jueves, 11 de junio de 2015

CYSKO MUÑOZ [16.242]


Cysko Muñoz 

Nació en Sant Boi, Barcelona, en 1976 y hasta el momento nunca ha vivido en otro lugar. Ahí fue donde, a lo largo de su adolescencia, ganó sus primeros premios literarios en certámenes locales y donde posteriormente se olvidó de la poesía durante más de diez años. Tras redescubrirla, pasada la treintena, sus poemas han sido publicados en la antología Poesía desde el fin de la era del petróleo, editado por Kyriakí Cristoforidi en 2013, así como en su primer poemario El tiempo ya no importa, publicado por la editorial La Garúa Libros en febrero de 2014. Como poeta su trayectoria indica cierta inquietud artística lo que le ha llevado a desenvolverse tanto en  tareas relacionadas con la producción de eventos poéticos (Perifèric Poetry Sant Boi, Altaveu Spoken Word y Llobregat Slam Poetry), o a explorar desde hace más de 5 años la unión de la música y la palabra (Piano Spoken Word), de la imagen y el verso (Versos de Pizarra) o las posibilidades corales de la oralidad (Colectivo 6 en Raya). Actualmente sigue planificando y creando nuevos proyectos todos ellos relacionados con el verso. También insiste, a sus casi 40 años, en ser feliz. Y no ceja en su empeño.


LAS TRIBUS

Todas las personas
del mundo
formando tribus.

Punkis, pijos, cholos,
hippies, góticos, emos,
heavys, cosmopolitas,
conservadores, liberales, 
neoagrarios, fachas,
ensayistas, dibujantes,
poetas, slamers...

Todas las personas
del mundo
formando tribus.

Y entre todas ellas nadie.

nadie.




TRESMILSETECIENTASOCHENTAYCINCO VECES

Tresmilsetecientasochentaycinco veces
me he mandado ya a la mierda,

A la mierda con mi verbo suicida
con mi deseo sin bisagras,
con mi instinto bandolero,
con la duda,
de mis pies inconformistas.

A la mierda.

Jamás supe mantenerle el pulso al abismo.

Sólo
soy capaz,
de cerrar los ojos
         y dar un paso adelante.
                                                 .
                                                 .
                                                 .     


                                                   Y
                                                 caer
                                                  en
                                               espiral.

Desnudo siempre.                  
                           No pienso volver a enamorarme.




ABSURDO PLAN

Mi plan para ordenar
el mundo
es ponerle vallas al desierto.
Tenerlo todo ya cosido,
adelantar la hora
de todos los relojes
que tengo en la pared
de este solar.


Mi plan para ordenar
el mundo
es atar todos los globos
con cuerdas,
para que no se les escape
el aire,
ni los baile el viento,
y no sepan donde les lleva.





PLAZA DEL SOL

Pulverizan Madrid,
los parasoles de 
la Plaza del Sol.

Un invierno de pega
cae sobre el mismo 
pavimento.

Una detras de otra.

Siempre las mismas estaciones.





LAS BOMBAS.

Se escucha amortiguado
el ruido de la bombas 
desde este paralelo.

Aquí no se oyen los gritos
de los niños
perforando la inocencia

ni los alaridos des-bocados
de su madres, ni el llanto
sin suturas
de los más viejos.

Aquí no se escuchan 
los rezos desesperados

apenas

se oyen los edificios al caer
sepultando la esperanza.

Aquí tan solo llega
la voz anodina 
de una locutora

Y el olor del café recién hecho.



Poemas de “El tiempo ya no importa” (Editorial La Garúa, 2014) 



POÉTICA ETÍLICA

Me paso el día buscando versos
Y las palabras se ríen de mí
Con filas de dientes
Exactas y literales.

Recorro bares buscando versos
Y siempre muerdo
La misma página del diccionario,
La misma esquina del laberinto,
El mismo fondo
Del mismo vaso.

Acabo exhausto buscando versos
Y agotado me descubro
Espiando a otros poetas,
Registrando sus bolsillos,
Codicioso de dientes largos
Y manos diestras.

Y entonces me doy cuenta de
Que yo no puedo escribir
Como ellos.

Que yo no puedo escribir
Como nadie.

Que yo sólo sé escribir
Si soy yo
Quien se asoma
Y se incendia
En el
Borde
Del poema.

Que yo sólo sé escribir
Reventándome a patadas
Conduciendo con los dientes
A un chupito por farola.

Que yo sólo sé escribir
Maldiciendo a mil gargantas
Escupiendo desde un puente
Destripando versos ebrios
De sangre y de semen.

Y entonces las palabras ya no se ríen.




NI UNA DERROTA

Una semana antes nos decía
que él no tenía
miedo a la muerte,
pero que no quería morir con dolor.

Así era mi padre.
Derrame cerebral.

Ni el cáncer de huesos
ni su puta madre

le iban
a decir a él
lo que tenia que hacer.





A CUESTAS

Hoy es ya obligatorio,
porqué me lo dice la piel y los armarios,Jim Kasanjian
ser nómada, en esta ciudad nueva.

No detenerse más que en las afueras,
o si acaso,
en la periferia circular, de la luz
amarilla de las farolas.
Con la maleta a los pies,
llena toda de reproches
que ya poco importan.

Así, que tendré que llevarlo
todo a cuestas,
porque ya no sé
en qué esquina está el frigorífico,
ni dónde olvidé los
recuerdos,
ni cómo sonaba el eco de los abrazos.
Ni cuál es la llave que cierra
esta puerta.







Poesía desde la entraña

por Anna Rossell




Cysko Muñoz: El tiempo ya no importa
(La Garúa, Santa Coloma de Gramanet, 2014, 90 pp.)


Dividido en tres partes, Cronología de un comienzo, Historias del miedo y otras causas y Cronología de una despedida, este poemario de Cysko Muñoz (Barcelona, 1976) es la crónica de la lucha contra el tiempo, un pulso entre la voz poética y la vida.

La dedicatoria que abre el libro, A mi padre//por hacer tanto/con tan poco, nos orienta en cuanto al referente: la figura del padre que despierta en su hijo admiración y respeto inmensos por su perseverancia y valentía ante los embates de la existencia. Como él, la voz poética se enfrenta a su propio combate en su trayectoria vital. De este combate, de las victorias y las derrotas, y de la pelea constante –sobre todo de ésta última- nos habla el poemario.

El sujeto poético se presenta a sí mismo como inconformista con el mundo que conoce y, a modo de declaración programática, manifiesta su firme intención de cambiarlo. Ya en el primer poema, que encabeza el título Cronología de un comienzo, como si de su propio nacimiento se tratara, afirma: Hace tiempo ya que escribo/para desordenarles el nombre/a las cosas (El desorden). La primera parte se inicia con lo que parece ser un estudio topográfico de los obstáculos con que la voz poética intuye que pueda tropezarse el ser humano en su periplo, la localización de las trabas que pudieran impedirle vivir con dignidad. Así, en una exhortación universal, se rebela contra la apatía y el conformismo: No deberíamos permitir/que lo único que nos pase//sea el tiempo.// […] Deberíamos gritar.// Y reventar a patadas/los sillones (Refugios). Pero inmediatamente el poemario toma un giro personal que en cada verso deja entrever el desencanto, el malestar, el dolor y la angustia del sujeto poético, el desengaño ante la constatación de que lo más precioso es efímero y sucumbe a las embestidas del tiempo: […]/porque ya no sé en qué/esquina está el frigorífico/ni dónde olvidé los recuerdos/ni cómo sonaba el eco/de los abrazos (A cuestas), o bien: Hoy he nacido el día/pensando que todo se rompe./Todo lo que dejamos en un estante,/encajonado.//El tiempo lo quiebra//[…]//[…] las promesas,//los cuidados.//, sin embargo intuye una posibilidad de salvación, pues prosigue: Si no se mueve, se rompe (Pedazos). Con todo, el dolor del alma atormentada que se desnuda en los poemas -Mi dolor, como/ropa tendida/en una calle […] para que todos lo vean/para que entiendan/que hace frío […] (Tendiendo cometas)- manifiesta una tenue esperanza, la llama que con insistencia se nos exhorta a mantener viva, la advertencia de que el mayor enemigo de la armonía, de lo más entrañable, es el inmovilismo, el abandono, la desidia: Deberá llegar la paz/un día,/desabrochar los botones/y respirar hondo […]//detener/la prisa y la angustia,/asfaltar de calma las calles/inundar los pulmones de aire//y para que no se quede/varada el alma//andar (Deberá llegar). Hay en los poemas de Cysko Muñoz una incitación a vivir con determinación, la advertencia de que poner cortapisas a los influjos externos por temor, para autopreservarse, es no vivir, de que la vida es riesgo y está reñida con Mi plan para ordenar/el mundo (Mi absurdo plan): […]/juégate al 7 negro/las tiritas de una vida/pierde el miedo a perder/y con la carne en carne viva//dobla la apuesta//rompe el tablero//o siéntate a mirar/como/te pasan los días por delante// y como llegas tarde/a tu propia vida (Al 7 negro). O bien: […]//Que a la ilusión/le gusta andar descalza/y bailar desnuda/hasta convencernos/de que nos tenemos que volver a enarbolar.//Que es en nuestro pecho/ donde se ocultan las raíces/del arco iris/y que el sol brilla más fuerte/para quien deja sus puertas//de par en par (Ojos de ballena). El miedo a la muerte espiritual por mano propia es recurrente: […]//He gritado sobre una silla/y no me ha escuchado nadie que/yo también me dejé morir.//He gritado que necesito//hoy//saciar esta sed de mí/que tengo. […] (En los espejos). O bien: […]//me repite que no se puede aprender/a ser original/que deje de inventarme escondites/si quiero ser de verdad/[…]//Me persigue el muerto (El muerto)

El sujeto poético expresa un anhelo vehemente de autenticidad, una búsqueda del yo, que se encuentra como conclusión a partir de la autocrítica. En un diálogo de la voz poética consigo misma se descubre el aprendizaje de que la clave de la seguridad está en la propia persona: Andas a la deriva/buscando una pupila/ que acierte en ti.//Y aprenderás/más tarde de lo que quisieras//que sólo tú//eres tierra firme (Sólo en ti). La misma idea se manifiesta en el plano literario, claramente extrapolable: Me paso el día buscando versos/y las palabras se ríen de mí/[…]//y me descubro/espiando a otros poetas,[…]//Y entonces me doy cuenta de/que yo no puedo escribir/como ellos.//Que yo no puedo escribir/como nadie./Que yo sólo sé escribir/si soy yo/quien se asoma y se incendia/en el/borde/del poema (Poética etílica). El poemario es testimonio de la escritura como herramienta para la autoobservación, la autocensura y el autoconocimiento: […]//Los días como hoy//tan raros//me quitan el hambre//debo masticar muy bien/para no atragantarme//con mi parte de culpa (Mirándome).

Si bien el sujeto poético dirige la mirada en primera línea hacia sí mismo, en algunos momentos también observa el mundo para reprobarlo. Así cuando se lamenta por las deshumanizadoras consecuencias de la aceleración en lo cotidiano o por la desespiritualización a la que aboca el consumismo: Dónde queda el alma/si esta vorágine no/tiene ya costas. […]//Dónde queda el verbo,[…]/si mutilamos un te quiero/en teléfonos frenéticos […]//Dónde queda el latido,/si se busca en las bolsas/de los centros comerciales/o en las prisas de los/pasos de peatones […] (Tiempos extraños). O como cuando caracteriza la escuela como el lugar donde le programan a uno para la muerte en vida: Vivir en esta jaula de peces vestidos con traje gris […]/Entregar el aliento de tu vida, cuarenta horas a la semana (La escuela) y se subleva con distancia irónica contra los lemas que supuestamente han de garantizarnos el éxito: Protege bien/tus intereses/todos los que te rodean/se quieren aprovechar de ti […]//-no te muestres, no te exhibas-//[…] (Divide y vencerás)

A modo de homenaje a quien es su referente en la vida, Muñoz cierra el libro con una serie de poemas en recuerdo de su padre que no se rindió nunca (Profecía) y al que ve desvencijado por la vejez y la enfermedad: […] Los dientes sin tenaza//desarmados.//Los ojos derramándose/en el vértice del sueño[…] (Sala de espera); Conozco la sombra/negra y espesa/que han dejado en sus ojos/los narcóticos (Los grillos), pero ni en los peores momentos vencido, jamás vencido: […]/Derrame cerebral/Ni el cáncer de huesos/ni su puta madre//le iban/a decir a él/lo que tenía que hacer (Ni una derrota). Y concluye, en agradecimiento a su legado: […]//Las manos de mi padre/nacieron ya viejas/cultivadas entre/fanegas de injusticia/y de miseria/pero siempre supieron/plantarle cara a las lágrimas/con un golpe en la mesa//[…]//Las manos de mi padre están en mí (Las manos de mi padre).

Cysko Muñoz es una de las voces emergentes en los últimos años en el Slam Poetry de Barcelona (España). Dirige el Slam poético Periferic Slam Poetry Sant Boi y actualmente conduce, además, junto con Marc García, el Slam Poetry de El Prat del Llobregat, “una competición poética, un combate de boxeo a golpe de versos”, que se organiza periódicamente en el Baix Llobregat, en la que los/las participantes se miden ante un público-jurado, que selecciona a los/las mejores. Este tipo de poesía, larga (tres minutos) y rebelde, que se recita de memoria y tiene un elevado componente teatral, forma parte ya de los escenarios poéticos urbanos en todo el mundo y gana cada vez más adeptos entre un público de todas las edades.



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