Demetrio Quiroz Malca
(Perú, 1924 – 1992)
Nací en San Miguel de Pallaques (Cajamarca) en 1924, ciudad querida que abandoné, nostálgico pero esperanzado, luego de cursar los estudios primarios imprescindibles para afrontar con humilde y decoro la vida. Mi propósito era descubrir nuevos horizontes y forjar mi destino. Y fue Lima el punto de partida de este mi afán. Y si de esa ya lejana fecha, a la actual (1990), no vencí como plenamente lo anhelé, tampoco creo que perdí; pues, para mi orgullo y felicidad, devine en poeta y profesor, en profesor y poeta, esencialmente. De suerte que en el ejercicio de estas singularidades, me di al estudio y al trabajo, también a la realidad y al sueño. Sobre todo, al conocimiento de mi humana raíz, nativa y universal, vale decir, a la cabal comprensión del hombre y del mundo. No me preció de haber alcanzado todo lo que soñé; empero, y vale el deslinde, como poeta obtuve algunos merecimientos que me honran: el Primer Premio de Poesía en el Concurso promovido por la Facultad de Letras de la UNMSM (1946); el Premio Nacional de Poesía “José Santos Chocano” (1955); también se me otorgó la Medalla Cívica de la Ciudad de Lima (1986); se me declaró “Hijo Ilustre” por la Municipalidad Provincial de Cajamarca, designación que fue acompañada por Medalla y Diploma de Honor (1989); se me designó Miembro de Honor de la Casa Nacional del Poeta, en atención a “su terca, callada incendiada obra poética que, como río ampuloso y sin estruendo, ha ido construyendo su excelente labor poética…” (enero de 1990). Como profesor (soy Doctor Académico en Literatura) he compartido los venturosos y juveniles años de miles y miles de alumnos, a quienes asistí a lo largo de 35 años de servicio de la educación peruana, en el “Toribio Casanova” (Cutervo), en el “Hipólito Unanue” (Lima), en el “Santo Tomás de Aquino” (Lima), en el “Felipe Santiago Salaverry” (La Victoria), en la UNE “Enrique Guzmán y Valle (La Cantuta-Chosica). Igualmente y ya como Inspector General de Educación Rural y Promoción Comunitaria (Canas y Canchis) de Cusco (1967-68), trabajé para el Desarrollo de la Comunidad.
En resumidas cuentas, como poeta, he hurgado en la realidad y el sueño, en lo misterioso y fascinante, específicamente en el hombre y en el mundo. Como profesor, he compartido feliz –y comparto a través del recuerdo, hoy- la bulliciosa alegría de una juventud ansiosa de identificación y excélsior en el salón de clase que, para mí, es asimismo, otra forma de conquistar la vida.
(Firma) Demetrio Quiroz Malca.
Obras publicadas del autor:
1. Mármoles y vuelos. (1947).
2. Tierra partida. (1948).
3. Poesía. Antología publicada por la Dirección Artística y Extensión Cultural del Ministerio de Educación Pública, en la que figuran Agonía del amor y Estatuas del mar. (1951).
4. Poesía. Antología editada por la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación Pública, en la que figuran Mármoles y vuelos, Jardín de invierno y la Voz elemental. (1956).
5. Hacia la ternura. (1957).
6. Poemas del ángel. (1962).
7. Judas. (1965).
8. Parábolas. Publicada por la Universidad Nacional de Educación “Enrique Guzmán y Valle”. (1969).
9. Oh ternura. Editada por la Universidad Nacional de Educación “Enrique Guzmán y Valle” – La Cantuta – Chosica.. (1971).
10. Del mundo en que vivimos. Auspiciada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología – CONCYTEC. (1990).
Respecto a la poesía de Quiroz-Malca, escribe Carlos Germán Belli que “terminó siendo un fecundo autor, y los sucesivos poemarios, que irá publicando a lo largo de su vida, demuestran que la poesía puede ser comparada a un río interminable. Pues, por fortuna, lo acompaña hasta el momento en que partió del mundo terrenal”.
Asimismo, Arturo Corcuera, recuerda a Quiroz-Malca, quien fuera el bibliotecario de su colegio y lo preparara para ingresar a la universidad, como “un hombre sencillo, de pocas palabras, amable y concentrado, de risa fácil nimbada de una inocencia casi infantil… Puedo decir que a él le debo parte de mi formación literaria”.
Libro Mármoles y vuelos
III
¡Por qué, Señor, la nota en mi costado,
espina florecida en blando leño
ahoga los espejos, débil sueño
del casto gorjear embalsamado?
¿Por qué, Señor, si el vértigo ha bordado
con hilo de tu esencia y de tu ceño
en alba –flor del oro y verde empeño-
que en gracia, en polvo y ala has deshojado?
En tu fuente angelical, canto encendido,
bañose por los soles la pupila,
dejando su responso, lirio y nodo.
Y ahora, en este vuelo que destila
al mar que, siendo mar llévolo herido,
no sé si es rosa tenue quien rutila.
CORAZÓN DE FUEGO
Estás allí, poema luminoso de la tarde,
como un casto violín derramado.
Estás allí, como una columna de fuego
entre mis ojos y el olvido,
entre la estrella que se escapa de mis manos
y la extraña mirada del Señor;
estás allí, en ascensión de frutas,
único latido en el desierto sin eco,
total, abismada, cofre de lirios,
pecado y camino blanco, estás allí.
Sí, amor mío, coronado de labios
y de ríos profundos,
tan sólo soy un libro donde escribes
tu nombre y lo devoras.
Elegías
El aire, cómplices del hombre,
llevó en su sueño
la muerte.
Fue una muerte dulce.
alada
la que rodó apacible
por la hierba.
¡ Cuán bella parecía
en su mudez anclada,
en su ebria mudez de altura,
la paloma !
Fue una muerte dulce,
alba
la que cayó del cielo
como un beso.
No había herida en el eco,
no había herida en los ojos,
sólo un corazón
que sangraba sin protestas
en la hierba
DEMETRIO QUIROZ MALCA
DIOS DE LA NOSTALGIA
Por Ángel Lavalle Dios
Dos hitos temporoespaciales antípodas, me acercaron al poeta Demetrio Quiroz Malca, sanmiguelino cajacho: uno, en 1965, en Trujillo, en mis aurorales años de bisoño estudiante universitario, cuando apareció y leí su libro de poemas “JUDAS”; otro, en 1992, en Chimbote, durante las postrimerías de mis afanes laborales como docente universitario, gracias a la nostálgica entereza de su paisano el poeta Víctor Hugo Alvitez Moncada, afincado en la tierra de la siderurgia y la anchoveta. Fue a propósito del deceso de Demetrio y del encuentro casual de Víctor Hugo, con la que fue la última obra poética de aquél: “DEL MUNDO EN QUE VIVIMOS” (Concytec 1990).
Entonces la necesidad de una acercamiento más atento hacia las profundas intimidades artísticas y humanas de Quiroz Malca, paisano del fino Dios de la Nostalgia, empapado de lluvia y de terruño, de amor filial y pannaturalista, de tradiciones y habitantes de su natal San Miguel de Pallaques; pero, asimismo, hondamente preocupado por el ser y el deber ser del hombre y de la humanidad.
Intimo, coloquial, sincero, uno más entre nosotros, humano habitante, conciente y concientizándonos sobre las precariedades maravillosas de la vida nuestra, y sobre la necesidad de asumirla a plenitud y con optimismo. Y con las preocupaciones pedestres, la elevada altura del verbo: épico, pletórico de mundo y vida, peregrino aventurero, embelesado soñador. Tal íntegro poeta, total y cósmico contra la muerte que ya veía venir, cual
“yedra implacable, repentino
alud, latido enervante que crucifica
el sueño, la palabra ...
por decir lo menos o decir lo más...”
Todo, hábil, diestramente esbozado, con todos los recursos técnico poéticos, a manera de grandes y largas tiradas de platicante y lacerada ternura, que habita el corazón porque su origen es la vida que está cerca, en y delante de nosotros:
“... y lo estará por mucho en sabiendo
que en las puertas del horno....;
en sabiendo que las guerras cultivadas
por el odio, el miedo, el terrorismo
y sus más diversos como satánicos rostros
sigan fermentando
ostentando hoy como ayer sus letales fórmulas;
sus catapultas, sus hordas, sus flechas,
sus espadas
sus metrallas, sus misiles, sus hiroshimas,
sus ojeras...”
Pero contra toda esta noche, mar oscuro y proceloso, una tabla con íntimos acordes, la voz de la vida:
“Pero tal como ayer, la Música, la etérea
diosa que amanece perla y encanto
en los labios sedientos de la vida
(y en los deslumbrados pero fríos páramos
de la muerte)
es la misma voz, dulce y embriagadora Voz..”
Así, Demetrio Quiroz Malca (1926), norteño y rural como nosotros, es, en gran parte, el poeta de “élite” que define el Maestro Luis Alberto Sánchez, por la altura formales de su lírico verbo y por la consistencia y humanidad de su mensaje. Pero diríamos, complementando o completando, una rara “élite”, es decir, nueva élite del arte que busca la verdad y se sotierra, enraizando, para crecer fortalecida sobre el corazón del hombre y el alma del terruño, fuente de la auténtica imagen del ser ecuménico:
“Y lo hago, no sin antes
echar una mirada a mi lejana infancia
cuando era yo
-me imagino por el color
de mi sueño-
el hermoso girasol que besaba
con pasión el viento
y alimentaba de inefables alas
el rocío.
Cuanta luz debí beber
de sus castas fuentes, allá en mi pueblo
donde mi madre se vestía
de rubias mañanitas para tejer
-con el candor de su inocencia
y adorable sencillez-
el mantel largo para la Fiesta Grande
o para el Pan del Pobre.
Cuanta luz debió colmar el cielo
y las alegres farolas del amado mundo
que tengo en mi corazón:
San Miguel de Pallaques, donde
aprendí a escribir amor en La Cantora...
al tiempo que el destino empezaba
a arrancar, uno a uno, los pétalos
del entonces girasol que fui.
Cuanta luz, evidentemente debió
encandilar los despreocupados
y hasta inconscientes días de mi infancia,
en donde sí fulguran, perdurables y grandiosos: Mi madre
Mi pueblo
Mi primer Amor:
Dejo el mundo
paso a paso.”
Pero en tu caso, Demetrio, para vivir eternamente con nosotros.
Trujillo, lunes 18 Enero 1993
Publicado en la Revista de Cultura BELLAMAR Nª 18. Chimbote - Perù
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