Zabier Hernández Buelvas
Montería, Colombia, 1966. Licenciado en Ciencias Sociales de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas de Bogotá. Director del Centro de Estudios e Investigaciones Sociales CEIS, Bogotá: 2000 – 2002. Periodista y colaborador del Semanario VOZ. Ensayista colaborador de la revista de análisis político TALLER. Editor y Compilador del libro “Falacias y verdades sobre el Plan Colombia”, 2001. Asistió como poeta invitado al Festival Internacional de Poesía de Medellín en el 2005. Publicó en el 2006 el poemario: Baile para ahuyentar la tragedia.
BÚSQUEDA
Pregúntale a ella
Sobre esa nube pesada
Prendida a su cabello
La respuesta
No saldrá de su voz
Son los recuerdos
Quienes taladran el sentido de un llanto
Que habla por ella
Ya sabes
No preguntes nunca más
Su hijo no aparece
Y un tiempo fértil de olvido
Amenaza
La larga travesía de la memoria
DESPUÉS DE LA POESÍA
En una esquina habitada por el silencio
La palabra prepara una celada a la tristeza
El eco intranquilo
Del espacio fantasmagórico
Retumba en cada acera
Los poemas ya sin los poetas
Se pronuncian
Se nombran
Y todos creen que la fiesta continúa
DIEZ PREGUNTAS PARA UN PAÍS EN GUERRA
¿Quién puede calmar a la madre?
¿Cuantas lágrimas correrán hacia la calle hasta que llegue la paz?
¿Cuántos hijos se necesitaran para el hambre de esta guerra?
¿Cuándo podremos dar sepultura a los que se fueron por el río?
¿Y los fantasmas debajo de mi cama?
¿Y la sangre borrada por la hierba?
¿Y que será de los amigos de infancia que marcaron las piedras antes de partir?
¿Dónde se hallará mi amor cuando sea el momento?
¿Será igual después de todo?
¿Permanecerá su sonrisa,
Cuando vuelva del frente de combate, cuando vuelva la paz?
DUENDES URBANOS
¿Quién ordena el caos de la ciudad?
Un hombre con actitud sospechosa socorre al anciano
Él
Quiere atravesar entre las marcas que se deslizan sobre el sagrado asfalto
Va a visitar a sus nietos
Guarda un secreto
No quiere llevarlo a la tumba
Sabe que muy pronto su rostro será cubierto por un jardín
Sus nietos
Serán los nuevos inquilinos de la ciudad
Los que harán de ésta una sonrisa colectiva
Los que enfrentaran desde el salón de la justicia imaginada
El delito de ser ciudadanos comunes
Los superman, los hombres arañas, las mujeres maravillas y los batman
Ellos Salvaran la ciudad del mal
No sabremos sus nombres
El anonimato es parte esencial de la moral ciudadana
La ciudad es de todos y de nadie
Sin embargo
Alguien pone orden
Alguien escribe un poema en una pared abandonada
Alguien prende hogueras en la calle del peligro
Allí
Es posible que cada uno de nosotros
Seamos dueño de un kilo de asfalto
Es posible, muy posible
Que el secreto de no estrellarnos unos con otros
Este en ese anciano despavorido
EL PICADRERO
El Picapedrero
Está loco
Habla con las piedras
Al momento que alza su vertiginosa mano
Maldice sin descanso
Las piedras
Sabias ellas
Se quiebran
Se abren
Saltan
Muestran su corazón
El picapedrero esta loco
Por que a pesar que tiene su pica
Es vencido
Por la paciencia milenaria
Y el silencio noble de las piedras
EL SUEÑO DE LAS PIEDRAS
Antes
Cuando no se había descubierto
El corazón de la montaña
Cuando no se sabía que la piedra
Tenía valor
Cuando el sueño piedril
Perduraba por los siglos de los siglos
Los árboles,
Hermanos mayores de las piedras
Las cubrían y cuidaban
Hoy, sin árboles ni sueños
Todas las mañanas
A las seis exactamente
Las piedras comienzan a morir
LA LIBERTAD DE ADYA YALA
Un viento noble
Sobre el mapa de una piedra
Indica los caminos
Al andariego de la montaña
En la neblina
De una selva tejida
Los sueños, los duendes y los pájaros
No duermen
Vigilan el cosmos
Protegen la palabra origen
Adya Yala remueve las tumbas de sus guerreros
El viento, la piedra
Y ahora el fuego
Dan vida a las fantásticas visiones
De una sangre poblada de Yagé
Donde un tigre
De colmillos brillantes
Indica sobre el mapa de la piedra
La libertad.
LAS PIEDRAS QUIEREN SER
Las agujas de la noche
Cosen pacientes y alegres
El sueño de las piedras
Gusanos prehistóricos buscan refugio
En el lado oscuro de la luna
Condenados a soñar sin descanso
Bajo la presión del tiempo
Millones de piedrecillas
Crecen para si
Anhelan ser
Diamante, rubí, gema o cristal
Antes que aburrirse
En el fondo de un celoso río
MIS VESTIGIOS
Intento
Ordenar mis recuerdos
Y un miedo de corazón
Sobrevuela mis vestigios
De alma insensata
Al extremo sur
De mí agitada respiración
Se dirigen tus pasos
Medidos por la ansiedad del tiempo
He sido
Un animal de monte
Escapado del amor
Una leña del azar
Una hojarasca
Que va
Hacia el destino del viento.
UNA MUJER TRISTE
Intento descifrar la tristeza
Escondida en las pestañas de esta mujer
Detrás de una tela de mil grises
Un sabor a lágrima
Aromatiza el viento
Ella viene
Arrastrando una muerte
El amor se extinguió en un segundo de disparo
Una guerra entro a su cuarto
Y allí vive
Cómoda
Sin intensión de partir
Después de una explosión
Su mundo
Tuvo tanta luz que encegueció
Una orquesta de estruendos
Llenó todo y no la deja escuchar
Por fin,
Creo descifrar el poder de su tristeza
Pero su historia es tan trágica
Que las palabras no alcanzan
Y el silencio
Es el cómplice solidario entre los dos.
SUEÑO DESPUÉS DE LA GUERRA
Una noche
Atrincherado en las ansias
Adormilado por la respiración del otro
He soñado con el rostro de una niña
De pelos rizados color negro como sus ojos
Mirada triste que busca.
La vi jugando a las escondidas
Con un padre imaginario
La vi correr detrás de una flor que volaba
Y también la vi llorar.
Tapando sus lágrimas con sus manitas sucias
De tierra inocente y fértil
Después de la guerra
Al alba del desahogo
En la intranquilidad fantasmal de los recuerdos
He despertado cazando mariposas
En un jardín destrozado.
Al otro lado de una muralla de orquídeas fosforescentes
Ella
La niña de mis sueños
Desde el lado de los vencidos
Me dice papá.
LUNA DE SEPTIEMBRE
Baile para ahuyentar la tragedia
Un día de carnaval
las tristezas se arremolinaban
en la desembocadura
de un río apasionado
las laderas oscuras
los recuerdos flotan
la neblina danza
la luz de un día incierto, coquetea
negras, mulatas, sambos y blancos
bailan
cantan su dolor
ahuyentan la tragedia
las calles inocentes toman la forma de la vida
los tambores anuncian esperanzas
Pasto, enero 4 de 2004.
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