martes, 2 de junio de 2015

ROCÍO GARCÍA REY [16.176] Poeta de México


María del Rocío García Rey 

(México, D.F., 1971) es licenciada en Estudios Latinoamericanos y actualmente cursa la maestría en la misma especialidad en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ha publicado cuento y poesía en las revistas Fem, Sinápsis, Verso Destierro y en el periódico Metate. Uno de sus intereses principales es la difusión de la literatura, sobre todo latinoamericana, así como el fomento de la lectura, por ello imparte talleres de lectura y literatura en algunos Centros Culturales de la capital. Ha publicado el poemario "Mapa del cielo en ruinas", 2014.




LAS PALABRAS CAYERON

Las palabras cayeron
como el azul  cayó
de un cielo siempre desconocido.
En cartas
Rosa Luxemburgo
se lamentó del frío.
En cartas...
al caer la tarde se anunció la ausencia           
Ahora escribo
ahora recuerdo
Me conforta mirar de nuevo la historia
suspendida...
congelada


II

Arraigarme a las palabras
hallar el eco en cualquier fuego
antes de ser pira
arraigarme a las palabras
que su sonido desempolve el miedo
pero en cada esquina está el olvido
y está la ciudad ocre desafiando a la nada
y en cada esquina hay también
una fotografía cuyas imágenes me tragan.     

      
III

Añoro una ciudad pintada de lunas-ámbar
añoro la ciudad ...
leve recuerdo       

    
IV

Hay una sacerdotisa que guardó el nombre
de las avenidas
y a veces aparece en lúgubres pasillos
para nombrar el otoño.


V

Extraño la ciudad
y la cuarta noche.


VI

A los veinte caminaba queriendo amarrarme al barco
y ahora navego por los pasillos del silencio.
                                                                                                            A pesar del frío
                                                                                                Rosa Luxemburgo
se aferra a la memoria.






MIEDO

Hay un miedo capaz de desangrar ausencias
hay un otoño detrás de las oficinas grises
y no acierto a repetir el nombre de la lluvia
y no acierto a ofrendarle mi desnudez a la noche
hay una ausencia de mi nombre
que llena de miedo a la tarde.
Soy un cuerpo oxidado
soy un cuerpo bañado de nostalgia
y no puedo recuperar las palabras perdidas en el tiempo
y no puedo recuperar el árbol que creció
delante de mi ventana.
deambulo en los territorios ocres de la ciudad
me adhiero a un improvisado espejo
para ver la lejanía de la lluvia
el barullo desempolva mis pasos.
Hay un miedo capaz de cubrir ciudades
hay una ausencia detrás de los otoños
hay una mujer que vierte su nostalgia
en cualquier oficina gris
y en cualquier calle sin ventanas
hay una ciudad y hay una mujer
que no se atreven a repasar su historia.



ALICIA 

En esta noche
sé que jamás volverá a caber Alicia sin reloj
en tu jardín diminuto.
Alicia se esfumó sin darnos cuenta
ningún conejo ningún reloj.
Vuelvo a mirar tus veintidos años
en aquella fotografía a medio roer por el olvido
tus veintidos años desconocidos
se hilvanan a una ciudad que dormita.
¿Qué palabras te gustaría escuchar?
Máquina de coser...
pero llegó la noche sin darnos cuenta
frascos, pastillas, miedo...
Llegó el reloj de Alicia
y se posó en las hojas ya de por sí secas
no bastó la lluvia recién hallada
no bastó el sol.
Pero dime, ¿qué palabras te gustaría escuchar?
Texcoco, calle Santa Anna
¿Qué calles te gustaría inventar?
Colonia Martín Carrera
o resolana cobijando
el eco de tu soledad.
Calle olvido
calle hijos
calle nietos
y tu amor
¿Dónde pusimos tu amor?
¿Dónde pusimos el olor a grenetina
y a leche con azúcar?
Calles penumbra
hoy quisiera escribir el nombre con el que te llamé
desde los tres años
no me atrevo
solo puedo escribir
que en el desvelo del invierno
me acorrala el eco de tu muerte.


  

HERMANAS

En las noches en que se rompía la sonrisa y
en las noches en que la oscuridad se bifurca
no escucho las palabras           
y no sé si hay una infancia compartida
y en nuestras noches el tiempo se derrumba
cae a cuestas el moho de los años
como catedral antigua atestiguando la vida.


 ***

Éramos la trinidad de la noche
albas intermitentes del olvido
con la luz de la luna hecha trizas
en lontananza quedamos como invisible océano.


***

Hermanas, dispongamos el reparto de los sueños rotos.
Una fábrica que ensordecía al sol
sin darnos cuenta los años cayeron de cualquier y ningún olmo
los frutos consagrados fueron los del silencio
porque en aquellas noches la trinidad se envolvía en el miedo.
Palabras rotas como memoria intransigente.


***

Memoria a prisa memoria lejos
nuestra respiración se disparaba, se abría al pie de la nostalgia.
Como señales diurnas de la noche
como señales diurnas en cualquier punto lejano de cualquier ciudad
caminamos al desierto
páramo de soledad- tristeza muda.
 Éramos la trinidad de la noche
mamá y papá se habían extraviado
en el abismo doméstico de todos los silencios.
Exiliadas de la hoguera,
exiliadas de la fragmentación  del polvo.


***

Hermanas, dispongamos de nuestro pedazo de  mudez,
comencemos a repartir nuestro trozo de lamento.
Ahora mudas y con las ausencias gritándonos en todos los rincones
 y con las ausencias caminando sobre la cuerda floja,
seguimos siendo la trinidad de la noche.
Sin sol, el camino se sigue bifurcando.



Merodeo alrededor de tu sonrisa
como queriendo clavarme en tu aroma 
hueles a sueños y a infancia transparente
y hay días en que hueles al tiempo salobre del deseo



II

Rompes mi angustia la haces trizas
pero me ayudas a acomodar las piezas
para reconstruir la pira
Me has ayudado a darle voz a los exilios



III

Camina hacia el trozo de mi insomnio
Vuela  hacia el pozo donde
dejaron atrapada la historia silenciada de Hansel y de Gretel
camina  hacia el sonido de los poemas 
que he guardado debajo de la almohada
y si quieres asómate a la cuarta escena 
que Antígona se atrevió a romper.



IV

Merodeo alrededor de tu sonrisa
La opacidad está en mi miedo en mi locura
La opacidad está en algunas  noches en 
en que fuera de mi refugio estoy
y aun así te busco, te pronuncio, te recuerdo
y también visualizo la terraza de café pintada por Van Gogh
La transparencia la he hallado en las lágrimas
que a veces todavía suelo sembrar en la llovizna.
Merodeo alrededor de tu cintura aunque 
no lo quieras observar
Merodeo tu historia 
aquella que escandalizaría a  mi propia pasión por ti.
Danzo para tu cuerpo, para tu presencia, 
vuelo por las avenidas
de la decadente ciudad
porque ahora me alimento de tu nombre,
y del olor de tu piel
y como si lanzara una plegaria para ti
repito al ritmo del naufragio 
          Hojeando tu perfume se marchitan las cosas 
          Y tu lejanamente sonríes  y destellas Pero tú no te imaginas 
que el nuevo epígrafe de mis labios lo consagré a tu ritmo y a tus manos
a tu aroma y a tu cuerpo
           Hansel, Hansel, ven a danzar un tango trasnochado 
          con la imprudente Gretel.
Acaso te robaron los ojos, no lo ves
él es Memoria acompañada de un barco en busca de 
su porción de mar
          Perdóname Hansel pero no puedo renunciar 
          a mi cuerpo iluminado por tu nombre
          a mi nombre pintado por tu tacto.


V

Ciudad en decadencia ciudad opaca
Pero Gretel sigue esparciendo sus trozos de deseo sobre el asfalto
Cuando encuentre a la bruja le pedirá prestado su traje
porque querrá odiar por una tarde al hermano.
Hansel, Hansel, corre corre para salir del bosque,
No tengo brújula que darte 
No tengo más que angustia y 
dolor en la cabeza y un paisaje que no ha pintado todavía Van Gogh
Hansel, Hansel, corre, sal del bosque e intérnate en los paisajes 
de la absurda ciudad el único camino trazado por
Gretel te conducirá al lugar de la llovizna
Anda bebe una taza de café recordando el sueño de Van Gogh,
Anda bebe un poco de café
mientras  Gretel es parte de las rotas 
consignas para nombrar la libertad.




NOSTALGIA

El corazón tiene un hueco de nostalgia
Ella Fitzgerald
acompaña este desvelo diurno
en la ciudad.
El corazón tiene un hueco de nostalgia
mientras una voz negra
hilvana uno a otro
el desvelo de las avenidas
la lluvia no salpica las heridas
y el bosque no existe en mi cuerpo.
Duele pronunciar acacias
en esta ciudad ausencia.
Trago  la savia de cualquier árbol roto
bailo la soledad
bailo sin luna.





“Mapa del cielo en ruinas”, Pacarina del Sur [En línea], año 5, núm. 20, julio-septiembre, 2014. ISSN: 2007-2309. 

Por Santos Velázquez

Empecé a leer Mapa del cielo en ruinas de Rocío García Rey con un poco de escepticismo , como si el juicio me llevara a comprender que escribir sobre el tema amoroso es un acto arriesgado, luego de que la historia de la literatura nos ha dejado disfrutar de las hermosas imágenes que los grandes poetas han plasmado en páginas inolvidables. Qué bueno, me equivoqué. Poco a poco me fue atrapando la voz del poemario, la desnudez propia de las palabras, la pasión del recuerdo para ir descubriendo El mapa del cielo en ruinas. Más allá de los adjetivos que algunas veces me hicieron un poco de ruido y de algunas repeticiones de frases para mi gusto no necesarias, así como de ciertos sustantivos no tan atinados según mi juicio; la poeta me llevó al terreno que ella pretende para sus lectores: la transmisión de la experiencia amorosa. Supe que no podía escaparme cuando leo: /“Recorriste mi cuerpo, lo recorriste.//Por primera vez creí que un hombre/podría pronunciar/sobre mi cuerpo la palabra ternura”/. Ya no tuve dudas; el amor más allá de su género de preferencia siempre es una sacudida interna, una extraña inestabilidad que no encuentra acomodo en ningún lugar. Rocío García Rey lo sabe, ella ha transitado las solitarias calles de la dicha y de la tristeza; es el precio que hay que cubrir para abrevar de esa experiencia única e irrepetible y que da un real valor, a lo todavía inalcanzable para el ser humano en su intención de acercarse a lo sagrado.


“… soy cuerpo soy palabras/ubicuidad para imaginar/que alguno de los que hemos llamado hombres/alguna tarde de lluvia/alguna tarde de viento/alguna tarde de historias/podría besarme/ y podría nombrarme…”/


Y es que el amor es una eterna insatisfacción, no hay manera de calmar esa sed. El agua es a veces demasiada amarga, a veces demasiado dulce; la mezcla sólo produce melancolía. Pero nuestra poeta, se atreve a desafiar al arcano, quiere describir un Mapa del cielo en ruinas, acercar su experiencia para que la recordemos como una luz necesaria en medio de la tormenta


“Sólo me nombran en voz muy baja/cuando creen que la espesura del tiempo/ha caído, sólo me tocan cuando creen/que puedo olvidarme de mi propio nombre…”/


“Porque escribo algunos han silenciado mi cuerpo./Porque bailo algunos quieren arrancarme/las palabras.”/


“Tal vez alguna tarde me miren/un segundo y me invoquen durante un minuto/pero serán años los que guarden mi nombre/ en la gaveta de las raras…”/


Sí, ella en verdad ha sido tocada por el amor, como lo estuvo Alfonsina Storni, Rosario Castellanos y María Zambrano, a quienes hace referencia en su libro; pero en realidad todas las mujeres están presentes, por el sortilegio del amor, en el poemario. No sólo ellas; los rostros masculinos, femeninos, y los otros, tienen cabida en el poemario. En medio de este universo Rocío García Rey se atreve, y lo logra, ver su verdadero rostro. En este punto es necesario mencionar el amor fraterno y el amor lejano por el novio de la niñez, experiencias más cercanas a la plenitud de lo alcanzable, de igual manera amplias y profundas, pero al final sólo aproximaciones al abismo, a esa oscura e ingenua experiencia que nos hará cantar varias veces para después llorar a gritos. Sin un orden definido, el amor deja siempre su quemadura, penetra no sólo la carne sino lo más íntimo del ser. Siempre celebraré la poesía que nace del amor y no hay manera que se presente la confusión para hablar de aspectos técnicos que el poeta va puliendo en el camino. Me quedo con las imágenes del libro que hablan de la presencia misteriosa, de esa voz que emerge libre y poderosa más allá de la intención de la propia personalidad. Todos vamos juntos en la creación del poema perfecto, queremos verlo materializado y quizá entonces se acabe o empiece un nuevo mundo; por eso puedo decir con Rocío García Rey:


“Querida Antonieta, no llores más,/ en memoria de tu bandera ocre/estoy rearmando la representación/ de lo que han nombrado amor,”…/


“…amada, no mueras porque alguien no quiso/ adherir al mar en ti. /Ellos se marcharán siempre siempre”…/


“En el archivo de las ciudades rotas/ tu nombre permanecerá en la lluvia./


Sí. Nosotros cuando en verdad somos también dejamos de ser, permitimos que nos tome la otra voz, se adueñe de los sentidos y nos estremezca. Que importa que no haya manera de salir ilesos, de abandonar el barco antes de que sea arrebatado por ese mar. Ella, la poeta lo sabe:


“Quise salir ilesa del juego de la memoria/quise salir ilesa luego de quemar/mis cartas sin remitente alguno”…/


“Con precaución me asomo al atrio/tengo miedo de hallar incompleta/alguna madrugada”./


Todos los rostros, todas las experiencias servirán para unir el círculo roto del amor, para construir el poema perfecto. Por algún misterio divino el ser humano aún tiene que caer en el abismo para entender el cielo, por eso creo en lo que dice nuestra poeta:


“En la zona del naufragio/ en la zona de la muerte/hemos visto los resquicios/ de los expedientes clandestinos”./

Quien no pretenda ser alcanzado por el fuego, no se acerque a esta puerta. No hay promesas de un bienestar seguro, no se conocen a ciencia cierta historias que alcancen la plenitud, y es que tal vez, sólo lo que nos pone a prueba vale la pena, sólo lo desconocido puede llevarnos a la inmensa satisfacción de amar lo inalcanzable. Y quiero terminar las citas poéticas no sin antes recomendarles este buen libro y en especial el poema Bugambilias:


“Perdonen las amantes/por no haber permanecido/en el nuevo puerto./Dispensen las amantes/que me abrazaron/aun en los días sin sol./Perdonen las amantes/por esta frag/men/tación que /soy.”/ 


Rocío García Rey ha abierto una puerta al escenario donde los contrincantes todavía pelean por el amor; pero ha manifestado la voz de la poesía, la ha dejado ser para que nos aproximemos a la verdadera libertad. Es posible que aún no estemos preparados para comprender y empezar a reconstruir el Mapa del cielo en Ruinas, pero tomemos el fuego, desafiemos su quemadura. SALUD.



" Soy invisible para su tacto,
ambigua para su deseo.
Soy la que ya no aspira a ser liquen del ocaso. 
Solo me nombran en voz muy baja
cuando creen que Ia espesura del tiempo
ha caído, solo me tocan cuando creen
que puedo olvidarme de mi propio nombre 
del propio llanto I del extrafio gozo."



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