Audomaro Ernesto
Villahermosa, MÉXICO 1983
Cursó la carrera de Comunicación en la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco y estudió Letras en la Universidad Nacional del Litoral, en Santa Fe, Argentina. Fue becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Tabasco en la categoría Jóvenes Creadores, en el rubro de ensayo. Actualmente es becario de la Fundación para las Letras Mexicanas en Poesía. En otro tiempo se autoexilió en Madrid, París y Sarrebourg. En la actualidad vive en la Ciudad de México.
Llegar
Llegar dejando las estaciones solitarias del metro
la última moneda para el hambre del mendigo
Llegar sin prisa
porque no hay alimento
ni mujer para decir algo
Volver con la tentación de torcer el camino
En casa descubrir los restos del día
la mesa las plantas
Porque en esta casa
sólo hay ventanas para mirar hacia dentro
y una cama vacía
para distraer el sueño con mis deseos
Sitio
La lluvia encierra los pasos
les borra el camino
Hoy no hay dónde dejar la mirada
ninguna ventana para estar pendiente
y ningún sueño que espere
con las puertas abiertas
Aquí la única libertad es el encierro
Noches
y siempre
a media noche más cerca de la soledad que de la dicha.
Jorge Fernández Granados
A esta hora
la casa se ilumina con la costumbre de posponer el sueño
Abajo la estela audible de los últimos vagones
Algo hay siempre en acecho
que nos obliga a decir aquello que otros temen
aquello que también somos
como un antifaz invisible que llevamos puesto
Me acerco a la ventana
Allá la luz que miro y cae despacio
ilumina muros y árboles
luz que no es del tamaño de nuestras manos
A esta hora
todas las ciudades son iguales
y cada uno es sobreviviente de su destino
Vigía
La hora tropieza con lo que no digo
Afuera la noche pasa con tacones altos
Uno se queda pendiente de sí mismo
oculta las manos
bebe con sus ojos la luminosidad blanca
Declaración
Nunca fue la noche tan desnuda
Nunca tan confiable el vacío
Ni muy desierta la cama
Ni mudos los retratos
Nunca interminables los pasillos
Nunca tan agitado el silencio
Ni los ruidos estallando dentro
Ni extensas las palabras
Nunca estuvieron sin líneas las manos
Nunca se movieron los minutos
Ni pasó el aire
Ni se derrumbaron los párpados
Descubrimiento
Solo
avanzo a tientas muy despacio
Evito tropezar con los medicamentos
y el vaso de agua
con los empolvados álbumes de familia
con los muebles que olvidó el tiempo
con la puerta de esa otra habitación
donde algún día entraremos sin llave
Noctumbre
Hay noches que el silencio corre
tras la voz para decirse
y el amor arroja a los amantes por la ventana
Ahora todos duermen
no avanza el reloj
ni siquiera sabe el tiempo que existo
Hay noches casi siempre
que el sueño deja de ser cama para el cansancio
y los ojos son resplandor inmenso en el cuarto
Salir
Habría que salir sin dejar ningún papel diciendo “ya vuelvo”
Olvidar la dirección de los conocidos
Seguir el flujo de nuestros semejantes
No detener los pasos
No detenerlos
No
Petición
Que a tus piernas nunca les falte fuerza para cruzar el desierto de los días
Que tus palabras sean inmóviles ante el aleteo de los años
Que las emboscadas nocturnas encuentren tus ojos siempre abiertos
Que el temblor no solo sea por dentro
y pueda sacudir tus manos
Péndulo
Una gota en este silencio
podría ser tempestad
capaz de voltear la balsa donde viajan náufragos
Un movimiento apenas
es la angustia del que está firme sin sus huesos
sin salir de casa porque también la luz quema
Todo lo que me rodea lo que ahora calla
conoce mi miedo
Horas
El estallido debe tener la paciencia del silencio
para conocer lo que hay a estas horas
Que no lo impida la luz afilada
Que no se cansen los pasos
Son horas de mirar el rostro del desvelo
ir en busca de algo
Cualquier día
No hay peor hora que aquella que nos descubre
abrazando nuestros miedos
sin ganas de recordar
o hablar con alguien
Cuando se abre ese espacio
entre el calor del mediodía
y la temprana oscuridad de la tarde
No hay peor hora que aquella
en que la angustia es el costo de ciertos días
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