lunes, 9 de febrero de 2015

MARGARITA SAYAK VALENCIA-TRIANA [14.781] Poeta de México


Margarita Sayak Valencia-Triana 

(Tijuana, México  1980). 
Filósofa, poeta, ensayista y exhibicionista performática, actualmente, además de dedicarse a la escritura, realiza su tesis doctoral en Filosofía, Teoría y Crítica Feminista en la Universidad Complutense de Madrid.

Ha publicado ensayos filosóficos en las revistas Saga (Colombia), Replicante (México), e Inguruak (España). Ha publicado los libros de poesía: El reverso exacto del texto. (Centaurea Nigra Ediciones, Madrid 2007) y Jueves Fausto (Ediciones de la Esquina / Anortecer, Tijuana 2004)

Sus poemas han sido publicados en algunas revistas y antologías de México, España, Argentina y Alemania. Algunos de sus poemas han sido traducidos al francés y al alemán publicados en la revista Los flamencos no comen (Montpellier, 2004) y en Latinlog (Berlín 2007).

Es artista de performance, sus trabajos se basan en la ocupación del espacio público, a través de un cuerpo que interpela los patrones de “normalidad”, conectando con el uso del cuerpo como soporte artístico y como centro de múltiples discusiones.

Es integrante del Interciplinario La Línea desde 2002.

margarita.valencia@gmail.com

La poeta explica: “Sí soy feminista. Para mí ser feminista es estar consciente de mi género. Para mí ser feminista es exigir respeto y oportunidades para el género femenino, al mismo tiempo es cuestionar las posiciones hegemónicas que se ciernen sobre él”






Me gustan los hombres
con caras de muñequitas de porcelana
con cuerpos de alfileres
con ojos espléndidos, brillantes, hundidos y ungidos.
Me gustan los hombres que parecen mujeres
y las mujeres altas, mujeres-mujeres.






Oraciones / horadaciones
(para el neoyorca de la barba enrarecida.
Yes, indeed, Allen this is for you).


I

¡Bendita tú caminando por esas calles de ventanas empañadas.
desbordante de confines ininteligibles y de rutas equivocadas.
Bendito el veneno en la garganta y el desamor a destiempo y en deshoras.
Bendito el transcurso de los días y las cicatrices en el rostro y los órganos sentimentales.
Bendito el cielo que se graba en los ojos de todos los que se pierden.
Benditas las hecatombes mentales y los brazos abiertos!

¡Benditas tú, yo, mi madre, tu madre!

!Benditas las soledades y los pavimentos que son todos pupilas llorosas.
Bendito el fin del fin y el paraíso del cuerpo.
Benditos los amaneceres con desconocidos, la niebla y la ciudades desventuradas.
Bendito el tiempo que no retorna.
Bendito todo lo que nos vuelve otra cosa, lo que nos desteje
y susurra palabras sin importancias.
Benditos los clavos y los huecos, sin historias inherentes!



II

Morbidísima Acker,

Que mi cuerpo no sea sombra
sino asombro
Que ninguna ley lo sostenga
Que mi deseo pueda más que la noche de lo masculino y sus recelos
Que el triangulo de mi sexo deje de ser inmanencia
Que mis armas sean las letras.

Desafiantísima,
Que mi carne no sucumba
ante mantos y restricciones,
que nunca la toque la verticalidad de la vergüenza,
Que mi cuerpo diseccione diccionarios y
rompa antónimos prístinos.
Que mi carne drague el goce de ser otra.



III

Prodigiosa Wittig,

Que mi cuerpo me pertenezca entero
desde el quimo, el cartílago
hasta el encéfalo y la médula.

Que el olvido mastoideo
Se reagrupe con la precisión biliar de mi latido.

Que el occipucio y la cabeza dejen de estar expropiados

Bizarrísima,
Dame fuerza para pelearme entera,
para luchar vértebra a vértebra
en la conquista de mis secreciones.

Ayúdame a cruzar a nado el río del conocimiento
sin perder las falanges ni los globos oculares.

Fortaléceme en el exilio
de la verticalidad del pronombre
y del aplastante horizonte de Lesbos.

Te ofrezco las venas de mi cuello
por una salida de emergencia.




El reverso exacto del texto
Margarita Sayak Valencia- Triana,
Madrid, 2007

Por Abril Castro


Bala primera.

Leer este libro es presenciar cómo se carga un revólver y recibir esa carga.

Integrado por seis apartados-balas, El Reverso exacto del texto compila el trabajo de más de dos años de experimentación poética de Margarita Sayak Valencia-Triana, tiempo en el que se arremolina en los temas que le taladran: el lenguaje, el acto de escribir, la mujer y su violencia. En este primer apartado, el poema mismo es una bala que penetra el cuerpo de quien lee y de quien escribe. De alguna manera la poética de Sayak busca corporalizarse; me refiero con esto a que sus textos tratan de encontrar un cuerpo al que encarnar, un cuerpo de mujer desde el cual escribir.


Segunda bala. 

“El regreso con los brazos abiertos hacia mí misma.”

La poética de Valencia-Triana siempre regresa de alguna parte. Atraviesa filosofías, cielos, amaneceres y cambios de horarios, jetlags. Parece ser su estrategia pensar la identidad desde fuera de sí misma, ver la montaña desde la otra montaña, convertirse en la otredad al integrarse a ella,  verse desde fuera. Desmarcarse. Porque a veces la escritura funciona también como un espejo donde LOS OBJETOS ESTÁN MÁS LEJOS DE LO QUE SE VEN, porque como dijera María Negroni hay “un uso especulativo (especular también) de la distancia como método para complejizar la mirada y reclamar, oblicuamente, una pertenencia”.


Bala tercera. 

Estábamos muertas de miedo o el imposible plural.

La poesía de Sayak se caracteriza por su agudeza, su brevedad —prima hermana del aforismo—, puntería certera. Margarita se da licencia para jugar con la prosa poética y adentrarse en una forma que atisba sus habilidades narrativas y reitera sus obsesiones, esas que  avanzan al ritmo del poemario y que ya se asomaban en su trabajo previo jueves fausto publicado en ediciones de la esquina.

Sayak es una poeta que enarbola en la cabeza y no en la página en blanco. Que piensa y discierne las frases por meses dentro de sí, que luego las escupe en el papel virtual que es la pantalla. Para ella el texto se escribe cuando se piensa de forma definitiva. 


Bala número 4. 

Certera y expansiva. Aquí no soy Alicia.

Escribir es traducir. Valencia Triana traduce el mundo occidental. Su desesperación, consumismo delirante, alienación maquinal, su terror a la fealdad y a la muerte.

Héroe en constante caída.

Lenguaje, filosofía, traducción de todo. Cuestionamiento constante. 

Quinta bala.

La innombrable. La letra F. La femme fatale. La Faquir.

Sería necio hablar de este libro sin mencionar el feminismo explícito de algunos de estos poemas. Puedo decir que es el feminismo la aguja que hilvana a la mayoría de ellos.

Desde su inicio hasta nuestros días,  gracias a sus detractores, el feminismo se convirtió en la nueva palabra prohibida —en la política, en el arte, en la vida cotidiana—. Ser feminista abiertamente pareciera ser un acto de auto desacreditación, un suicidio. No obstante, para Sayak ser feminista es una coherencia de género, un síntoma inequívoco de sentido común. Una obligación. Así este reverso exacto del texto es resultado también de su pesquisa en torno a los nuevos feminismos y las distintas maneras de vivirlos (con, para y a través de la creación). 

Sexta bala.

De la poética y su eco.

Leo un texto de Valencia que dice  “Sé que hasta el silencio escribe un texto” y como he dicho antes, pienso que este silencio debe ser el que sucede en la cabeza de la poeta cuando se detiene y desmenuza una idea preconcebida para convertirla en otra díscola, cuando disecciona una forma, o hurga una imagen para convertirla en texto. Este silencio —frío primero de la noche del poema— debe ser esa quietud que antecede al disparo (del poema).

El revólver está cargado.

Silencio




El lenguaje que corre por mis venas
 es jugar a la ruleta rusa
 con una pistola automática



somos siendo la mitad,
de la mitad,
de otras mitades



...

quieres las respuestas
pero tenerlas
no significa poder con ellas




EN EL REVERSO EXACTO, TODOS SOMOS TRANSTEXTUALES

Por ÓSCAR DAVID LÓPEZ / AGOSTO 13, 2007

Soy vertical
Pero preferiría ser horizontal
SYLVIA PLATH




Si el deseo, como afirma Lacan, pertenece al reino de lo simbólico donde el sujeto aprende el lenguaje a partir de una falta o una ausencia, entonces quien nombra, quien habla, quien escribe, quien le da vuelta al texto o lo rompe o lo escupe o lo defeca es alguien que está deseando pero ¿qué?, ¿cuál es el objeto del deseo? El reverso exacto del texto, segundo libro de poemas de Margarita-Sayak Valencia Triana, nos nombra seis posibles piezas (mediante ese mismo número de apartados) que se embonan en la búsqueda de un deseo que, no es otro, sino el del lenguaje y su aprehensión y liberación.

La escritura, el arte, la performance, son mutaciones, son comuniones, en este caso, del cuerpo psíquico del artista. El discurso poético debe ser un efecto trasgresor para el idioma de las calles, de la historia, del testimonio. Valencia Triana lo sabe, y por eso, apuesta por un libro donde el lenguaje a su vez apuesta por sí mismo. Muy cercana al poema Hermandad de Octavio Paz, la voz poética nos dice:


Mientras escribo
Alguien también,
me escribe escribiendo.


En este primer apartado llamado El lenguaje es una bala, la ausencia es un reclamo al tiempo, una presencia que todo lo opaca, que flota y sobrevive al deceso. Para la poeta, el lenguaje es un arma con la cual se juega a la ruleta del querer-decir donde se busca nombrar aquello que se tiene pero que se echa en falta,aquí puede ser Tokio o el Texto, para fines geográficos el goce está en la boca, el lo que se dice:




Esta ciudad es de cielos apocalípticos.
Esta ciudad recuerda a los atardeceres frente al Nilo.
Esta ciudad no tiene nombre o éste se ignora.

La voz en off dice: Esto es Tokio.
La voz se equivoca.

Aquí no es Tokio.
Aquí no es ningún sitio.
Aquí es Aquí
Aquí es el Texto.

Aquí es.



Como decía, el goce es el leitmotiv que se discurre por las páginas en el afán de conseguir algo, tal vez un nombre, un artículo, un punto impronunciable. Sin embargo, la escritura es un deporte de alto riesgo símil de alta fiesta:



El lenguaje que corre por mis venas
es jugar a la ruleta rusa
con una pistola automática.



El encuentro con el otro, sea el mundo o sea el rival, es un profundo túnel hacia lo recóndito de una diosa de aparador, de escritorio, de jardín, creada en muchas otras representaciones, según sea el gusto y el deseo particular.

Dice Jean Baudrillard que actualmente todos somos transexuales porque hemos crecido con el deseo de recrear nuestros cuerpos con la imagen ideal representada por los paradigmas extremos del macho muy macho, de la mujer muy mujer, del maricón muy maricón, sin embargo, hemos caído en la búsqueda absurda por definirnos en sobremanera que cada uno ha dado su salto individual por alcanzar su autenticidad que al volver a tocar tierra nos hemos dado cuenta que en ese brinco hemos adoptado prótesis símiles a las de muchos otros.

En palabras de Baudrillard, lo transexual reposa en el artificio, ya sea el anatómico de cambiar de sexo o el juego de los signos indumentarios, morfológicos o gestuales característicos de los travestis. En palabras de Sayak:




Este es el regreso a la identidad.
El regreso con los brazos abiertos hacia mí misma.
El milimétrico surco,
La carne excavada,
El goce de volver a ser lo atroz que el tiempo creó.




En esa búsqueda por la identidad y por diferenciarnos del otro, la voz poética nos afirma que hemos conseguido el otro lado, lo trans, del propio deseo: no ser diferentes sino ambiguos e indiferentes. Curiosamente aquí parece no aplicarse esa máxima de que el deseo al cumplirse se pierde porque en los transexuales, al igual que en algunos versos de Valencia Triana, esa forma es la protección del discurso, de la melodía, del ponerse unos tacones y una barba y salir al escenario con micrófono en mano para cumplir un deseo interminable con el reverso del lenguaje.

Ser uno mismo, dice Baudrillard, se ha vuelto una performancedonde el look es una forma superada de la moda. O como dice La agrado en Todo sobre mi madre de Pedro Almodóvar: una es más auténtica cuanto más se parece a lo que ha soñado de sí misma. O como Sayak nos dice:




Soy la de púas-en-la-voz
La no-doy
La tampoco-fío
La no-pido-permiso
La reflexiva-y-sin-reveses
La que va-a-donde-sea
La que No-Se-Calla
La Yo-Misma.




La androginia, el travestismo, la transexualidad, han logrado vencer las prohibiciones eternas del deseo, del placer, de las formas que nos delimitaban una frontera que advertía que después del cruce no habría regreso. Los textos de Sayak son fronteras abiertas para su exploración. Por ejemplo, ¿ustedes creen que para tratar con esta libertad a Lacan, yo soy psicoanalista? Pies no, pero me acosté con uno, con una, con uno, con una. ¿Cuántos fueron? Ahora las prohibiciones nos indican sus goces, como lo he dicho, el gozo es el leitmotiv del canto:




Me gustan los hombres
Con caras de muñequitas de porcelana
Con cuerpos tan delgados como alfileres
Con ojos espléndidos, brillantes, hundidos y ungidos.
Me gustan los hombres que parecen mujeres
Y las mujeres altas, mujeres-mujeres.




En esos versos encontramos la espina dorsal de la poética de Valencia Triana. El amor es una solicitud, no de empleo, sino de carencia. El amor, dice Lacan, es dar lo que no se tiene a alguien que no lo necesita. Sin embargo, la poeta escribe cartas, declaraciones, se sienta a esperar, hasta que el abismo y entonces nos cuenta:




Solicito:
Mujer Cerebral.
Abstenerse aquellas
con tendencia cervical, servicial.




Estos versos casi escritos como un silogismo sólo se pueden traducir por medio de una exploración con lupa al texto poético, a su fondo, a lo connotado. Si somos capaces de trasvasarnos en la poesía de Valencia Triana, podremos correr en su misma versificación, esa donde el yo poético es un ente transtexual.




Aquel que camina de un lado a otro,
es el hombre más valiente del mundo,
se atreve a desplegarse y perderse.




Y se preguntan ¿por qué un ente transtextual? El discurso poético de Sayak cruza los géneros, los literarios y de cualquier otro tipo, ataca en el blanco de la poesía hueca, melosa, fácil y aparentemente libre pero que sólo oculta sus propios atenuantes y deseos. Sayak profetiza:




Ser una mujer border es muy fácil,
A menos que te pase a ti.




Entonces, el texto que era ajeno, ahora ha cruzado porque somos nosotros los puestos en duda, no importa que la poeta se refiera a una “mujer”, todos podemos ser el sujeto, estos textos son transexuales, trantextuales. El reverso exacto del texto es una indagatoria poética, concisa, de pulsión honesta, donde nos enfrentamos con poemas simbólicamente barrocos que están llenos de un erotismo cuyo look oculta una determinación genérica capaz de dominar el imaginario del epistema del yo que se basa en cruzar las líneas de lo sexual y de lo textual, logrando con ello poemas que irradian vitalidad.

Una vez realizada la lectura de El reverso exacto del texto (una lectura quizá infinita, abierta en posibilidades de retomar y rearticular estos versos), la liberación de los poemas ofrecerá “una sensación en la mente del lector” que lo pondrá en busca de su “texto”, de su identidad poética y textual, mismas cada vez más alejadas del mito en el cual la poesía es una barrera y nunca una catapulta:




Pienso en poemas que disparan.
Pienso en pistolas.




El regalo más grande para nosotros que somos los lectores de este libro es una amalgama formada por la multiplicidad de registros, la voz clara y sin embargo indefinida, la imagen del goce endémico y la certeza de que Valencia Triana está de nuestro lado, enfrente, encima, al otro lado, a través de nosotros, sitiada en la posición del deseo, que como deseosa ocupa ese mismo lugar donde la alteridad busca su traslado, su translucidez, su transgénero, y sin embargo, descubrimos que El reverso exacto del texto es un placer entre varios, único, el inter de y hacia lo Otro:



Cuando le clavé el cuchillo en la mano le dije:
¿Verdad que se siente como humo entrando en los ojos?




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