viernes, 6 de febrero de 2015

VÍCTOR ALARCÓN [14.740] Poeta de Venezuela


Víctor Alarcón 

Nació en Caracas, Venezuela el 24 de septiembre de 1985.  Es Licenciado en Letras de Universidad Católica Andrés Bello. Con su obra Mi padre y otros recuerdos ganó el Premio Autores Inéditos de Monte Ávila Editores, mención Poesía, edición 2008. Con el libro Y nos pegamos la fiesta ganó el I Premio Equinoccio de Cuento Oswaldo Trejo 2012, publicado en el 2014. Actualmente, cursa estudios de doctorado en la Universidad Autónoma de Barcelona.



Poemas pertenecientes a Mi padre y otros recuerdos (2009, Monte Ávila Editores).


Tú y yo fuimos un grito inabarcable en la penumbra
en la memoria de los años
una noche transcurriendo en la vigilia
un sueño que no llegó hasta nuestras camas

Tú oculto entre los barcos de la niñez
entre los mares de una playa en el ocaso

escondías tu llanto detrás de las paredes blancas y el asma del olvido

Yo me quedaba callado viéndote
odiándome por no amarte como debía
con mi ceño fruncido
mis cejas pobladas

mis ojos cansados

Yo sólo sabía ocultarme las palabras





Imagino una habitación blanca donde mi hermano llora su orfandad y transita el alma del olvido. Veo tubos de goma, sueros, sangre, líquidos ininteligibles. Veo noches a la sombra de un televisor que repite los mismos juegos de antaño. Los hospitales ajenos fueron constantes en mi niñez, para mi hermano fueron propios. Respiraba una sinusitis de días trashumantes. Los hospitales siempre fueron silencio temeroso que traspasaba mis labios. Fueron un sueño neoyorkino. Fueron marcas en mi cuarto.






Después de la muerte de mi padre

están las memorias del tiempo
las horas taciturnas
los retratos perdidos

Después de la muerte
está la pubertad como una loba vieja
los hospitales asmáticos
los amores que se desvelan al ritmo de una intravenosa
bigotes oscuros ojos verdes paredes blancas
cuadros familiares viéndose en los espejos
una visita recordando algún blues
un cigarrillo en la ceniza

Después de la muerte
están unos niños con el olvido clavado en el estómago
con las manos sucias de tierra
con los ojos verdes
recordando la distancia de sus pasos en la grama
están las viejas rezando sin lágrimas junto al muerto
desvelando los rosarios
recordando sus nombres

Después
están las cuerdas de una guitarra
vibrantes en medio de las estrellas
el bajo robándole notas a la batería
los discos de pasta
y el equipo de música
encendido en las mañanas silenciosas

Después de la muerte
hay un amor neoyorkino
destrozado en las visitas quirúrgicas

Está el jardín de la infancia
armonizado por ranas que se esconden entre las piedras
el recuerdo de una mata de mango
rodeada de frutos caídos
y una bicicleta oxidada

Después
está un cuarto
poblado de memorias y libros prestados
el recuerdo como algo ajeno
la noche desde un piso trece rodeado de edificios

Después de la muerte
están las hazañas de mis abuelos
mi madre y sus rosas
mi hermano que calla distante en un mar rítmico

Después
hay un lago negro lleno de luces perdidas
están solitarios los fantasmas
los espíritus noctámbulos
los suspiros que saben a sombra y a descanso

Después de la muerte de mi padre
está la vida despertándose de golpe







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