 


Las sombras son azules
es el verano
en una habitación de hospital
un pájaro voló 
y dejó su trazo en la tierra.
Los árboles siguen temblando
como yo bajo las sábanas escondida
tiemblo.



El verano se deja llevar
Hacia el invierno por la primavera
Y yo bebo café pensando en el sol
Quemante
¡De allá afuera!



Lo que yo buscaba
Una tierra
Lejana con grandes árboles blancos
Donde reposar un cansancio ancestral
Y yo la llamaba Finlandia
Donde bailar
Se parecía a esta calle de Lisboa que yo conocía
Gris y un poco triste
Una calle donde se juntan los gitanos enojados
Y un poeta enfermo, donde se venden frutas también
Y ahora
En Marsella
En el calor mojado busco unos ojos
Los árboles blancos abedules de plata
Y todos los helechos de Finlandia
Para refrescar el viento de la noche.



El estacionamiento del hospital hoy
No me pertenece más. 
Ayer me creí poeta de estacionamiento
Al transformarlo en una tierra nueva
Silenciosa y libre como un río.
Ayer diez pequeñas historias nacieron aquí,
Ninguna se me ha acordado hoy
A causa del trabajo y los coches.
Ayer era domingo
es lunes hoy.
La tierra del fin termina en el agua de lluvia
retenida al fondo del estacionamiento del hospital toda una noche
y borra el dolor tenaz
del durmiente que se volverá bailarín.



El frío
recorta rayas
en mis pasos
a menos que sea
en mis piernas
o incluso
en las líneas que escribo
frente al frío
afuera adentro.



El perfil del árbol
canta una cuna
dónde está el corazón
del paisaje
pregunta una mujer
¿A la izquierda?
¿A la derecha?
Y luego se duerme.
Vivimos apenas
abrimos la ventana 
y respiramos
Nos vamos
y exploramos los bosques
las ciudades
La luna es una amiga
El sol un vecino
Nuestros dedos dibujan
la sombra de una partida
sobre la pared azul.



Y siempre
el doble enigma
de un rostro
me retiene.
¿Quién está ahí
Múltiple voz
espeso silencio
en la mirada
desviada?



Mi dibujo se borra
por culpa del lápiz
y de la goma
Y la frase que escribo
a la debilidad
de mi mano.



Son pocas palabras, poco
sueño. Poco
Como si nuestras fuerzas no tuvieran
el deseo
de ir más lejos en los países 
que abrimos
en el corazón de Marsella.
Afuera el viento respira
sordamente
deshaciendo poco a poco
la arquitectura de los árboles
tan bien ordenada.
El cielo mismo se deja
flechar e inmóvil,
espera a que se produzca
un suceso.
Sólo el lápiz —y su mina
ligera—
acompaña mis viajes
a través del vidrio, de la cama
a la rama tierna
de la gran acacia.
Leyendo historias de poetas,
me pregunto cuál
es mi historia:
aquella de mi cansancio o la de
mi vigor,
y en el diccionario,
pacientemente, busco
el sentido de las palabras.








TROIS PAS DE COTE SA VOIX

de la marcheuse sa fierté et puis son pas
mais aussi la course dans sa voix 
l’essoufflement comme point au côté
la certitude de ne pouvoir avancer un pied 
après l’autre
au jardin
et sentir l’humilité du sol sous ses pas
tout ça qui la fait encore avancer
et marcher de haut en bas
cailloux graviers herbes ronciers
et de la colline jusqu’au sommet
tout en bas au plus loin en secret
marcheuse entêtée du matin / sa fierté



en marchant la marcheuse se demande
comment dire dans son poème les uns
oiseaux posés sur le pylône et les autres
mots posés sur le fil de la voix juste
ceux-là/ juste des formes de verre
qui vues de loin immobiles semblables
aux autres les vrais oiseaux étourdis
oui comment faire pour qu’on les voie
ensemble les uns avec les autres
mais qu’on voie aussi la différence
entre le mot oiseau et ces animaux
capturés dans le regard jeté sur le pylône



et ce geste celui de tendre 
à l’autre celui qui ne peut
l’objet vers lui d’essayer 
une aide de quoi exactement 
être l’instigateur d’un acte
ce geste et celle qui l’exécute
une aide et voilà que la faiblesse
s’organise et la bouche s’entrouvre
et la main s’essaie à nouveau
dans le geste de donner à manger
à l’autre celui qui ne peut
ni même parler par cette bouche
rien à faire de possible rien
que cette ouverture noire
manger parler crier SILENCE






LA VOIX MATINALE

la voix c’est aussi cette feuille trouvée
sur la table au petit déjeuner alors que
tristesse s’était assise à la table inquiète
et puis feuille rousse dépliée un baiser
allège de son poids petit l’ajournée
devenue le temps de l’action et de dire
un jour à construire dans le désir




LA VOIX DES IMAGES

et le tableau 
a-t-il une voix et laquelle 
comment l’entendre cette voix 
est-ce qu’elle parle féminin ou masculin ?
ne serait-ce-t-elle pas cette déchirure entre le cadre et la toile
cette raclure ocre et à demi effacée
comme un peu de peinture oubliée à
demi cachée et pourtant présente à 
celui qui regarde et ne la voit pas ou alors à 
peine et je regarde à mon tour défiler les pièces de la maison
à la recherche du centre de la toile
là où se perd le regard dans la couleur absentée
à la recherche du centre
celui perdu après lequel nous courons
où se lit encore la signature du peintre
celle qui a disparu
quelques lettres au pinceau
et puis plus rien
sauf le tableau





ENCORE


amitié avec les voix du silence                                          oiseaux colline pays anciens et chemins                              ce nom aimé d’une voix impossible à prononcer dans la bonne langue du vieux pays maternel/essayer de le prendre dans la bouche avec la voix et            rien ne se passe     ou bien on n’entend pas ce qui passe par le souffle peut-être retenu            puis tout disparaît     désert               on renonce        coquetterie désuète           la voix s’essaye à dire encore un peu puis amitié neuve avec les collines les espaces gris les vides la plaine le haut le bas       paradis dont on ramasse les débris pour en faire un abri où passer la nuit


Mais il y a aussi la voix 
des enfants derrière la porte
dont on ne sait dire si fille ou garçon 
voix qui parle enfant seulement 
voix des enfants devant le dormir
dont on ne sait si elle est pleur ou rire
langue de nuit langue de jour seulement 
ce murmure de rêves enchevêtré de noir
Mais il y a aussi 
tapi derrière la voix des plus petits
l’écho de celles qui sont parties 
Mais il y a aussi 
ce qui ne s’entend pas / leurs voix
petites et fortes agrippées au silence des routes
à qui on les confie au moment du voyage à la fin
du poème 
Mais il y aura encore 
ces voix d’enfants inquiètes
que poings sur oreilles serrés je continuerai à
entendre derrière portes murs 
et même fenêtres
petites et fortes entendues encore
même tues même mortes



Sylvie Durbec est née à Marseille en 1952. 

En 1995, elle publie un long texte poétique Marseille éclats et quartiers dans la revue de Michel Deguy, Po&sie n°71, ce texte a reçu en 2008 le Prix Jean Follain et sera publié aux éditions Jacques Brémond, en 1997 un conte pour enfants aux éditions GRANDIR, Le nom du roi, en 1998, est invitée en résidence d’écrivain en Cévennes et y anime un atelier d’écriture, y termine une pièce de théâtre, Une après-midi avec Jack Kerouac, pièce en deux tableaux et deux jardins, inédite, en 1999, encore de la poésie, in revue Po&sie n° 89, en avril 2000, de la poésie encore, in revue Bleue, n°2, Invitée également à Rappallo, en Italie au mois d’avril par Marco Ercolani et Luisella Carretta, à l’occasion de la publication de la revue Scriptions consacrée à Saorge où elle fut en résidence d’écriture en juillet 2003, ses poèmes NUITS de SAORGE traduits en italien par la poète Lucetta Frisa ont été lus à la Biblioteca Internazionale de la ville. Un texte Walser à Marseille est publié dans la revue Arca, à Gênes en 2005 et des traductions des Stanze dans la revue Ciminiera en avril 2005.

Invitée à Madrid par l’Institut français pour lire et parler de son écriture poétique aux côtés de Jacques Roubaud et P.Beck en mai 2007, ainsi qu’à participer à une anthologie de poètes d’expression française à paraître au Mexique aux éditions ESPEJO de VIENTO et à une anthologie de poètes femmes en Italie également, Donne di versi, parue en 2007.

En 2008 paraissent les Territoires de la folie, d’abord sur Amontour en ligne puis sur papier chez Cousumain. En novembre 2008 est invitée en Tunisie dans le cadre des échanges franco-tunisiens pour ses livres jeunesse et en particulier celui fait avec l’artiste tunisien Raouf Karay, Naissance d’un voyage. 

A reçu en octobre 2008 le Prix Jean Follain pour Marseille, éclats et quartiers, édition Jacques Brémond, publié en 2010.









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