miércoles, 1 de julio de 2015

DAVID HOFSHTEIN [16.432]


DAVID HOFSHTEIN

Nacido en 1889 en Korotichev, en la provincia de Kiev, Ucrania.

Su padre era agricultor y David, estudiando en una escuela elemental judía, vivió casi permanentemente en el campo hasta los 17 años, cuando se emplea como maestro en una aldea. 

Estudia en la Universidad de Kiev botánica y filosofía. Comienza a escribir poemas en hebreo, luego en ruso y ucraniano para pasar por fin al ídish. 

Tras la Revolución de Octubre es uno de los responsables de las ediciones de las juventudes comunistas judías de Ucrania. Maestro de la poesía ídish, es uno de los líderes de la Escuela de Kiev. 

El régimen stalinista lo arrestó en 1948 y lo fusiló en 1952, siendo rehabilitado en 1956.




Atardeceres de invierno

¡Atardeceres de invierno por los campos de Rusia!
Dónde puede uno estar más solo, dónde puede uno estar más solo.

Un viejo caballo, un chirriante trineo,
 un nevado camino, y yo por el medio.

Detrás, en un ángulo aún luminoso
languidecen tristes los últimos rayos.

Delante, extendida hacia la distancia,
un desierto blanco y algunas pocas casas.

Hundida en la nieve dormita allí una choza.
casita judía que los senderos tocan.

Una casa como todas, con ventanas más amplias;
allí soy, entre los chicos, el mayor de la casa.

Mi mundo es estrecho, y pequeño mi círculo:
a vez por quincena, de casa al pueblito;

y añorar en el mutismo de los campos inmensos
sendas ocultas, caminos secretos.

y cargar en el corazón recónditas penas
de semillas que esperan y esperan la siembra.

¡Atardeceres de invierno por los campos de Rusia!
¿Dónde puede uno estar más solo, dónde puede uno estar más solo?





Noche

¡Amada!
El mundo se olvidó ahora de nosotros
tal como antes nosotros lo olvidamos.
Sin consultarnos cayó la noche
en la sensual y rumorosa calle.
La puerta nocturna
se hizo pálida y silenciosa
sorda y mudamente clausurada.
Sobre el rojo tejido
de nuestro viejo sillón
derramó ya su tinta la noche.
¡Amada! Pon tu mano sobre mi cabeza,
así.
A cada roce de tus dedos
sobre la ceniza del incendio de mi corazón
pasa como una víbora
un callado, nostálgico aleteo.
¡Gracias, mujer;
gracias, esposa
por cada gota de rocío,
por cada temblor de tu cuerpo siempre sediento…!




Orquesta

¿Quién dice —¡qué me mire a los ojos!—
que las multitudes sólo escuchan tambores?
Quién lo dice:
—¡Un tambor ventrudo y algunas trompetas
bastan para acompañar a las masas!
Quién dice:
—¡Para las masas alcanza con fanfarrias!

¡Lo dicen los antiguos amos!

Nosotros decimos:
—¡Queremos, hemos de conseguir,
una vida caudalosa para cada uno!
Decimos
que luchadores—obreros y constructores
poseen un oído sensible y delicado. 

¡Nada de "pan y circo
para esclavos״
sino todo lo que creó la humanidad
para nosotros y para ellos,
hombres de la nueva siembra,
hombres libres con plenos derechos!

¡Y no sólo pan
ni redoble de tambores,
y no sólo rabia y amargas maldiciones
a las cadenas de ayer!

Una mano poderosa
guía la construcción de nuestra patria
y una savia sensible y delicada
nutre su flexible fuerza.

Y dulces flautas y violines
acompañan la construcción,
recuerdan penas y pérdidas;
sonidos de cornos se estiran a lo lejos
y anuncios consoladores
de alegrías venideras
en tiempos cercanos,
en orgullosos días y noches:
¡también necesitamos de vosotros,
violines y flautas!
¡Vosotros, flautas y violines
acompañáis la construcción,
las penas y alegrías
de nuestro mundo!




Origen

¡Nuestro origen son rocas!
Rocas desgastadas en el molino del tiempo.
Provenimos de rocas
que ataron su destino
a lejanías,
a mares,
a vientos… 

Provenimos de rocas
que rompieron
el congelado yugo del no-movimiento;
avanzamos
y sólo desolados bosques
pueden detenernos.

Somos los primeros
al este al oeste, el sur y al norte,
hermanos de las olas
y las tempestades,
unidos a las tormentas
en los pliegues del viento.




Fraternidad

¡Mi pecho ya está repleto
de cálidas premoniciones
de tu gran llegada,
fraternidad!
¡Cuando cada aliento quiere
y cada timón crea;
cuando cada piedra
está limpia de polvo
e indiferencia;
cuando cada caída,
cuando cada despegue,
cuando cada movimiento
es sí
o es no,
pero es un empujón,
un tirón
hacia adelante!
Cuando cada esfuerzo
en pequeño,
en cadena,
sólo
es grande,
es amplio,
sólo
es pura alegría. 


Antología de la poesía
ídish del siglo XX
Selección y versión de
ELIAHU TOKER




No hay comentarios:

Publicar un comentario