Sergi Puertas
Escritor español (Barcelona, 1971) de profusa producción en Internet. Ha publicado los poemarios Ángeles cansados (Editorial Deabruak) y Tira mis sueños a la calle y la lluvia los hará crecer (Editorial Crecida). Es el creador de la página de Charles Bukowski, un homenaje al escritor estadounidense.
Philip K. Dick
Philip K. Dick está sedado, posiblemente muy puesto.
Aprovechan para coserle a preguntas.
Le preguntan por la Conspiración, le preguntan por el Cosmos.
Philip K. Dick renquea entusiasmado por el living.
Ya nadie acude nunca a entrevistarle. Su boca se llena de saliva, escupe.
Le dan coba, le echan otro dedo de brandy.
Le piden consejo sobre Europa. ¿Qué hacemos con Europa, Phil?
Philip K. Dick hilvana una hipótesis alucinada.
Labios apretados, codazos de tapadillo.
La reportera se mea de risa.
Philip K. Dick no sabe ni de dónde le vienen los tiros.
No entiende de dónde ha salido esa grabadora sin cinta.
No entiende que la metástasis ya no duela.
ni el porqué de su cáncer, si sabe perfectamente
que él morirá de una crisis cardíaca
muy lejos de Madrid
mucho antes de 2013.
Los periodistas se marchan.
Philip K. Dick queda cansado y aturdido.
Se echa en el sofá, cierra los ojos
y emerge en 1982 en su vivienda de Santa Ana
sin cáncer, sin recuerdos
para fallecer de un ataque al corazón diez minutos después.
Sabes que el universo es absurdo, Phil.
que hay tantos posibles como pastillas en la farmacia.
Que a la gente como tú y como yo
la locura nos escurre cerebro abajo
y se nos cuela en la voz y en los textos
hasta que no nos queda sino arremeter
contra toda esa gente, contra la vida misma.
Ni nuestros ídolos escapan a nuestra furia.
Era un homenaje, Phil. Te juro que no sé qué ha pasado.
Afloración
Si
de repente
desde lo profundo
se nos aflojaran
a la piel
a las articulaciones
a la carne
todas las heridas
todas las amarguras
el dolor
a veces callado
otras vomitado a pozo ciego
mas siempre sufrido porque sí
no podríamos ya sentir
compasión
por
los tullidos
los mutilados
los leprosos
en ese nuevo mundo de
monstruosos nosotros todos
deformes y renqueantes
retorcidos hasta lo
imposible.
Magia
Los 20 aún no cumplidos
ambos sabíamos que no podía durar.
Entretanto:
robábamos lápices Parker granates y caros de los grandes almacenes
y las toallas de los hoteles
tomábamos de las bibliotecas
libros para jamás devolverlos
poniendo especial mimo en arruinar nuestras carreras
caíamos borrachos de sobredosis
de Procol Harum y Jack Kerouak
el mobiliario urbano
las cabinas de teléfonos
temblaban al acercarnos nosotros.
Una noche sacó de su bolsillo
unas pastillas blancas que depositó
junto a la botella de vino.
Matémonos dijo. Y supe que lo decía en serio.
Ambos sabíamos que no podía durar. Y no duró.
Partimos sin resentimiento.
Las pastillas blancas regresaron a su bolsillo
y él regresó adonde no sé dónde.
Un decenio después en un reencuentro casual en la calle Calabria
percibí en su apretón de manos afectuoso y frío
de aquella segunda y última partida
la infinita tristeza que ambos sentimos
ante nuestra ya definitiva discapacidad
para recuperar recrear tampoco
la magia ya para siempre perdida y casi también olvidada.
Sin receta
Estaban aquellas pastillas para el parkinson
llamadas Artane
que mezcladas con alcohol
producían alucinaciones
con particular fijación por los enanos de colores.
Estaba aquel spray contra dolores musculares
cuyo nombre no sabría deletrar 400 pesetas
retirado del mercado apenas semanas después
que inhalado producía una salvaje sacudida
en todo el sistema nervioso
seguida de agradable estupor indiferencia y otredad.
Catovit ingerido a puñados como estimulante
y otras píldoras de las más diversas formas y colores
completaban el elenco de antídotos
contra una juventud
que nos fue también entregada
sin diagnóstico
sin receta
y atiborrada de contraindicaciones.
La escena
La escena la protagonizan
muy a menudo
dos
y tiene lugar
en público.
A la escena se la anuncia siempre
con un grito
que convoca la mirada
de peatones y de comensales y de curiosos.
A veces
uno de sus protagonistas
toma
de pronto
conciencia de la escena;
baja
la voz
hasta hacerla casi
inaudible
murmura
entre dientes.
suplica exige al otro
se ponga fin de a la escena.
Otras
ambos gritan
a voz en cuello
ausentes del mundo en su aullante duelo.
Hay que estar atentos:
no se anuncia jamás la función
es gratuita
tiene lugar en los lugares más variopintos
se mira siempre de reojo nunca de frente
termina abruptamente
a su fin no se permite aplaudir.
La escena es en fin un espectáculo único
donde los actores raramente disfrutan
—aunque creedme se dan casos—
muy al contrario que el público
quien marcha siempre a casa satisfecho
y equipado con una sonrisa que tardará
y tardará
y tardará
en
desvanecerse.
Desidia blues
Debo irme
Me esperan
Sí, ahora
Ved cómo me levanto del sofá
y marcho
Cómo me
No
Estoy aún sentado
Me terminaré el cigarrillo
Luego me pondré en pie
y marcharé
Me esperan
un momento de nada
apenas un momen
Creo que estoy
aquí sentado aún
Llego tarde ya
Resulta vergonzoso
verme aquí no hacer nada
Otro cigarrillo
Dónde he puesto el encend
¿Sentado aún? Sí, Sentado aún
Me levantaría mas temo me fallen las fuerzas
Como no me levanto, no hay forma de comprobarlo
Otro cigarrillo ayudará
Sí, es seguro
Una calada y expulso el hu
Llego ya muy tarde
Pronto marcharé
Podría levantarme ahora si quisiera
Y quiero
Pero no puedo.
Me parece estar sintiendo algo
No es flaqueza, tristeza tampoco
Es más bien miedo inconcreto como
Me esperan.
Tarde.
Cigarrillo. Otro.
Fuerzas.
Levantarme. Quiero. ¿Puedo?
Miedo.
Programador
Abominable como te digo:
Desguazando encajando aquellas tarjetas de silicona puta
que me herían las yemas de los dedos
y aquellas diez mil líneas de código binario bíblico
tulléndome la yema del cerebro.
De programador no creí poder ir a peor
pero ya me ves: Maestro.
Ayer progamando ordenadores. Hoy niños.
Más ruin es que ya ni se puede vamos o sea horroroso ya te digo.
Costa
Muy temprano en la mañana
me acerco a la costa.
Los peces se arremolinan allí por cientos.
Las gaviotas descienden y les dan muerte.
Sobre las 9:00 regreso al centro:
Multitudes desfilan a sus empleos.
Al dia siguiente regreso a la costa.
Los peces se arremolinan allí por cientos.
Las gaviotas descienden y les dan muerte.
¿Por qué insisten en volver los peces?
Presa de incomprensión regreso al centro:
Multitudes siguen desfilando a sus empleos.
Enseñanza
La enseñanza oficial
más adelante pude darme cuenta de ello
se reducía a aprender
una breve serie de ideas importantes
que a aquella edad a ninguno nos importaban
y una eterna serie de ideas estúpidas
que como loros patanes asimilamos espasmódicamente.
Todo esto por propia iniciativa —no oficial—
lo aprendí en años posteriores
al igual que tantas otras cosas absurdas e inútiles que
tampoco
me sirvieron
jamás
para nada.
Demiurgo
Si tiro mi colilla
mi colilla desalojará un espacio
de atmósfera concreto
donde caiga
y molecularmente
por acción de mi tiro
aquel espacio jamás será ya el mismo.
Si pulso la pared apoyando mi mano en ella
mi mano exterminará vida
reordenará el polvo en ella
allá donde me apoye
geografía
biología
jamás serán ya los mismos.
Si bebo agua
el agua por mi bebida
ya bien asimilada por mi organismo
o soezmente evacuada
de mis tripas imposibles
jamás será ya tampoco
la misma.
Así es
y a más no aspiro:
Te guste o no
con actos minúsculos
y acciones tan inconscientes como significativas
mis manos cuerpo vida
remodelan y reorganizan
día a día
completamente
tu universo.
Vacaciones (Stranger in strange land)
Estoy tan solo que temo por mi alma
mi cordura.
Hace días que no hablo. No me hablan:
Gesticulo y señalo frente a las cartas de los restaurantes.
En 5 días
sólo 2 camellos (¿Quiere haxis primo?)
y 1 prostituta (Speak english? Make love?)
se han dirigido a mí. Querían, claro, mi dinero.
Soy invisible para el resto.
Ando calles que no entiendo
fumando y sudando y jadeando sin rumbo.
¿Qué vine a buscar aquí? Lo he olvidado.
¿Qué obtuve? Lo que merezco.
Ya no comprendo ni soporto
tranvías fachadas monumentos.
Desfallezco. Me siento.
¿Qué quiero?
Me quedaré muy quieto.
I. Congénita
Es nuestra deficiencia mental
de origen congénito.
Por nuestras venas corre
la macula de la imbecilidad.
Imagino a Adán y a Eva
desnudos
retozando sobre la hierba
la estulticia proyectándose
en sus rostros mongoloides
proyectados al cielo
baba blanca escurriéndose
por sus comisuras
ajenos a la estirpe de imbéciles
que habría de engendrar su acto.
II. Educación
Es la educación un mito.
Nada hay que enseñar.
Tan solo nos queda
transmitir esa imbecilidad primigenia
de generación en generación.
Es como si asegurarnos quisiéramos
de que cada camada
caerá
irremisiblemente
en los mismos errores
en los mismos pecados
que sus progenitores.
Unicamente supone la educación
un medio para perpetuar
las ideas torcidas e insanas
que en su día fermentaron en la mente
del imbécil original.
III. Juego
Ha llegado el momento de
que enfrentes los hechos
muchacho:
Es esta una partida
que no puedes ganar.
Un juego de reglas totalmente ajenas
a la razón
a la lógica.
No trates de comprenderlas.
Enloquecerías.
Piensa también en la competencia:
Son billones los imbéciles que participan
acumulando a lo largo de su desarrollo
una miríada de
aparentes éxitos
que no son sino rotundos fracasos
que su astuta estupidez
endulza con el mismo dulzón aroma que desprende
la carne putrefacta.
Bella es la vida
vista a través de
los rosados anteojos del autoengaño.
Llegó el momento de quitárselos
muchacho.
Quítatelos.
Quítatelos y contempla
la figura de negro
que aguarda paciente al final del camino.
Su paciencia es tan infinita
como nuestra imbecilidad.
IV. Habitat
Donde pisaba el caballo de Atila
no volvía la hierba a crecer.
No está mal.
Pero
allí donde pisa el imbécil verdadero
sólo crece
asfalto
cemento
tecnología
y dolor.
Pisará más tarde ese cemento
el resto de nuestra estirpe.
Arrastrando nuestras feas bolsas de ADN
aspirando y expirando aire
deglutiendo y defecando materia orgánica
con aires de saber qué está pasando
con expresión de saber qué estamos haciendo
los imbéciles anidaremos
en nuestro nuevo infierno creado a medida.
Ocho horas diarias de dedicación a tareas absurdas
cuidarán bien de que esa rara chispa de cordura
que destella alguna vez en toda mente
aparezca cada vez
a intervalos menos frecuentes.
La imbecilidad es a veces
no sólo
hereditaria y estacionaria.
También es
degenerativa.
Parece ser ese nuestro caso.
V. Amor
Dos deficientes mentales
asqueados de su soledad
hacen el amor chapuceramente
en un piso de renta limitada
emulando a Adán y Eva.
Prueba es ello de que
nada cambia
nada aprendemos.
VI. Coda: muerte de un imbécil
Un imbécil ha muerto.
Los restantes imbéciles
se arremolinan alrededor de su cadáver
soñando con otros mundos
soñando con otra vida
donde no haya más dolor
una nueva vida que no tenga un final absurdo
como colofón final a una larga serie de sinsentidos.
Es difícil concebir
una idea más descabellada
pero claro
tengamos en mente
que no dejan de ser imbéciles
al fin y al cabo.
La pareja de deficientes mentales
anteriormente mencionada
ha engendrado a un nuevo imbécil.
El imbécil ha muerto.
Loa al nuevo imbécil.
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