Suero de Ribera
(s. XV).
Los escasos datos sobre la biografía de este autor permiten centrarlo en las cortes del rey Juan II de Castilla (1406-1454) y en la de Alfonso V el Magnánimo (1416-1458). Algunos detalles extraídos de sus poemas lo identifican como noble; es posible que todavía continuara en Nápoles en el año 1473, ya que allí y en ese año se encontró con Juan de Valladolid, según consta documentalmente. El conjunto más extenso de sus poemas se encuentra en el Cancionero de Palacio, aunque una respuesta suya a Fernán Pérez de Guzmán se conserva en el Cancionero de Baena y otra al menos en el de Estúñiga. Entre sus composiciones poéticas destaca la denominada Misa de amores, una parodia sacra del acto litúrgico censurada en algunas ocasiones; compuso en verso un breve manual de amor y cortesía titulado Reglas a los galanes, y escribió también diversas respuestas a otros poetas dentro del esquema y características de las clásicas disputas de los cancioneros. El célebre Villancico a sus hijas loando su hermosura, atribuido por algunos testimonios textuales al Marqués de Santillana, aparece como obra de Suero de Ribera en otros lugares.
Coplas que hizo sobre la gala
No teniendo qué perder
Y pensando de la gala,
Escriví, si Dios me vala,
Lo que se deve hazer:
El galan cual ha de ser,
Estremo, claro, distinto,
Segun aquí vos lo pinto
A todo mi parescer.
El galan persona honesta
Deve ser y sin renzilla:
No ir solo por la villa
Y ser de buena respuesta:
Tener la malicia presta
Por fengir de avisado;
Cavalgar luengo tirado
Como quien arma ballesta.
Ha de ser maginativo
El galan y dormidor;
Donoso, motejador,
En las poquedades bivo:
Con gran presumpcion altivo,
Dissimulando la risa,
Y mostrarse en toda guisa
A los grosseros esquivo.
Ha de ser lindo, loçano
El galan a la mesura,
Apretado en la cintura,
Vestido siempre liviano:
Muy bien calçado de mano,
Pero no traer peales;
Hazer los tiempos iguales
En invierno y en verano.
El galan flaco, amarillo,
Deve ser y muy cortés,
Razonar bien del arnés
Y no curar de vestillo:
Cavalgar troton morzillo
O haca rucia rodada,
Nunca en el freno barvada;
El manto corto senzillo.
Capelo, galochas, guantes
El galan deve traer;
Bien cantar y componer
En coplas y consonantes:
De cavalleros andantes
Leer istorias y libros;
La silla y los estribos
A la gala concordantes.
El galan en ningun dia
Deve comer de cocido,
Salvo de fruta y rostido
Que quita melencolia:
Pero cenar todavia,
Esto poco, no muy basto;
No tomar cuenta del gasto,
Qu'es modo de grosseria.
[p. 325] Flautas, laud y vihuela
Al galan son muy amigos;
Cantares tristes antiguos
Es lo mas que lo consuela:
No calçar mas de una espuela,
Ni requerir el establo:
D'aquestas cosas que hablo
Devese tener escuela.
Damas y buenas olores
Al galán son gran holgura,
Y dançar so la frescura,
Todo ferido de amores:
A fiestas con amadores
No dexar punto ni hora,
Y dezir qu'es su señora
La mejor de las mejores.
El galan muy mesurado
Deve ser en el bever;
Por causa del bien oler,
De toda salsa quitado;
Por hazer mayor estado
Deve ser gran jurador;
Que Dios al buen amador
Nunca demanda pecado.
Todos tiempos el galan
Deve hablar poderoso,
Y fengir de grandioso
Más qu'el Duque de Milan:
Caçador de gavilan,
Qu'es manera de hidalgos,
Y no curar de los galgos
Porque gastan mucho pan.
Tome prestados dineros
El galan de buena mente,
Y pague por acidente
A sastres y çapateros;
Y tenga a sus compañeros
En poco donde posaren,
Y si no les comportaren
Los puede llamar groseros.
Fin
Al galan son todos días
Iguales para tomar
Placeres, y desechar
Enojos, malencolías:
Sostener grandes porfías,
A la fin nunca vencido,
Y dezir que ha comido
Faisanes y gollorías.
I
Señora de alto brío
Después de las humildades
¿por qué partir me mandados
pues yerro nunca vos fize?.
Sirviendo, maguer porfío,
Fortuna me desbarata,
¡quántos plazeres desata
voluntat con poderío!.
[E]sperando bien aver
quiero sofrir bien passando,
aunque contra mí mandando
mostrades vuestro poder.
¡Ay de mí! porque confío
de quien por suyo me mata,
que quien primezas acata
passa su tiempo baldío.
II
Loaré vuestra figura,
señora, pues lo merece,
por otra que vos parece
e sobra de fermosura.
Gran plazer han los mis oxos
en vos ver, por quien yo digo:
por esta razón que sigo
soy causa de mis enoxos.
Bien loar tal criatura
a mí solo pertenece
por otra que vos parece
e sobra de hermosura.
III
A vos, linda, loare
de muy gracioso gesto;
quien dixiere contra esto
yo gelo combatiré.
Loaron de muy fermosa
a Elena Ditis et Daris,
la qual vio en el templo Paris
en ora muy dolorosa;
ya que sea tan fermosa
más que dezir non cale,
pero convusco s'iguale
nunca tal consentiré.
Ginebra, Reina loada,
señora de Camalote,
por quien fizo Lançarote
terribles golpes d'espada,
si ella fuesse estada
ante vuestro continente
non dirían ciertamente
lo que yo por vos diré.
Polixena, la Infante
que mató Pirus a tuerto,
por quien Archíles fue muerto,
— Antílogo en esse istante —
25 la su vista centilante
dízenmc; señora, bella
más soes vos que no ella:
con razón lo provaré.
IV
Mal mi grado
me conv[i]én de vos partir,
señora, sin repetir
lo passado.
De toda mi confiança,
señora descomunal,
non me queda de vos ál,
salvando desesperança
et cuidado
del quai non puedo sallir
porque me faze bevir
más penado.
A mí me queda gran contienda,
señora, mientre fuer bivo
que [seré] siervo cativo
de quien sabe mi íazienda.
Malíadado
a mí lo pueden dezir
pues que soy por bien servir
20 olvidado.
V
Señora, maguer absente,
siempre vos tengo presente.
¡Ay de mí! porque se parte
mi plazer a su pesar,
donde no podré pensar
la que amo tan sin arte;
mas de mí non saberán
por quién digo \e\sle refrán,
aunque sea en otra parte
algún tiempo yo residente.
Pues Fortuna no me dexa,
bien me plaze ser quexoso
d'este mundo engañoso
que mis plazeres alexa;
mas de mí non saberán
por quién digo este refrán;
más quiero bevir en quexa
que loado de la gente.
VI
Pues mis placeres alexa
Fortuna con su poder,
quien más non puede facer,
señora, morir se dexa.
Señora, en gran cuidado
me puso Desaventura,
la quai me faz con tristura
amador afortunado;
partirme de vos pagado
non vos fagan entender,
que quien vos ha de perder
con mucha razón se quexa.
VII
Piérdese quien esperança
espera toda su vida,
olvídase quien olvida
en sus fechos temperança.
En manera de castigo
ya que fablar me conviene,
entienda quien seso tiene
aqueste exemplo que digo:
peligro es la tardança
do non hay cosa sabida,
tras una piedra perdida
más pierde quien otra lança.
Señora, desesperando
de tanto servir sin don,
el mi triste coraçón
se vos despide, cantando
non « Señora en quien fiança »
mas « Triste por la partida »,
pues sin la verdad sabida
tomastes de mí vengança.
VIII
A vos serviendo, señora,
perdí tiempo que pudiera
servir otra que me diera
algún bien que millor fora.
Bien sabés que vos serví
tiempo ha sin ben aver,
mas vos non podés saber
car vos non obedecí;
con todo esto nunca oví
de vos otro gasaxado
sino enoxo [e] cudado
que comigo siempre mora.
IX
Corazón, ¿qué aprovecha
tu pensar desordenado
pues de ti no ha cuidado
aquella que te desecha?.
Corazón, tal pensamiento
si prestaste, bien sería,
mas veo ir cada día
tus males en crezimiento;
nunca perdiendo sospecha
¿qué plazer tomas, cuitado,
pues de ti no ha cuidado
aquella que te desecha?.
Corazón, que por no nada
no curas tu perdición,
siguiendo contra razón
voluntat desordenada
llevas carrera derecha
para ser desesperado,
pues de ti non ha cuidado
aquella que te desecha.
Corazón, quien bien acata,
si lo puede escusar,
nunca deve dar lugar
al pensamiento que mata
porque vida tan estrecha
pasa desaventurado,
pues de ti non ha cuidado
aquella que te desecha.
Corazón, que por amores
padezes tal tribulanza,
¡ay de mí! a quien alcanza
gran parte de tus dolores:
esta canción por endecha
cantaré triste, penado,
pues de ti non ha cuidado
aquella que te desecha.
X
Ve, Amor, busca quien dañes
pero quedo con pesar:
¿quanto quieres apostar
otra vex que no m'engañes?
De cómo eres loado,
Amor, cruel, baratero,
non franco nin verdadero,
so mucho maravillado;
por la verdat no t'ensañes,
bueno te será callar:
¿quanta quieres apostar
otra vez que no m'engañes?
Los que te siguen sirviendo
lealmente todavía
aquéllos van cada día
de mal en peor creciendo;
desque sepa que t'ensañes
no te podré lisonjar,
¿quánto quieres apostar
otra vez que no m'engañes?
Bien sabes que fazer mal
no trae nengún provecho,
destruir manda el derecho
costumbre descomunal:
Amor, del rey Marinañes
bien te puedes acordar;
mas ¿qué quieres apostar
otra vez que no m'engañes?.
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