Ramón Saba
Nació en Tenares, República Dominicana, el 2 de octubre del 1948.
Poeta, escritor, publicitario y gestor cultural.
Ha publicado cuatro libros: Por fin las Amapolas y Música de Septiembre (poemarios), Cuentos para Noches de Luna Llena y Antología de Sonetos Dominicanos Siglo XXI.
Ha sido prologuista de varios autores entre ellos la escritora cubana Olga Consuegra; las poetas Azucena del Valle, Jennet Tineo y Denisse Español; el musicólogo Fernando Rodríguez de Mondesert y la experta en crecimiento personal Doris Ponciano entre otros, así como presentador de varias obras de diferentes autores.
Catedrático universitario, profesor de Literatura y Español, además de conferencista, expositor y panelista en múltiples ocasiones.
Ganador de varios premios como creativo publicitario y como sonetista, incluyendo el Gran Premio Nacional Rogelio Arturo Pellerano.
Presidente del concurso que eligió la mascota y el logo para los Juegos Panamericanos celebrados en el 2003. Jurado en varios concursos literarios y de belleza en varias oportunidades.
Coproducía el programa de radio La Noche pide un Poema y dirigía y conducía el programa de televisión Misión-Lía. Publica semanalmente la columna Trayectorias Literarias en los periódicos Al Momento. Net y Dominicana en Miami.
Presidente de la Liga Dominicana de Agencias Publicitarias (LIDAP) en el año 2000. Coordina los Talleres de Poesía del Ministerio de Cultura de República Dominicana.
Coordinó el Pabellón de la Poesía de la Feria Internacional del Libro 2013 y el Pabellón de Escritores Dominicanos de la La Feria Internacional del Libro 2014, seleccionados como los más frecuentados de ambos eventos.
Publica semanalmente la columna Trayectorias Literarias en el periódico digital almomento.net.
Muchos poetas le han dedicado poemas y ensayos a su obra, entre ellos el escritor cubano José Ángel Chaviano quien lo bautizó con el apelativo de EL SONETISTA MAYOR.
Con la muerte
La muerte me ronda
me persigue
da señales…
entre vinos y laureles se sumerge.
La muerte me salpica
me circunda
se aproxima
se abre paso entre mis ruinas y saluda.
La muerte no me olvida
respira
inhala vientos
expele sueños
y se oculta irreverente en mis alientos.
La muerte no se arrepiente
se desdobla
se agiganta
se desborda en cada sorbo del misterio.
La muerte se acomoda
al lado oscuro del silencio
para decirme que me ama.
Afuera está lloviendo sol
A mí no me pasó el silencio...
se quedó enclavado en mi pecho
y todavía el rumor de sus olas me salpica con fuerza.
Se cierne sobre el viento
para empujar este tiovivo de apasionados giros.
Se dormitan las cadenas doradas en su embeleso.
Ya las gárgolas palidecen en la aurora de desvelos
y paren cánticos de luz
como este que adormece al cielo.
Afuera está lloviendo sol
con recuerdos latentes
mientras los abraza la lluvia.
Alto canta la noche
a medidas que muere el silencio
mientras renacen flores en el rito
y resurgen en espasmos su agonía.
Dormita la luna con su letra
y enciende cenizas en concierto de noches.
Y estoy ahí
navegando horizontes de lunas
despoblando el tiempo.
Tránsito de rutas doblegadas de ruinas
Plumas errantes que cultivan espigas de invierno…
Afuera está lloviendo sol...
¿ cuándo saldrá el amor ?
De sofá a camposanto
Postrado horizontal sueña en su tumba
aquel que en un sofá cuece sus penas
donde exprime y se corta hasta las venas
buscando renacer en ultratumba.
Al ritmo de tristezas se derrumba
y colapsan sus notas de verbenas;
aquellas que sonaban tan amenas
adquieren estridencia que retumba.
Es testigo el sofá de su quebranto;
dormitan, por hastío en él, sus ojos
mirando pero ausentes de este mundo.
Sofá que se transforma en camposanto
donde reposan vivos los despojos
de un desamor que hervía bien profundo.
Frente a frente a mi destino
Aquí estoy, frente a frente a mi destino,
muy cercano al olor de su presencia,
disfrutando el sabor de mi existencia…
negociando el final de mi camino.
Y se torna mordaz y hasta mezquino
a medida que avanza su insistencia,
carcomiendo sutil la resistencia
que le planta mi haber de peregrino.
Y descubro también la fortaleza
compañera de todos mis sentidos.
Ya no importa si acaba mi gran suerte,
sólo importan los gestos de tristeza
que me ocultan mis seres más queridos
al arribo silente de mi muerte.
Música de septiembre
Ya se escucha del bosque su sonrisa
cual sonata de ampliada tesitura
y hasta el eco repite sin premura
música que en septiembre es indecisa.
Son voces de un verano que precisa
despertar con el viento la espesura;
concierto de un otoño que procura
despedir a las hojas con su brisa.
Es tan piano el sonido de los días
que septiembre interpreta en sus mañanas,
que abrigados en par los ruiseñores
entonan renovadas melodías
y el riachuelo repica sin campanas
los acordes de todos sus amores.
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