martes, 3 de febrero de 2015

MARCIA RAMOS LOZOYA [14.665] Poeta de México


Marcia Ramos Lozoya

(Tijuana, México  1989)
Es licenciada en Lengua y Literatura de Hispanoamérica en la Universidad Autónoma de Baja California. Ha publicado minificciones en las antologías Érase una vez un microcuento (Diversidad Literaria, Madrid, 2013) y Pluma, tinta y papel (2012), así como en los suplementos Bicromato y Simulacro yen la revista Penumbria. También ha publicado poesía en diversos medios y en el libro Cantarsis (2013).  



Desprendimiento de la piel apagada

El atrapa sueños contiene la metamorfosis más exacta,
del fuego hablando en la oscuridad.

Resulta que soy un invidente que lleva cargando la dulzura del estado más amargo cuando la violencia invade la euritmia que sale de mis dientes,
voy produciendo sacrilegios en la humedad de una púrpura,
molusco condescendiente que baila con dios y con el diablo.

Quiero desaparecer en el orgasmo callado que conecta el instinto con lo distinto con el interior de un lobo aullando;
quiero desaparecer  entre los ojos de un hombre y la ceja alzada de una mujer para que se despedacen mientras soy imaginada por sus voces.

Lo terrenal me invita a picar pedazos de labios consumidos en la gloria de un beso,
aunque sigue siendo atractivo jugar con la noche entre mis manos y salirme de este cuerpo moribundo.

Les hablaré de mi espalda donde se retuerce un gato que vive encarcelado en la máquina de mi pecho,
este gatito es un felino muy malo,
le da por descender en la córnea de un cíclope y treparse entre sus huesos,
le gusta rasguñarse el alma y la visión esférica.

Cuando resurjo,
las manos tendidas de un hombre piden auxilio debajo de mis alas,
están incorporadas en mi columna de piedra.

Escuchen,
utilizo palabras que son mías porque yo las siento,
las acaricio como apariciones milagrosas,
espero que algún día la tierra tiemble con el espasmo del poeta.




Hambruna

Mi cara está rojiza desde que las plumas vuelan en medio de la sangre y mis labios se encienden de nieve, 
adentro de mis pupilas escucho la marcha fúnebre, 
el silbido de la muerte, 
ellas hablaban fuego más mi cornea sólo obedecía al tiempo de sus manos
mis ojos se rodaban en su último encuentro con un motel. 
Mi cuerpo fue un escorpión se enveneno con su propio adiós, 
cada órgano tomo vida propia y se hundió entre las sabanas para decir ya no te quiero, 
para decir ya no eres, 
para decir ya te recuerdo porque en el momento del olvido todo queda guardado. 
Las letanías sobre la creación de mi apocalipsis se escribió en mi eterno sueño donde tú ya no eras el movimiento de los arboles o la pesadez en los hombros de los viejos 
¡Oh cariño! si supieras que en el viento de tu madre crecían las olas, 
en sus brazos sostenía aquel fantasma que fue la pasión a tu padre y al nacer dejaste la raíz de un árbol sin ningún fruto. 
¡Oh cariño! quisiera nombrarte y me respondieras como todas las sombras reunidas entorno al sepulcro. 
No hay manera de saber que cuando los planetas se formaron en el nombre de tu pelo y los rayos de sol caían por tu pecho, mi corazón se hizo una estrella también. 
Basta con un colibrí para sostener toda ideología en nombre del amor y el universo, 
basta el polen para escupir la ciencia y venerar la soledad. 
Los latidos de las células resurgen en aquella conexión que ahora sólo reencarna en el libido. 
Se encontraba el motor del mundo
El espejo del otro
Xintiendo el cuerpo
Olvido de todo
Sintiendo el cuerpo dirían los expertos en la lengua que no la usan en la casa o en lugar parecido al paraíso.
Susurramos para reencarnar a los escritores como dioses en el desierto o en podredumbre
de las muertas en Juárez. 
La ciudad de México, la ciudad de mis pies, la ciudad de los venados que se traga mujeres para hacerlas maniquíes de narcos, presas de la belleza, puestas en La Merced. 
Decoramos nuestro lugar de origen alardeando de su arte,
el cuál es presa de la ceguera crítica que nos envuelve a todos. 
Poseo en la palabra a muchos, pero no me sé desvestir como una Pizarnik en el duelo o una Mistral sin pechos. 
Alardeo de tener en mis muelas sobredosis de anhelo. 
¡Oh cariño! ¿Pensabas que esto era un poema de amor, una canción sobre la inmensidad del cielo, un escarmiento a tu falta de voluntad? 
¡Oh cariño! Sociedad desafortunada que masturba todo signo de corrupción y muerde las lagrimas de los hombres, 
sólo sé escribirte con la franqueza que se adquiere en medio de la guerra. 
No olvides a tu santo patrono la televisión para la cual haces malabares como una filosofía de vida. Un disparo, un silencio, el ruido.



Visión

La maldad es un dogma para explicar los silencios de mis calles, 
Los bares, las galerías del centro, el espíritu de las rockolas es la melodía 
de mi ciudad derramada en la sangre. 
Al igual que la Maga de Rayuela hacer un hijo parado en el tiempo 
sería rescatar mi esencia en los brazos de la muerte
contar los pétalos derramados por los ojos a través del mar
del dulce viejo ciclope que aparece entre las almas,
antes de llegar al silencio cuando somos grandes.
antes de llegar al silencio estamos con los oídos enredados.  
fuimos niños recorrimos el hombro de mamá al sonido de Pimpinela
y cantamos por todas las calles matarile 
hoy jugamos con balas y navajazos de las bolsas. 
¿Sera que en esta patria todavía buscamos a nuestra madre, 
doncella de pelo encendido y labios abiertos, 
pulpa de tierra? 
No nos podemos concebir acaso como criaturas con circunferencia de los 360 º para gritarle al mundo  que en medio del equinoccio fuimos hijos del sol y de la lluvia? 
¿No podemos dejar de preguntar cuando se acaba la noche y comienza el día en una piedra de sacrificios llamada trabajo? 
Que acaso a nadie entiende que cazamos, matamos y vivimos como un dios en la podredumbre. 
Sigiloso escudo te protejo ante la bestia escondida de su pupila. 
La metralleta de mi hermano esta lista para arrodillarme antes de cruzar el rio, 
las nubes colorean el rosto de México ahora tan lejano. 



Si el amor da cocodrilos

Si el amor da cocodrilos es una infamia con orzuela tejida en el corazón,
una estela aplastada por las uñas rojas que acariciaron miles de sueños,
frutos diversos que bautizan al agua enferma,
de sangre que chorrea en las lenguas rebeldes.
El amor para muchos es carne,
para otros es una calle con letreros de se busca.







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