Frida Librado
Frida Lucía Sánchez Suárez nació en la Cuidad de México el 27 de agosto de 1993. Estudia el octavo cuatrimestre de la licenciatura en Escritura creativa y Literatura en la Universidad del Claustro de Sor Juana. Ha colaborado en dos números de la revista literaria Colectivo Diciembre- Diciembre en la sección de poesía bajo la dirección de Melissa Méndez. Actualmente está trabajando en un poemario en torno al cómic erótico mexicano.
El espectacular vómito de mi tío Angelo
Mi tío Angelo vomitó.
Vomitó sus tripas escurridas con ácido y sangre1.
Luego murió, dos días antes de mi cumpleaños. No tuve fiesta de cumpleaños.
Por su culpa.
El sofá terminó por someterse ante el amarillento pedazo de carne que expuso su enfermedad. Las cubetas al tope de sangre espantaron a su hija. La escena alhajada con perlas gelatinosas ennegrecidas por el cáncer debió ser sublime, pero nadie estuvo de humor para notarlo. Por el contrario, todos armaron un escándalo.
Le hablaron a su hijo que estaba en Manhattan sólo para avisarle que su padre agonizaba y dicho hijo no preguntó nada, sólo pidió que alguien le pusiera la bocina del teléfono a su padre. Nadie sabe qué le dijo, pero la gente cree que el oído es lo último que se va cuando la gente muere.
Vomitó.
Vomitó y terminó por recargarse en el respaldo de su sillón en búsqueda de la última mejor postura. Las manos tiesas y la boca abierta terminaron de completar el cuadro de la fatídica o mejor dicho, de la merecida muerte de mi tío Angelo (una buena muerte, a decir verdad). Pero no le bastó con irse del mundo de una manera increíble, también tuvo que arruinar mi fiesta de cumpleaños.
Es divertido ahora porque no estuve ahí Mas divertido aún porque fue cierto.
Con cariño, para mi tío Angelo
1.- En realidad sólo fue un pedazo del páncreas
2.- Quienes creen eso son mis tías de Puebla
3.- De hecho se llamaba Angel
Un cien piés un borracho y un sándwich
1. Un ciempiés, un borracho y un sándwich
Son las 2 am. Sé que me eché un ciempiés a la boca cuando di el primer sorbo de café.
Sé que ahora está corriendo por la parte trasera de mis dientes superiores.
Sé también que se acurruca a lo largo del paladar porque siento la vibración de sus patas entre la nariz
y
los pómulos.
Son las 2 30 am. Tocan la puerta de la recámara.
2 31 am. Es mi padre. No el ciempiés, mi padre.
Son las 2 39 am y mi padre, ebrio, toca la puerta... Sólo quiere un sándwich. Así, mi padre mendiga un sándwich a las 2 40 am...
Son las 3 am. No hay aguacate
2. La suavidad del aguacate
No hay aguacate. Mi padre desea, con todo su fervor de ebrio, dos rodajas de aguacate para su sándwich.
El problema con el aguacate es que es demasiado blando.
Frágil entre las mejillas.
Escupo el ciempiés.
Lo parto en dos.
Lo pongo a remojar.
Lo introduzco avinagrado en el sándwich que le doy a un ebrio.
3. Entre la mayonesa y la urticaria
El ciempiés casi no contiene sangre.
Solo hay que quitar las patas y amasarlo con mayonesa.
La urticaria que provocaría comerlo, por otra parte, hay que amasarla con paciencia.
La urticaria no se molesta en irritar insensibles.
Afortunadamente, mi padre sigue ebrio.
Autotrofía incompleta
Creo que no hemos entendido el canibalismo. Requiere desprendimiento.
El caníbal no es. El caníbal es un hombre lo suficientemente honesto como para purgar su instinto con su propia carne.
La mujer china que intentó comer el brazo de su bebé no intentó dañarlo.
Simplemente tenía hambre.
Ante los instintos nada es irrefutable.
Una joven china en condiciones de pobreza extrema tiene todo el derecho de comer aunque el menú ilumine las extremidades de su propio hijo, es más, el hecho de decir que es su hijo, me parece un argumento obvio y convincente para que ella pensara que tenía ese derecho, al fin y al cabo, uno decide que hacer con sus pertenencias. En este caso se trataba de un bebé.
¿qué acaso una vida no adquiere en el mundo la clasificación de objeto reemplazable?
Lejos de dios existe un mundo. Lejos del mundo no hay dios.Por ello, el canibalismo parece ser la única puerta abierta para acercarse a dios. El canibalismo nos acerca a nuestros semejantes, de manera más concreta, nos vuelve meta-hombres.
La china no comió a su bebé, a penas tuvo tiempo de morderle una mano.
La carne de un bebé es tan blanda que quizá no necesite cocción alguna, aún así, no pudo
despegarla del hueso.
El desconocimiento de un hijo es fácil cuando se tiene hambre.
El hambre da fe del reconocimiento de la carne.
La enfermera que acusó a la madre ya había desayunado.
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