Juan de Dueñas
(1405-1460)
Escritor español. Nació aproximadamente en 1405 y falleció hacia 1460. Sirvió a los hijos de don Fernando de Antequera en Aragón y Navarra. En 1435, en compañía de don Alfonso de Aragón, fue hecho prisionero en la batalla de Ponza. Durante su cautividad en Nápoles escribió el poema alegórico La nao del amor, editado con otras obras en el Cancionero castellano del siglo XV de Fouché Delbosc (1915). Alcanzó la popularidad con El pleito que tuvo J. de D. con su amiga, diálogo lleno de versos ingeniosos. Al regresar a España, vivió en la corte de Blanca de Navarra.
Poeta de la Corte de Juan II de Castilla. Posteriormente pasó al Reino de Aragón.
La nao de amor que fiso Mosen Iohan de Dueñas [1]
En altas ondas del mar
Navegando con fortuna,
Al tiempo vela ninguna
Non pudiendo comportar,
Contrarios vientos a par
Sacudiendo las entenas,
Esforcé con velas buenas,
Mas non pude contrastar
Al grand poder de mis penas.
Nave de grande humildança
Fiz por compas e velando,
En amor fortificando
Su camino de esperança,
Las tablas de lealtança
Yunctadas con discrecion,
Empegadas de rason:
En la casa de temprança
Servando justo el timon.
Yo fise de fortalesa
El mastel e la mesana,
Las entenas de muy sana
Fuste nueva sin cortesa;
E las xarcias de firmesa,
Las velas otro que tal,
La sorra puse de sal,
Pistada, con grand destresa,
Con obediencia coral.
Desque vi la perfection
De aquesta preciosa nave,
En poder puse la llave
De discreta execucion;
E fize sota patron
Largos tiempos, abstinencia,
Marinos a patiencia,
Conformes en opinion
A singular diligencia.
Desque fué toda guarnida
De las cosas necesarias,
Contra fortunas contrarias
Noblemente bastecida,
Oferta siempre mi vida
A servitud sin error,
Varé mi nave, señor,
Con procesion ofrecida
Al templo del dios de amor,
Ya nunca tal fermosura
Vieron mis ojos de cosa
En las ondas alterosa
Sin lado firme segura,
Do entré con vestidura
De grand amor estimada,
De azul e oro franjada,
Con tiseras de mesura
La falda bien cercenada.
[p. 322] Yo al puerto deleitoso,
A la cola la mar calma,
Mas llana que non la palma
En todo tiempo reposo;
Senti gentil amoroso,
De las bandas de Poniente,
Un aire tanto plasiente,
Que de mis velas gososo,
Le fise rico presente.
E mi nave toda una
Rompiendo las aguas vivas
Con defensiones pasivas
A contrastar la fortuna,
Como quien va por laguna
Contento del navegar,
En un punto vi la mar
Sin obediencia ninguna
En rebelion singular.
A las horas yo me velo
Con servicio en fil de roda,
Comportando la mar toda,
Desdeñosa por el cielo,
Avisando con recelo
De las ondas desiguales,
Vientos e grupos mortales
Vi cubiertos con el velo
De los bravos temporales.
A cuya fuerça los muros
Del contemplar e servir
Non podian resistir,
Nin los tuve por seguros:
Tan espantables e duros
Eran los vientos foranos,
Otrosi los comarcanos,
Con los cielos tan escuros,
Que non veía las manos.
Pero ya tanto el desmayo
No hove por cosa que viese
Que de ordenança saliese,
Plego de todo me ensayo,
Mas la potentia de un rayo,
Que en la mi nave cayó,
Velas e entenas rompió
E llevó todo en soslayo
Cuanto en la tolda falló
Llevóme los marineros
Armados de mi sin arte,
Otrosi la mayor parte
De mis polidos aperos;
Desclavóme los maderos
Del gobierno temperado,
Dejóme desamparado,
En los desiertos más fieros
De los mares engolfado.
E las velas ya rompidas,
E la fusta descosida,
La xarcia toda rompida,
Las entenas esparcidas,
E las tablas corcomidas
Del gusano de cuidados,
Vi los másteles quebrados,
Las bandas todas caidas,
Los cuarteles derrocados
A la hora mi sentimiento
Turbado, si Dios me acorra,
Abracéme con la sorra,
Angustiado de lamento;
Con terrible desatiento,
Como rabioso trabado,
Yo me vi medio anegado,
Tornado ya sin aliento,
Temblando como asogado.
La sorra, que defendia
A mi de las aguas fondas,
Cuando llegaban las ondas,
Señor, toda se fundia;
El cimiento ya cruxia
E las tablas desmintian,
E los embates crecian,
Los vientos con grand porfía
Del mundo me desfacian.
¿Quién sufrió nunca dolor
Igual de aqueste pesar?
¿Quién gustó nunca manjar
De tan amargo sabor?
¿Quién vido furia de amor
Derrocar tan impugnable
Fuerça sin amigable
Cuanto yo non vi, señor,
Un miedo tan espantable?
De aquesta pena mortal
Aquexado sin defensa,
[p. 323] Tormentado de mi piensa
Del grand temor desigual;
Fortuna descomunal,
Por demostrarse quién es,
Físome dar al traves
En una playa de sol,
Do me deslisan los piés.
Lo cual, señor, me destierra,
De tal guisa me embaraça,
Que las ondas me dan caça,
Los vientos me fasen guerra,
Las montañas e la sierra
Se me fasen desear,
Fortuna non da lugar
Que pueda tornar en tierra
Nin me lanza de la mar.
En esta pena padesce,
Rey poderoso, mi alma,
Que nin la mar face calma,
Nin la playa me bastece;
Ante, Señor, me aborresce
Cada cual de ellas por si,
Y dando penas a mi
En mi coraçon paresce
En todo cuanto escrebí.
Yo, mirando como cio,
Mientras más cuito la boga,
Que se rompe ya la soga
Del más noble tiempo mio,
Rey de summo poderío,
Querria mudar de posta
Navegando por la costa
En otro firme navío,
Do me valga de la osta.
El cual tengo comendado,
Non de madera de roble,
Mas de aquel cimiento noble
Que en España es fundado,
Enpero, Señor loado,
De las tablas que se sobran
Nin de aquellas que se cobran
Non puede ser acabado
Si vestras manos non obran.
Porque os pido por merced
En merced que me ayudeis
Defendais e ampareis
Tras una firme pared;
Porque los lasos e red
Do la fortuna me guia
Rompa vuestra señoría,
Mi Señor; si non, sabed
Que la playa se desvia.
Fyn
Si mi lengua desvaría
Con la grand necesidat,
La vuestra serenidat
Perdone la culpa mia
Con discrecion e bondat.
[Cancionero de Foulché-Delbosc.]
[p. 321]. [1] . En uno de los códices que contienen esta composición se lee una nota que dice: « Fecha en Nápoles por Joan de Dueñas estando en prisión en la torre de Sant Vicente. »
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