viernes, 5 de agosto de 2016

TANYA COSÍO [19.040]


Tanya Cosío

Tanya Cosío. (Guadalajara, Jalisco, México, 1976). Poeta y actriz. Estudió en la Escuela Rusa de Actuación en México.

Ha publicado Jocabed y la ranura abierta (Plaquette. TAN-MAR Editores, 2003), Pequeño Panfleto en Gran Formato y Otras Cuartillas (Plaquette. TAN-MAR Editores, 2003), Indagación de lo correcto (Virtual. Crunch! Editores, 2004), De lo roto (Virtual. Crunch! Editores, 2004) y Ronda de muertos (Editorial Andrógino-Versodestierro, 2005). A ba ni cos, Mi locura es una cuerda rota, Canto de cerdos, Poemas para poetas, De raíz y tierra y Coatlicue. Publicó la obra de teatro: A salto de frontera (Bululú de la inmigrante). Algunos de sus poemas han sido antologados en Perú, Estados Unidos, España, Portugal y México. Pertenece a la Compañía de teatro La Escena Muda.




Epílogo

Sólo para ser justos, para hacerle justicia al árbol 
cada hoja donde se escribe un poema 
debería tener unas cuantas ramas por donde se filtre la luz 
alguna ardilla por el tronco de la tinta 
y uno que otro pájaro cantando.



Cicatriz

para Carlos Edmundo de Ory y Laura Lachéroy de Ory

Corro dentro de mí
como judía en el holocausto
como mujer embarazada de Acteal
como niña quemada de Hiroshima
como poeta en el GULAG
corro dentro de mí
me encuentro con otros
que también van corriendo
sin saber a dónde vamos
a dónde acudir
en dónde guarecer nuestras manos
nuestra boca desdentada
nuestros cuerpos hechos hilo
corremos dentro de nosotros
somos nosotros mismos quienes nos perseguimos
no nos alcanzamos
cuando nos alcanzamos
ya estamos a un paso de ser nuevamente polvo
cicatriz del alba
cicatriz del tiempo
cicatriz de siglos.
Cicatriz encerrada
clausurada
cicatriz en la mejilla
golpeada
de Dios.



Día de suicidadas

para Jesús Fernández y José Ramón Ripoll

Hoy fue día de ver suicidadas
hoy veía tantas poetas que se suicidaron
que casi por puro reír
se me antojó tomarlas por las manos
cantar en el mismo prado que ellas
mi elección fue lento suicidio
lento desgarrarse de carne y corazón
será ponerme colgada en la carnicería
como carne siempre fresca y no cocida
carne siempre abierta y jugosa
que ofrenda ojos y panza.

Descubrí tantas suicid-hadas que me dieron ganas de cantar llorando
y canté bajito para que no se oyera
para que no me oyeran

-porque quizá como Moiras vendrían por mí-

tan bajito que apenas sí lloré mientras me rodaban las lágrimas.

Alfonsina decía: no preguntes por qué llora una mujer
pero los hombres también lloran cuando matan
no sólo matamos lo que amamos
sino que también amamos lo que matamos.
Damos muerte con tal arte que es más amor que cuando viven:
bombas, pecho atravesado por balas que llegan y horadan
hasta las piernas, con machetes y cuchillos relucientes
recién pulidos con los dientes del hambre y la guerra
vaginas destrozadas de puro meterles la carne
pezones en hilos sin Vía Láctea.

Matamos lo que amamos porque el amor no existe 
y un día lo inventamos para poder matarnos.



A Ramón

Verde que te quiero
Verde, Velarde.
Ver Arde.

¿Verdad, Velarde?

La Vela que Arde en Velarde.

Vela que no Arda
Nuestra Suave Patria
Velarde.



País

Las muecas de los desaparecidos
son el cuello de la botella
que un mago borracho lanzó al mar
creyendo adivinar los deseos 
de quienes siempre pierden.



Golpes de inmortalidad

No son las ciudades ni los hombres
no es la gente que puebla los espacios
ni la injusticia, ni los cuerpos que sobre ti respiran.
Es la innata indiferencia de la humanidad 
su golpe mortal y el oprobio.
Aplastacabezas que nunca termina por romper el cráneo.




[POEMAS PARA POETAS], Tanya Cosío, México, Vol. 5 Cascada de Palabras, cartonera 2014

para Abel Plascencia y Yatzil del Carmen

para Renata y Leonora



Marina Tsvietáieva

El dolor que mi mano empuña:
equivocación de ángeles trasnochados, corolario de Cristo.

De lo que mi mano es plañidera Marina
es de rastrojos, del día que nunca fui.
Guerras atadas a tu listón, cabellos que son siglos.

Lo que me duele no es el pecho, sino tu mano.
Tu desesperación Marina sobre los campos rusos
tu cuello Marina cómo punzan los ojos y sonroja tu propia ejecución.

Con tus versos la mortaja que fue nudo para cubrirte.
Tú eras eterna y tus contemporáneos te desollaban.

Hay un rastrojo que arranco cada día de tus versos
limpio la página para escucharte más allá del idioma, del recuerdo y la historia.

Dejo a mi espíritu indagar entre tus horas
espacio-tiempo donde comiste, bebiste y naufragaste en camas agónicas.

Entre el amor, Sóniechka y tus hijas, una consumida a destiempo
otra encaminada a cubrir con tus ojos al sueño a través de la pintura.
Me quedo con tu dolor y con tu amor, nada despreciaría de usted Marina.
Desde un sol marino te miro y contemplo tus días vivos y llenos.
Hay días en que soles amanecen de tus palabras
iluminan el cotidiano ir y venir de países y cosas.

Ya no distingo entre el blanco de tu carne y el rojo amoratado de tus labios.
Empuño a la palabra como tú en tus quejas y declaraciones.

Me declaro vencida por y para la Poesía.



Raúl Zurita

Los poetas van cargando pesadamente sus poemas muertos
pero son los poetas quienes van haciendo que el universo
se mueva por segundos al tocarlo con dolor y palabra.
En tu voz languidecen ecos de miles de años, millones de hombres y mujeres
que siempre nos somos a través del tiempo.
El dolor que nosotros cargamos lo decimos, contamos, gritamos,
pintamos, actuamos, danzamos, esculpimos.
El dolor que otros tienen lo disimulan frente al televisor.
Unos cargan con sus palabras muertas otros con sus imágenes muertas
o con sus cuerpos muertos. Más pesado es cargar con todo un cuerpo.
La comprensión se hace de hilos diferentes con distintos pesos
tamaños y silencios.
El dolor del hombre lo arrimamos a Dios
mientras Él nos toca con sus rancias manos
nos bebe en sangre y nosotros a Él.
Otros y otras siguen frente a monitores
cargan su ausencia de dinero, enfermedades y frutos.
Escuchan la publicidad que nace de una pluma con imagen
que busca dinero porque con eso cuentan que cuentan
que cuentan que en últimas fechas se cura la ausencia de techo,
se cura el caminar, se obtiene auto y viajes, vinos,
comidas y ropas que enrojecerían cualquier paladar.



Paul Celan

Madre mía, pienso que tú eres una madre
como lo era la madre de Paul Celan...
¿Madre mía, cómo es posible que asesinaran a tantas madres?
Madre mía, ayúdame a comprender
cómo la mano se vacía sobre el agua
cómo una gota puede correr sobre el corazón de la rosa y dejarla intacta.
Enséñame la diferencia entre una gota y otra que caen del lacrimal y lagrimal.
Madre mía, Paul Celan tenía una madre.
Madre mía, Paul Celan tenía un padre.
Padre mío, dime cómo siendo Padre
permitiste que a tus hijos Padres
que a tus hijas Madres
un viento las condensara.
¿Es que tú no existes Padre?
¿Es que tú no existes Madre?
Por la madre, el padre, y el hijo Celan
Oro
Oro por sus versos
Oro por sus llantos
Oro por tantos
cuerpos incinerados delgados que como llagas se elevan bajo tu sombra.
¿De cuáles sombras brota tu sombra?
¿Bajo cuál luz tus ojos dejarán de ser oscuros?
¿Cuántas Madres y Padres yacerán bajo tu yugo?
¿Cuántos hijos caminarán bajo el espectro que no alumbra y sin embargo seca?
PADRE MÍO
¿Es que tú escuchas el llanto de mi Madre que bajo su propia sombra se acurruca?
Madre, hay muchas Madres y Padres que caminan bajo el sol...
¿Es bajo el sol que asesinan?
¿Bajo la miopía de la luna?
¿O es que el Padre y la Madre se quedaron tuertos y sólo a ellos se alumbran?
Es que está quieta la Tierra
mira en silencio el derrumbe
nadie calla y nadie grita
sólo los cuerpos derrumbes en polvo
entregan su cuota
para que alguien un día, se arroje
sobre el río
                  -a buscar-
no un guijarro sino la gota que cayó

sobre una rosa

-que fueron siete-

¿y que sobre un poema nos alumbran?

Madre, Padre                                                                                                           
coloquen sus cabezas bajo la luz de Celan
que en versos nos alumbra
bajo la penumbra de su corazón.
Es a nuestro pueblo grande a quien canta
aunque otros se empeñen en diferencias
a fuerza de desgarrar gargantas y entrañas
digan –esto es distinto-
 Y sólo sea una Madre y un Padre
de un Celan -Antschel- quienes cayeron.

¿Madre, a cuántos asesinan al día?
¿Padre, quién no era tu hijo?



Claribel Alegría

Querida poeta, nuestro pagaré a cobrar
lo pagamos con la vida.
Nuestras letras brincan
al recibir tus palabras:
nuestra originalidad nació con el día
somos flores frescas
recién despiertas
que ninguna mano
-nunca-
podrá podar.
Tus mensajes-manantiales
nos hacen creer que el tiempo
es un sueño generoso
donde seres arrebatadores
nos salvarán
a través de la piedad,
la sonrisa, la Poesía.



Dulce María Loynaz

Es necesario quedarse callada 
dejar los ojos quietos al cerrarlos escuchar al río invocar en tu jardín.
¿Dulce María, de qué tierra nos estás hablando?
¿De qué isla y de qué canto?
Trémulo musitar palabras que son llagas como tales se hincan tras nuevas heridas.
Lenta aquiescencia del alba con tu estanque.

¿De qué hablas Dulce María que letra y viento te escuchan y sangran?
Será a ti a quien presintiendo
¿Vallejo escribió Trilce?




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