Graciela Ester Zanini
(Buenos Aires, 1948). Desde 1986, coordina Talleres Literarios, Gabinetes de Poesía y Corrección de textos en sus aspectos sintácticos, ortográficos, y estilísticos. Durante 2007 se desempeñó en la Unidad de Prensa del Ministerio de Cultura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En 1994 la Secretaría de Cultura de la Nación le otorga el Primer Premio de Poesía por su obra Del rey desnudo (1998). En 2003, recibe el Primer Premio Internacional Letras de Oro por su obra Rasputín y otras obsesiones. Además de los arriba mencionados, ha publicado Moore-Oteriño-Zanini, Editorial Ciudad Gótica –Rosario- Pcia. De Santa Fe (2002) y, en el año 2005 Lo que hay, Ediciones del Dock- Ciudad Autónoma de Buenos Aires. De próxima aparición: Criaturas, que obtuviera la Mención de Honor en el certamen de Fomento a la Creación Literaria del Fondo Nacional de las Artes (2010). Actualmente desempeña tareas del área en la Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares -CONABIP- organismo dependiente dependiente de la Secretaría de Cultura de la Nación. Es productora editorial independiente.
criatura haciendo cuentas
Hago el recuento y mis números hablan de faltar.
Dicen de cada uno que ha perdido a quien era.
Ficciones, ganchos de los que cuelgan
sueños de mis amados
y una edad en la que el corazón
ya no acepta placebos.
Pura acumulación de ruinas y un aliento cortito.
Eso que no da tregua.
criatura indómita
Estabas mal acomodado en la vida doméstica.
Eras brusco o furtivo según el animal que te habitara.
Fue difícil
pero aprendí de vos
la fe de los distintos.
Pude ver a través, perpleja, también maravillada
tu profunda manera de ser perro,
caballo, comadreja, puma.
Soy lo que han destilado aquellos filamentos de lo oculto:
otro animal que viaja con tu marca,
querido…
maría
Mansa como la leche fue su carne...
Dylan Thomas.
en esta tierra injuriada
que sin preguntas sorbe ávida
la sangre de sus hijos
bajo un cielo enfermo
vaciado de mercedes
mudo a plegaria o sacrificio
planea majestuosa la rapiña de Roma
no es miedo lo que vuelve mi paso vacilante
tristeza es
congoja sin medida
hay dentro de mí una música extraña
y obstinados alrededor
los ruidos que la piedad produce
cómo decir
necesito el amor que puedan darme
y todo su silencio
en esta finitud
la implacable armonía de tus hechos
se reveló noción de desmesura
a tus pies me confieso culpable de ignorancia
nadie me dijo que vendrías
sólo el desvelo de un pájaro
o el errar taciturno de mi esposo
inquietaron la estera de casada
y creció el nombre bendito para siempre
al amparo precario de estos brazos
años después la visión de muchos a tu espalda me dejó la certeza de verte asesinado
y el imposible sueño de llamarte mi hijo
abre la noche luz que no se extingue
larga es la jornada hacia el tiempo del Hombre
mateo
Fue un bellísimo grito -fuerte y profundo- pero no tenía
fondo ni superficie, sólo círculos y círculos de pena.
Toni Morrison
el mismo crimen acerca
a la reina dormida apuñalada
al infante devorado por el fuego
al hombre en extravío y su desierto de culpa
grande letanía inflama
las profundas gargantas de la tierra
para invocar la conmiseración
loca leche alimento
entre el pillaje y la fiesta
abierta a todo cataclismo del espíritu
amores nacidos de máscaras informes
corazones en tiniebla filosos como insidias
arrojados al rostro de tanto dios
frutos teñidos por la sangre más amarga
cuál será su morada
cuál su lecho
quién pagará rescate
traición traición
bajo la ardiente mordedura de los días
trilla impiadosa destino de naufragio
en la amenaza cierta de la costumbre
cae consuelo como agua furtiva
esta nostalgia migratoria ignora leyes
susurra en sueños no es aquí
es siempre otro sitio
huesos que en mitad de la noche
bailan como luciérnagas
amanecen carcomidos por la sed
huérfanos de plegarias y abrazos
sin otros dones que memoria y deseo
quién restablecerá con el roce de un ala inexorable
prodigio a ras de suelo en las márgenes del hombre
el alto nacimiento
el bautista
...y, roídos de lucidez, ebrios de intemperie, avanzamos una
tarde por la tierra de Dios como un pueblo de hambrientos
que devoró sus semillas...
Saint John Perse
como quien cede ante la naturaleza desfavorable de las cosas
vivo la certidumbre de una muerte temprana
y la sensualidad escondida de la tierra
cercado por mi fe que cruje desencontrada de sí misma
grande extensión donde la culpa empolla turbulencias
y desaguan precariedades aceptables
ojo distanciado
testigo de ese bello desvío en movimiento contenido por manos
cuya debilidad me enjoya como un cielo nocturno
voy por tejados ardientes anteriores a toda conciencia
como una miniatura en fuga
boca invalidada por la injuria del destiempo
no hay plegaria que alcance la majestad de mi derrota
cómo no amarlo era bello casi un adolescente
fragante como un cántaro de aceite
aquél que puso en mí la furia de su eco
aun antes de enfrentar su mirada a orillas del Jordán
quién creerá si digo que todo fue una fábula
única salida para un hombre
que se negó a aceptar los designios de Júpiter
y amparándose en cuevas cercanas al desierto
eligió la demencia y el escarnio
como opción a una guerra perdida de antemano
he visto corazones gastados por Tanith y Moloch
arrastrar entre los pedregales el ansia de unos ojos
donde calmar su fiebre de revelaciones
ah cálices abundantes rechazados por mercaderes y alimañas
lugares de expiación abominable yacimiento
de manos ensañadas y criaturas clamantes
que abonaban con orines y sangre la tierra prometida
territorios blanqueados por la siempre amada
brevísimo frío
inapelable
no hay hossanna en el aire adensado por alientos de crimen
sólo voces dispersas para invocar un fuego virgen
sobre sus cabezas coronadas por el impasible
transcurso de los días
nada me es ajeno en esta historia
nada y más oculta cuanto más contada
como la faz del hombre cincelado en mis sueños
traducida / traicionada
mi palabra fue reino de vicarios
fastuosa ponzoña dadora de mercedes
a treinta denarios cada culpa
antes hubo una fiera de ingles carcomidas
cuya torpe lujuria bebió de mi garganta
después
los nuevos ritos fueron abono cierto
donde pueblos enteros
buscaron en vano y hallaron casualmente
sus perdones
reclamo lo que es mío cada signo
ya no hablaré de magias y castigos
sino de huellas
de precaria permanencia en las márgenes
todo está aquí por decirse
en todas esas bocas
acuchilladas por deseos inexpresables
confundidas por un amo ávido de sí mismo
fascinante como un nido de rayos sobre el mar
no hay modo de regresar al día
ha partido
sólo mi desnudez devuelve casi inocente
junto al terrible sentido de la proximidad
la voz de la luna
Amazona
De un deseo a otro
Derramada
Como un vino antiguo,
En la celebración de bodas
Con lo anómalo,
soy
un cementerio en el que nadie yace
y en la noche, vigila.
Bello acechante, comprende:
He cabalgado un tigre, atravesado el día sin abrigo,
Bebido de lo extraño,
Y vuelvo a casa
Perversa mente niña
LO QUE HAY
I
Lo que veo es lo que hay,
Ninguna veladura en la imagen,
Ninguna arista disimulada.
Alrededor, las voces
familiares no consuelan,
Alguien grita mi nombre.
Un vago sentimiento de haber pertenecido
me impulsa a contestar.
Ellos planean ir al campo.
Planean
sobre mí.
II
El tiempo hizo lo suyo.
Una bandada de caranchos
Instala cierta noción de permanencia.
Lo que veo es lo que hay.
En el suelo, un anillo de ropa
Enmarca, tenue, los pies.
Un paso es suficiente.
Un hacer levísimo,
Para desprenderme.
III
Animales mansos, habitan la voz
de esa mujer que esparce
su ensalmo herida por la luz
Lo que veo es lo que hay.
Giro apenas.
Por la ventana penetra
lo alto,
esa nota de pura certidumbre.
Lo que hay.
Lo que veo cada día:
Esta madura desnudez.
De Lo que hay, Ediciones del Dock, 2005
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