ÉLICA RAMOS (Tazacorte, La Palma, 1970) Resultó ganadora en dos ocasiones de la Mención Especial en el Certamen de Poesía Juventud y Cultura de la Dirección General de Juventud de Canarias (1990-1992). En 2002 trabaja como antóloga y dramaturga del proyecto "Isla mujeres" para la compañía Delirium Teatro y el Instituto Canario de la Mujer, que luego se publicaría bajo el título Isla Mujeres. Poesía femenina desde Canarias: un poema. Autora de los siguientes poemarios: Conminar (1990), La imperpetuidad y Ama seca, ambas de 1992, Cuévano (1994), El hacedor de ludópatas (1999), Desde un estuario sin nombre (2003) y La palabra perdida. Liturgia lastrada o Nombramiento (2006).
Cabalgado el sueño
Conozco la estadística de los amantes
He decidido abrir las ventanas
Dejar que me penetren
Arena y lagartos
Que cenen las salamandras
De los insectos de mi cara
Y dejen tras los cuadros
Blanco y negro
el rancio sabor que no me arranco
No quiero tomar nada
Sólo que me muerdan los peces
He confirmado mi presencia en tu lecho
Irrumpiendo nocturnos tus pliegues
Ensoñando tus entrañas
Amplia carne de esponja
Que absorbería de no derramarse
Y ya nada me estimula
Salvo el poder calcinador de tus manos
El poder calcinador de tus manos
Lo he visto erando mis muslos
El arroz se ha evaporado
Abandonó granada la huella
Por los picos de los pájaros
En los adoquines de la plaza
Tras las ceremonias permanece
Solo el rasgo de las miradas
La interperie es un lugar cálido
Donde los lagartos
Duermen el agua del próximo invierno
La barbarie es la ignorancia
Igual el risco como el sol
A rayos viene a descomponer la luz del agua
Sucédeme
Como un llanto veloz
Que perezca en el naufragio
De sus propios párpados
Quebradas las gaviotas
Sobre al agua párvula
De la primera marea
Se han retrasado los océanos
No llegan los peces
Detenidas las circulaciones
Ha perdido todo el vínculo
Los mares no quieren nacernos
Hace tiempo que abandoné el recurso
De disfrazarme de verde entre las algas
El deseo es un objeto derramado
No atiende a la virtud
Gravita incesante sobre las manos
Pliega labios a la memoria
Perecimiento lento
Un renovar el ahogo
El deseo corolario de toda dicha
Destrucción de los mundos
Donde el espíritu no se detiene
Un disfraz del fuego
Un hacedor de ludópatas.
Estos tejidos malla
para atrapar libélulas
han escorado la nave
que guié hasta tu bahía
Mis pies no quieren moverse
son disfrute de los insectos
los hongos y la tierra
La dicha es una tormenta de verano
repentina y náufraga al sol
oscura como el abatimiento
Eres aldaba de sutiles manos
tocas mi puerta
convulsionando la madera
agrietando sus vetas
rompiendo
pero no pasa
siempre en el umbral del desconcierto
Tengo un armario repleto de trajes
no me sirven es bueno saberlo
pero no me dejarán ser desnuda
confundirán mi piel con alabastro o llama
con hueso tallado
o con pulpa amarga
o pulpa dulce
no verán mi nombre
yo callo a ratos
a ratos grito
y no se advierte
Mira el infinito
ahí donde desfragmentada
puedo establecer diálogo
con el no ser
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