Darío Cálix
(San Pedro Sula, Cortés, HONDURAS 1988) Estudia la Carrera de Letras en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras en el Valle de Sula (UNAH-VS). Miembro fundador del Movimiento Literario Poetas del Grado Cero. En el año 2007 apareció publicado en la antología de poesía Sociedad Anónima, Paíspoesible. Su célebre cuento “El hombre que conoció al famoso Agustín Fernández Mallo”, le valió la felicitación pública y el aplauso unánime de los escritores de la región norte de Honduras. Ha sido antologado en “Del Parnaso a la Maison” (2011), Cuarta Dimensión de la tarde (2011). Novela inédita: Poff.
De cómo alguien volvió a escribir poemas
Había renunciado al verso porque nadie habla así, en versos,
porque me daba rabia,
por algo que dijo Parra (en versos),
porque la palabra, porque… En fin.
Yo había renunciado al verso
y salía a cabalgar por el pueblo todos los días.
Mi caballo se llamaba Rancho
y mi rancho se llamaba de ninguna forma
porque para un rancho no me ajustaba (el dinero).
Un día Rancho me cayó encima.
“Tenía filosos los dientes y usté lo lastimó
al jalar las riendas”, me dijo el veterinario o el detective,
no recuerdo ni entendí nada.
“A los caballos se les ponen filosos los dientes”,
agregó el veterinario o el detective, “es algo común”.
Común, vaya.
Prognosis: múltiple
(siempre quise decir y escribir eso, aunque no signifique nada).
Ambas rótulas fracturadas, vértebras lumbares 2 y 4 inservibles,
vértebra dorsal 6 descanse en paz, etc.
(Yo quería estudiar medicina y mi mamá no me dejó;
estos datos son falsos, no recuerdo ni mi cara).
“Parapléjico de por vida”, dijo el doctor.
“Más tieso que un palo de guayabas”, dijo la enfermera,
que además de parapléjico me daba por sordo y retrasado mental.
No me atreví a preguntarle por qué de guayabas.
Yo sólo pensaba en zanahorias.
Sólo soñaba con zanahorias. Pesadillas con zanahorias.
Soy una zanahoria, me decía una y otra vez, soy una zanahoria.
“Sí, ¡más tieso que una zanahoria!”, me dijo una vez la enfermera.
Yo no sabía que ella estaba allí.
Al año me dejaron volver a casa.
Al principio me visitaban algunos amigos, al principio.
Mi querida novia aguantó más de un año, me esperó más de un año.
De cariño me decía “palito”, “mi Christopher Reeve, mi superman”
o simplemente “mueble”.
Me leía libros, me daba de comer en la boca,
me limpiaba el culo, me bañaba.
Como a un niño inútil, como a un palo de guayabas,
como a una zanahoria.
Más de un año aguantó.
A los años me pusieron unos chips en el cerebro
y pude usar una computadora con la mirada.
Así he escrito esto, así he vuelto al verso.
Yo no sabía Rancho que te dañaba…
¿Qué será de tí en esta noche tan helada?
A la gente se le olvida que puedo sentir frío.
La noche en que íbamos a morir
And if a ten-ton truck
kills the both of us
to die by your side
well, the pleasure, the privilege is mine.
De una canción de los Smiths.
Primera
Fumamos marihuana y nos pusimos a ver un documental sobre Bob Dylan.
“Yo quiero ser Bob Dylan”, dije yo, y todos se rieron.
“No pero te parecés”, me dijiste vos, y yo me reí y los demás también.
“En lo flaco tal vez”.
“No, en la piel”.
Y empezaste a tocar mi rostro como una ciega
y yo me espanté.
“¿Qué te pasa, qué te pasa? No me gustan nada los ciegos”, te grité.
Nadie se rió conmigo.
Supe entonces que esa noche algo terrible iba a suceder.
Segunda
Y te vi llorar un río a cada lado
de tu rostro sin desmaquillar…
Tercera
Me pareció verte llorando mientras simulabas ver las estrellas
(cuáles estrellas, no habían estrellas,
el cielo estaba completamente pelado de ellas).
Entonces te pregunté si ya te querías ir
y me contestaste que sí, un trémulo sí,
y yo te dije “vámonos pues” y empezamos a correr.
“¿Pero por qué se van tan rápido?”, nos preguntó la gente.
“Porque esta noche nos tenemos que morir
y ya se está haciendo demasiado tarde”.
De nuevo, nadie se rió conmigo.
Pero sí que se rieron de mí.
Cuarta
Cuando uno va rápido en un carro, cuando uno va rápido,
las luces toman formas y vidas, todos los objetos toman formas y vidas.
Contrario a lo que sucede con los seres vivos, que se paralizan y mueren:
las personas en las calles se vuelven de cartón, maniquíes sin rostro;
los perros, los pájaros y demás animales se vuelven meras manchas de color.
No sé cómo se verán los pasajeros de los carros que van rápido.
Nadie ve los pasajeros de los carros que van rápido.
Uno sólo se fija en los carros, como si no existieran.
Quinta
Y te vi llorar un río a cada lado
de tu rostro sin desmaquillar…
Sexta
Y te vi llorar, sí, te vi las lágrimas
y te vi girar el timón de ese carro
como si de bailar se tratara
y el carro giró al compás del timón;
sí, como si de bailar se tratara.
Y allá fue, y allá fuimos,
contra las palabras y contras las rocas:
ambas hechas de la misma materia, ambas duras
como las bromas de dios en un mal día,
como por ejemplo:
cuando te deja dentro las llaves
o te pierde los últimos 200 pesos que te quedaban
y que necesitabas desesperadamente para ir a distraerte al billar.
Yo lo último que recuerdo es un humo blanco
entrando por las ventanas
y tu cara de espanto
con una gotita de sangre derramándose por tu mejilla
haciéndote ver como una virgen con estigmas
o una Jesucrista hermosa que me venía a sacar de mis ruinas.
Lo último que recuerdo es un humo blanco.
Y tu pregunta:
“¿Qué pasó aquí, qué nos pasó?”
Y mi respuesta:
“Nada. Es que nos teníamos que morir pero ya nada, nada, nada…”
Y los besos
y la vida
y el amor.
Woyzeck
Te mataré cuando la luna salga.
LMP
Cuando la luna salga te clavaré el oxidado puñal
de mi amor
que con tanto esmero me amarré entre las piernas.
Lo he estado acariciando todo el día
y cuando camino me corto
y ahí, el sudor y la sangre de mi amor
por tí, para ti, en tu pecho.
Adentro.
Y mi semen.
Eva, la vida en el frente ha sido dura.
Los otros soldados se burlaban de mí.
Todos se dieron cuenta de lo tuyo y el capitán.
Está bien, tu no eres ninguna puta,
Hay necesidades que un solo hombre no puede abarcar.
Yo sólo puedo acusarte de cobarde…
No es bueno que un marido
entre a la habitación de su mujer
y huela el sexo de otro hombre.
Cualquiera perdería la cabeza.
Pero yo, Eva, yo…
recordé la vez en que corrí por un campo de adormideras
Papaver somniferum
y no fui feliz.
Eva, yo no perdí la cabeza,
el doctor me dice que está a punto de descifrar mi medicina.
Cuando la luna salga y como tu me digas que es roja,
te clavo el puñal oxidado de mi amor
que con tanto esmero me amarré entre las piernas.
Lo que quiero decir es que le tengo miedo
a los sostenes
Sabés que andás mal cuando
empezás a ver en el sexo algo grotesco,
desagradable.
Cuando el arrancamiento de las ropas
te parece deshonroso.
Cuando el roze de los labios es una trampa.
Cuando en el acto último de remover el sosten a la mujer,
en esa pausa, pensás:
ojalá no estuviera pensando
porque follar es de un animal…
Follar es de un animal, pensás,
y ya se la estás metiendo eres un cerdo.
Y luego la violencia.
Y los ojos cerrados, ¿para qué?
Para no ver como tiembla la carne
es para no ver como tiembla la carne
es para no ver.
El semen huele a veneno,
a algo que nunca debí haber puesto en tu boca.
Y sin embargo lo hice.
Sabés que andás verdaderamente mal cuando
después del acto último de acabar, pensás:
sé que Dios existe por la tristeza post-coital.
A él no le gusta que hagamos esto, claro,
porque follar es de un animal.
Porque follar es de un animal, pensás, mientras le decís:
Mi muy amor mio, la proxima vez que vengás
no deberías de ponerte sosten. Bye.
Maulló la puta
Darío Cálix murió y ahora no queda más que el personaje de ficción,
una triste caricatura de algo que nunca fui
pero que hice
y así me quedé.
Darío Cálix ya no está en mí
se fue
y ya no existe más que como un personaje de ficción,
borroso/
una caricatura triste,
borroso/
desperdigado en las cabezas de las personas que alguna vez lo conocieron
y no.
Lo hice. Se borró.
Bye bye, blackbird. Vaya con Dios.
Darío Cálix is now defunct
y ahora es Jesús, tiene los ojos bien azules
y sufre porque debe multiplicar los panes.
Qué fastidio…
Y ahora es Alfred Jarry y le da por andar en bicicleta,
bien armado,
diciendo que es Ubú.
Mierda…
Y ahora es Van Gogh y se corta dedos
porque afirma que 10 son más que 2.
Y si se malea ya fueron 20,
la muy puta de la esquina maulló.
Hermano Théo, dame dinero.
Y es también Carlvert Casey
y su madre actual es Felicidad Blanc,
la mujer que en la vida anterior lo mató.
Y para recompensar los daños
le pasa dando leche de sus tetas que es una vaca de encanto.
Saludos a Wallace, por cierto, que también está muerto.
Darío, Darío Cálix no soy yo.
¿Que no ven acaso como caricatureo?
¿Qué no ven acaso como me voy borrando?
Miren.
Miren.
Miren.
Miren.
Miren.
Ahí hay 5.
Y si me maleo ya fueron 20, el buen hijo de puta maulló…
Portatormentas o Balada de la rémora
Porto tormentas.
En mí residen ciclones.
Mi vida es en estos momentos
la constante lucha por mantener en control el vertigo.
Me refiero a ese apretar del estomago…
Moverse como quien perpetuamente se estrella.
Moverse como serpiente a través de la hierba:
con los ojos fijos en lados apuestos,
con el pecho en el suelo,
lengua de fuera,
impulsado por ninguna otra cosa que no sea el olor a carne muerta.
Pero las serpientes no son carroñeras, me digo.
Pero yo sí.
Portar tormentas
y sin embargo dar la impresión de estar en calma.
Yo no sabía el significado de la palabra desasosiego
hasta que ella me lo dijo.
Portar tormentas y parecer en la más divina calma,
como si el verdadero rostro de uno estuviese vertido hacia adentro
y los ojos hacia adentro y el alma,
hacia el alma.
O como la superficie del mar, que sólo se vea el pulso azúl.
On du la cio nes.
Olas, nada más que olas.
Cuando adentro todo es negro
y muy frío o muy caliente
y entre más bajés, más monstruos vas a ver
y en lo más profundo del abismo
las criaturas se limitan a esperar que caiga algo,
ya sea un ojo de pescado o bien una espina
(cualquier cosa es bienvenida)
y a fabricar luces de las maneras más ridículas posibles.
Soy más bien rémora, me digo.
Me transporto de cabeza, adherido al vientre de un tiburón.
Como felizmente lo que cae de su boca, cuando cae.
Me limito a no pesar mucho y a no marearme.
He aquí este tu balde de agua,
objeto de oscuro deseo
Viniste acá buscando algo que habías visto antes.
No te vayás si lo encontraste.
Si ya no estaba aquí
estás mintiendo.
Yo te abrí la puerta con los brazos abiertos
y te dije:
qué demonios sabe nadie
y temblé,
no sé si de miedo o de deseo o de amor.
La vida no es dura sino confusa,
la vida es que cada canción te lleve a otra
y poder perder la cabeza de vez en cuando
(es necesario)
y que uno esté con su mujer
y que vos estés con este hombre
que con los mismos brazos que te abraza
bien te ahorca,
que te muerde,
que te toma del pelo
y te arranca la ropa
y baja dando besos por tu vientre
no para lamerte el sexo, no,
sino para lamerte el espíritu…
He lamido tu alma, mujer.
Y no necesariamente para que vos después chupés la mía.
No la chupés pero tampoco me digás
lo que Conchita le dijo al viejo:
ay, Mateo, Mateo…
Balada de hombre follador
No es tu sexo lo que en tu sexo busco…
L. M. P.
Mariel, no es tu sexo lo que en tu sexo busco
Sino calmar mi alma.
Soy un hombre sumamente afligido como puedes ver, Mariel,
Y para ser completamente sincero contigo
En este mundo sólo he encontrado la paz follando.
Pues mientras follo, Mariel,
mira qué bonito nombre tienes,
Pues mientras follo no puedo pensar más que en una sola cosa:
No acabar tan rápido, hacerla que acabe.
Y yo sé y lo puedo ver claramente en tus ojos, Mariel,
Que verdades como esa no me llevarán a tu falda,
Pero sabrás comprender que es mejor pensar en una sola cosa
Que en cien.
Soy un hombre que pasa sumamente afligido, Mariel,
De preocupaciones muy grandes.
Mariel,
Hoy vi en las noticias
Que después de todo no necesitamos océano.
Ahora,
¿estará mal si te pido que me chupes este dedo?
Primera vez
Tomé su mano e hice que lo agarrara.
Le mostré cómo debía hacerlo:
la posición de los dedos,
presión correcta,
velocidad,
ritmo.
Y así por un momento.
Luego ella tomó mi mano,
la colocó en su milagro
y me presentó su clítoris.
“Suavecito”, me dijo,
“como si tocaras una uva
o un durazno”.
“¿Una uva o un durazno?”,
pregunté yo.
Ambos nos reímos;
y continuamos aprendiendo.
Escribiéndole un poema a Laura
Parece que Laura va a llorar…
Lo sé, lo siento.
Soy un pendejo
y no puedo esconderlo.
Laura está llorando…
Y no sé que hacer,
así que lloro también.
“¡Y nunca me escribiste un miserable poema!”,
me dice Laura,
con el último
de sus rencores.
Aquí voy entonces,
para hacerla sentir bien,
para que ya no llore:
Querida Laura,
tus ojos de agua
se han secado
y ahora son desiertos
en los que ni siquiera un cactus
podría aparecer.
Laura querida,
extrañaré muchísimo tus tetas
y esa mano tuya
que siempre supo
cuándo, cómo y dónde.
Oh Laura, alguna vez te amé y mucho,
pero supongo que ya se me pasó.
Eres bonita y muy inteligente,
seguro encuentras algo mejo que yo.
Se despide de tí,
preferiblemente para siempre,
este mal hombre y peor escritor,
al que nunca le dio por escribirte algo
hasta que te vio llorando.
Adiós.
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