Osvaldo Bossi nació en Ciudadela, provincia de Buenos Aires. Es poeta y narrador- Entre sus libros de poemas publicados se encuentran: Tres (1997), Fiel a una sombra (2001), El muchacho de los helados y otros poemas (2006), Ruego por el tornado (2006),Del Coyote al correcaminos (2007), Esto no puede seguir así (2010), Casa de viento, antología personal (2011) Y su novela Adoro (2009). Forma parte de diversas antologías de poesía argentina y latinoamericana. Colabora como crítico en distintos medios especializados. Desde hace años, coordina talleres de escritura en el Centro Cultural Ricardo Rojas y en forma particular.
Hamlet sobre su madre
No pienso en ella, una madre es siempre
una ciénaga, haga lo que haga, engendre
este deseo o cualquier otro, sea de la carne del Rey
o de su hermano. Tiene que haber una verdad
que no sea la suya, y tal vez seas vos Laertes,
o tal vez sea el áspero Fortinbrás, u otro, otros
cuyos nombres se desvanecen, apenas los toco
con mis dedos. Ellos son el reflejo de algo
que no me deja ver, o yo soy una sombra que habla
consigo mismo. Cuerpo de Laertes, me lleva lejos,
llevándose esta culpa... Cuerpo de Fortinbrás, pesado
como el otro, cubriéndome con un velo funerario
a mí, su sombra, su ardiente ciénaga también.
de Fiel a una sombra (2001)
Ruego por el tornado
Que no regrese, que no relinche
contra la ventana como un caballo
y a su paso se lleva los muebles, abrigos de lana,
ollas, el televisor... Sobre todo que deje en paz
al techo: cada chapa fijada con clavos
a los tirantes, no las arranque como a barajas de cartón.
No se pavonee en torno a mi lámpara
y lo confunda todo con esa voracidad omnívora,
sin restricciones. Que yo no piense: En el fondo,
en el centro de su pecho, se esconde un sitio calmo
para nosotros. Que yo no encuentre cierta belleza
o música en esa órbita destructiva. No finalmente,
molido a palos, recaiga sin consuelo en el odio
o torne a la guardia que forjó un niño tímido.
de Ruego por el tornado (2006)
Mi amigo Raulito
(fragmento)
A mí me hubiera gustado olvidarme
de Raulito Lemos,
de su pelo negro y azulado, un poco
apelmazado en la nuca,
de su mirada de ojos chiquitos y saltones
pidiéndome todas las noches lo mismo.
No que lo quisiera (porque mi cariño
estaba a la vista) sino que me inclinara en esa tierra
que se extendía bajo las estrellas,
peligrosamente, junto a él.
de El muchacho de los helados y otros poemas (2006)
Selección de Victoria Schcolnik
Casa de viento, antología personal, Editorial Nudista, Córdoba, 2011
Como ese árbol
que agita su fronda
cuando un pájaro se le acerca
y gira (más que alado, tornasolado)
alrededor suyo, sin atreverse
a posar una sola de sus patas,
como si fuera un río congelado
y no un árbol
que la naturaleza ha puesto
delante de sí, o fuera a derrumbarse:
como si un pájaro
pudiera hacer que un árbol se derrumbe
o el árbol no quisiera, en el fondo
perder por un segundo su estabilidad,
como si no se oyera un silbido
entre las hojas, un largo llamado
de apareamiento, y el pájaro
que se conoce, pensara una vez más
que es su propio deseo de amor
girando entre las hojas,
como si el árbol
viviera en una jaula autosuficiente
y tronco y trino
no provinieran de una misma raíz,
como si un pájaro
pudiera ser un pájaro de verdad,
lejos de su árbol, y a la inversa...
El muchacho contorsionista
No tengo amigos, pero me llevo bien con los relámpagos.
De dónde quiero salir, adónde quiero llegar,
no lo sé. De la mañana hasta la noche
doy vueltas a lo mismo, como si poner un brazo aquí,
una pierna allá, me impidieran caer en el dolor...
No hay dolor para mí. Es importante que sepan
esto: no hay dolor. Y no entiendo a la gente que sigue quieta,
aferrada a lo mismo, o deja que las cosas continúen
en su lugar. Yo sueño con un cuerpo distinto
cada vez, y no me importa que sea el mío:
puedo pasar de lobo a niño, de elefante a cangrejo
en pocos segundos, haciendo pequeños arreglos.
Algunos piensan que lo mío no es flexibilidad
sino un error de base, como si me faltara un eje,
un punto de apoyo... Puede ser. Mi madre se horroriza
al verme, y mi padre se ríe, se divierte conmigo
como si dijera: Este muchacho... Sin ir más lejos
anoche tuve una pesadilla. Dormido y desnudo
en mi cama, cualquiera (¿se dan cuenta?) cualquiera
podía verme. Mi novia, incluso, que es muy posesiva
podía encerrarme en una cajita de fósforos
o esconderme tranquilamente en un dedal.
Aviso a los navegantes
No pondré un cerrojo en mi puerta,
pero habrá una puerta.
No comeré del mismo plato.
No saldré a caminar de noche
por más devastadora y hermosa que sea
la noche de junio al lado tuyo
cuando en mi corazón aún sea de día
y una pequeña llama
arda en la íntima cocina: apacible.
No caminaré sobre el agua
No buscaré desconsolado, a cualquier hora
un parque de diversiones.
Cuando la primera insidia llegue
o el deseo surja como un abejorro punzante
no los cubriré.
Como no hay salvación posible
ni castigo compensatorio
no voy a pedirte que me escuches ni me deslumbres
con el chasquido de tu látigo
Que seas justo o bello, o que no lo seas
correrá por tu cuenta.
A cada cual su alvéolo, su santuario y su ración de escoria.
Que en nombre del amor no te calme
ni me perdone ni te justifique.
Que llegada la hora del descanso, descanse
No me ataree en la secreta construcción de un puente
pavoroso o magnífico.
Ningún efecto, ninguna causa
será completamente tuya ni de nadie: no serás responsable.
A cada cual su monstruo ¿no es suficiente?
No me llames por teléfono para que lo vigile
por favor esta noche, cambie su agua o le dé de comer.
No soy una excepción, y voy hacia lo mismo
como todo el mundo.
No te olvides de mí, pero sobre todo no te acuerdes
únicamente cuando las cosas andan mal.
Mi sabiduría no es tan sabia ni tan tonta:
empieza con mi corazón y por él se termina.
Llegado el momento, no pagues mi excarcelación.
Sea o no inocente, no me impidas
la retórica del mal. (No es tan difícil.)
El mundo, es cierto, y las cosas que hay en el cielo
se han modificado con tu presencia,
pero no me quieras engañar. No me digas:
La soledad, a partir de ahora, ya no será una preocupación.
Aunque pueda, yo no quiero perder
ese vértigo, el fondo sobre el cual bulle una copa
a veces sumamente amarga y a veces... dulce.
Que yo no diga
--y si lo digo no me escuches: No soy nadie sin ti.
Y si soy nadie fatalmente, que yo comprenda
que sólo ha sido por mí mismo.
De: Ruego por el tornado (Sigamos enamoradas,2006)
Narciso
SER OTRO, DESPERTAR EN EL OTRO
y no saberlo, o no querer saberlo
nunca, porque su imagen nos fulminaría,
obliga a construir la misma fuente
con su élitro nacarado y su perfecta
flor, y aspirar en la nada ese vapor
profundo, que sube desde aquel que nos
mira, y es sombra de nosotros.
EN VOS ME RECONOZCO, AMADO
no por la apariencia que me das
sino por el sosiego que me quitas:
el de ser yo en mi sueño,
el de creerme en lo que digo
y lo que pienso, como si no existieran
otros mundos. Mi ser al fin
se pierde, y yo me pierdo una vez más
sin ser, y es la caída lo que me
sostiene, lo que te busca en mí
como la más terrible lejanía.
NADIE QUE NO FUERA NARCISO
puede dormir al lado de Narciso,
velar su hermoso cuerpo
para que él duerma. Estamos
en dos sitios a la vez, en la tensión
de un cuerpo, casi abstracta
por alcanzar la noche, saliendo de ella.
ABANDONA MI SUEÑO POR ESTA NOCHE.
Que entre cualquiera, otro, en mi cama
y desgarre mi carne como si fuera
verdadera. Que sus oídos se deleiten
con las palabras que diré, falsas, de amor
para que este tormento del amor por mí
no me recuerde que soy Narciso.
NO SOY LA NOCHE, SOY LA NADA
que juega en mí y en vos descubre
aliento suficiente para seguir
viviendo, mintiendo quizás. Es raro
este deseo, este no que desea.
El único pensamiento incomprensible:
no que estés, sino la conciencia
de que estés.
DORMÍAS CON ELLA CON SI DURMIERAS
con él; abrazabas a ella como si a él
abrazaras, y era tanto su esfuerzo por
alcanzar la imagen obligada que la perdías,
y era tanto el placer que comenzaste a
sospechar: es otra cosa; ni sus palabras
ni la belleza de su cuerpo podían
sostenerla, más allá de esa hora fáctica
fálica, y a quien veías era a él, con él
hablabas hasta el amanecer, reías...
DESDE ESA NADA LA TRAÍAS COMO UN TESORO,
una rareza o algo solamente tuyo
para poner entre los dos. Y ella sobre la larga
noche iba y venía, como un equilibrista
caía de improviso al vacío o no
caía nunca. ¿Cómo pudo tu doble
creer esa ficción de otro que no fuera
él, si estabas allí, y lo invitabas
a escuchar esas cosas, por amor,
es decir: por ruindad de Narciso?
SI MUERE EL UNO MUERE EL OTRO,
hace tiempo que lo sabemos, el mismo
que llevamos negándolo. Cambiemos
si querés este concepto muerte
por cualquier otro, y el resultado
será el mismo. Comprendo que este lazo
te aterre.
PARA ALCANZAR ESTAS FLORES
hoscas y transparentes, que son dos
y son una, el tacto es nuestra única
posibilidad, e imaginarlo lo real.
Ellos hostigan ese vínculo
hasta que cae el árbol y entonces
sí, lo devoran.
ESTÁS SOLO EN TU SUEÑO
como la arena está en la arena.
Reflejo o no, el tiempo te destruye
y se te escapa. Por momentos
la noche ciega, el bálsamo
de una extraña pasión borra
el funeral de tus pensamientos.
Pero salir de sí exige más que eso.
El delicado orden de la razón
no lo comprendería, y estoy cansado
para explicarlo ahora.
MORIRÉ DE ESTA MUERTE, PORQUE EN TODO
te veo y reconozco. Siempre el durmiente
a mi lado serás vos. Ningún otro
me desvelará. No habrá voz ni palabra
que no sea la tuya, ni suave miembro
que ceñir ni labios fríos. Sé que más allá
de vos existe otro mundo, que yo no puedo
ver; que más allá de mí existe...
Pero el deseo es uno solo.
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