martes, 12 de agosto de 2014

PAULA SIMONETTI [12.832]


Paula Simonetti 

Nació en Montevideo, Uruguay, en 1989. Es licenciada en Letras por la Universidad de la República y especialista en gestión cultural (UdelaR, 2014). Trabaja en el área social y la cultura comunitaria, es investigadora y correctora de estilo. Se dedica a escribir desde niña y sus poemas han integrado una serie de antologías tanto en Uruguay como en el exterior. En el 2012 obtuvo el Primer Premio de Poesía Joven Pablo Neruda, a través del cual viajó a Santiago de Chile, participando de la Feria del Libro y de talleres en la Fundación Neruda. En el 2013 obtuvo una mención en el concurso nacional Juan Carlos Onetti (Intendencia de Montevideo) por su poemario “En la boca de los tristes”. Este poemario es el primero de su autoría y fue editado por “Lo que vendrá”. Su primer libro está estrechamente ligado a su trabajo con poblaciones vulneradas.





1

sobre estos ojos que ensayo
hay un poco de ternura
adormecida que se escapa
como la mano que apretaba
una caricia
y se deja caer sobre el fracaso
frente a mí está el paisaje verdadero
lo que hay detrás del nombre
es solo una versión de la presencia


2

Mi cuerpo es
un pequeño detalle
en tu mirada.


3

Un pedazo de niño
no se aferra
al vestido de su madre
cae
cae
no se salva


4

Hay un charco de agua sucia
que sostiene
al cielo
Una nube que acaricia
el reflejo que deshago con un paso
Hay
un barco de papel
que espera
Hay otra tarde en el charco
donde
otra mujer
me invita a ahogarme
No importa
No
Pero dependo de eso


5

No tu lágrima
tu piel adentro
lágrima y tacto
dos pequeñas certezas
de la vida
la piel adentro
de una lágrima
lo que no se mira:
corrida intimidad
que cae al suelo







Armar el cuadro otra vez/ reconstruirlo
como si una fuerza extraña lo hubiera fracturado
como los evacuados como los exiliados
como los que incendiaban sus propias casas
como después de las  guerras y de los desastres
y también como cosas más sutiles
como sobrevivirle al amor como después
de esos finales
como después de la muerte como después
de los padres
y después de los hijos
y también como cosas más sutiles
como cuando amanece






No quería hablar de mí
quería hablar de los que sobreviven
siempre
Pero yo, que aparezco
riendo entre las sombras del domingo
yo insisto
con el inútil recuerdo del cuarto de infancia
del hibisco al sol de los veranos
o de la cama revuelta
y también de las historias
que los hombres me cuentan
mientras fumo en la cama
Estoy callada y retengo
apenas esa imagen
más historias de otros
y después de otros
luego vienen
las cartas, las cartas, las cartas
de aquellos que amé
o que creí amar
-Los domingos da igual-
y si me amaban da igual
-ah si vieras estos paisajes
estas ciudades-
-deberíamos pensar en vivir juntos-
-creo que debemos dejar de vernos-
-p.d conseguí el libro que querías-
Tiempos que enloquecen
pero en cámara lenta y se deshacen
y giran en el centro de nosotros
Magia absurda para conjurar
solo un domingo
Todo, tiene ese encanto
de canción de carretera
retomar o abandonar
parece algo posible
Pero,
simplemente no quería
Y luego
los amantes o el alcohol o los amigos
-a quién no le pasan estas cosas-
A quién no le sucede una y otra vez
lo mismo
Y después están las religiones y también
la poesía
una brujería para transcurrir
solo un domingo
Un domingo que quiera decir
que signifique
Y después las preguntas
en las que insiste el viento
El mar queda lejos los domingos
y la vida queda apenas lejos los domingos
Yo quería hablar de los que sobreviven
siempre
pero hoy es domingo
hace frío
y la ternura y la revolución
se quedan del lado de afuera
a quién no le pasan estas cosas
quién no sobrevive a esto








Nelson

¿Te acordás cuando dios te abandonó
y era verano?
¿Te acordás cuando dijo
quedate revolviendo
contenedores, basurales, plazas, vientres
piezas y pulmones?
¿Te acordás que apenas
te dejó frente a ese plato breve?
¿Te acordás de la oración,
de cuando amanecía?
¿Te acordás de dios y del verano?







No voy a hablar
voy  a hablar de otra cosa
nunca es eso
no te voy a decir
basta
voy a dibujarte este sutil
paraíso de papel
sin contarte los piojos ni los sueños
la mirada que se abre hacia una infancia breve
de las hamacas voy a hablar
de los rosarios
será que no rezás
que no te hamacaste
ayer
mañana
nunca
no voy a retomar la cuenta
moretones que se van pero hacia adentro
para volver a estallar en el gesto de los hijos
de tus hijos y ad eternum
me olvidaré después cuando esté hablando
a nadie
de Picasso
eso
duele
no tu mano  firme como
la rigidez de un loco
le diste vuelta la cara y volvió otro
de un golpe tu hijo se hizo hombre
no me vas a decir que ellos son niños
hombre de mil años canta Goyeneche
voy a hablar de otra cosa
aunque me vuelvo
a este abecedario
que solo habla de vos y de mi infancia
y sirve para conocer la muerte
nada más
no dice basta
no se hizo para decir basta
no voy a hablar del golpe y de la marca
de la forma en que tu mano aplasta el gesto
de tu hijo como si fuera mosca de verano
voy a hablar de la forma en que tu mano
se levanta desde adentro del poema
y lo deshace






O

Guardarse el pan sin que lo noten los amigos
mientras se escribe que la vida es
la breve luz del cigarrillo
mirar desde la cama una silueta
un libro un perro el hambre
nunca quise vivir para escuchar
el sonido del despertador en la mañana
y ver que tiraban piedras en el vidrio
y que otra vez
no era el amor
ya no el amor
los maridos muertos
los poetas muertos
un montón de músculos
con alguna esperanza cuando salen
a pasear y se ponen a dolerme
nunca quise leer mirar/ mirar tan hondo
saberme un yo en los ojos de esos perros
mirar mirar doler Idea
mirarme en otros ojos ver tus ojos no quería
ni besar cualquier frente sudorosa
ni tomarme la fiebre del poema
ni darle voz a nadie
no quise ser mujer quería
mirar hacia atrás caminar
al revés no quería decir madre
nunca quise aprender a escribir
decir mi nombre dibujar este país enrarecido
el aire/ no quería aprender a respirar
saber qué son pulmones cuánto sale
quería escribir hacia atrás
tapándome los ojos como si no supiera





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