GABRIELA DE CICCO
Rosario, Argentina 1965
Amante de la literatura, la música, y la fotografía, transita el camino de la poesía, el ensayo, el periodismo, la fotografía y diversas plataformas virtuales. Publicó cinco libros de poemas: Bebo de mis manos el delirio (1987), Jazz me blues (1989), La duración (1994), Diario de estos días (1998) y Queerland (2011). Sus artículos aparecieron en Feminaria, Debate Feminista, Rosario 12, suplemento Soy y otros medios nacionales y del exterior. Coordina talleres de escritura, lectura, y de comunicación feminista; fue docente universitaria y participó en varios proyectos culturales y de militancia lésbico feminista. En 1985 creó “Spectrum Ediciones” y dirigió la revista literaria Rayuela (1985-1989). En 2000 cofundó, junto con Irene Ocampo, RIMA - Red Informativa de Mujeres de Argentina, y en 2005 crearon Hipólita Ediciones.
Sucumbo al sonido enrejado
de las trampas de la vida: tu voz, amada,
desasida en el juego del sexo que se rompe,
que se abre ajeno al deseo de no beber más
ni del cáliz, ni de tu sangre, ni de la vida perdurable
de las mentiras piadosas. Sucumbo, en penumbras,
a tu figura que acecha, al desvarío de recaer
de rodillas ante mi propio verdugo.
Poema sin título pero pensando en las Madres
de Plaza de Mayo
a Herminia Severini
El amor no va atrás
como lo privado
vacío de honor.
Va junto a lo diario,
a la reescritura
de nuestras voces, del querer
dar un paso hacia una realidad
calma, desafiante.
Se retuerce al ver que las Madres
siguen y ellos niegan
la herida que se conjuga
a veces en miedo, otras
en asco. Ellas siguen
y otras siguen ausentes
en el amor, en lo diario,
en lo privado pero no de honor
sino de realidad. Una escritura
única que se despliega
entre la mugre. El olvido.
O la intención de olvidar
aquello que grabado en los cuerpos
no puede dejar de verse, como
el amor privado no de honor
pero sí de libertad.
Me dijeron que todo
lo que está fuera
de la ley es criminal.
Sin embargo vi
que lo marginal terminó
por darme la vida y un poder
en particular: ser
quien soy.
Desde el borde
de la infancia dibujé
un mapa que invalidó toda
cartografía previa a mi deseo. A
las maneras que tuve de crecer
en el infierno. De eso no me dijeron
nada, era
lo prohibido, lo que golpeaba
a la puerta sangrando, pidiendo
refugio. Ahora no puedo
culpar
a quien no abrió, por miedo.
Sólo me queda
por hacer un espacio nuevo
con lo descubierto: aquello
que está del lado criminal
en donde nací, sin siquiera
sospecharlo.
De Queerland
a Natalia Gaitán y a las compas activistas
No hay lugar para el dolor
o bien se agarganta hacia adentro
donde en el plexo
las respiraciones
circulan y terminan
en grito de protesta,de lucha.
Aliento de madre que puja
y da vida a la hija que nunca debió morir
así: fusilada, presa del bestiario
que crea la ignorancia y la barbarie.
La bestiaimpune que gatilla y no se cansa
de matar al deseo que ronda
cuerpos, mentes, almas;
mata a quien sea, pero aquíes
por deseo a la otra.
Dos mujeres juntas crean caos, revoluciones.
Las balas no pueden contra ellas en el plano
de lo que crece desde esa sangre gravitada:
miles de voces, miles de gestos pidiendo justicia.
De una lesbiana muerta
salen otras que deciden decir
sí, yo también soy torta.
Yo también amo
a esa mujer que despierta
o se duerme en mis brazos.
Quiero, queremos, la libertad del amor,
dicen aquellasque salen del agujero fatal
abierto por la bala.
Queremosque ninguna más muera
por amar a esa otraque amamanta hijos,
que cuida enfermos, que da clase en las escuelas.
Amor de mujer a otra,
la muerte no podrá detenernos.
Las que están muertas, las fusiladas,
las violadas, las desaparecidas
se reproducen en nosotras, gritan,
salen a la calle, brillan.
No son mártires, son víctimas.
De Queerland
La tierra de los mil caballos, Baltasara Editora, Rosario, 2016.
Todo pasó como una película
mientras caía en picada sin red
era mi vida en blanco y negro
sin seguridad hacia abajo
allí
caía:
Los papeles trastocados
El aliento trastocado
El alma transfigurada en la caída
abajo muy abajo espera el círculo final
El círculo sin nombre abajo
me esperan la película el desierto
la búsqueda la partida de ajedrez nunca jugada
la maja desnuda la caída anunciada
el crimen la vejez el desamor abajo
abajo tan abajo me espera
la visión de la caída
sin red sin ataduras
sin estación de trenes
caída desfigurada vacía
en el décimo círculo me espera
«Rodar en las heridas, por el aire
fatigoso y el mar…»
Rimbaud
I
Contar los desaires como caballos,
y olvidar lo certero de la plenitud.
Este olvido
es como fisuras en el pan.
Una tarea que cansa.
Ella me llama. La voz percute
como un piano insomne.
Es lo tóxico de la libertad.
II
Un perfume sin sonidos persiste
en la memoria.
Por la noche, esta luna que oscurece, es roja.
La decencia de callarse: ¿para qué?
«Usá las palabras, sin miedo» me dice Kerouac.
.
Todo pasó como una película
mientras caía en picada sin red
era mi vida en blanco y negro
sin seguridad hacia abajo
allí
caía:
Los papeles trastocados
El aliento trastocado
El alma transfigurada en la caída
abajo muy abajo espera el círculo final
El círculo sin nombre abajo
me esperan la película el desierto
la búsqueda la partida de ajedrez nunca jugada
la maja desnuda la caída anunciada
el crimen la vejez el desamor abajo
abajo tan abajo me espera
la visión de la caída
sin red sin ataduras
sin estación de trenes
caída desfigurada vacía
en el décimo círculo me espera
«Rodar en las heridas, por el aire
fatigoso y el mar…»
Rimbaud
I
Contar los desaires como caballos,
y olvidar lo certero de la plenitud.
Este olvido
es como fisuras en el pan.
Una tarea que cansa.
Ella me llama. La voz percute
como un piano insomne.
Es lo tóxico de la libertad.
II
Un perfume sin sonidos persiste
en la memoria.
Por la noche, esta luna que oscurece, es roja.
La decencia de callarse: ¿para qué?
«Usá las palabras, sin miedo» me dice Kerouac.
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