viernes, 6 de febrero de 2015

ENZA GARCÍA ARREAZA [14.741] Poeta de Venezuela


Enza García Arreaza

(Puerto la Cruz, Venezuela   1987) Narradora y poeta. Obtuvo el VII Premio Literario Cuento Contigo de Casa de América (Madrid, 2004) con «La parte que le tocó a Caleb». En 2007 resultó ganadora del Concurso para Obras de Autores Inéditos, auspiciado por Monte Ávila Editores, con el libro de cuentos Cállate poco a poco (Monte Ávila Editores, 2008). En 2009 recibió el III Premio Nacional Universitario de Literatura de la Universidad Simón Bolívar con El bosque de los abedules (Equinoccio, 2010). Textos suyos aparecen en las antologías Cuento Contigo 2 (Madrid, Siruela, 2006) y Zgodbe iz Venezuele (Eslovenia, Sodobnost International, 2009); en las muestras De la urbe para el orbe. Nueva narrativa urbana (Caracas, Alfadil, 2006), Joven Narrativa Venezolana III. Premio de Cuento Policlínica Metropolitana para Jóvenes Autores 2009-2010 (Caracas, Equinoccio, 2011), De qué va el cuento. Antología del relato venezolano 2000-2012 (Caracas, Alfaguara, 2013), Tiempos de nostalgia / Tiempos de saudade (Caracas, Ediciones del Instituto Cultural Brasil –Venezuela, 2013) y en Voces -30. Nueva narrativa latinoamericana (Chile, Ebookspatagonia, 2014). El libro de cuentos Plegarias para un zorro aparece en 2012, editado por bid & co. editor.



I

Este olor me hace recordarlo
si el reloj se tropieza conmigo
y la noche me invita un trago:
Sí, porque yo me entiendo con el licor
cuando mi mamá no me anda espiando.

Este payaso que era mío
podía conmigo llevarlo desnudo
entrar a una iglesia
el mundo caía en mis manos
en mis manos dormía mi futuro con su espanto.

Este descanso se hace ruina
sé que mi perro tiene catarro
y que la luna ya fue violada por varios hombres,
a veces él me decía Carolina.

Este descanso es Egipto con judíos esclavizados
no tengo sino unas lágrimas hechas disparos
nunca doy en el blanco,
y él tiene los planos
si yo quisiera reconstruir este centro comercial hecho escombros.



II

Triste, barro la cocina, goma,
te amo,
no soporto después de ti.
Me muero de sudor.
¿Te llamo?
Es sorprenderte estar aquí,
y escribir guiones cinematográficos
sobre días malolientes y mordiscos en mis estrías,
nunca a los hechos, nunca doy en el blanco,
tienes hambre, no lo niegues,
me mata el sudor
todo cuánto sea después de ti, sin ti.



III

Me tomo las pastillas,
me como cuatro panquecas con mortadela frita,
descanso de mirarme en el espejo
y no encontrarte,
quiero con todo esto
escribir distinto a como me siento:
Algo así como ir a la playa
y dormir bajo una palmera,
algo así como saludarte mientras esperas
que te sirvan el café en la panadería,
algo así como ir a Francia a mitad de precio.
Me tomo despacio la rabia
porque odio a la mujer esa que viene a mi casa
a lavar la ropa,
y se parece a la estación de Petare
cuando tú no apareces, no apareces
Y me angustio,
Me convenzo de que el hombre nunca viajará
Más allá de la luna.




Poemas pertenecientes a El animal intacto (2014)


Elijo ser

el animal pulcro.

El que puede reconocerse
callado
frente a la sencillez del rencor.





El miedo fue la primera invención del desierto, la segunda fue el lomo del perro dorado, la tercera el fuego. Debe haber un hallazgo, pero antes un cautiverio; y una mano detrás del racimo púrpura y el horror de no haber construido a tiempo una defensa contra los tigres y los toros. El hombre despertó una mañana y ya no era puro como un niño: tenía la sangre despavorida, y para no sucumbir domesticó al perro. Viajó, le dio un nombre a su familia, recogió el trigo y las granadas. Por último, en las postrimerías de su inocencia, provocó el fuego de los árboles y los esqueletos, y sólo alrededor de la hoguera fue capaz de hacer música: hizo gritar a su mujer boca abajo, hizo restallar las cuerdas del laúd.





Un poema sin tachaduras
no es humano





¿Dónde están mis ojos?
¿qué haremos con el grito?
¿qué haremos con el daño?
Sagrado león
¿qué haremos con la ceniza?
¿qué haremos con el diálogo?

Tengo miedo de ser mujer
y que un día me dé
por comprarme unas tetas grandes
qué haré con la mirada
y el sudor acumulado en los vagones
qué haré con las pobres ilusiones de unos padres
que esperan todo el reino por venir.

Qué haré con el hermoso invierno plastificado
que tengo
en una esquina de la casa
dónde dejé la agudeza
dónde el traje de baño
dónde la cara de puta
dónde
puedo respirar
y no deber explicaciones
dónde queda el tiempo
ese propósito irreversible
apenas obediente
al tacto de sí mismo.

Tengo miedo de abrir la puerta
tengo miedo de ser mujer
tengo miedo de que hablar
no me lleve a ningún lado.









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