jueves, 25 de agosto de 2016

DEMIÁN BIEDNI [19.076]

Lenin con Demián Biedni


DEMIÁN BIEDNI

(Rusia, 1879-1945)




Versiones de Nicanor Parra


EPÍLOGO D E L P O E M A
"LA CALLE MAYOR"

Vueltas y más vueltas del carril de la historia... 
Ha sonado la primera campanada. ¿O será la segunda? 
Años terribles de lucha titánica, 
esa es nuestra victoriosa corona de laurel. 
     Hermanos, no creáis en la lisonja adormecedora: 
   "¡Sois los vencedores! Nos hincamos de rodillas." 
     No creáis, tampoco, en el cobarde lloriqueo. 
   "¡Nuestras vicisitudes no tienen fin!" 
No ¡mporta que piensen que nuestra Calle es un traspatio 
junto a la Avenida Mundial del enemigo. 
¿No es un hecho que esa avenida, muerta ya, 
se sostiene sólo con puntales e ilusiones? 
   Al avanzar por nuestra Calle Mayor retrocedimos, 
   pero, después de retroceder ante una fuerza superior, 
   Avanzábamos. Una y otra vez. 
No importa que la línea mundial del frente rojo 
sea intermitente. No importa que no sea recta. 

¿Vamos por esa razón a estallar en palabras de desaliento? 
¿Acaso ella no se fortalece día a día, acaso no se fortalece 
nuestra línea? 
     Montemos guardia ante lo conseguido a fuerza de tantos sacrificios, 
     observemos vigilantes los punteros del reloj. 
     Estremece la lejanía 
     el tronar de vivas voces de combate. 
Hermanos, escrutad las luces distantes, 
prestad oído al lejano tronar: 
son nuestras templadas reservas que avanzan. 
¡Rataplán-plán-plán! 
¡Rataplán-plán-plán! 
Avanzan, avanzan, avanzan, avanzan, 
unidas en cadenas de eslabones de hierro, 
pasos marciales avanzan imponentes. 
Avanzan imponentes, 
avanzan, 
avanzan 
sobre el último reducto mundial...

1922




NADIE SABÍA

(22 de abril de 1870)

Era un día como tantos otros, natural y corriente, 
envuelto en una bruma gris. 
Severa sonaba la voz potente 
del guardia en la esquina. 
En la catedral, el arcipreste oficiaba 
orgulloso del brillo del solideo.
Por la puerta de la taberna, 
el amanecer, iban y venían los borrachos. 
En el mercado se insultaban las vendedoras, 
zumbando como moscas en torno a la miel, 
y las burguesas se alborotaban, sin despegar la vista 
de las piezas de tela, 
entre los puestos donde se vende el percal. 
Un mujik miraba con muda tristeza 
la puerta de una oficina frente a un fragmento del "manifiesto", 
que amarilleaba sobre un tablero descolorido. 
En la atalaya el bombero daba vueltas como una fiera encadenada, 
y los soldados, 
bajo una granizada de blasfemias, 
cumplían órdenes a campo abierto. 
Una hilera de carretas reptaba hacia el río. 
Los cargadores enharinados se desplazaban de un lado a otro. 
Unos gendarmes conducían bajo custodia a un estudiante andrajoso. 
Un obrero con sus copas en el estómago chillaba 
"¡Pobre estudiante, que te vaya bien!" 
Nadie tenía idea, 
nadie en toda Rusia, cargada con su cruz milenaria, 
sabía que en un día tan corriente como ese en Rusia... 
había nacido Lenin.

22 de abril de 1927



ANTOLOGÍA DE LA POESÍA SOVIÉTICA
de ALEXANDER NAKAROV. Ediciones Júcar, 1974.












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