Stephen Vizinczey
Nació en Hungría en 1933. Exiliado en Canadá tras haber participado en la revolución húngara de 1956, no conoció el éxito como escritor hasta 1965, gracias a la publicación de En brazos de la mujer madura. La obra, que narra los encuentros sexuales de un hombre joven con mujeres de más de treinta y cuarenta años, fue un superventas en varios países europeos, especialmente en Francia, y ha inspirado dos películas. En 1983 Vizinczey logró otro importante éxito con Un millonario inocente, la historia del hijo de un actor norteamericano en Europa. El libro fue aclamado por la crítica por su estilo ágil, así como por la profundidad en la caracterización de los personajes.
A los dos años su padre fue asesinado por los nazis. Más tarde, su tío fue asesinado por los comunistas. Vizinczey mostró interés por la literatura ya desde adolescente. Con apenas 16 años Vizinczey publicaba poemas en la revista Forum. Más tarde, estudio en la Universidad de Budapest y se graduó en la Academia de Artes Teatrales y Cinematográficas de la ciudad en el año 1956. Sus primeras obras, La última palabra –ganadora del Attila József Prize- y Mama, fueron prohibidas por el régimen comunista. Participó en la revolución del año 56, antes de verse obligado a exiliarse en Canadá, país en el que fundó la revista literaria y política Exchange y en el que trabajó para el Canada’s National Film Board y para la CBS como escritor y productor.
Vizinczey es también autor de distintos estudios y ensayos, entre los que destacan Las reglas del caos (1962) y Verdad y mentiras en la literatura (1985).
Mensaje a los Onanistas: Stephen Vizinczey
El siguiente poema aparece en la famosa novela de Stephen Vizinczey In Praise of Older Women (traducida al español como En brazos de la mujer madura), en el capítulo llamado "Sobre el pecado mortal de la pereza":
SERMÓN PARA UNA REUNIÓN
DE ONANISTAS ANÓNIMOS
1
El Espíritu Santo habita
en los jugos preciosos de nuestros genitales
nos inspira a vencer el pecado mortal de la pereza,
a acelerar nuestros pasos y a fortalecer nuestros miembros
—los jugos nos llenan de curiosidad
del coraje para alcanzar
y del arrojo para saltar hacia lo desconocido.
Así como se yergue la verga de un hombre nos erguimos nosotros
por encima de nuestra indiferencia hacia los extraños
aprendemos a tolerar a cuidar a amar
en la esperanza del placer:
las mujeres se abren y los hombres se sumergen,
muslos y frentes ungidos de sudor
y en cualquier posición que adoptemos
adquirimos el toque de vivir con los vivos.
2
Si de fantasía se trata, tomá dos mujeres
una un poco lesbiana con su nariz metida
en la fuente de otra cuya voz se alza y cae
mientras rebotan las nalgas cohibidas
al echarse para atrás por un respiro
que la deje empujar de nuevo hacia delante
—y sólo entrás cuando ella estalla.
O imaginá la más colorida orgía
hecha a la medida de tus gustos más singulares:
no importa qué tan exquisto sea
lo que podás concebir en soledad
si delata una pobre imaginación
respecto a la dicha de un abrazo o un beso.
Al ser tú mismo quien da y quien recibe tu placer
se debilitarán tus piernas
para correr en busca de compañía.
Olas de gozo solitario
te llevarán a islas desiertas.
3
Dicen que los fuertes no dependen de nadie
ni siquiera para el placer
ellos conocen la forma más rápida más efectiva
y absolutamente más segura
de ganar.
Los violadores perforan con sus pichas;
si sus amantes son imaginarias
no les importará que sus víctimas sean reales.
Yo digo que los fuertes son pacientes
ellos esperan ellos imploran
y antes que volar solos
prefieren el rechazo
los humores las discusiones y las labores del amor
—ellos apuestan a la compañía
confiando incluso sus partes más sensibles
al cuidado de una amiga.
(Traducción de G. A. Chaves, 2010)
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