martes, 9 de agosto de 2016

JOHN RUSKIN [19.052]


John Ruskin

John Ruskin (Londres, Inglaterra, 8 de febrero de 1819 - Brantwood, Cumbria, Inglaterra, 20 de enero de 1900) fue un escritor, crítico de arte, sociólogo, artista y reformador social1 británico, uno de los grandes maestros de la prosa inglesa. Influyó notablemente en Mahatma Gandhi. Abogó por un socialismo cristiano.

John Ruskin era hijo de un rico comerciante de vinos, cosa que influyó mucho para que él pudiese viajar a distintos lugares de Europa durante su juventud. Se crió en South London y fue uno de los promotores de la constitución de la compañía Ruskin, Telford y Domecq. Con su trabajo influyó notablemente en los gustos de los intelectuales victorianos. Entre sus amistades personales se contaba la familia de Robert Baden-Powell, a quien enseñó y vio crecer.

En 1837 ingresó en Oxford, universidad a la que le legó, una colección de grabados, dibujos y fotografías; también fundó una escuela de dibujo para los estudiantes. En la actualidad se conserva parte de sus obras entre dibujos de la naturaleza y otros más de distintas catedrales góticas.

Ganó un importante premio con su poema «Salsette and Elephanta» en 1839 y se graduó en 1842. En 1843 apareció el primer volumen de «Modern Painters, by a Graduate of Oxford», en el que Ruskin sostenía la superioridad de los paisajistas modernos sobre los viejos maestros. Descubrió al famoso William Turner, al que dedicó un famoso ensayo. Sucesivos volúmenes dilataron el tema hasta convertir la obra en un amplio tratado acerca de los principios que debían constituir los fundamentos del arte, lo que contribuyó a consolidar su prestigio como maestro esteta y crítico de arte. Su teoría sobre la arquitectura es meramente moral, una filosofía que está en busca de la verdad. En tanto que aplicó consideraciones parecidas a otro dominio del arte en sus «Seven Lamps of Architecture» (1849) donde apuntaba una especie de leyes o bases, que todo artista al momento de crear debe obedecer, y enumera siete:

Sacrificio, Verdad, Poder, Belleza, Vida, Memoria y Obediencia. Ruskin considera estas cuestiones como extra arquitectónicas.

En cada capítulo contiene abundantes principios técnicos y agudas observaciones sobre arte clásico y medieval. Ejemplos tomados de obras maestras de la arquitectura francesa e italiana. También sus «Stones of Venice» (1851-1853), obras que analizan la importancia religiosa, moral, económica y política de la arquitectura doméstica.

•Ideas «socialistas de Sheffield»

•Fundó la “Company of St George” para la mejora social y las artes útiles, desde donde defendió un Ornamentalismo ligado a la reforma de la sociedad; así como también, defiende la idea de que la restauración de edificios, es una destrucción no sólo para la arquitectura, sino también desde el punto de vista histórico. La restauración de vestigios arquitectónicos, según la filosofía de aquella época (prácticamente filosofías del resplandor del movimiento romántico), lleva a la destrucción de ideas, valores e ideales morales e históricos que nacieron con eses monumentos. Ruskin insiste, en que los estilos arquitectónicos ya existentes, bastan para las necesidades de la sociedad contemporánea; y concluye de manera dogmática, que no quiere nuevos estilos arquitectónicos. según él, cada estilo arquitectónico debe de someterse ala lámpara de la verdad ( lamp of truth) para ser aceptado como estilo universal. Para Ruskin, cada obra arquitectónica, debe poder deducirse de la naturaleza en su calidad de creación de Dios; es decir, cuando procede de la naturaleza del hombre, por una parte de sus facultades artesanales y las leyes naturales de los materiales empleados, y por otra, un uso acorde a la naturaleza de los mismos; además, exige sinceridad y amor a la verdad en el ámbito de construcción. prefiere materiales como la piedra y la madera, y observo que la elaboración de nuevos materiales puede ampliar las posibilidades de la arquitectura; Ruskin solo acepta esos nuevos materiales si son producidos directamente por el hombre de manera natural o artesanal. En su opinión, el uso de estructuras de hierro son una violación a la naturaleza; pero en el marco de una arquitectura meramente utilitaria, Ruskin tolera el uso de estos materiales, otorgándoles una dignidad propia, por lo que establece una diferencia entre la arquitectura como expresión de belleza libre de toda utilidad, y la arquitectura del ingeniero, que es utilitaria. En pocas palabras, son esferas separadas dentro de la misma burbuja de la arquitectura. Los argumentos de Ruskin son estéticos; se basa en la coherencia de los efectos en la pintura, y defiende un ideal de diversidad arquitectónica. desarrolla un abanico de adornos arquitectónicos que van desde lo orgánico hasta formas más abstractas.

La obra de Ruskin destaca por la excelencia de su estilo. Rebelándose contra el entumecimiento estético y los perniciosos efectos sociales de la Revolución industrial, formuló la teoría de que el arte, esencialmente espiritual, alcanzó su cenit en el Gótico de finales de la Edad Media, un estilo de inspiración religiosa y ardor moral:

“La arquitectura no es sólo técnica de construcción, también es arte, es el arte que dispone y adorna a los edificios levantados por el ser humano para el uso que sea, de modo que la visión de ellos contribuya a su salud mental, poder y placer...”

John Ruskin veía en la naturaleza, en las flores y en sus hojas, formas que podían ser llevadas a la arquitectura, y así el hombre podía entablar en el recinto arquitectónico, una sensación de apacibilidad, serenidad y belleza.

Su idea de belleza posee una doble naturaleza: la belleza abstracta de las cosas, sin ninguna consideración más que la forma, y la que se puede reconocer tras un proceso de elaboración y trabajo paciente del artista en la obra (de ahí su gran admiración por Fra Angélico).

Entabló amistad con los pintores Dante Gabriel Rossetti, Edward Burne-Jones y John Everett Millais; éste último, se casó con la esposa de Ruskin después de que se separaran.

También es conocida su fascinación hacia la belleza de las niñas. En 1859 Ruskin conoció en una escuela infantil de Wington a la que será más tarde su esposa, Effie Gray, de 12 años de edad. Según K. Clark en '3 Ruskin Today' , Ruskin tenía: "...una noción infantil de la feminidad, mitad gatito, mitad reina de las hadas, y cuando la confrontaba con la realidad retrocedía horrorizado" ("... a boyish notion of feminity, half kitten, half fairy queen, and when confronted with the real thing, he shrank back in horror").

Señaló a Rafael como autor del pecado de pintar con más detalle unas partes que otras. Los alumnos de Ruskin fueron llamados prerrafaelistas. Él mismo señaló a este grupo como la esperanza artística de Inglaterra.

Como economista y reformador social, se manifestó franco e inflexible enemigo de lo que consideraba egoísta y letal en las doctrinas de la llamada escuela manchesteriana, siendo en esta esfera donde se concentró su serie de cartas dirigidas a los obreros y braceros del Reino Unido, que influyeron en los reformistas sociales durante tres generaciones. Obtuvo la primera cátedra Slade de Arte de la Universidad de Oxford en 1869, cargo que ejerció hasta 1879. Legó a esta Universidad una importante colección de grabados, dibujos y fotografías, además de donar una importante suma de dinero para la creación de un centro de enseñanza del dibujo. Ruskin ilustró numerosas de sus obras con dibujos de su propia mano. Desde 1885 hasta su muerte en 1900 vivió retirado en Brantwood (en el noroeste de Inglaterra), después de que en 1889 quedara incapacitado por el agravamiento de los episodios de locura que venía padeciendo desde 1870. Entre sus obras sobre asuntos económicos, sociales y éticos destacan Sesame and Lilies (1865), Ethics of the Dust (1866) y Crown of Wild Olive (1866).

Obra

El espectro de temas abarcado por Ruskin fue muy amplio. Escribió más de 250 obras que empezaron en la historia y crítica del arte, pero que terminaron en materias tan variadas como la ciencia, geología, crítica literaria, ornitología, los efectos de la polución sobre el medio ambiente o mitología. Después de su muerte, sus obras fueron recogidas en una extensa colección, llevada a cabo por sus amigos Edward Cook y Alexander Wedderburn en 1912. Solo un índice así de extenso es capaz de reflejar la amplitud e interconexión de todos sus pensamientos.

Pintores modernos (1843-1860). Su primera obra, concebida en defensa del paisajismo de Turner.
Las siete lámparas de la arquitectura (1849). Su obra fundamental, donde desarrolla sus ideas estéticas.
Las piedras de Venecia (1851-1853). Obra escrita tras sus estancia en Venecia, también exponente de sus ideas estéticas, así como de su visión sobre el Gótico.
Conferencias sobre la arquitectura y la pintura (1853).
Economía política del arte (1857).
Dos caminos (1859).
Unto this last (1860-1962). Obra que influenció a M. Gandhi.
Sésamo y lirios (1865).
La moral del polvo (1866).
La corona de olivo silvestre (1866).
Fors Clavigera (1871-1887). Cartas a los obreros ingleses.
Las mañanas en Florencia (1874)
La Biblia de Amiens (1880-1885).
Praeterita (1885-1889). Biografía inacabada.


LAS COLINAS DE CARRARA

En medio de un valle de hojas florecientes
    donde la vid alarga su raíz sinuosa
y abultada se abate la gavilla otoñal
    y los olivos derraman su atezado fruto,
    y vientos leves, y aguas nunca mudas,
hacen de jóvenes ramas y guijarros límpidos
    un laúd universal.
Y aves vivaces, por el oscuro soto de mirto,
perforan con breves notas, y un plumaje bañado de rocío,
el silencio y la sombra de las sosegadas avenidas.


II

Lejos en la profundidad de cielos sin voz
    donde calmas y frías se esparcen las estrellas,
se alzan los cerros de la pálida Carrara.
    No hay ruido ni tormenta, ni rudo torbellino,
que puedan quebrar su serenidad de mármol solitario;
    los relámpagos carmesí en torno de sus cimas
podrán sostener sus fogosas disputas:
    ni escuchan ni responden; su venturoso descanso
no lo adornan cogollos, ni verdes pastos, ni el aliento
de cosa moviente alguna altera su atmósfera de muerte.


III

Pero más abajo, en un sueño plegado,
    se extienden borrosas formas de vida celestial 
de pálidos ceños y ojos vagos, sumidos
    en una dulce paz de sombra somnolienta,
cuyos miembros retorcidos, ataviados de roca,
    descienden como olas blancas sobre el humano pensamiento,
manifestado en sueños intranquilos;
    en sus secretos hogares de deseada duermevela,
se elevan inmortales, hijos del día,
brillando con divinas formas en la tierra, y en su ruina.


IV

Sí, donde los brotes tienen su origen más brillante,
    donde ampliamente reluce un florecer de oro,
allí se desliza la serpiente y se afana el gusano
    y negra la tierra se extiende por debajo.
¡Ah! no pretendas conocer el alma de los hombres;
    que visten con aparentes sonrisas sus baldíos parajes;
las palabras que se toman a broma el infortunio
    despiertan no con menos ligereza, pese al corazón roto,
al corazón burlón, que apenas se atreve confesar
incluso para sí, la fuerza de su propia amargura.
Ni juzgues que aquellos de frías palabras,
    los de frentes oscuras, los de corazón de acero,
con la fuerza acostada, furtiva, solapada,
    de pensamientos que ocultan y punzadas que sienten,
    necesiten de una cavilación en respuesta para romper su sello,
¿quién puede saber qué olas batirán el mar callado,
    bajo el pobre llamamiento
desde costas lejanas, de un viento que no sientes?
Qué sonidos se despertarán dentro de la caracola,
sensible al encanto de quien sabe tocarla.

(Traducción, Andrés Catalán)



The Hills Of Carrara

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Amidst a vale of springing leaves
Where spreads the vine its wandering root
And cumbrous fall the autumnal sheaves
And olives shed their sable fruit,
And gentle winds, and waters never mute,
Make of young boughs and pebbles pure
One universal lute.
And bright birds, through the myrtle copse obscure,
Pierce with quick notes, and plumage dipped in dew,
The silence and the shade of each lulled avenue.


II

Far in the depths of voiceless skies
Where calm and cold the stars are strewed,
The peaks of pale Carrara rise.
Nor sound of storm, nor whirlwind rude,
Can break their chill of marble solitude;
The crimson lightnings round their crest
May hold their fiery feud-
They hear not, nor reply; their charmed rest
No flow'ret decks, nor herbage green, nor breath
Of moving thing can change their atmosphere of death.


III

But far beneath, in folded sleep,
Faint forms of heavenly life are laid
With pale brows and soft eyes, that keep
Sweet peace of unawakened shade,
Whose wreathed limbs, in robes of rock arrayed,
Fall like white waves on human thought,
In fitful dreams displayed;
Deep through their secret homes of slumber sought,
They rise immortal, children of the day,
Gleaming with godlike forms on earth, and her decay.


IV

Yes, where the bud hath brightest germ,
And broad the golden blossoms glow,
There glides the snake and works the worm
And black the earth is laid below.
Ah! think not thou the souls of men to know;
By outward smiles in wilderness worn;
The words that jest at woe
Spring not less lightly, though the heart be torn,
The mocking heart, that scarcely dares confess
Even to itself, the strength of its own bitterness.
Nor deem that they whose words are cold,
Whose brows are dark, have hearts of steel,
The couchant strength, untraced, untold,
Of thoughts they keep and throbs they feel,
May need an answering musing to unseal,
Who knows that waves may stir the silent sea,
Beneath the low appeal
From distant shores, of winds unfelt by thee?
What sounds may wake within the winding shell,
Responsive to the charm of those who touch it well.










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