Carlos Bonilla Avendaño nació en Heredia, Costa Rica, en 1954. Estudió teología y Derecho. Ha trabajado con comunidades campesinas y con migrantes nicaragüenses, en un acompañamiento organizativo, legal y pastoral. A pesar del neoliberalismo, sigue apostando a una fe cristiana comprometida con el proyecto de los pobres. Cuando puede, se refugia en una esquina del nombre y escribe algún poema. Ha publicado los libros Alguien grita mi nombre y yo me escondo (San José: Lithocolor, 1996) puerta de los ciegos (San José: Perro Azul, 2002) Tren sin retorno (San José: Arboleda, 2009)
La poesía de Carlos Bonilla pertenece a lo que los críticos costarricenses han aceptado como la segunda postvanguardia, en ella se perciben ciertas afinidades con la primera postvanguardia, sobre todo la persistencia de ciertas utopías: política, amorosa, existencial, filosófica. La poesía sigue concibiéndose como un instrumento de lucha, por lo que permanece la confianza en el poder de la palabra como medio de transformación del mundo; aunque existe otra tendencia que expone el desencanto ante el mundo, la decadencia, la evasión y la falta de fe en la posibilidad de cambio a través de palabra.
Entre estos poetas se acentúa la reflexión sobre la poesía, continúa el viaje hacia la intimidad, el silencio y la tristeza, viaje que incluye un acercamiento crítico a la realidad de patria y sus deficiencias. Otros registran un tratamiento novedoso del amor y el sexo, que conjuga la expresión directa y coloquial con un hermetismo calculado, el eco de la música popular, la melancolía característica de los últimos tiempos, la conversación con otros textos literarios (intertextualidad).
La poesía de Carlos Bonilla Avendaño se debe entender como un misticismo comprometido con las luchas de los más pobres, de los menos favorecidos; aunque el misticismo sea solo una arista de poesía. La mística es parte de la teología que trata de la vida espiritual y contemplativa y del conocimiento y dirección de los espíritus. No obstante, el misticismo es el estado extraordinario de perfección religiosa, que consiste en la unión inefable del alma con Dios, por el amor, y va acompañado esencialmente de éxtasis y revelaciones. El misticismo es toda doctrina de carácter metafísico que trata más de los mundos ideales que de nuestro universo físico, y que enseña la comunicación directa entre el hombre y la divinidad, ya por vía de la intuición, del éxtasis, o por excesiva tensión de las facultades de la psiquis. La mística designa una experiencia difícil de alcanzar en que se llega al grado máximo de unión del alma humana a lo Sagrado durante la existencia terrenal.
En el caso de la mística cristiana, el acto de unión con Dios, conocido como éxtasis, no depende del individuo, sino solamente de Dios, que por motivos que Él solo conoce otorga un breve tiempo de comunicación sensible ultraterrena a algunas almas a la que se acerca bien directamente o bien para su posterior transmisión a un grupo o conjunto social. Puede ir acompañado de las llamadas manifestaciones, llamadas estigmas o llagas: heridas que reproducen algunas heridas de Cristo en la cruz, así como la bilocación y las manifestaciones proféticas. El misticismo está generalmente relacionado con la santidad, y en el caso del cristianismo va acompañado de manifestaciones físicas sobrenaturales denominadas milagros. Por extensión, mística designa el conjunto de las obras literarias escritas sobre este tipo de experiencias espirituales.
En su libro Alguien grita mi nombre y yo me escondo, Jorge Boccanera dice en Carlos Bonilla coviven niño y hombre gracias a un juego que los mantiene unidos; un avispero de interrogantes los reúne. El título expresa el tema del desdoblamiento y la ausencia; la identidad escamoteada de un niño repartido en todo aquello que lo rodea y que ha hecho suyo por derecho de imaginación. El poeta bucea en sus recuerdos, hurga su infancia, llama a ese niño que juega a extraviarse y que cuando aparece narra su mejor fantasía.
No sé dónde comienza el mundo
y acaba la mirada.
Arrastro la feliz angustia
de confundir la piedra con la sangre.
Amo esta luz. La escucho sin barreras,
filtrándose a pesar de tanta herida,
cantando en mis bodegas interiores.
Claridad de las cosas, habitándome.
Todo es símbolo
gesto,
sacramento.
La flor no es ella,
sino que la das,
como me das el beso, el fuego, la mirada.
Nuestro amor:
un renovado, cotidiano rito.
En su poemario puerta de los ciegos, se acrecenta el misticismo, la reflexión sobre la relación entre el hombre y Dios. Existen más preguntas que respuestas. El poeta escarba en las escrituras para cuestionar verdades.
mi hijo de diez años pregunta:
"si Dios sabe el futuro,
¿para qué puso a prueba la fe de los patriarcas?"
mi hijo mira el mundo,
orquídeas,
rocas,
sapos
polícromas verdades
que nadie pone a prueba.
en el principio existía la tiniebla
la noche dando a luz
transformando en arcoiris
el último reducto de la nada
es por eso la noche una tierna placenta
y la oscura memoria se olvida de la muerte
(aún la noche pequeña del sepulcro
mantiene un silencioso rescoldo de penumbra)
desde entonces
te busco entre mi noche
cuando la luz se esconde en la pupila
peregrino
sin más constelación
que mi propia ceguera
En su libro TREN SIN RETORNO, el tópico central es el viaje, el tránsito por los sueños, por los recuerdos, por la historia y la literatura. Además, de que continúa la reflexión iniciada en puerta de los ciegos. Un poema paradigmático es "Letanías de las virtudes teologales"
(Amor)
Cicatriz de la más honda herida,
Tatuaje de mis sueños,
Laberinto indeleble de la sangre
Muéreme de la muerte.
(Esperanza)
Hiedra en el arbusto de los sentimientos,
Enredadera clavada entre la savia,
parásita de las neuronas
Sálvame de la muerte.
(Fe)
Crepúsculo interior sin horizonte,
Oscurísima noche,
Certeza más dudosa que la muerte
Muérete con mi muerte
Fe, Esperanza, Caridad,
sálvenme de la muerte
muéranme de la muerte
muéranse con mi muerte. Amén.
Poemas
LA SAGRADA FAMILIA
La Sagrada Familia
-dicen los curas-
es modelo de familia cristiana.
así pues,
sigan las doncellas dejándose preñar antes de casarse,
júntense luego con ancianos calvos
y de rizada barba
y sigan los mozalbetes el ejemplo de cristo
que a los doce años de edad
fue a faltarle el respeto a los eruditos
-y casi siempre corruptos-
Maestros del Templo y de la Ley.
(de: Puerta de los ciegos)
CANTO FUNERAL DE IXCA CIENFUEGOS
Desde el légamo inicial del Valle de Anáhuac,
desde la luz crepuscular,
ascendente víbora en las gradas del Templo,
desde el humeante,
palpitante corazón
en la mano del tigre- sacerdote,
desde la sombra envuelta en el rebozo negro,
flotante sombra que penetra en la Catedral,
se confunde en la penumbra que las velas atizan,
y salmodia conjuros ancestrales,
se convierte en murmullo y sortilegio,
recupera la soberbia original,
dueña de una sabiduría más profunda
que la del padre-cura en su ritual monótono,
(allá, en el centro de lo que jamás fue conquistado,
y por ello se hunde en los pantanos del olvido)
desde las grandes avenidas
que sólo en noches conjuradas
se pueblan de dioses de violencia y agua
de ternura y fuego,
de firmeza y aire,
de nostalgia y tierra
desde esta confusa percepción
de que estamos perdidos, escindidos,
inconscientes de la unidad que somos,
atrapados en este laberinto de palabras no dichas,
desde esta dimensión sin tiempo y sin espacio
en la que danzan el odio y el amor y el sin-amor/ sin- odio,
las verdades- mentiras que nos llevan a la vacuidad y a la muerte,
y las verdades verdaderas que nos llevan a la muerte y al vacío.
(¡Ah, sacrificios inútiles con los que pretendemos brindar un sentido a la existencia!
¡ah, laberinto de voces, crucigrama de nombres, cortina de silencios
tras de los cuales creemos percibir un hilo conductor de nuestra Historia!
¡ah, letanías sin destino con las que pensamos llorar nuestro pasado
cuando en verdad son llanto premonitorio del futuro!)
desde este sentir que soy, que somos una farsa, una máscara, un rito cotidiano
en el que las palabras –las dichas, las no dichas- son como el humo de voces y de fábricas, de
sudor y automóviles, de negocios y sueños, de invasiones y de revoluciones,
desde ese humo que no nos deja respirar,
esa neblina que no nos deja ver,
desde esta esencia de ángel y demonio,
derrotado demiurgo condenado para siempre a la mediocridad
por las simples palabras de la Madre;
desde aquí, desde esta dimensión de la serpiente alada
atravesada por la lanza del Padre,
-ígneo dolor, inútil sacrificio-
Desde aquí vengo y aquí muero,
en esta, “la región más transparente”
Aquí me tocó. Aquí nos tocó morir.
Qué le vamos a hacer.
(Inédito)
VAMOS MAGDALENA...
Vamos, Magdalena,
no le aguantés ni medio a
tan apostólicos machos.
insultalos en el griego de tu helénica Magdala
-creerán que los bendices-
Un levísimo guiño de tu falda
o el inocente asomo de tus senos
bastan para desnudar el arrabal de sus almas.
El Mesías te sacó siete demonios
ninguno tan poderoso como vos
Una mujer libre y segura
no encaja en una ronda de patriarcas.
no le aguantés nada a tan apostólicos machos;
se asustaron, magdalena, y ya ves,
todavía no te dejan entrar.
(Inédito)
Breves danzas en silencio
-1-
Raíces
Raíces
que se filtran
por las veredas sutiles
de los sueños.
Vienen
cabalgando en el aire frutal de
“Los Encuentros”
Llegan susurrando tonadas ancestrales
al son del empedrado
como el roce de un beso.
Camufladas con plumas de quetzal
prolongan la vigilia en la que habito
desde que vine
a la sombra lunar de este otro tiempo.
Sin más ruta que el salto del jaguar
revivo y sobrevivo
con todas las palabras al acecho.
-2-
Ecos
Ladridos,
ecos del pasado que hace guiños
entre las piedras de
todas las calzadas
Huracán de colores
y de lágrimas
enterrando las fronteras del mercado.
Templos ruinosos,
sacerdotes con el Verbo de siempre
y el de nunca;
callejones y sombras
-todo es fachada aquí-
lo real son los ecos,
los chuchos,
el Volcán,
la sangre de colores que me habla
con el canto nocturno
de las piedras.
-3-
Piedra
He aquí la piedra,
cripta de memorias seculares.
constructores y pobladores oraron
escupieron
blasfemaron
en lengua cakchiquel y castellana
confiaron en sus dioses
en su dios
huitzilopochtli y marte los vencieron
aquí perdimos todos.
Hoy llegamos a plazas
a mercados
a conventos teñidos por el Tiempo
a vender y a comprar las
cosas propias
las que pintan de azules, sangre y milpa
tan ajenas victorias.
-4-
Susurro
Desde el Quiché,
del ombligo de Xelaj
atraviesa las sendas de Chichicastenango,
las rutas de Tecpán,
se esconde
entre las alas del cenzontle,
entre el materno aroma de fogón y tortillas,
entre enaguas eternas de ancianas cakchiqueles.
Desde el Quiché llega el antiguo susurro
a danzar con mi sangre
¿la sombra de un jaguar¬/
nahuál del bisabuelo?
Mi corazón es un arco tendido
rodeado de murmullos;
corazón en zafarrancho de combate
corazón silencioso
bajo asedio.
-5-
Sitio
La ciudad
no aguantó el asedio cakchiquel
en los tiempos de Pedro de Alvarado.
No soportó
la hamaca subterránea en Almolonga y
tuvo que huir al Valle de Panchoy.
No resistió la cólera profunda
de los dioses que pueblan
la entraña de la tierra
y por tercera vez
se volvió fugitiva.
Hoy la sueño sitiada,
quiero saquear sus voces,
capturar sus acentos,
reconquistar sus sombras,
pero ella vive en permanente fuga
y se me escapa.
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