Eulalia Curbelo Barberán
Eulalia Curbelo Barberán, más conocida por Lalita, nació en el año 1930 en La Ciudad de Holguin, Cuba. Es una de las principales figuras de la vida social en Holguin en la segunda mitad del siglo XX en Cuba y una de las más importantes voces de La Ciudad de Holguin.
A lo largo de sus 72 años, Lalita Curbelo Barberán acumuló una limpia vida que si pudiera evaluarla Sócrates, aquel filósofo griego hondamente preocupado por los valores humanos y el saber, de seguro la apuntara como un modelo a seguir.
La vida humana de Lalita Curbelo Barberán no fue fácil. Lalita es el ejemplo del papel de la familia en solventar las mayores dificultades de sus miembros. A la muy temprana muerte de sus padres, dos de sus tías paternas la acogen y crían como una hija y luego ella, en retribución amorosa, sacrificará mucho de su vida para cuidarlas consagradamente.
De Lalita Curbelo Barberán tendrá que hablarse mucho; de las motivaciones y las fuentes que llevaron a aquella esplendorosa rubia de magníficos ojos verdes, lumbrera intelectual en las clases medias en Holguin, educada en un ambiente pleno de cristianismo católico y poeta de delicados intimismos a, en la plena juventud, transformarse en Maestra de los humildes, vincularse sin desmayos a la causa de Fidel, convirtiéndose en experta luchadora clandestina, en Secretaria del Tribunal Revolucionario, en activista entre los maestros de las ideas de Martí y Marx.
Los que a Lalita Curbelo Barberán la vean reducida a la escritora, no sólo desconocerán la dialéctica del proceso nacional liberador cubano, también traicionaran su definición mayor de Revolucionaria.
Lalita Curbelo Barberán fue una excepcional promotora cultural en el campo de la literatura y una creadora siempre abierta a los nuevos tiempos, con resultados destacados sobre todo en el campo de la poesía.
En un futuro se deberán publicar las Obras Completas de Lalita Curbelo Barberán, nacidas de las miles de cuartillas que acumulara desde 1938.
El epistolario de Lalita Curbelo Barberán, en sus más de 2 mil cartas, asombrará por su coherencia, su altura ética, su don de la palabra. No se exagera cuando se expresa que en la actualidad, las únicas colecciones documentales de amplitud y valor similar para la naturaleza del ser de Holguin, son las de Julio Grave de Peralta y Calixto García.
A su muerte, ocurrida el 28 de diciembre de 2002, a sus 72 años de edad, la vida física de Lalita Curbelo Barberán quedó trunca; pero su legado espiritual puede crecerse con el cumplimiento de su voluntad escrita, comenzada a perfilar en 1969 y concretada en la década de 1990 de que a su muerte, en su casa, y a partir de sus fondos se instituyera en su querida La Ciudad de Holguin, un Museo de la Poesía.
LALITA CURBELO BARBERÁN
OFICIO DEL RECUERDO
Selección y prólogo de Eugenio Marrón Casanova
A mis padres Ernesto y Magdalena
A mis madres Anga y Lala. En sus manos
Fui arcilla para la luz y la
Ternura.
A Dolores del Alcázar Sanjujo que
también es madre.
De la memoria y del
mirar que la fija
Nunca imaginó aquel joven médico en Londres, un día cualquiera en las primeras décadas del siglo XIX, que uno de sus versos, crecido quién sabe cómo, al amparo de las horas entre hospitales y enfermedades, abriría las puerta a la lectura de un libro en la lejanía del trópico, a final de la entonces próxima centuria. "Los ojos/tan salvajes y tristes", dicem John Keats y sus palaabrs vienen a iluminar una poesía que ace de la memoria y del mirar que la fija. se trta de una voz de mujer que transita por la soledad de los recuerdos y del mundo, y que, sin embargo, no cierra sus puertas a lo solidario de una intimidad que también sabe dejar la huella del diálogo suyo en calor de familia, descubriendo lo propio y lo ajeno.
Es entre dos puntos muy delimitados que se extiende la cuerda de la poesía de Lalita Curbelo Barberán. De una parte lo recóndito de una vida señalada por la fuerza del hogar y lo que él imprime con el fuego de los años, y de la otra el asomarse al paisaje de afuera, que no por ello excluye la posibilidad de enriquecer el de adentro y confirmalo. todo ello con unabvoluntad que da testimonio desde las honduras del vivir y que en este libro, suma del tiempo que ha recorrido la poeta, bien puede ser el eco de "un verso enorme, un verso con cimeras/de pleamar" para decirlo con palabras de otro poeta, Gabriela Mistral.
El que entra en estas páginas puede asegurarse que ha entrado en una casa: este libro es la casa de Lalita Curbelo Barberán, con el jardin y los tejados y los atardeceres. Es el recuerdo de la niña que llevaban "hasta el parque/ y alguna vez al mar", y son los pasos de la madre, y las lecturas, y los poemas, y los días del combatge en silencio para que la ciudad despertara definitivamente al alba. Y es, principalmente, el amor que todo lo inunda y que convierte la soledad en la palabra que se fragua en el poemario que se va haciendo día a día. Esta es la casa donde la poeta crece y se multiplica, y es el conversar desde allí, porque son versos que quieren hablar contigo y así lo hacen con la ternura que les viene de "los ojos/tan salvajes y tristes".
Parte entrañable de una de las generaciones poétias más lúcidas y laboriosas del siglo XX Cubano - la del cincuenta-,Lalita Curbelo Barberán sabe que su palabra siembra "confianza en muchos, pero ya no en uno", como quería Cesar Vallejo, y por eso los poemas aquí reunidos tienen voluntad para ser de muchos. Es un retrato de la vida que ella ha vivido, que ha soñado, que ha amado, que ha llorado y que ha luchado; y es un retrato fiel con sus propósitos de poema para compartir: se trata en realidad de un largo poema, de "un verso enorme" como se dijo más arriba. Y, sobre todo, de la casa ya citada, una casa que abre sus puertas para que la leamos, tal y como ella se fue descubriendo y levantando, y tal como ella, ahora y de nuevo y siempre, se descubrirá y se levantará con la fijeza de una mirada que trasciende.
Eugenio Marrón Caasanova
LA PALABRA
Detrás de la palabra que no digo
se queda un mundo de ternura
y lluvias torrenciales van cayendo
sobre la piel dormida.
Las manos quedan quietas, disfrazadas
en un mundo animal y de hojas secas
que el viento va llevando.
A veces ya no sé si soy un algo
vegetal y perdido.
Pero sigo cantando, digo versos
y dejo en la mañana esta antigua
manera de estar viva.
Pero siempre detrás de esto sonoro que
golpea y acaricia
queda la palabra que no digo.
DE LA SOLEDAD
En la madrugada
cuando ladra el perro
empiezo a medir la soledad.
Siglos tras las ventanas cerradas
y allá – tan lejos que ni el aroma
llega- el bosque.
De adolescente soñé con una casa
de madera entre los árboles.
De mi niñez guardo el recuerdo de aquel
alto molino
donde las mariposas
jugaban sus colores.
…y aquel abuelo que no era
mi abuelo
con su cabeza blanca y lo ojos jóvenes.
Ternura trasmitidas
desde las épocas aquellas
hasta este presente
donde crecen
las empalizadas
Todavía y siempre
aquel olor de los jazmines
y aquel atado de juncos.
VERDE DE LUZ
Verde de luz en sombras
desusadas, profundas,
ignorado silencio que
me aturde,
protesta de ,mi voz en
lo gris puro.
Todo cantaba dulce
en las serenas aguas.
Después como una almohada
donde dibujan formas
las estrellas,
el agua remansada amanecía.
Nada moría o lloraba.
crecía en mi sed mi corazón
amargo.
Verde de luz, ausencia
de sílabas de amor,
ignorado silencio que
me aturde,
protesta de mi voz
en lo gris puro.
DE LOS ÚLTIMOS CRISANTEMOS
Sin importar al viento
la geografía de las olas,
ni aquella fragmentada
historia de
la noche,
sin que huraños recuerdos
destruyan más que todo
lo ya tan destruido.
Esta tarde dejadme,
que toco a todos como
si alcanzara
los golpes de tu sangre,
y aquí estamos
-tan simple como todo-
esperando el amargo día
de los últimos crisantemos.
INTENTO
El perdón es una palabra asesinada
por las vengadoras sombras,
por eso el miedo hace que en la mañana
de domingo
se grite, y se espantan las palomas.
insólita manera de descender a
la piedra, y abrir soledad en el tiempo.
Es que la angustia rompe, y no vemos como
florece la ternura,
nos cercena un no sé qué gigante
y el nudo se aprieta
y se rompe la espada.
(Por eso, quizás, no vale que ahora llegue
con “los ojos tan salvajes y tristes” y
te quiera decir una palabra buena)
El guerrero quedó muerto en el fondo del patio.
TANTAS CRIATURAS
Tantas criaturas
en mí misma
arrancadas de mis manos
y este inmigrante que
sabe de espejos y de peces,
esta siembra del sol cuando
la noche crece en búsqueda
de grillos,
este nativo grito que no es otro
que aquel grito…
y luego
este amarrarme a la palabra
para no caer en el vacío.
LA DEFENSA
Un traje de niño
Colgado en un alambre
Es la defensa.
Acaso no es culpa
De las manos que sujetan
la historia
Esta triste fragancia.
Y las dilatadas sombras
buscan su imagen
en los charcos de agua
del último aguacero.
Un traje de niño
colgado en un alambre
es la defensa.
EL HIPOCAMPO
Se enrosca, se hace giro alrededor
de una rama de abanico marino
Caballero de la vida que se azula
En el agua. Rostro repetido
Donde las torres mordieron el polvo.
Su oscilar va desesperando el lento
pasar de la sal nunca muerta
y no hay manera de decirle el secreto
milenario que se guardaba para él.
indefensa criatura que se pierde con
el oleaje, juguete hermano del zarcillo.
cuando la soledad rompe todas las leyes humanas
y no hay peligro de que los indecisos vengan
a decir palabras inútiles
Siento sus ojos calvados en mí.
Entonces es el momento del suicidio colectivo,
y es fácil ver correr a una muchacha de pelo
rubio y ojos oscuros tirándose a lo profundo
del mar para no ver más los rostros cansados
de los hombres. y más fácil aún contemplar
colgado al adolescente que leía versos en la
madrugada, o saber que aquella muchacha tomó
un raro líquido
que le cerro los ojos para siempre.
Pero nunca ha gustado lo fácil, y es por eso
que el hipocampo fija tus ojos en mi
y me avisa de las próximas noticias.
Nos guardamos el secreto, y él sigue con su
hocico alargado y su cola larga por los mundos
submarinos y yo sigo caminando entre la gente.
FRONTERAS
Ha dispuesto tus fronteras
en medio de la paz
y se sacia con la flor del trigo
(¡Lo olvidó? Lo he olvidado.
¿Lo sueño? Y lo vuelvo a soñar)
Alargo las manos, quiero
alcanzar
la frontera de
tu armazón
donde los pájaros
y las mariposas
se encienden en color
La tierra toco para sentirte
ya no sé si eres hoja o
tierra. pretendo sujetar
aquella imagen
que tú eras.
Y cuando todo el
pan
te siento
transformada flor.
Y lloro, madre.
LAS TRES SILLAS
A mi madre Anga
Aquí están las tres sillas.
nadie las ha quietado de su sitio.
todavía guardan el calor del hogar,
la transición dulcísimo de las tardes
y los secretos de las reuniones familiares.
Aquí están. Fijas desde todo un tiempo
de ternuras, palabras, pan, azúcar y
luz. Como si tomaran vida y hablaran
y saludaran al que llega.
Formando parte de una justa medida
de dolor. Repitiendo ausentes y presentes.
Más que sillas, cuerpos vivos
que se mueven, hablan, repiten anécdotas,
dicen de nacimientos y
De muertes.
Yo llego cada tarde del trabajo
con un mismo dolor enlaminada.
Las tres sillas me esperan.
Llaman a la mesa. Bajo. Me siento.
Hablamos Lala y yo de algunas cosas.
y queda allí como creciendo
de mi dolor al mundo
la silla que era de ella.
la silla que por años tuvo su cuerpo
frágil.
Ahora sin ella, parece una criatura
que se llora.
Yo quedo con los ojos afiebrados
de angustia,
como algo, digo una palabra,
me levanto…
Y allí quedan de nuevo las tres sillas.
Nadie habla de la ausente. Pero sigue
creciéndonos la pena.
ASIENTO DE UN RESPALDO
Para otros, simplemente
“asiento de un respaldo
en que sólo cabe una persona”
Para mi, todo un mundo de recuerdos
de palomas, de barcos,
de inventadas canciones.
Porque era su silla donde
sus pies ligeros
iban de la quietud
al sur del sueño.
Allí estuvo presente
como el río
creciendo,
quebrándonos de magia
La eternidad de un día.
Había aire fino por la casa
y volaban mariposas
por su jardín silvestre.
Ahora la prisa llena
Los minutos, y estamos
como quien cierra la puerta
y va a coger un tren
que nunca llega.
Veloces van las horas.
Cada día regresamos
un poco más cansados.
Y allí sigue su silla
Como verdad que no se agota,
suspendida
del día y de la noche.
El corazón, un órgano apenas
que dice nombres y que impulsa
sangre, la pronuncia.
La casa toda la reclama,
la procura, la busca.
Y sólo está su silla.
Nos sentamos. Y pasa un
día y otro día y sin saber
también nosotros ya pasamos.
ORILLA
Dividamos. Hagamos líneas crueles
entre la tierra y nosotros. Del
otro lado , tú del lado de la
tierra-vida, nosotros.
Hay tanta soledad, madre,
y llueve tan despacio
que no quisiera decir cosas amargas
ni remover canciones viejas.
Pero aquí está el hombre echado
en su dolor y más allá
las rosas. Sólo las rosas, madre.
Nos hace falta el mar,
y el sonido del viento
entre los pinos. Nos hace
falta tanto.
De pronto nos parece que es inútil
este ir y venir y nunca
estar del otro lado.
Hay tanta soledad, madre,
que yo me acerco leve hasta
la tarde,
me asomo al comedor
miro la mesa
las tres sillas
los vasos,
y vuelvo lentamente hasta
mi cuarto.
Y me quedo a la orilla
De la muerte.
VUELVEN LAS ORILLAS
De niña me llevabas hasta el parque
y alguna ve al mar
para que fueran
pintándose de azul
mis ojos verdes.
Mirábamos los barcos
que pasaban.
Los secretos del mar
se nos quedaban
entre las manos, madre
La espuma era un secreto
de ternura.
Después volvíamos lento
por las calles.
Yo de tu mano, siempre
preguntando.
Ahora no hay mar, ni barcos,
ni tú estás.
Y yo vengo a sentarme
aquí en tu silla.
Después los versos vienen
y hay una orilla que se
une a la otra orilla.
DESAMPARO
Aquí, en la ventana,
como queriendo romper la soledad
interrumpir el tecleo de la máquina,
pretendiendo distraer las imágenes,
una paloma gris.
-Sigue volando, anda.
vete al cielo, repasa el azul
que arriba canta,
salta en mi ventana.
Hay mucha soledad y mucha lágrima.
Pero se queda allí,
anda como perdida
buscando el nido, el reposo,
la madre…
Yo me levanto y quedo
pensando en esta soledad
y en estas lágrimas….
y en este desamparo en que
he quedado
desde que tú te fuiste, madre.
GRACIAS
A Lala
Gracias al azul,
porque tu silla está ocupada,
porque eres de ternura,
porque estás quieta y dulce
mirándome comer,
contemplando mis gestos,
buscando una alegría
que entregarme.
Gracias a la tarde y a la
vida y al cielo,
porque tu silla está ahí,
y tú estás,
y me ríes y me hablas
y esperas mi palabra.
Porque también tú eres mi madre.
QUE SIGAN AQUÍ
Que sigan aquí las tres sillas.
En una tú, en la otra su recuerdo.
Siempre fueron los ángeles
que alzaron
mi infancia y
mi premura.
Que sigan aquí las tres sillas.
Habrá lágrimas y alegría.
Alegría y tristeza.
Eterna cosa humana metida
en nuestra sangre.
Que sigan aquí las tres sillas.
Hasta que yo me vaya
para siempre.
Hermoso rescate y reconocimiento de una gran poeta y mujer de su época!
ResponderEliminarHermoso rescate y reconocimiento de una gran poeta y mujer de su época!
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