lunes, 1 de agosto de 2016

PAMELA GILLILAN [19.018]


Pamela Gillilan

Nació Pamela Johnson en el norte de Londres barrio de East Finchley el 24 de noviembre de 1918. Su padre, William, era un graduado en Goldsmiths, profesor de arte en una escuela para delincuentes juveniles; su madre Winifred enseñaba inglés; tuvo dos hermanos más jóvenes, David y Michael.

Pamela murió el 26 de octubre de 2001. Le sobreviven sus tres hijos y tres nietos. Sus cenizas y las de su esposo David están enterradas al pie de un roble en un bosque cerca de Mevagissy en el sur de Cornualles.

Tuvo un negocio de decoración en Cornwall durante muchos años. Publicó su primera edición de poesía a los 68 años (hay tiempo, hay tiempo, decía...). 




CUATRO AÑOS

El olor de él se fue pronto
De todas sus camisas.
Las mandé a 'ropa usada',
Junto a los sweaters y los trajes.
Los zapatos 
Retenían más de él; estaba impreso
En sus zapatos. No los quemé
Ni los tiré ni los dí.
El tiempo los ha desnaturalizado ahora.
No queda nada.
Nunca habrá 
Un pelo suyo en un peine.
Pero quiero creer 
Que en el movedizo polvillo de la casa
Ínfimas presencias aún derivan:
Una pestaña,
Una dura medialuna cortada de una uña de la mano,
Que a veces
Entre los pliegues de una cortina
O las tapas de un libro
Toco
Una laminilla de su piel.

http://inutilesmisterios.blogspot.com.es/



Four years

The smell of him went soon 
from all his shirts. 
I sent them for jumble, 
and the sweaters and suits.Hanger_by_mnemonix_at_flickr_2 
The shoes
held more of him; he was printed 
into his shoes. I did not burn
or throw or give them away.
Time has denatured them now.

Nothing left.
There will never be 
a hair of his in a comb.
But I want to believe
that in the shifting housedust
minute presences still drift:
an eyelash,
a hard crescent cut from a fingernail,
that sometimes
between the folds of a curtain
or the covers of a book
I touch
a flake of his skin.




Four Years Later

The smell of him went soon
from all his shirts.
I sent them for jumble,
and the sweaters and suits.
The shoes
held more of him; he was printed
into his shoes. I did not burn
or throw or give them away.
Time has denatured them now.

Nothing left.
There will never be
a hair of his in a comb.
But I want to believe
that in the shifting housedust
minute presences still drift:
an eyelash,
a hard crescent cut from a fingernail,
that sometimes
between the folds of a curtain
or the covers of a book
I touch
a flake of his skin.

in Staying Alive: Real Poems for Unreal Times (2002), ed. Neil Astley








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