martes, 16 de septiembre de 2014

BONAVENTURA CARLES ARIBAU [13.344]


Bonaventura Carles Aribau

Bonaventura Carles Aribau i Farriols (Barcelona, 4 de noviembre de 1798 - 17 de septiembre de 1862) fue un escritor, político y economista español, considerado el iniciador de la Renaixença catalana.

Estudió retórica y poética en el seminario, así como hidrostática, estática y física experimental en la Junta de Comercio.

Fundador de la Sociedad Filosófica de Cataluña, publicó Ensayos en 1817. En 1820 se adhirió a la revolución liberal y colaboró en el Diario Constitucional. Publica un himno titulado Libertad libertad sacrosanta. Fue secretario de la Diputación de Lérida (1822 1823). Terminado el trienio liberal, se refugia en Barcelona. Miembro de la Acadèmia de les Bones Lletres desde 1820, fundó junto con Ramón López Soler la revista divulgadora del panorama literario europeo El Europeo en 1823. En 1826 se trasladó a Madrid para hacerse cargo de los negocios de la la casa del Marqués Gaspar de Remisa al que le dedicó en 1833 su célebre Oda a la Patria, su obra cumbre. Trabajó en La nación, La España y El corresponsal, fundado en 1839 por Gaspar Remisa en los dos últimos figura como fundador. En La Nación llevó la parte rentística o de Hacienda. Impulsó, junto al editor Manuel Rivadeneyra, la Biblioteca de Autores Españoles. Fue nombrado director general del Tesoro (1847), de la Junta de Aduanas y Aranceles (1850), de la Casa de la Moneda, Minas y Propiedades del Estado (1852) y secretario de la Intendencia de la Casa Real y Patrimonio (1857).

Principales obras publicadas

Ensayos poéticos (1817)
Libertad, libertad sacrosanta, himno revolucionario (1820)
La libertad restaurada, colaboración con otros autores (1820).
A la señora Leticia Cortesi (1821).
Oda a la Patria (1833).
All'eximia artista cantante Manuela Oreira Lema de Vega, che dimorava nella casa contigua a quella dell'autore (1840)
A la virgen de los Dolores (1845)
A la Srta Maria Dolors de Belza





A la patria

Adiós, montes y cerros, adiós por siempre adiós,
oh sierras desiguales que, allí en la patria mía,
por el reposo eterno y el color más azul
de las nubes y el cielo de lejos distinguía.
Adiós, viejo Montseny, que, desde alto palacio,
bajo niebla y nieve, cual guarda vigilante,
por agujero miras la tumba del judío,
y en el inmenso mar la mallorquína nave.

Yo, tu soberbia frente conocía entonces
cual conocer pudiese la frente de los míos;
conocía también la voz de tus torrentes
cual la voz de mi madre o el llanto de mis hijos.
Mas, arrancado luego por los adversos hados,
no conozco ni oigo como en tiempo mejor;
cual árbol transplantado en muy lejanas tierras
pierde su gusto el fruto, su perfume la flor.

¿De qué puede valerme que una engañosa suerte
las torres de Castilla me hiciera ver de cerca,
si el canto de las trovas no lo oye mi oído
ni en mi pecho recuerdos generosos despierta?
En vano voy en sueños a mi dulce país
y veo del Llobregat la playa serpentina,
que no tengo consuelo ni me queda placer
más que el poder cantar en lengua lemosina.

Me place aún hablar la lengua de los sabios
que llenaron el mundo de sus usos y leyes,
defendieron derechos y vengaron agravios,
la lengua de los fuertes que acataron los reyes.
Muera, muera el ingrato que, al sonar en sus labios
por extraña región su propia habla, no llora,
que la sagrada lira de los suyos no coge
y, al pensar en sus lares, no se aflige y añora.

En lemosín sonaron mis primeros vagidos
al beber dulce leche del materno pezón;
en cantos lemosinos soñaba cada noche
y en lemosín rogaba cada día al Señor.
Cuando me siento solo, y a mi espíritu hablo,
otra lengua no oye: le hablo en lemosín,
pues mis razones salen del centro de mi pecho,
mi boca ya no sabe ni sabría mentir.

Sal, pues, para expresar el más sagrado afecto
que en corazón de hombre pueda el cielo grabar,
oh lengua a mis sentidos más dulce que la miel,
que la virtud devuelves de mi inocente edad.
Sal, por el mundo grita que el corazón ingrato
de mi patrón la gloria siempre habrá de cantar;
y pase por tu voz su nombre y su memoria
a los propios y a extraños, a la posteridad.

Bonaventura Carles Aribau, incluido en Poesía catalana contemporánea (Editorial Espasa-Calpe, Madrid, 1983, edición y versión de José Corredor-Matheos).





Número del 24 de agosto de 1833 del periódico El Vapor donde apareció publicada la Oda a la Patria que inició la Renaixença.




La pàtria 

Adéu-siau, turons, per sempre adéu-siau,
oh serres desiguals, que allí, en la pàtria mia,
dels núvols e del cel de lluny vos distingia,
per lo repòs etern, per lo color més blau.
Adéu tu, vell Montseny, que des ton alt palau,
com guarda vigilant cobert de boira e neu,
guaites per un forat la tomba del Jueu,
e al mig del mar immens la mallorquina nau.

Jo ton superbe front coneixia llavors,
com conèixer pogués lo front de mos parents,
coneixia també to so de tos torrents,
com la veu de ma mare o de mon fill los plors.
Mes, arrencat després per fats perseguidors,
ja no conec ni sent com en millors vegades;
així d'arbre migrat a terres apartades,
son gust perden los fruits e son perfum les flors.

Què val que m'haja tret una enganyosa sort
a veure de més prop les torres de Castella,
si el cant del trobador no sent la mia orella,
ni desperta en mon pit un generós record?
En va a mon dolç país en ales jo em transport,
e veig del Llobregat la platja serpentina,
que fora de cantar en llengua llemosina,
no em queda més plaer, no tinc altre conhort.

Plau-me encara parlar la llengua d'aquells savis,
que ompliren l'univers de llurs costums e lleis,
la llengua d'aquells forts que acataren los reis,
defengueren llurs drets, venjaren llurs agravis.
Muira, muira l'ingrat que, en sonar en sos llavis
per estranya regió l'accent nadiu, no plora,
que en pensar en sos llars, no es consum ni s'enyora,
ni cull del mur sagrat la lira dels seus avis!

En llemosí sonà lo meu primer vagit,
quan del mugró matern la dolça llet bevia;
en llemosí al Senyor pregava cada dia,
e càntics llemosins somiava cada nit.
Si quan me trobo sol, parl amb mon esperit,
en llemosí li parl, que llengua altra no sent,
e ma boca llavors no sap mentir ni ment,
puix surten més raons del centre de mon pit.

Ix, doncs, per a expressar l'afecte més sagrat
que puga d'home en cor gravar la mà del cel,
oh llengua a mos sentits més dolça que la mel,
que em tornes les virtuts de ma innocenta edat.
Ix, e crida pel món que mai mon cor ingrat
cessarà de cantar de mon patró la glòria
e passe per ta veu son nom e sa memòria
als propis, als estranys, a la posteritat.

(de l'edició de Barcelona: Biblioteca de Catalunya, 1933) 










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