martes, 17 de febrero de 2015

JOHN WILMOT [14.924] Poeta de Inglaterra


John Wilmot

John Wilmot, segundo Conde de Rochester (Oxfordshire, Inglaterra, 1 de abril de 1647 – 26 de julio de 1680) fue un poeta y escritor libertino inglés.

Su madre fue partidaria de los parlamentarios en el curso de la primera revolución inglesa e inclinada a un cierto puritanismo; su padre, Henry Wilmot, realista de origen angloirlandés y notorio alcohólico, había sido nombrado Conde de Rochester en 1652 como recompensa a sus servicios militares a Carlos II de Inglaterra durante el exilio de este a causa de Oliver Cromwell. El hijo se matriculó a los 12 años en el Wadham College de Oxford, donde dos años después recibió el grado de Maestro en Artes gracias a su tío Edward Hyde, Conde de Clarendon y canciller de la escuela; viajó después extensamente por Francia e Italia. En 1667 se casó con la rica heredera Elizabeth Malet, de la que tuvo seis hijos, aunque tuvo numerosas y numerosos amantes, entre ellas la actriz Elizabeth Barry. Discípulo nihilista de Thomas Hobbes y de libertinos franceses como Théophile de Viau o Claude Le Petit, seguidores modernos de Epicuro, llevó una vida de aventuras galantes con uno u otro sexo en la senda de un hedonismo descreído, como un Conde de Villamediana. Amigo del Rey Carlos II de Inglaterra, en una pintura coronó de laurel a su mono para significar la tonta vanidad humana. Escribió que sus únicos principios eran "el violento amor por el placer" y su "buena disposición para el gozo extravagante".

Cantó a la Nada:

"Después de la muerte, nada; y nada es la muerte"

y a la sensualidad:

"Que me den salud, riqueza, vino y alegría / y si el revoltoso amor os asedia / conozco a un hermoso paje / que al caso es mejor que cuarenta fregonas".

Murió de sífilis, alcoholismo y depresión, pero sólo (y según sus biógrafos piadosos) aceptó a un pastor en sus últimos momentos. Por eso dijo Horace Walpole que debía "estar quemándose en el Paraíso". Graham Greene escribió su biografía, Lord Rochester's monkey (El mono del conde de Rochester), publicada en 1974, en inglés. Su importante poesía, que sólo fue publicada tras su muerte, aunque tuvo bastante difusión manuscrita, aún no ha sido traducida al castellano. Bern Dietz ha dedicado a este escritor un estudio en castellano. Se le atribuye el primer opúsculo pornográfico de la literatura inglesa, Sodom, or the Quintessence of Debauchery, redactado a mediados de 1670, pero publicado, perseguido por obscenidad y quemado también tras su muerte. El libro se centra en la decisión hecha por un lujurioso rey de "establecer la libertad de la nación" permitiendo que la "sodomía" fuera usada "en todo su territorio" y luego detalla las consecuencias calamitosas. Sólo se conoce un ejemplar de esta obra.

Como poeta se muestra seguidor del metafísico John Donne. Daniel Defoe le citaba a menudo y Voltaire apreciaba sus sátiras por la "energía y fuego" que contenían y tradujo algunas en francés. Goethe citó a veces a Rochester y William Hazlitt estimó el brillo diamantino de sus versos, y apercibió que «su desprecio por todo lo que los otros respetan tenía algo de sublime". Entre sus poemas de amor destacan Absent from thee I languish, The Platonic Lady, A Woman's Honour, An age in her Embraces passed, I cannot change as others do, To this moment a rebel, All my past life, Ancient person from whom I y Give me leave to rail at you. Entre los satíricos, The Imperfect Enjoyment, Quoth the Duchess, A Satyre on Charles II, A Satire against Mankind, Signior Dildo, By all Love's Soft, The Disabled Debauchee. también tradujo un fragmento de Séneca.



La Dama platónica

Podría amarte hasta morir,
Me amarías con modestia,
Y nunca forzara mientras viva,
Puesto que te daría con gusto:
Lo que es prueba suficiente
De que entiendo del arte de amar
Odio esa cosa llamada goce:
Que es, sin duda, oficio rutinario,
que acaba con la vida y el ardor
de lo que llaman deseo,
como una abeja sin aguijón,
convierte al dueño en un zángano.
Amo a un joven que me tenderá
Sus brazos para entrelazarlos,
Que suavemente me atará y besará;
Me verá con ojos que desean
Aquello que cuando lo obtenga,
Con desdén será tratado.
Le daría la libertad de jugar
Y de hacerme, alegre, su juguete.
Nuestra libertad sería completa
Y nada deseado sino ese hecho.
Practiquemos, entonces y probemos
Que sólo estas son las impares dulzuras del amor




The Platonic Lady

I could love thee till I die,
Would'st thou love me modestly,
And ne'er press, whilst I live,
For more than willingly I would give:
Which should sufficient be to prove
I'd understand the art of love.

I hate the thing is called enjoyment:
Besides it is a dull employment,
It cuts off all that's life and fire
From that which may be termed desire;
Just like the bee whose sting is gone
Converts the owner to a drone.

I love a youth will give me leave
His body in my arms to wreathe;
To press him gently, and to kiss;
To sigh, and look with eyes that wish
For what, if I could once obtain,
I would neglect with flat disdain.

I'd give him liberty to toy
And play with me, and count it joy.
Our freedom should be full complete,
And nothing wanting but the feat.
Let's practice, then, and we shall prove
These are the only sweets of love.






Amor y vida: una canción

Mi vida pasada no es ya mía,
Las horas que vuelan se han ido,
Transitorios sueños terminados,
Cuyos recuerdos son guardados
Tan solo en la memoria.

El tiempo por venir no está;
¿Y cómo habría de ser mío?
El presente es todo mi señorío;
El instante que llega y se va,
Filis, es sólo el tuyo.

Entonces no me hables de votos,
Corazones falsos o juramentos rotos;
Si, por milagro, contigo puedo estar
Estos instantes fugaces, pero ciertos,
Eso es todo lo que el Cielo nos da.

Poems on Several Occasions, 1680
Versión de Angel Faretta



Love and Life: A Song

All my past life is mine no more
The flying hours are gone
Like transitory dreams giv’n o’er
Whose images are kept in store
By memory alone.

The time that is to come is not
How can it then be mine?
The present moment’s all my lot
And that as fast as it is got
Philis, in only thine.

Then talk not of inconstancy
False hearts and broken vows;
If I, by miracle, can be
This live-long minute true to thee,
‘Tis all that Heav’n Allows.




EL LIBERTINO Y DECADENTE JOHN WILMOT

Publicat per Leopold Estapé

Llamarle a alguien libertino o decadente es un hecho que siempre me ha llamado la atención, pues en muchas ocasiones esconde otro tipo de realidades que se ignoran voluntariamente. Este es el caso de John Wilmot, segundo Conde de Rochester ( 1647-1680), calificado habitualmente con estos términos. Entre su interesante producción poética podemos encontrar poemas como éste:

""Que me den salud, riqueza, vino y alegría
y si el revoltoso amor os asedia
conozco a un hermoso paje
que al caso es mejor que cuarenta fregonas".

O en un poema sobre la impotencia habla de la conducta de su propio pene:

"Resueltamente rígido, sin cuidado invade
mujer u hombre, y nada su furia resiste:
allá donde penetra, un coño encuentra o hace"

Retrato elaborado por Jacob Huysmans, Galeria Nacional Londres.
Son dos ejemplos de la forma de pensar de este noble inglés hijo del primer conde de Rochester cuyo mayor mérito conocido era ser un alcohólico militante. Se educó en el conocimiento de los clásicos griegos y romanos, pero ya de bien joven le encantó montar fiestas en las que se vivía la sexualidad de forma abierta. Allí  él y sus amigos practicaban la bisexualidad.

Esto le llevó a ser detenido, pero poseedor del favor real, fue liberado, casándose inmediatamente después. Un matrimonio de apariencia feliz y cuatro hijos. Pero fue una tapadera para sus actividades mas "libertinas". Compartió juegas y amantes con el propio rey Carlos II, le daba al alcohol y al opio y formó un grupo de amigos llamados los "Ballers", que acostumbraban a montarse orgías ellos solos y con mujeres. Todo indica que el propio Duque de Buckingham (los Tres Mosqueteros) y sus pajes participaban en estas fiestas. Una corrosiva sátira en la que se narraba la vida privada del Rey le hizo perder el favor de la Corte.



Su producción literaria fue muy importante, Daniel Defoe, Voltaire o Goethe lo citan en su obra. Su obra mas conocida fue una sátira titulada " Sodoma, o la quintaesencia del libertinaje (1684)", publicada anónimamente, habla de consoladores, masturbación, orgías de todo tipo, etc. El libro se centra en la decisión hecha por un lujurioso rey de "establecer la libertad de la nación" permitiendo que la "sodomía" fuera usada "en todo su territorio" y luego detalla las consecuencias calamitosas 

En sus poemas aparecen tanto las relaciones heterosexuales, como homosexuales, dando a entender un comportamiento bisexual.
Entonces dame la salud, la riqueza, la alegría, y el vino,
Y, si el amor entrometido aparece,
Tengo un dulce, suave y tierno paje 
Que sabe hacerlo mejor que cuarenta mozas 

Su filosofía de vivir el instante no le salvó de la ruina, la sífilis y el alcoholismo. Murió a la edad de 33 años.Antes su familia le obligó a confesar todos sus pecados. Su obra empezó a publicarse tras su muerte.





El gozo imperfecto

Desnuda yacía en mis brazos anhelantes;
yo estaba lleno de amor, ella rebosante de encantos,
ambos inspirados por ávido fuego,
derritiéndonos en caricias, ardiendo de deseo
con brazos, piernas, labios estrechamente ligados;
ella me aprieta contra el pecho y me succiona con el rostro;
su ágil lengua, rayo menor del amor, jugaba
con mi boca, y a mis pensamientos impartía
rápidas órdenes para que yo me dispusiera
a arrojar abajo la disolvente centella.
mi alma palpitante, impulsada por el filoso beso,
cuelga suspendida sobre balsámicos abismos de júbilo,
pero mientras su atareada mano guía esa parte
que debía llevar mi alma hasta su corazón,
en líquido embeleso me disuelvo, 
me derrito en esperma, la derrocho en cada poro.
El toque de sus partes lo habían hecho:
sus manos, sus pies, aun su rostro era una vulva.

Sonriente, ella murmuraba un amable reproche
y se limpia del cuerpo mi pegajosa dicha,
a la vez que recorriendo con mil besos
mi pecho jadeante, pregunta si no hay más.
“¿Sólo este tributo al amor y al embeleso?
¿Y no saldaremos nuestra deuda con el placer?”

Pero yo, hombre consternado y perdido,
procuro en vano mostrar mi afán de obedecer.
Suspiro, ay, y beso, mas copular no puedo.
Ávidos deseos frustran mi primer intento,
la consiguiente vergüenza impide nuevos triunfos,
y la furia al fin confirma mi impotencia.
Aún su bella mano, que podría calentar
la escarchada vejez, e unflamar a fríos ermitaños,
aplicada a mi brasa extinguida no enciende
más fuego que si acercáramos llama a las cenizas.
Trémulo, confuso, angustiado, flojo, seco,
yazgo como un guiñapo ansioso, débil, inmóvil.
Este dardo de amor cuya filosa punta, bien probada,
con sangre virgen ha teñido a diez mil doncellas, 
el cual Natura con tanto arte dirigía
que llegaba por el coño al corazón
(con rígida firmeza, invadida por igual
hombres o mujeres, y nada detenía su furia:
donde penetraba, encontraba o creaba un coño)
yace lánguido en esta hora infeliz,
encogido, sin savia, como una flor marchita.

Desertor, ruin traidor de mi lumbre,
infiel a mi pasión, fatal para mi fama,
¿por qué errada magia te revelas
tan leal a la lascivia, tan desleal al amor?
¿A qué ramera vulgar de baja estofa
alguna vez le has fallado en tu vida?
Si te guían el vicio, la enfermedad y el escándalo,
obedeces con oficiosa prisa,
como un bravucón que en las calles
provoca y empuja a los que encuentra;
mas si el rey o la patria reclaman su ayuda
el ruin traidor se encoge y oculta la cabeza;
tu coraje es igualmente indigno:
irrumpe en el burdel, invade a cada puta,
mas si el gran Amor tus embates solicita,
vil traidor a tu príncipe, no osas levantarte.

Peor para mí, y por tanto más odiada,
en toda la ciudad un poste célebre
donde cada ramera alivia la picazón de su coño
como los cerdos gruñones que se frotan contra las puertas:
que seas presa de voraces infecciones,
o te consumas en llanto agotador;
que la estranguria y el cálculo sean tu compañía,
que nunca orines, ya que te negaste a actuar
cuando mi alegría, impostor, dependía de ti.
Y que diez mil vergas más capaces reparen
el mal que infligiste a la ultrajada Corina.

Publicado por Mario García Stipancich 



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