miércoles, 11 de febrero de 2015

KOSTAS STERIÓPOULOS [14.834] Poeta de Grecia


Kostas Steriópoulos

(Atenas, 1920), estudió literatura en la Universidad de Atenas (1954) y obtuvo el doctorado en la Universidad de Salónica (1972). Durante la Guerra civil (1946-1949) sirvió durante tres años como criptógrafo en Tracia y Macedonia. Maestro de Literatura e Historia del arte, fue nombrado lector en Literatura griega moderna en la Universidad de Atenas, puesto que perdió durante la dictadura de los coroneles (1967-1974). Sin embargo, a la caída de la dictadura, fue nombrado profesor de literatura neohelénica en la Universidad de Ioánnina. Autor de nueve libros de poesía, obtuvo el Segundo Premio Estatal de Poesía en 1960 y su obra ha sido traducida al sueco, polaco, rumano y búlgaro. 




Jardines bajo la lluvia

Discretamente dejásteis abierta vuestra puerta,
vuestra puerta de madera, jardines, para que entre la soledad.
Primavera, pero parece otoño
que muy temprano anocheció. Cielo nublado.
Escalones llenos de hierba. Fuentes de mármol.
Flores bajo el cielo pesado
que tristes se mueven despacio.

(Tarde tranquila, para ensoñaciones;
pasando bajo las frondas, acariciando los troncos,
para que hablemos de viejas primaveras, de recuerdos muertos.)

Y luego, cuando empieza fresca
en los surtidores gota a gota el agua
–círculos que se alejan buscando su música en lo pasado–
y luego, en alguna parte desaparecido, cuando empieza, un ángel triste

se erguirá para rezar
junto con las frondas y los troncos
que se reflejan de rodillas.

(No es estremecimiento de un tacto amoroso;
es viento que palpa asustado los pinos,
es el agua que susurra, la antigua amiga: la tristeza.)

Discretamente dejásteis abierta vuestra puerta,
para que entre la noche con la soledad.
Y a través fríos bustos
y bajo el cielo nublado,
fraternalmente caminando con la lluvia,
que hablen de viejos amores, de recuerdos muertos.

Versión de Francisco Torres Córdova





El peligro de la noche

Nadie sabe qué esconden tantas casas silenciosas,
inmóviles como estatuas,
cuando empieza a caer la noche
y en los jardines muere la primavera.
Casas silenciosas como estatuas
y estatuas cerradas como casas.

Las habitan almas,
se escucha que se mueven fantasmas
y el aire trae un olor a rosas muertas.

Rostros que brillan en la luz
o que pasando adivinas en la oscuridad,
y dejan una conmoción profunda.

No quieres más, no puedes.

Noche venenosa, sin fondo,
llena de destellos y fosforescencias.
Con exhalaciones de flores y hierbas,
sonambulismos y murmullos de hojas.

El peligro no es el peligro.

Versión de Francisco Torres Córdova




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