sábado, 18 de agosto de 2012

7432.- JOSÉ LUIS TRISÁN





José Luis Trisán Encuentra. Nació en Jaca, Huesca, en 1949.
Tras cursar el Bachillerato en su ciudad natal, obtiene la Licenciatura en Filosofía y Letras (sección de Filología Románica), en la Universidad de Zaragoza.
Ha ejercido como profesor de Lengua y Litereratura Españolas.
Finalista del Premio "Adonais" en 1987. La editorial le publicó el libro presentado al certamen: "Vaniloquios",
(Rialp, 1988).
Otras obras suyas editadas son "Narciso y otras formas del cristal", (Playor, Madrid, 1989); "La música callada",(Cave Canem, Zaragoza, 1990);" Fuga en espejo", (Endymion, Madrid, 1991); "Nieve de primavera" (Ediciones La Palma, Madrid, 1993)...
La mayor parte de su producción, -verso y prosa-, permanece inédita.




Andabas por el cielo distraída,
como niña de ingrávidos marfiles,
flotante sucesión sólo de abriles,
porque sólo en abril pasó tu vida.
Una vez y otra vez amanecida,
repetías los juegos infantiles
de la luz, que regresa a los pensiles
tras nocturno fingir que los olvida.
Llega la muerte, súbita y adulta,
y en sótano de tiempo te sepulta,
en gravedades lóbregas te encierra.
Es tanta la ceguera de la sede
a que te han condenado, que no puede
el cielo con el peso de la tierra.

"Nieve de primavera".






Gotas de piedra caen. Diluvio lento.
La tierra que se llora por tu muerte,
y te sepulta para retenerte
cautiva para siempre en su elemento.
Dulcísima dureza es el portento
del llanto que despacio se te vierte
hasta que sobre ti descansa inerte
todo el peso del mundo en hundimiento.
LLorada, cautivada y sepultada
por masas de dolor, por el tumulto
de la naturaleza desgarrada,
un idilio brutal, eternamente
silencioso, estático u oculto,
compartes con la estatua de un torrente.

"Nieve de primavera".








Un perfume de frío te amortaja.
Regresas al marfil, de que viniste.
Concluye a su pesar noviazgo triste
como entre un esqueleto y una alhaja.

Tus límites dibuja la navaja
de anticipado invierno. Te desviste
tantísima pureza. No supiste
que ni aun la blanca noche te aventaja.

Nieve muerta revive porque mueres.
El cutis que fue tuyo es de una idea.
!Oh, respirada luz de amaneceres!

Tuya la eternidad, núbil blancura,
imitándore estilo, se moldea
lo mismo que si fuese tu escultura.

"Nieve de Primavera".






Si enterrara el aire si existiera
la tierra, y aun la tierra se enterrara
si otra tierra, existiendo, la amparara
y en su entreabierto seno la acogiera.

Se abismaría el aire si pudiera,
pero está solo, y muerto. Nunca para
de buscar esa tumba tan avara,
y nunca de encontrarla desespera.

Ese cadaver circulante ignora
que si existiese tierra. ésta sería
para sí mismo tumba bien colmada.

Infinita la muerte. Hora tras hora
el aire la acumula, y aún confía
en deponerla un día sepultada.

"Nieve de Primavera"





EL SONETO

No se puede habitar esta vivienda,
desde hace mucho tiempo clausurada;
no se puede habitar, porque no hay nada
que llevar al pulmón. Tomó la senda
del abandono del aire, y quien pretenda
pasar al interior de la morada,
ley de hospitalidad verá negada
y ceñido el pulmón por una venda.
No sé por qué no huyo, si me ahogo
-considera el intruso, el temerario-
cuando rítmicamente monologo.
Es que aun ahogado, vivo bajo techo,
aun ceñido el pulmón por un sudario,
y el frío de la calle está al acecho.






FRACASO OTOÑAL

El otoño es bufón, y se disfraza
por agradar a un príncipe tan grave
que no existe manera de que alabe,
risueño alguna vez, alguna traza
de tantas exhibidas. Las rechaza,
con tedio displicente. Ya no sabe
el otoño qué hacer, cuál es la llave
que pueda abrir la rígida coraza.
De todos los colores se ha teñido,
y los va desechando, convencido
de que la risa no desencadena.
Cada día más gris, más semejante
al señor que no muda de semblante,
va envejeciendo, hasta morir de pena.

"Sonetos contra naturaleza"





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