MARIO BRASCHI
Mario Braschi Rodríguez (“Riomar”, 1840- 1891). Periodista y editor puertorriqueño.
Mario Braschi nació el 19 de enero de 1840 en el municipio Juana Díaz, en la región sur de Puerto Rico. Fue periodista, editor y fundador de varios rotativos en la Isla. Debido a su línea editorial autonomista, así como a sus críticas contra la iglesia católica, fue censurado en diversas ocasiones por parte del gobierno español.
Aunque no dejó libro ninguno que dé á las nuevas generaciones idea clara de su talento y de su estilo, no sería justo prescindir en esta Antología de un luchador por la cultura y las libertades públicas tan ardiente y asiduo como Mario Braschi.
Nació en Juana Díaz, el 19 de enero de 1840, y en ese mismo pueblo recibió la instrucción primaria.
Su vocación por las tareas periodísticas le llevó en los primeros años de su juventud á Ponce, y empezó á publicar crónicas y artículos varios en los periódicos de aquella ciudad, con el transparente seudónimo de Riomar, que después cambió por el más expresivo de Cantaclaro. Había ya en estos trabajos cierta tendencia incisiva y mortificante para la administración y el gobierno de la colonia, y el censor de imprenta hacía con frecuencia destrozos en los artículos del novel escritor.
Vino luego con la Revolución española de 1868 mayor actividad en la lucha política y más amplitud en la legislación de imprenta, y Mario Braschi fundó y dirigió entonces en aquella misma ciudad, un semanario satírico titulado Don Severo Cantaclaro, que hizo campañas vigorosas en favor de la abolición de la esclavitud, contra el restrictivo régimen colonial, y contra los excesos del clericalismo. En este semanario colaboraba desde San Juan el poeta Gautier Benítez.
La reacción que siguió á la caída de la República española en 1874 mató á este valiente periódico, y Mario Braschi ocupó, algunos años después, una plaza de redactor en un periódico trisemanal titulado El Pueblo, fundado y dirigido en Ponce por don Ramón Marín.
Fundó allí también Mario Braschi El Heraldo del Trabajo, en el que agitó briosamente varias cuestiones sociales de importancia, y fué más tarde redactor de la Revista de Puerto Rico, fundada por don Francisco Cepeda, que produjo una gran agitación política en Ponce, á raíz de los sucesos lamentables del año 1878. Fué también redactor principal de un semanario titulado La Juventud Liberal, y director de una revista masónica, titulada El Delta.
Por último fué llamado á Mayagüez para que dirigiera y redactara el valiente periódico La Razón, que había fundado y dirigido el Sr. Freyre, y después de realizar allí una buena campaña en favor del régimen autonómico para su país, contrajo la enfermedad que le produjo la muerte en 19 de diciembre de 1891.
Era un escritor muy activo y animoso, gran agitador de ideas liberales, patriota decidido y leal, y amigo consecuente hasta la abnegación.
Periodista de batalla, no tuvo nunca tiempo ni paciencia para perfeccionar su estilo ni para dar forma muy académica á sus trabajos. Escribía con gran rapidez, y no revisaba lo escrito sino después de haberlo dado á la imprenta.
Sus párrafos eran muy cortos, como los versículos hebreos y la prosa rápida y enérgica de Victor Hugo, forma que se adapta mejor á la estructura del idioma francés que á la flexibilidad y gallardía del castellano.
De aquí la dificultad de elegir un trabajo suyo que pueda servir literariamente de modelo á la juventud estudiosa. Todo en Mario Braschi fué excelente y ejemplar, excepto su estilo de escritor.
Era en él instrumento de combate antes que ostentación decorativa.
El siguiente artículo suyo forma parte de la colección publicada con motivo de la muerte de Gautier Benítez:
¡EN EL INFINITO!
Á La Memoria del Malogrado Poeta Portorriqueño
D. JOSÉ GAUTIER BENÍTEZ
Los genios suelen descender de las alturas á la tierra, así como descienden los ígneos rayos del soberano de la luz: éstos, la calientan y fecundan; aquéllos abren á la humanidad senderos de fe, de esperanza y de amor. En su paso, son breves como la aurora.
I
Una tumba... y una lira...!
Una tumba...! es decir, la eternidad...!
Una lira...! es decir, el arte, la poesía, el genio. Lo misteriosamente grande, lo bello, lo inmortal: he ahí lo que ahora contempla mi espíritu.
En ese sublime consorcio de lo infinito y de lo imperecedero, está envuelta una memoria para Puerto Rico; esta dulce patria de nuestros amores.
Una memoria tan querida, como es querida una esperanza hermosa.
La memoria de uno de sus poetas que, con el corazón enfermo, así enfermo, palpitaba por ella: era JOSÉ GAUTIER BENÍTEZ.
Poeta de cuya alma brotaban raudales de sentimiento, como de los espacios brota la luz.
Poeta de mente soñadora, de inspiración ardorosa, de fibras delicadas; que se olvidaba de sus dolores, y cantaba.
Cantaba, como canta el ave en las enramadas del bosque donde está su nido.
Puerto Rico era su bosque idolatrado, y referíale sus cuitas en armoniosos trinos.
Alma modelada en el sufrir, su acento era, á veces, un quejido.
Alma centelleante de amor y de poesía, también derramaba ternuras y bellezas al son de las cuerdas de su lira.
El sentía palpitar, dentro de su ser, las aspiraciones de los espíritus elevados.
El amaba y perseguía, con afán febril, el ideal de los genios.
Vivía en la tierra y en el infinito.
Era hombre y era idea.
Sus cantos á Dios, son como el incienso de la fe más pura.
En ellos, su alma de poeta, sube hasta la esencia de lo Absoluto; comprende toda su grandeza; la[188] desvela de la sombra de los errores terrenales, y la proclama, envuelta en mil resplandores.
Sus cantos á la patria, en los que pide á ese mismo Dios, para celebrarla en sus glorias y alegrías, una vida sin fin y una lira inmortal, son lo sublime en la inspiración y en el amor. En el amor de lo bello y de lo grande.
Ellos son como una harmonía celestial, que resonará al través del tiempo, infundiendo, en los pechos indiferentes, el calor del elevado patriotismo.
El patriotismo de la fe en el progreso; de la fe en la ciencia; de la fe en la libertad.
El los llamó su testamento; y más que un testamento, son la apoteosis de su genio.
El "Encargo á Mis Amigos," brilla, sobre su sepultura, con esa indefinible melancolía del último rayo de sol que se hunde en el horizonte.
Es una melodía cantada por el poeta en instantes solemnes.
En los instantes lentos en que iba á dormir, no el sueño de la muerte, sino á vivir en la inmortalidad.
¡Dejadle gozar de su nueva existencia!...
II
Mientras lejos de la patria su espíritu vaga por la región de las eternas armonías; mientras se inunda[189] de nueva luz, y de las alturas, aun contempla su bella patria, virgen inocente; cubierta de guirnaldas; besada por los céfiros; y embriagada siempre por la sonrisa de un cielo azul, purísimo; llévele esa patria, doliente, coronas á su última morada.
Los vates que á su lado dieron sus notas al viento, enviénle sus recuerdos de amor al compañero ausente en el infinito.
Á todos los que en esta tierra amamos las letras; á todos los que en esta tierra sentimos nobilísimo orgullo con el talento que brilla, la memoria de JOSÉ GAUTIER BENÍTEZ nos impone el gratísimo deber de honrarla.
Sí; honrar el genio que, como la rápida exhalación que cruza el éter, deja una estela luminosa en las regiones intelectuales, es practicar el culto que más engrandece á los hombres y á los pueblos.
El culto del recuerdo, consagrado á los seres en cuya frente el pensamiento lanzó rayos de luz.
¿No se ciñen coronas á las sienes del guerrero, se inmortalizan sus hazañas y se cantan sus glorias?
Pues el poeta es también un guerrero, y el más egregio.
Un guerrero no cargado con el peso de las armas que dan la muerte, sino con la irradiación de las ideas que dan la vida.
Luchar y vencer: tal es su destino.
En la lucha, hiere; pero, como el Dante, hiere al mal, al error, á las pasiones.
Su victoria tiene un nombre: se llama regeneración humana.
Que no hubiese un solo poeta en la tierra, cuyo idealismo desentrañase la belleza que se oculta en el fondo de su espíritu; que con sus armonías no despertase el sentimiento que duerme; que con su lira, cual divina paleta, no dibujase los sublimes cuadros que su fantasía vislumbra en el infinito, y la tierra y la vida y el alma humana, se agitarían en el aislamiento y en el vacío.
Faltaríales algo de lo que es esencial en su existencia.
¿Qué es el idealismo?
Es la tendencia del espíritu humano á buscar la verdad absoluta; la belleza y el bien absolutos, sin poder realizar jamás su afán.
Si no existiese el amor, ha dicho Victor Hugo, se apagaría el sol.
Si no existiese el idealismo, digo yo, modestamente, no existiría el progreso de la existencia.
III
JOSÉ GAUTIER BENÍTEZ, vivía en la región del idealismo.
Bajo este concepto, él también contribuía á desarrollar el progreso.
Y, como todos los que se agitan en ese otro mundo que el ser humano lleva dentro de su alma, al descender á la realidad, sentía que los abrojos le herían sin piedad.
Amar, pensar, buscar lo bello; recorrer la vida sin contaminarse con el mal, nada de esto puede hacerse sin sufrir.
El no fué más que una estrella que apareció, iluminó breves instantes el cielo de la patria, y luego fué á perderse, donde se pierde la luz: en el insondable infinito.
¡Sí; allí; allí vive... allí está...!
Su tumba y su lira, legadas á la patria, señalan dos grandes verdades: las transformaciones de la materia y de la vida en la creación, y la inmortalidad del genio...
Para honrar su memoria, poco digno de cuanto ella merece, puedo ofrecer sólo estas líneas; que si dan pobre idea de mi aún más pobre ingenio, son testimonio fiel del cariño y la admiración que siempre le consagré.
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