Walter González
(1981), escritor y poeta, nacido en Totonicapán, Guatemala. Promotor cultural y escritor. En 2011 publicó su primer libro El trapecio de aserrín. Fundador y director del Poetry Slam Guatemala y co-presentador del programa radial Ingeniería con sentimiento.
[1] Actos finales
no hemos salido todavía de la estación, el reloj es confuso, los gritos, la expectación, el hambre, el llanto, el ritual de la espera, la luz que adivinamos detrás de las nubes
cerrar la puerta con llave para no volver
aprender a volar, acudir a la tercera llamada para volvernos infinitos
jugar a ser nuestros propios dioses
porque el hastío que en la hoguera reside no reclama otra consecuencia.
[2] La carreta
sobreviviente de siglos en erosión constante agarrado del pasamanos con el agridulce olor del cansancio
la piel se me quedó en todas partes en la cafetería en la sala de espera frente al escritorio y en el baño
el aire pintado de luz me abofetea siempre que puede
y cierro los ojos
[3]Sin respuesta
He sido un hombre desde que tengo memoria y conciencia, con todo lo que ello implica, pero sobre todo con la osadía de hacerme llamar hombre.
[4] Desencantos
Las intersecciones y sus semáforos con sus faroles rojo perpetuo disfrutan engañándonos,
solemos huir corriendo en la madrugada cuando somos nuestros propios verdugos
a veces es mejor regresar con las manos vacías a casa para tener un lugar donde esconder la cara.
[5] Charles F. Kane (Citizen Kane)
Lo recuerdo todo así como viendo la cinta pero sin distorsiones
hay cosas que siguen doliendo duelen igual pero el tiempo se encarga de estirar tanto el dolor hasta volverlo casi invisible tanto así que incluso permite reír y caminar.
[6] Moses Pray (Paper Moon)
Sigo con este ritual de cada mañana,
sacar la basura por la puerta de atrás
desnudarme a solas
tirar un café con todo y taza
desmembrar seres mitológicos
torturarme un poco
desconfiar de las sombras
dispararme en la cabeza
[7] Día 12
No quiero escuchar estas sirenas de ambulancia a medianoche tratando de hallar consuelo en el silencio callejero
no quiero salir de esta armadura de palabras encasquilladas
no quiero pelearme con las palabras que rebotan en cada sueño
ni despedirme de las noches sin llevarme al menos una copa amarga para almacenar junto a las risas de los recuerdos
me despierto como buscando alegrías en los tejados
y sigo mi marcha por entre la obscuridad
duele el camino duelen las sombras mientras sus ojos que callan me tocan la espalda.
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