ALFREDO CERNUDA
Alfredo Cernuda, actor, guionista, director de doblaje y escritor nacido en La Mortera y residente en Madrid, donde se estableció a temprana edad y estudió arte dramático.
Como actor ha trabajado en cine, teatro y televisión.En la gran pantalla ha intervenido en películas como Hijos de papá,de Rafael Gil, Sesión continua, de José Luis Garci, La mujer del juez,de Paco Lara Polop, Operación Mandrágora, de Paul Naschy, Cómo levantar mil kilos,de Antonio Hernández, y Agujetas en el alma,de Fernando Merinero.
De su trabajo en la televisión podemos citar su participación en series como Crónicas urbanas, Farmacia de guardia, El comisario, La casa de los líos, Amar en tiempos revueltos, Lecciones de tocador, Éste es mi barrioy La sopa boba,así como en obras de teatro grabadas para televisión. Además, le dio mucha popularidad su papel de Roberto en «Matrimonios», espacio del programa de la 1 de Televisión Española «Noche de Fiesta»,emitido los sábados, en el que trabajó durante cuatro años.
En calidad de director de doblaje participó en películas comoRatatouille, Cars, Las amistades peligrosaso El emperador y sus locuras.Es autor de la obra de teatro Leonor de Aquitania y de El soñador ajeno (2009), novela ésta ambientada en las brañas de su infancia.
Alfredo Cernuda ha desarrollado su carrera escribiendo guiones para diversas series nacionales; como autor dramático su primera obra fue LEONOR DE AQUITANIA, que estuvo dos años representándose por toda España con excelentes críticas; después vendrían OJOS DE NIEBLA y SOLEDAD NO ES UN NOMBRE DE MUJER. Su primera incursión en la novela fue EL SOÑADOR AJENO que actualmente va por la tercera edición y por la que le concedieron el premio VAQUEIRO DE HONOR DE 2010 en Asturias. LA AMANTE IMPERFECTA es su última obra. Alfredo es un rostro conocido porque también ha desplegado su creatividad como actor de televisión, teatro y cine. Ha publicado su primer libro de poemas "En la voz de tus brazos habito"
Tres vidas
Sólo me quedan tres vidas
para ser testigo de tus ojos
y contarte cómo duermen las espigas
que predicaron tu nombre
cuando la poesía se disfrazaba de camino.
Hoy se ha desnudado como un grito,
como una limosna que nadie pide,
como una rodilla que reza
sin encontrar el cariño del suelo.
¡Que paren el reloj de los mares!
¡Que no madure el orgullo de los cerezos!
Romped la mandíbula a los versos del poeta
para que no prueben el pan y el vino
hasta que la noche deje de confundirse con el amanecer,
dejad que se quiebre la voz de los augures
ante la eternidad de ese segundo
donde se conocieron nuestras miradas.
Hoy voy a llorar,
voy a llorar por ti,
por mí.
¡Qué escasas tres vidas para amarte!
YO SOY EN TI
Yo soy
en el amor que sin amarte amo
en tu oscuridad dormida
en el sueño que me niega
en el cristal de tu sonrisa, soy.
Yo soy en ti.
En tus caricias sin filo que hieren por ausencia
en el olvido que me visita
en el grito que no grita
en el grito que llora, soy.
Yo soy en ti.
En el acorde de tu nombre que no pronuncio
en la sombra de un beso
en el ayer que nos separa hoy
en la noche de tus labios, soy.
Yo soy en ti
y sin ser
sigo siendo.
Del otro lado de vuestros ojos
No soy lo que veis.
Del otro lado de vuestros ojos
soy un niño y no me pesa la luna
ni los veranos que encogen el otoño,
en la paciencia de la lluvia invento espacios
para seguir amando los rostros que no regresan.
Quizá he muerto tantas veces
que añoro los sentimientos sin reflejo.
Donde nace el silencio crecen mis orillas,
allí se me desatan los ríos
y las piedras, aún calientes por el parto,
me cantan que soy un niño y no me pesa la luna.
Del otro lado de vuestros ojos
os abrazaré con mis palabras
que no serán versos hasta la noche
cuando los mares se imaginan y son más hermosos,
os abrazaré la arruga de esa frente contraída
por ahuyentar el cuerpo que no se recuerda.
Ahora, cerrad los ojos y miradme,
no soy lo que veis.
Qué injusta la mirada ciega que juzga.
Al principio de tu sombra
Donde la voz no sea pálida
como la escarcha de un amante en olvido,
donde la extensión del cuerpo
sea el ancho que los ojos miran,
allí,
allí donde la verdad sea viento
y el viento agua, y agua tu piel
descifrando el lenguaje de mis labios,
allí seré la hermosura del erizo
que nadie conoce o intuye en la frente tan alta,
seré la orilla donde duerme el mar
para soñarse océano
y reflejarse en el brillo de los peces.
Allí,
donde un cielo cansado de infinitos
se desprenda de horizontes
para sentirnos a la distancia de una mano.
Allí donde te busqué una vida
allí donde te amé
allí,
al principio de tu sombra.
CANTO IV (DEL AMOR Y OTROS UNIVERSOS)
El amor es ausencia de uno.
Ausencia que convierte al hombre
en el despertar de un viento que no se pronuncia
se escucha en la lluvia de los tambores
durante cuarenta días
contados desde el amanecer.
No olvidéis que la tierra avanza hacia la noche
y vuestra voz es tormenta
cantad bajo el clamor de los desheredados
cantad con un grano de trigo en la lengua
con un grano en los parpados de los caracoles
un grano en cada palma que estrecha y ama,
un grano de trigo que en su germinar hará temblar al universo
y saciará el hambre de aquellos que sin nombre aún se conocen.
Oh, loco poeta sin versos
demasiada ambición en quien ha muerto y observa:
quien sueña olvida, quien olvida muere.
Los sueños tienen cabellos desordenados,
cuelgan de flores ciegas
que asoman por las botellas su dulce cuello
para sentir el relámpago de un beso
o la llegada de los ríos
-qué inocencia creer en la resurrección del cometa
cuando no ofreces tus ojos a los girasoles-
habrá un tiempo posterior a los tiempos,
cuando la selva no se encoja ante la huella del hombre
y el miedo no piense en mares
como final para esos oídos clavados en el mundo,
que los sueños habitarán espejos
sin más eternidad que la eternidad,
y cabalgarán sobre luciérnagas los náufragos
con la belleza de un continente que surge,
sus brazos –llenos de constelaciones-
dejarán ruiseñores más pequeños que un delirio
sobre la pasión de una mano por tocar.
Entonces nadie dormirá entre labios sombríos
ni preguntará si el sueño es una idea
o luz
o la esfera donde nació la primera palabra
que hizo vibrar un pecho,
el hombre sin pesadumbre gritará: ¡Sea!
y en la delicada tregua de un latido
todo gozará de la desnudez hermosísima del junco
de la blancura de una mirada que ve
del inequívoco aullido de otra almohada,
confundido el silencio del sur
llenará de luceros el norte
amándose los cuerpos una esperanza un brillo
-qué absurda la distancia-
y amada la mujer que en otro hombro halla el mar
y amado el hombre que olvidando al soñador
es el sueño.
Oh, loco poeta sin versos
aquello que el corazón no abre
no merece ser soñado
Tú eres mi silencio
En el vértice de la locura aguardo
para hacerme aire
con el giro de un labio
que desconoce sus bordes.
El cielo sólo es un reflejo
que habita en soledad,
no se halla en el azote de las nubes
ni en los rostros ya cansados
de mancharse con la ceniza de otros nombres,
sino en el viento alto del corazón que sueña
en aquél que no habla pero habló.
¿Soy yo quien nace o el mundo que muere?
El silencio es una palabra sin latido
que nunca crea horizontes,
crea bocas ocupadas en el beso que no acaba,
en ese cuerpo que alejado del recuerdo
tiembla y suplica por abrir sus alas
a la luz de una pasión que lo convierta en universo.
Y si en las manos del silencio somos esa caricia
donde el cielo deja de ser reflejo
abrázame sin palabras, tú eres mi silencio.
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