Lleny Díaz Valdivia
(Placetas, Cuba 1975). Escritora. Obtuvo varios premios de poesía en Cuba en eventos nacionales y provinciales. Colaboró con la revista Umbral y en otras publicaciones seriadas de la ciudad de Santa Clara. Ha publicado en poesía Confesiones al extraño (2011).
Escritora y poetisa. Obtiene sus primeros premios en el género de poesía en eventos nacionales y provinciales en la isla. Publica en la revista especializada Umbral sus primeros trabajos, así como en publicaciones seriadas de la ciudad. Emigra a los Estados Unidos en el 2010 con la firmeza de seguir escribiendo poesía y publicar sus libros. La suya es una obra que transita los caminos del amor y la nostalgia de un modo inusitado. En su primer libro: Confesiones al extraño, es la mujer, pero sin edulcoraciones nimias del cuerpo, sin la placidez de la palabra. Se da, pero se aparta, es lino pero hierro también “soy toda espejos si me miras, ningún indulto me hace falta”.
“Te quiero en fin, como si nacieras de mi muslo, como el ateo fiel de mi inocencia”. Ella, es la poetisa que no finge, que escapa y regresa. La de versos acerados y húmedos. La muchacha que se defiende más allá del silencio, más allá de la palabra.
Somos
Somos lo que seamos capaces de ser
con lo que han hecho con nosotros.
con lo que han hecho con nosotros.
Jean Paul Sartre
Nada calmará este instante
en que la noche es una patada virtual
sobre los ojos
marcado rumor
fascinando otros rumores.
Nada calmara este recuerdo.
Nada calmara nada ni el sonido inerte, ni la histeria.
El mar como cigarra en las entrañas.
Nada atenuara la ósmosis
mi karma roto en el silencio.
Vaciar el equilibrio
Complacencia al decirte que estoy loca.
Similitud, parecer entre asombros una fiera,
dominar Castilla y estar loca.
Querer morir y vivir a toda costa
el régimen salvaje de algún sexo
gloriosa insensatez de las espadas
cuando nada penetran.
Vicios,
escapar bajo la manga de Dios
escalonar mi alma sobre el miedo
y estar loca.
Caminar por los espejos tocando a la reina
vaciar el equilibrio, llamarte Felipe,
romper todas las hebras
y matarte y morirme sin más reino.
Y aplaudir, aplaudir en estos ojos nuevos
la partición de aquel sonido que a ratos,
nos llamaba sombra.
Sobre el recuerdo en la sala Carturla
Es posible aquilatar mi boca
posarla sobre el día
ordenar sus muchas incidencias.
Dije aquilatar mi boca,
lo mismo puede ser mi lengua
sonidos grises que apuran tu fantasma.
Aquilatar, preparar…
Enunciar otras guaridas,
dulces microbios entrando,
fecundando esta ciudad,
leve casa sobre el polo triste de mis labios.
es posible, desde este faro
saborear tu espalda que se abre.
Es posible aquilatar mi boca y olvidarte,
pero ya lo dije…
Solo es posible.
La cuerda rota
La isla es un espejo
pintándome los rostros.
Anatomía cierta
recorriéndome el dolor.
Cruzar el mar preciso espanto,
una cuerda rota
en cada día.
La isla se me rompe
entre la risa.
No alcanzan estas luces
para olvidar mi noche.
Los sillones gimiendo contra el miedo.
Ahora, es otra vez
la primavera en mis zapatos,
tengo vestidos para la esperanza
y un nuevo modo de saludar el día.
Pero siguen anclados los portales,
la hora del café,
casi sumisa.
La mano agitada pero suave
y el eco de los potros en el aire.
La isla es un espejo
y yo le miro,
le acaricio los ojos con ternura,
le pregunto por su hijos y me invento.
Luego creo que los barcos
me devuelven,
las últimas brisas de un invierno
que termina.
IMPACIENCIA
Olympe de Gouges se esconde en las butacas. Huye del miriñaque y los tratados. Inútil.
En mi casa no hay espacios para cuerdas, la muerte llegará envuelta en seda, solitaria de mi mano.
Tres toques en la noche, Olympe no escapa. No puedes. No existe el modo de escapar aún si en la constitución han sido revaluadas nuestras tetas. Desde qué otro sueño la amnistía llegará en traje de hilo y corbatas amarillas. No puedo responder, quiero mi ciudadanía, mi silencio.
Rompe mis butacas, descansa Olympe de Gouges. Vale más mi concha prematura, mi dedo abierto que ese infierno y su paja en la
cabeza.
Fabrico muñequitas, el graffiti se desplaza hasta los muslos. Ella asiente.
No faltes, escribe en los manteles. La noche se asemeja al comején y yo sostengo muñecas descreídas.
Fabrico muñequitas, me confieso. Voy del perro a la mentira. En el cuello amado encuentro esta fecha, 1791.
LAS COSAS EN SU SITIO
Rothko se desnuda
golpea.
Abre mi boca
sobre el lienzo.
Me cortan el cabello,
dice.
Sobre la espalda
una camisa
y el silencio.
Rothko apunta
desde su lágrima.
Te conviene la noche,
dice.
Hace falta
una distancia grave.
Y su corazón
resuena.
Te conviene vivir,
dice.
Me golpea.
Las cosas en su sitio
sobre todo el silencio.
No le digas
a Dios
podría escupir
contra tu cara.
Los platos dormidos
para pasar la noche.
El cuchillo cortado
y los padres
a gusto
en la pared.
LOS PÁJAROS NEGROS DE WALMART
entran al pico
por mi sombra.
Usurpan el rojo
los coches
de los niǹos .
La mano
de mi auto.
Los pájaros
de Walmart
tan negros
como el precio
de las frutas
tan negros
que comprendo
sus vicios de nadar
en el asfalto.
Sus roncas dentelladas
sobre el aire.
En Walmart
hay pájaros
pájaros muertos
en los pasillos
en las cestas
de pollos
en el agua.
Pájaros muertos
en el ojo del hombre
que por enésima vez
devuelve los panes
y se larga.
TERCER MOVIMIENTO
He escrito ciertas páginas, no he dormido. Un intermezzo y la piedra.
Tengo hambre. Nada puedo contra esas huellas en el centro del agua.
Acumulo ciertas telas debajo de mis ojos, a veces repito la palabra noche, pared y me levanto muerta.
He escrito pura mierda, pura estructura maloliente. Vivo en un país donde hay invierno y yo soñé alguna vez con los abrigos. Me levanto, ilumino vocales en las pestañas del vecino. Qué asco, qué asco tanto sueño.
El vecino sabe que mi cuerpo emerge, que dibujo esferas en la boca de mi amor. Es ajeno a nuestro vicio, sonríe y pide que abramos la puerta.
Mi amor y yo calzamos espejuelos. Ella repite que el país es una roncha azul y me alimenta.
Escribo. Hay un modo de acomodarse la sustancia. Una cita apenas con la carne, un modus operandi que no cesa.
Vivo en un país, no miento. Escribo desde un rincón muy absoluto. El vecino toca su fantasma, es otro intento por desnudar la puerta.
He escrito ciertas páginas. Afuera otro país despierta, es la cara de mi amor.
El vecino grita. Debo seguir abriendo puertas. Una palabra apenas, pura sombra. No he dormido.
Son las diez. Finale. Olga Kern sabe que no miento.
EUREKA
Barre
oh druida!
Incesante
murmullo
barbarie
desde el pecho
y hasta
el pecho.
Escarba
alumbra
su garganta
el pie soñado.
Oh druida!
Los hilos
atraviesan
mil inviernos.
Convénceme.
Convénceme.
GESTO OSCURO O LA POSIBILIDAD DEL CARPINTERO
El gesto no estaba en la cocina ni en
Los tulipanes, tan solo en mi cabeza,
Mi cabeza.
Anne Sexton
Abro la madera
con el ojo blanco
con la punta
del dedo
accidente
entre sábanas
y aplausos.
Cuando descubran
que no eran flores
sino agallas
qué será de ellos.
Esta respiración
cuesta un capital.
La madera
brilla sobre elotes
y no es el mar
dijiste.
A la hora del ruido
cuando sus cabezas
sean comidas
que dirán.
Cómo llegamos a vivir
entre sus manos
si no eran tulipanes.
SENTADAS A LAS SEIS
El barbero
sostiene
mis agujas la nieve.
Mi lengua entre las
lenguas.
Siberia se acomoda las
putas.
Julia Ormond fuma
sobre el ala
de todos mis sombreros.
La quiero para mi
te digo
se encienden las botellas.
Siberia es esa niña grande
gemela de mis ojos.
El barbero sostiene mi cabeza
presiona la corteza de los muertos.
La puerta, la puerta!
Por qué
la han cerrado?
LOTA
El portugués asiente fuma
introduce su mano.
Bishop es otra vez espuma
rojo pedal
silencio.
Es otra vez y es otra.
El portugués ha muerto
con el seno
y los ojos rotísimos.
La mano de Elizabeth Bishop
adentro,
adentro.
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