Javier Huapaya
Poeta y Bibliotecólogo; 2º Premio de Poesía José Gálvez Barrenechea (1977), otorgado por La Gran Logia Masónica del Perú; ha publicado dos libros de poesía: Meditaciones y Osamenta, está por publicar su tercer libro de poesía: Ataraxia. Trabaja en la Universidad Ricardo Palma en la Biblioteca Central.
Javier Huapaya: el hombre que recitaba ataraxia, ataraxia…
Por Fernando Jesús Pebe
Jorge Ojeda y poetas Javier Huapaya y Benito Gutti i Catalán
Cuando lo conocí ya era un poeta consagrado, pues su afición por versar le venía desde su infancia, el pequeño Javier gustaba de juguetear en la chacra de su padre, rodeado de naturaleza sabia y silvestre.
Javier creció entre clorofilas y polen, bebió del néctar de las flores, disfruto del rocío matinal; toda esa vivencia infantil se refleja en su lirica poética. El periódico mural del colegio José María Eguren de Barranco fue mudo testigo de sus primeras escaramuzas poéticas; las aulas de la Facultad de Letras de la Universidad Federico Villarreal reciben a un juvenil poeta en ciernes, ya más consciente de su talento literario.
Esta seguridad le permitió escribir su nombre en la lista de los poetas jóvenes del Perú. Era 1970. La más fructífera generación literaria de nuestra historia. Javier es un iluminado.
Estando en la Escuela Nacional de Bibliotecarios Javier vive zambullido en el hondo mar de la poesía, de pelo largo y versos cortos ya es evidente su calidad poética, y, su empleo de novedosos recursos que maneja con solidez.
Toda esa generación creció, maduro y envejeció dejando regada su producción poética a lo largo y ancho del mundo redondo y ajeno.
Tiempo después… Javier Huapaya asombra a sus contemporáneos ya no por su poesía ni la bibliotecología sino por algo que todo el mundo lo desea, lo persigue, lo busca, ofrecen el oro por y el moro por conseguirlo, hasta venden su alma al diablo por tenerlo. Javier Huapaya descubrió el secreto del retrato de Dorian Grey, pues su figura de poeta permanece inalterable aunque pasen los años.
Algunos dicen que Javier esta macerado en vino, la bebida preferida de los dioses, otros dicen que Javier en su peregrinación poética por lugares remotos de la tierra, descubrió la fuente de la eterna juventud. Para Javier Huapaya Huapaya la alquimia de su eterna juventud está en su poesía, pues el nació y creció poeta, la poesía es el verdadero elixir para alcanzar la inmortalidad…
A la izquierda David Yépez, poetas Jorge Espinoza, Gustavo Armijos, Javier Huapaya, prof. Lucero y Augusto Yslas
Del poemario: Ataraxia
A T A R A X I A
Siempre te veo en todas partes
Igual al grano que fecunda en los ovarios
De la arcilla. En todos los lugares
del Ser y no Ser.
Equilibrada en el más allá de la existencia
Porque tienes la misma extensión de mi sonrisa
Porque tienes la misma forma oscura de mi cuerpo
Y la dentadura de mis huesos.
Estás en mi como Aníbal asediando la naciente
De los mares. Y como Penélope tejes y destejes
Sin acabar el anhelante atavío. Qué ágape
tienes de mis huesos.
Si me repites tu frase preferida (Cogito ergo sum)
Si piensas que soy el comienzo y final
Tú serás el comienzo de todos los finales.
Ataraxia Ataraxia
Para mis páncreas y duodeno.
Ataraxia Ataraxia
Para mi perro muerto.
Apareciste cuando el dolor invadía a mi madre
Cuando aparecieron mis cartílagos
Y mi vitrina llena de vísceras.
Y desaparecerás al final de mis vértebras
Junto a la sonrisa que se desespera en el silencio.
Siempre pensativa estás en mis neuronas
No te dejo ni me dejarás tampoco. Rastrillera
De mis pasos. Figura inanimada animada
por un lejano espectro.
Yo te di el origen fehaciente de mis orígenes.
Y hoy: -te sonríes después de la catarsis.
Oh imagen perdida en los espejos mediatos inmediatos
Sácame ese gesto negro metido en mis párpados.
Y no te precipites que a medida que me vaya
Te acercarás al claro espejismo de la nada.
Naturalmente la naturaleza te ha dado
vida inmediata de mi grito
Ataraxia… Ataraxia. Hasta cuando estaré cargando
El peso negro que le han robado a la noche.
NADA ES MAS BELLO QUE NOSOTROS MISMOS
Nada: es más bello:
-que nosotros mismos: -¡Nada!
¿Qué sería si no tuviéramos espíritu?
Si el Cerebro: -El último milagro de Dios.
No encajara perfectamente en el Cráneo
Y no se alojara en la parte superior
del Cuerpo.
Qué sería: si de nuestras cuerdas vocales
-no brotara el sonido.
Si las neuronas: no elaboraran Conocimiento.
Conocimiento.
Y no se dieran un baño de Luz con la Lectura.
Si al interior de nuestro Ser: ¡La voz!
No llegara a los tímpanos del Alma. –Y
Si no pudiéramos cuajar con la mirada –Una
Visión panorámica o un punto fijo: - El maravilloso
Atardecer que nos da el ocaso. O el asombro
Ante lo bello: la orquídea que hipnotiza
la mirada del hombre.
¿Qué sería -Si no tuviéramos olfato?
Si no sintiéramos –el aroma que emanan los santos
O el olor que despiden los cadáveres.
Ignoraríamos: las vertientes entre el Ser y no Ser.
Pensamos que estamos en olor de santidad
Cuando en realidad
-la pudre nos gobierna.
¿Qué sería si no tuviéramos olfato?
SOBRE LAS TELAS LILAS
DE LAS ÁRIDAS ROCAS
Sobre las hierbas dormidas
-se aparea el olvido.
Oscuros enigmas esconde la Noche.
Los bordes perfectos. Las huellas intactas
De petrificados helechos –desfloran la roca.
Bajo los sedimentos de las Eras dormidas
Al interior de una piedra. –Atrapadas
Dentro de ámbar: duermen dorados insectos
con el ceño fruncido.
Bajo la Luna naciente –la Noche sonríe.
Aves extinguidas con alas de luces –Eternizan
Su vuelo sobre la piel de la roca. Orquídeas
Envueltas en pétreas corolas:
Polinizan la mirada de las Eras. -Animales
De elevadas cimas –dejan sus huellas. -Sus enormes
Pisadas –impresas en la luz de la roca.
Bajo la Luna redonda –polinizando la Vida.
Sacaremos esquirlas. Esquirlas candentes
De los ojos famélicos del Sol. Y hurtaremos
El fuego: la llama. La chispa
Y encenderemos la Noche del Tiempo.
Sobre las telas lilas de las áridas rocas
En el útero más íntimo de la Tierra. Hurgaremos
El polvo de las alas de las mariposas
Y bajo un manto de hebras dormidas:
-Despertaremos.
E S E P E L O
Ese pelo: Negro intenso. –Descansa sobre la cama
Se tuerce y retuerce a lo largo de la sábana
Como resto de garúa. Ese pelo: largo -largo
como fina estela de humo.
Me preocupa. Me fatiga. Me harta de miedo
Y de solo verlo: me eriza la piel del alma.
Ese pelo: busca sin cansancio sus raíces
Sus almácigos de pelos. Su lugar de origen.
Ese pelo: se enrosca y desenrosca
igual que una sierpe.
Se mueve y remueve como si tuviera vida
como si tuviera alma.
Qué metamorfosis más confusa y continua.
Muda raras imágenes en la cama. Surge y resurge
Un lenguaje oscuro desde su pálido lecho
Que dice y desdice en dibujos diferentes
En fibras reducidas a lejanos alfabetos.
Ese pelo: qué -a simple vista
No tiene sombra –me escruta la mirada.
Parece una vena oscura en una piel blanca
O una arteria negra salida de la sábana.
QUIEN CONOCE EL PAPEL
SECANTE DE MI ROSTRO
¿Quién conoce mis lágrimas?
La porosidad sedienta de mis poros.
¿Quién conoce el papel secante
de mi rostro?
Para qué se expresen de ese modo.
¿Quién no ha sido zarandeado
Por el peso amargo de la baba.
O la mirada ojerosa de la envidia
Y ésta: mortificada: -asediando mis pasos.
¿Qué sentencia es ésta?
Para que me señalen con el dedo torvo.
Si las murmuraciones estallan. -Estallan
En mi ser: como esquirlas.
Y solo al tocarme –apenas tocarme.
Adquieren vida: -estallan:
Y me hieren mortalmente.
¿Qué sentencia es ésta?
Quién conoce el papel secante
de mi rostro
Para que se expresen de ese modo.
Poetas Jorge Espinoza Sánchez, Gustavo Armijos y Javier Huapaya, 1975
ENSUEÑO EN EL BOSQUE
Sobre la cresta del vaho silencioso
El mirlo exhala su perfume. En la zaga
De los páramos: Se escucha el canto
Del bosque
y el sol lleno de música
Se desgrana suavemente sobre las hojas
Del cerezo. En el verde manantial
Las burbujas se aproximan a la superficie
Redondas pulidas de encanto.
He contemplado el gramado de la aurora
Convertirse polvo y polen en el oro
De la tarde. Hacia el fondo el agua
Parpadea en llamas y devora aves plateadas
Y el sol cae en la alcancía azul de la tarde.
Inesperadamente: el lago se mancha de finas
Pinceladas. El viento sopla y se acantona
En las mejillas de las amapolas
Y se vuelven sonrosadas como el agua.
Se ha desatado el inocente perfume
De las rosas
y ha tocado
Los resecos racimos del viento.
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