Yankev Shternberg
(En los textos de inglés a veces referido como Jacob Sternberg; Yiddish : יעקבֿ שטערנבערג; Rusia : Яков Моисеевич Штернберг) (1890, Lipcani, Moldavia - 1973, Moscú, URSS ) fue un director de teatro yiddish, maestro de teatro, dramaturgo, poeta vanguardista y cuentista, mejor conocido por su trabajo teatral en Rumania entre las dos guerras mundiales.
Hijo de un acaudalado comerciante en ganado y cereales. Formó parte del importante grupo literario ídish rumano liderado por Eliezer Shteimbarg, siendo el creador en Bucarest, de un teatro de vanguardia. En 1935 se instala en la URSS y a partir de 1940 es deportado por varios años, siendo rehabilitado luego. Continuó viviendo en Moscú y colaborando en la revista ídish "Sovietish Heimland" hasta su fallecimiento ocurrido en esa ciudad en 1973. Sus cenizas fueron llevadas clandestinamente a Israel.
En un piso sobrevolado
¿El hombre que mira de noche hacia abajo
desde la ventana de un piso sobrevolado
y aquel que en ese momento, por la calle-hondonada,
allí, sobre la tierra, marcha solitario,
son diferentes, ajenos o por el contrario
son una misma persona que venció silenciosamente su soledad
partiéndose en dos él mismo
como lo hacen ahora los humildes copos de nieve
que caen y caen y tejen el espacio,
juguetonamente enredan el sentido de arriba y de abajo
o los juntan así y unen mágicamente, acaso?.
Mi madre
Juraría que es sueño.
Juraría que es realidad.
Mi madre, que en paz descanse,
como un ser viviente,
se sienta en el borde de mi cama
y me habla:
—¿Por qué suspiras, hijo?
¿Por qué no duermes?
¿Estarás acaso, Dios libre, enfermo?
¿le duele acaso la cabeza?
—No, madre, —le contesto—
la cabeza no;
me duele el pensamiento.
Yo no busco.
Yo no persigo aquella idea
que se adorna con cuernos
para agredir, herir y lastimar
como la lezna del zapatero,
lista siempre para punzar zapatos.
Yo no busco aquella idea
más alta que yo mismo,
pero cuando la entreveo
siento una gratitud enorme
como hacia el pino
que permanece ante mi puerta
erguido.
Yazgo y corrijo
Desparramados sobre mi cama, sobre mi pecho
casi todos mis últimos escritos
repletos de frases tachadas;
así están mis poesías recién escritas,
mis baladas.
¿Recién escritas? ¿Para quién?
(me pregunto, de pronto, furioso)
¿Para él? ¿para el ángel de la muerte,
el sagrado matarife
a quien ya veo venir a recitar la bendición
tras la cual cumple sin bromear, su misión?
Y alguien me responde, absolutamente serio y objetivo,
tal como sucede en casi todas las baladas:
—¿Para quién? Para tí mismo
y pese a la voluntad del asesino.
Apúrate entonces y cuanto más rápidamente corrije
aquellos párrafos pesados
que quedan aún en tus últimos escritos.
Obedezco,
y a pesar de los dolores, yazgo y corrijo.
Antología de la poesía
ídish del siglo XX
Selección y versión de
ELIAHU TOKER
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