Fahmida Riaz
Fecha de nacimiento: 28 de julio de 1946, Meerut, India.
Poeta y feminista de Pakistán. Es autora de Godaavari, Khatt-e Marmuz y Khana e Aab O Gil, la primera traducción de la Masnavi de Jalaluddin Rumi del persa en urdu. También ha traducido las obras de Shah Abdul Latif Bhitai y Shaikh Ayaz de sindhi a urdu.
Fahmida Riaz nació el 28 de julio de 1946 en una familia literaria de Meerut, Uttar Pradesh, India. Su padre, Riaz-ud-Din Ahmed, fue un pedagogo, quien tuvo una influencia en la cartografía y el establecimiento del sistema de educación moderna para Sindh. Su familia se estableció en Hyderabad después de la transferencia de su padre para Sindh. Aprendió literatura en urdu y sindhi en la infancia, y más tarde aprendió persa.
Su vida temprana estuvo marcada por la pérdida de su padre cuando ella tenía sólo cuatro años de edad. Ya había estado escribiendo poesía a esta temprana edad. Su madre, Husna Begum, apoyó la familia a través de esfuerzos empresariales hasta que Riaz entró en la universidad, hasta que comenzó a trabajar como locutora de Radio Pakistán. Su primera colección de poemas fue escrita en este momento.
Obra literaria
Su primer poema fue publicado en Funoon de Ahmed Nadeem Qasmi, cuando tenía quince años. Su primera colección de poesía apareció a la edad de 22.
Pathar ki Zaban
Khatt-e Marmuz
Godavari
Kya tum poora chand na dekho ge
Karachi
Gulabi kabotar
Badan darida
Dhoop
Aadmi ki zindagi
Khule dareeche se
Halqa meri zanjeer ka
Adhoora aadmi
Pakistan, literature and society
Qafle parindon ke
Ye Khana e Aab O Gil
El interés que despierta la figura de Riaz es comprensible: como vimos en la entrada anterior del blog, su biografía es la de una mujer comprometida, que rompe moldes: directora de una revista progresista, después exiliada política durante la dictadura, icono del feminismo en su país. Pero esto no es nada si lo comparamos con su obra poética, en la que rompe los moldes tradicionales –tanto métricos como temáticos– de la poesía en urdu.
Los poemas que vienen a continuación forman parte de la recopilación editada por Oxford University Press, titulada Cuatro paredes y un velo negro. En ellos podréis apreciar la reivindicación del cuerpo y el universo femenino, a través de un lenguaje radicalmente moderno. Tenemos la suerte de contar con una traductora excelente, Rocío Moriones Alonso, que ha traducido estos poemas directamente desde su lengua original. La antología de su obra completa aparecerá publicada en Amargord a finales de 2015.
Lengua de piedra
En esta misma montaña solitaria me encontraste.
En esta cumbre me uní a ti.
Ésta es la roca de mi fidelidad,
desértica, yerma, doliente, desolada,
pero hace siglos que estoy aquí sujeta a ella.
Con tu aliento entrelazado a mi dupatta hecha jirones
y mi camisa ondeando en las furiosas ráfagas de viento
me mantengo a duras penas abrazándome a esta roca,
puntiagudo peñasco
que ahora tengo ya clavado tan hondo en el pecho
que mi sangre hirviente ha teñido todo mi entorno.
Pero hace siglos que estoy aquí abrazada a ella,
y a través de un pájaro que vuela en lo alto
te envío un mensaje.
Ven y verás
cómo te llenará de alborozo descubrir
que todos los guijarros se convirtieron en rutilantes rubíes
y de la piedra está brotando una rosa.
La suave fragancia de mi jazmín
La suave fragancia de mi jazmín
flamea en la brisa,
juguetea en los brazos del aire,
va en busca de tu cuerpo.
La suave fragancia de mi jazmín
me ha encadenado
enroscándose en mis muñecas,
abrazándose a mi garganta.
Agazapada en la neblina de la noche,
está impregnando la oscura frialdad.
Susurrando entre el follaje,
va en busca de tu cuerpo.
¡Oh, Dios y Señor del Universo!
Se hundió en el silencio la llamada a la oración de la tarde.
¡Qué quietud, Dios y Señor del Universo!
¡Loado sea Dios, Señor de los Mundos!
Todas las alabanzas sean para Dios, grande y excelso.
El cielo, límpido y prístino tras la lluvia,
se extiende, rotundamente azul, hasta donde la vista alcanza.
Y la suave tierra está cubierta de un verdor aterciopelado.
¡Loado sea Dios, Señor de los Mundos!
Todas las alabanzas sean para Dios, grande y excelso.
¿Qué idea aguijonea mi corazón?
¿Qué pensamiento ha inundado mis ojos de lágrimas?
¿Por qué ha invadido este silencio mi pecho?
¿Por qué esta zozobra en mi adoración?
¿Por qué las plegarias al llegar a mis labios pierden el sentido?
Una terrible desolación parece habitar en mi interior.
Que venga alguien, que venga alguien y llame a la puerta.
¿Cómo podré abrir la puerta cerrada de mi corazón?
A una muchacha
Este viejo edificio
de tradiciones despiadadas,
avergonzado de sí mismo,
se desmorona por su propio peso.
Cada una de sus partículas
no es más que material de desecho.
Los muros se han vencido,
las vigas se han desplomado.
En esta cárcel miserable
de tradiciones despiadadas,
¡una voz embriagada!
¡Una danza desenfrenada!
Este viejo edificio también puede derrumbarse.
Esta princesa cautiva también puede liberarse.
¡Esta princesa cautiva…!
Hija de la ira y del miedo.
educada con fantasías,
compañera de cama de la prudencia,
madre de la frustración y la desesperación.
Cuando logre liberarse
tomará aliento sin miedo.
Sumida en la danza desenfrenada
alcanzará finalmente su yo.
Tú eres esa mujer viva
cuyo cuerpo es una llama,
cuya alma es de hierro puro,
que tiene el poder de la palabra,
cuyos brazos son fuertes,
cuyos dedos son capaces de crear arte,
sin miedo a la condena,
mujer conocedora
de los grandes placeres del amor,
mujer conocedora de la unión íntima,
madre de la realeza.
la amada del hombre.
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¡Ven, creemos un nuevo léxico!
¡Ven, creemos un nuevo léxico!
Uno donde el sentido de cada palabra
(que no nos gusta)
está insertado antes.
Y traguemos, como un veneno amargo,
la verdad de una realidad que no es nuestra.
El agua de vida que estalla de esta piedra
conduce un rumbo que nosotros solos no determinamos.
Nosotros – que son la luz murienda de un jardín decrépito;
nosotros – llenos del orgullo herido de nuestras ilusiones;
nosotros – que han superado los límites del autobombo;
nosotros – que lamen cada herida nuestra sin cesar;
nosotros – que hacen circular el cáliz envenenado,
nosotros – que llevan del uno al otro solo el odio,
y, sobre nuestras labias secas, nada más que palabras del desdén.
No llenamos el abismo en el interior;
no vemos con nuestros propios ojos lo que es auténtico en frente de nosotros;
no nos hemos redimido ayer o hoy;
porque nuestra enfermedad es tan preciada que no buscamos un tratamiento.
¿Pero por qué el horizonte de muchos tonos debe permanecernos como
remoto y inalcanzable?
Entonces, ¿Por qué no creamos un nuevo léxico?
Si resurgimos de este abismo austero,
solamente las primeras pisadas serán duras.
Las extensiones ilimitadas nos atraen al amanecer de un nuevo día.
Inhalaremos el aire fresco
del valle abundante que nos rodea.
Purificaremos de nuestras caras la mugre de aversión de uno mismo.
El vaivén, el auge y caída – son estos el juego que juega el Tiempo.
Pero la imagen que vemos en el espejo del Tiempo
incluye nuestra gloria también nuestros logros
– pues alcemos la mirada hasta la amistad,
por lo tanto entrever la belleza en cada rostro
de cada visitante en este jardín de muchas flores.
Nos encontraremos con ‘potenciales’,
una palabra en que tú y yo son equitativos;
una palabra en que nosotros y ellos son iguales.
Entonces,
¡Ven, creemos un nuevo léxico!
Traducción del inglés: Alexander Best
Come, Let us create a New Lexicon
Come let us create a new lexicon
Wherein is inserted before each word
Its meaning that we do not like
And let us swallow like bitter potion
The truth of a reality that is not ours
The water of life bursting forth from this stone
Takes a course not determined by us alone
We who are the dying light of a derelict garden
We who are filled with the wounded pride of self-delusion
We who have crossed the limits of self-praise
We who lick each of our wounds incessantly
We who spread the poisoned chalice all around
Carrying only hate for the other
On our dry lips only words of disdain for the other
We do not fill the abyss within ourselves
We do not see that which is true before our own eyes
We have not redeemed ourselves yesterday or today
For the sickness is so dear that we do not seek to be cured
But why should the many-hued new horizon
Remain to us distant and unattainable?
So why not make a new lexicon
If we emerge from this bleak abyss?
Only the first few footsteps are hard
The limitless expanses beckon us
To the dawning of a new day
We will breathe in the fresh air
Of the abundant valley that surrounds us
We will cleanse the grime of self-loathing from our faces.
To rise and fall is the game time plays
But the image reflected in the mirror of time
Includes our glory and our accomplishments
So let us raise our sight to friendship
And thus glimpse the beauty in every face
Of every visitor to this flower-filled garden
We will encounter ‘potentials’
A word in which you and me are equal
Before which we and they are the same
So come let us create a new lexicon!
Chador and Char-Diwari
Sire! What use is this black chador to me?
A thousand mercies, why do you reward me with this?
I am not in mourning that I should wear this
To flag my grief to the world
I am not a disease that needs to be drowned in secret darkness
I am not a sinner nor a criminal
That I should stamp my forehead with its darkness
If you will not consider me too impudent
If you promise that you will spare my life
I beg to submit in all humility,
O Master of men!
In your highness’ fragrant chambers
lies a dead body—
Who knows how long it has been rotting?
It seeks pity from you
Sire, do be so kind
Do not give me this black chador—
With this black chador cover the shroudless body
lying in your chamber
For the stench that emanates from this body
Walks buffed and breathless in every alleyway
Bangs her head on every doorframe
Covering her nakedness
Listen to her heart-rending screams
Which raise strange spectres
That remain naked in spite of their chador.
Who are they ? You must know them, Sire.
Your highness must recognize them
These are the hand-maidens,
The hostages who are halal for the night.
With the breath of morning they become homeless
They are the slaves who are above
The half-share of inheritance for your
Highness’s off-spring.
These are the Bibis
Who wait to fulfill their vows of marriage
In turn, as they stand, row upon row
They are the maidens
On whose heads, when your highness laid a hand
of paternal affection,
The blood of their innocent youth stained the
whiteness of your beard with red.
In your fragrant chamber, tears of blood
life itself has shed
Where this carcass has lain
For long centuries, this body—
spectacle of the murder
of humanity.
Bring this show to an end now.
Sire, cover it up now—
Not I, but you need this chador now.
For my person is not merely a symbol of your lust:
Across the highways of life, sparkles my intelligence;
If a bead of sweat sparkles on the earth’s brow it is
my diligence.
These four walls, this chador I wish upon the
rotting carcass.
In the open air, her sails flapping, races ahead
my ship.
I am the companion of the New Adam
Who has earned my self-assured love.
Translation form Urdu: Rukhsana Ahmed
How long?
How long will your love hold for me?
How long?
As long as my womb sheds
Its child-bearing blood?
As long as my colour blooms,
My flesh is firm?
Is that how long?
Surely there's something beyond all that,
A place out there, somewhere.
But what it might be
None of us knows.
I journey towards that very place,
Craving the unknown
That far, that long
You will not be with me.
Translated by Patricia L. Sharpe
Four Walls and a Black Veil
What shall I do, Sire, with this black veil?
Why do you bestow on me this great favour?
I am not in mourning that I should wear it
To show the world my grief. Nor am I sick
That I should hide my shame
In its dark folds. Stamp my forehead with this
Dismal seal? If I am not too impudent, Sire
If you assure my life, may I tell you,
Most humbly: There lies, in your perfumed chamber,
A corpse that stinks. It begs for pity.
Cover that shroudless corpse. Not me.
Its stench is everywhere.
It cries for seclusion.
Listen to the heart-rending screams
Of those still naked beneath the veil.
You must know them well, these maids:
The hostage women of vanquished peoples,
Halal for a night, exiled at dawn;
The slave girls who carried your blessed seed
And brought forth children of half status only, yet
Was it not honour enough for them?
The wives who wait their precious turns
To pay homage to the conjugal couch;
The hapless, cowering girl-child
Whose blood will stain your gray beard red.
Life has no more tears to shed; it shed them all
In that fragrant chamber where, for ages now,
This sacrificial drama has played
And replayed. Please, Sire, bring it down.
The curtain. Now. You need it to cover the corpse.
I am not on this earth merely as a signet
Of your great lust.
These four walls and this black veil—
Let them bless the rotting remains.
I have spread my sails
In the open wind, on the wide seas,
And by my side a man stands,
A companion who won my trust.
Translated by Patricia L. Sharpe
Condolence Resolution
(When a poet dies in Pakistan, friends often hold a condolence
meeting to pass a resolution affirming that the poet was
a Godfearing patriot mistakenly persecuted by the authorities.)
When I am dead, my friends, spare me the pain
Do not give me a testimonial of faith.
Do not declare, in passionate orations,
'This woman was indeed a true believer.'
Do not seek to prove me loyal, my friends,
To the state, the nation
And the powers-that-be.
Do not beg the lords of the land
To claim me at my death.
The taunts of the mean were laurels to me;
The wind and the dust were my soul mates.
The deepest truth lies far within the soul
And those who shared it were my friends.
Mounting a pulpit was not their way,
But they stood tall for me and held my hand.
You must not show them disrespect
Or try to ingratiate me with the judges.
Never say, 'Her corpse seeks forgiveness.'
Don't be distressed if I am left unburied
If the priest denies me the final rites.
Carry the remains to the woods and leave it there.
It comforts me to think that the beasts would feast
At my bones, my flesh, this strong red heart,
They would feel no need to screen my thoughts.
Their bellies filled, they'll clean their paws
And their sinless eyes will gleam with a truth
That you, my friends, dare never express:
'She always said what she had to say,
And for all her life had no regrets.'
Translated by Patricia L. Sharpe
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