Carolina Torres
Tegucigalpa, Honduras (1989). Estudia Medicina en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Su poesía ha sido incluida en Honduras: Golpe y Pluma, Antología de poesía resistente escrita por mujeres (2009-2013) Miembra del Movimiento poético Las de Hoy. Miembra activa de la Asociación Nacional de Escritoras de Honduras, ANDEH. Ha participado en Festivales internacionales de Poesía de Centroamérica.
Amanecer
La luz no alcanza
a atravesar las paredes,
el celular tiene media hora
avisando que sí, sí amaneció
(en algún lugar menos acá),
los zopilotes ladrones del canto
revolotean las láminas
y yo me lleno de espanto,
el espanto de respirar;
sus alas de fuego
llenan mi cama de cenizas
y yo me apago, me apago.
¿Quién acaso podría no pudrirse
en esta ciudad, en este cuarto, en estos huesos?
Declaración
En este desastre
de huesos corroídos y carne putrefacta,
me resisto
a olvidar los sueños
que nacieron
en un país
de desconsuelo,
acá
donde el primer signo de vida
muchas veces no llega.
REFLEXIÓN A LAS 2:49
Empecé a ser yo
no sé cuándo, no sé dónde
me invadió mi propia presencia, no más mascaras, solo yo
ni tu recuerdo, ni las memorias de nada y de nadie
solo yo y esta tan extraña ausencia propia.
Comencé a extrañarme sin conocerme
a pensarme sin reglas, a jugarme la vida
¿será esto vivir?
tomar conciencia de que no sé que soy.
Me importa más el mundo cada día más podrido
que mi propia existencia.
Soy capaz de entregarme a una causa pero no me amo lo suficiente para
guardarme de las heridas, de los peligros, de mi, de vos.
Me perdí, no me encuentro
no sé qué hago, qué quiero, qué sueño
me invade la angustia de saberme perdida
de no buscarme porque no quiero encontrarme
en esta situación de desnudo de la energía interna
del espacio sin nadie, ese espacio solo mío
donde el juez y el juzgado son el mismo personaje -soy yo-
10:50
Vivo en un país
donde la gente
no aprendió a volar.
No saben caminar,
están quietos,
vacíos.
No disfrutan salir
al patio de madrugada
con los pies descalzos,
escuchar a Sui Generis,
fumarse las tristezas,
perderse en estrellas
y pensamientos,
enterrar fantasmas,
invocar gatos,
reconocerse inertes
ni aprender
a construir alas de cartón.
Me he convertido en una patria de extranjeros e imbéciles.
Niego la tierra,
el asfalto
y me reconstruyo.
No voy a quedarme
quieta,
no voy a convertirme
en mis miedos.
Nudo
Hoy te gritaré
con la desesperación
de 43 voces
hasta que incontables puños
encendamos los cerillos
que desaten la esperanza,
arderá el amor
y no necesitaremos más carteles
con fotografías
empapadas en llanto de madres,
nunca más será domingo
así no tendrás permiso de muerte,
ni bala,
ni fuego,
ni fosas,
no, no habrá verde olivo
con pestilencia de Estado
capaz de atravesarte,
hoy correrás a los brazos
de la ternura
y ya no tendremos que clamar
por vivir o morirnos,
hoy
desaparecemos los dinosaurios.
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