Juan Boscán
Juan Boscán Almogávar (en catalán Joan Boscà i Almogàver) (Barcelona, 1492 - Perpiñán, 21 de septiembre de 1542), poeta y traductor español del Renacimiento. Conocido fundamentalmente por haber introducido la lírica italianizante en la poesía en castellano junto con Garcilaso de la Vega. Asimismo, tradujo al español El Cortesano de Baltasar de Castiglione.
De familia noble, recibió una excelente formación humanística y sirvió en la Corte de los Reyes Católicos y después en la del emperador Carlos I de España. Fue preceptor de Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, futuro Gran Duque de Alba. En la Corte conoció a otro gran poeta amigo suyo, don Diego Hurtado de Mendoza; éste le dirigió la famosa Epístola a Boscán. El caballero catalán se casó con una culta dama valenciana, doña Ana Girón de Rebolledo. Viajó a Italia como embajador español. Allí encontró al caballero toledano Garcilaso de la Vega, con quien entabló una gran amistad; seguramente al aprecio que Boscán sentía por la obra del poeta valenciano Ausiàs March se deben las reminiscencias de éste que hay en algunas de las composiciones del poeta toledano.
Boscán, que había cultivado con anterioridad la conceptuosa y cortesana lírica cancioneril, introdujo el verso endecasílabo y las estrofas italianas (soneto, octava real, terceto encadenado, canción en estancias), así como el poema en endecasílabos blancos y los motivos y estructuras del Petrarquismo en la poesía castellana. Se persuadió de ello en una conversación mantenida en 1526 con su amigo, el embajador veneciano y humanista Andrea Navagiero, en los jardines del Generalife, en Granada, como contó él mismo, ya que éste le animó a intentar esa experiencia poética, y convenció de esta novedad también a sus amigos Garcilaso de la Vega y don Diego Hurtado de Mendoza y escribió el manifiesto de la nueva estética italianizante del Renacimiento en la siguiente epístola incluida como prólogo en uno de sus volúmenes de poesías:
Estando un día en Granada con el Navagero, tratando con él en cosas de ingenio y de letras, me dijo por qué no probaba en lengua castellana sonetos y otras artes de trovas usadas por los buenos autores de Italia: y no solamente me lo dijo así livianamente, mas aún me rogó que lo hiciere... Así comencé a tentar este género de verso, en el cual hallé alguna dificultad por ser muy artificioso y tener muchas paerticularidades diferentes del nuestro. Pero fui poco a poco metiéndome con calor en ello. Mas esto no bastara a hacerme pasar muy adelante, si Garcilaso, con su juicio -el cual, no solamente en mi opinión, mas en la de todo el mundo ha sido tenido por cosa cierta- no me confirmara en esta mi demanda. Y así, alabándome muchas veces este propósito y acabándome de aprobar con su ejemplo, porque quiso él también llevar este camino, al cabo me hizo ocupar mis ratos en esto más fundadamente.
Epístola nuncupatoria de Juan Boscán a la duquesa de Soma
Otros caballeros, sin embargo, tenían un concepto más nacionalista del Renacimiento, como por ejemplo Cristóbal de Castillejo, e hicieron ver amablemente su disconformidad en sátiras contra el nuevo estilo. La novedad del endecasílabo, sin embargo, arraigó al lado del octosílabo como el verso más usado en la lírica española y desde entonces el dodecasílabo, con un ritmo machacón y menos flexible que el del endecasílabo, fue arrinconado y preterido en favor del endecasílabo cuando había que tratar temas importantes. La poesía castellana quedó así enriquecida con nuevos versos, estrofas, temas, tonos y recursos expresivos.
El poema Hero y Leandro de Boscán es el primero que trata de temas legendarios y mitológicos clásicos. Por otra parte, su Epístola a Mendoza introduce en España el modelo de la epístola moral como un género poético imitado de Horacio, donde se expone el ideal del sabio estoico con su prudente moderación y equilibrio.
Aparte de un amplio cancionero petrarquista, Boscán demostró su dominio del castellano traduciendo además Il libro del cortegiano (1528) del humanista italiano Baldassare Castiglione con el título de El Cortesano (1534) en una modélica prosa renacentista esmaltada de germinaciones ciceronianas. Además, preparó la edición de las obras de su amigo Garcilaso de la Vega junto a las suyas, si bien murió antes de poder culminar el proyecto, por lo que su viuda, Ana Girón de Rebolledo, imprimió la obra en 1543 en el taller de Carles Amorós, en Barcelona, con el título Las obras de Boscán con algunas de Garcilaso de la Vega.
Portada de Las obras de Boscán y algunas de Garcilaso de la Vega repartidas en cuatro libros, Barcelona, Carlos Amorós, 1543.
A la tristeza
Tristeza, pues yo soy tuyo,
tú no dejes de ser mía;
mira bien que me destruyo,
sólo en ver que el alegría
presume de hacerme suyo.
¡Oh tristeza!
que apartarme de contigo
es la más alta crueza
que puedes usar conmigo.
No huyas ni seas tal
que me apartes de tu pena;
soy tu tierra natural,
no me dejes por la ajena
do quizá te querrán mal.
Pero di,
ya que estó en tu compañía:
¿Cómo gozaré de ti,
que no goce de alegría?
Que el placer de verte en mí
no hay remedio para echallo.
¿Quién jamás estuvo así?
Que de ver que en ti me hallo
me hallo que estoy sin ti.
¡Oh ventura!
¡Oh amor, que tú heciste
que el placer de mi tristura
me quitase de ser triste!
Pues me das por mi dolor
el placer que en ti no tienes,
porque te sienta mayor,
no vengas, que si no vienes,
entonces vernás mejor.
pues me places,
vete ya, que en tu ausencia
sentiré yo lo que haces
mucho más que en tu presencia.
Capítulo
...Era este tu cuerpo, el cual yo viendo,
tan grande era mi miedo y mi deseo
que moría entre yelo y fuego ardiendo.
Pues ya de tu alma si escribir deseo,
tanto he de andar por lo alto rodeando
que habrá de ser perderme en el rodeo.
Andaré pues, así como trazando
las figuras por sí, sin las colores
la obra por mis fuerzas conformando.
No basta amor, ni bastan los amores,
a levantar tan alto mi sentido
que muy bajos no queden mis loores.
El saber de tu alma es infinido:
¿cómo podré de vista no perdelle,
con este mi entender que es tan finido?
harto será de lejos sólo velle;
y aun este ver será en mí tan confuso
que su bulto veré sin conocelle.
El cielo acá en el mundo te dispuso
con obra tal que, al tiempo que te hizo,
el bien que en él pusieron en ti puso...
Como aquel que en soñar gusto recibe...
Como aquel que en soñar gusto recibe,
su gusto procediendo de locura,
así el imaginar con su figura
vanamente su gozo en mí concibe.
Otro bien en mí, triste, no se escribe,
si no es aquel que en mi pensar procura;
de cuanto ha sido hecho en mi ventura
lo sólo imaginado es lo que vive.
Teme mi corazón de ir adelante,
viendo estar su dolor puesto en celada;
y así revuelve atrás en un instante
a contemplar su gloria ya pasada.
¡Oh sombra de remedio inconstante,
ser en mí lo mejor lo que no es nada!
Dulce soñar
Dulce soñar y dulce congojarme,
cuando estaba soñando que soñaba;
dulce gozar con lo que me engañaba,
si un poco más durara el engañarme.
Dulce no estar en mí, que figurarme
podía cuanto bien yo deseaba;
dulce placer, aunque me importunaba
que alguna vez llegaba a despertarme.
¡Oh sueño, cuánto más leve y sabroso
me fueras, si vinieras tan pesado,
que asentaras en mí con más reposo!
Durmiendo, en fin, fui bienaventurado,
y es justo en la mentira ser dichoso
quien siempre en la verdad fue desdichado.
El ruiseñor que pierde sus hijuelos
Cual suele el ruiseñor entre las sombras
de las ahojas del olmo o de la haya
la pérdida llorar de sus hijuelos,
a los cuales sin plumas aleando
el duro labrador tomó del nido;
llora la triste pajarilla entonces
la noche entera sin descanso alguno,
y desde allí, do está puesta en su ramo,
renovando su llanto dolorido,
de sus querellas hincha todo el campo.
En la huerta nasce la rosa...
En la huerta nasce la rosa:
quiérome ir allá,
por mirar al ruiseñor
cómo cantabá.
Por las riberas del río
limones coge la virgo:
quiérome ir allá,
por mirar al ruiseñor
cómo cantabá.
Limones cogía la virgo
para dar al su amigo:
quiérome ir allá,
para ver al ruiseñor
cómo cantabá.
Para dar al su amigo
en un sombrero de sirgo:
quiérome ir allá,
para ver al ruiseñor
cómo cantabá.
Garcilaso, que al bien siempre aspiraste...
Garcilaso, que al bien siempre aspiraste,
y siempre con tal fuerza le seguiste,
que a pocos pasos que tras él corriste,
en todo enteramente le alcanzaste;
dime: ¿Por qué tras ti no me llevaste,
cuando desta mortal tierra partiste?
¿Por qué al subir a lo alto que subiste,
acá en esta bajeza me dejaste?
Bien pienso yo que si poder tuvieras
de mudar algo lo que está ordenado,
en tal caso de mí no te olvidaras.
Que, o quisieras honrarme con tu lado,
o, a lo menos, de mí te despidieras,
o si esto no, después por mí tornaras.
Gran tiempo fui de males tan dañado...
Gran tiempo fui de males tan dañado,
por el dañado amor que en mí reinaba,
que a sanos y a dolientes espantaba
la vista de un doliente tan llagado.
Conveníame andar siempre apartado,
según de mí la gente se apartaba,
y aquello en que más yo me reposaba
era hartarme de ser desdichado.
Vime sano después en un momento,
y vueltos en placer los males míos;
miraban todos esta salud mía
con un maravillado sentimiento,
como al ciego miraron los judíos
espantados de velle como vía.
La ausencia
Quien dice que la ausencia causa olvido
merece ser de todos olvidado.
El verdadero y firme enamorado
está, cuando está ausente, más perdido.
Aviva la memoria su sentido;
la soledad levanta su cuidado;
hallarse de su bien tan apartado
hace su desear más encendido.
No sanan las heridas en él dadas,
aunque cese el mirar que las causó,
si quedan en el alma confirmadas.
Que si uno está con muchas cuchilladas,
porque huya de quien lo acuchilló,
no por eso serán mejor curadas.
Muy graciosa es la doncella...
Muy graciosa es la doncella,
¡cómo es bella y hermosa!
Digas tú, el marinero
que en las naves vivías,
si la nave o la vela o la estrella
es tan bella.
Digas tú, el caballero
que las armas vestías,
si el caballo o las armas o la guerra
es tan bella.
Digas tú, el pastorcico
que el ganadico guardas,
si el ganado o los valles o la sierra
es tan bella.
Nunca de amor estuve tan contento...
Nunca de amor estuve tan contento,
que en su loor mis versos ocupase:
ni a nadie aconsejé que se engañase
buscando en el amor contentamiento.
Esto siempre juzgó mi entendimiento,
que deste mal todo hombre se guardase;
y así porque esta ley se conservase,
holgué de ser a todos escarmiento.
¡Oh! vosotros que andáis tras mis escritos,
gustando de leer tormentos tristes,
según que por amar son infinitos;
mis versos son deciros: «¡Oh! benditos
los que de Dios tan gran merced hubistes,
que del poder de amor fuésedes quitos».
Qué haré, que por quereros...
¿Qué haré, que por quereros
mis extremos son tan claros,
que ni soy para miraros,
ni puedo dejar de veros?
Yo no sé con vuestra ausencia
un punto vivir ausente,
ni puedo sufrir presente,
señora, tan gran presencia.
De suerte que, por quereros,
mis extremos son tan claros,
que ni soy para miraros,
ni puedo dejar de veros.
Si el corazón de un verdadero amante...
Si el corazón de un verdadero amante,
y un continuo morir por contentaros,
y un extender mi alma en desearos,
y un encogerme, si os estoy delante;
y si un penar con un sufrir constante,
satisfecho y contento con miraros,
y un derramar mis pasos por buscaros,
preguntando por vos a cada instante;
y si un tener mi razonar compuesto,
en hablándoos, sin más, luego turbarme,
con un grande embarazo y desvarío,
los accidentes son que han de llevarme
con público pregón a morir presto,
la culpa es vuestra y el dolor es mío.
ANTONIO MARTINEZ DE UBEDA
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VERSOS AL JUAN BOSCAN DE CUBELLES
ResponderEliminarY A LOS NIÑOS DEL SIGLO XVI.
Primera Parte
DONDE CUBELLES SE HACE MAR, NIÑOS RULAN
A JUGAR A ESCONDITES DE PIRATAS
Y ESPADAS DE PALO QUE BOTINES ADULAN.
Y ENTRE TERCIOS Y CUADERNA VIAS,
RIMAS EXISTENCIAN CANDOR DE POETA,
DE LA CATALUNYA DEL ANTES. RIAS
DE IDILIOS, QUE A LA MAR MEDITERRANEA
LLAMEABA. Y EN LA MENTE POR CLASICA LIBERTAD
DE CIUDADANO, QUE A CUBELLES HIZO FORANEA
DE VERSOS. Y CON EL RELUMBRAR DE AZULES
TARDES EN LAS ARENAS JUNTO A ARDIENTES PIEDRAS
QUE AZOTABAN A LAS OLAS ENTRE TULES,
LOS GUIÑOS DE LAS AGUAS ASOMAN AL PONIENTE
CON PURIFICADO CALOR QUE A LA SOMBRA DESNUDA,
COMO MASTICANDO EL IR Y VENIR ARDIENTE
DEL HORIZONTE. Y A LA ARENA QUE PISA
CON MOJAR DE ESPERAS A LUNAS ETERNAS,
CON APARIENCIAS DE SUEÑO EN LA BRISA.
DONDE CUBELLES SE HACE MAR, NIÑOS RULAN
A JUGAR A ESCONDITES DE PIRATAS
Y ESPADAS DE PALO QUE BOTINES ADULAN.
Y DESDE MIRADOR DE EMPEDRADO CASTILLO,
INSTANTES DE ROMA Y MADRID CLASICOS,
PRESENCIAS GRIEGAS DE HOMERO EN COLOR BRILLO.
SE VIRGINIZARON LOS CRISTALINOS FULGORES
EN ESPACIO CASERO DE NOBLES FRIOS,
POR GRANDES, Y QUE DISTINTOS HACE ALBORES.
SE ESTREMECIAN NUBES, ESPEJOS SIN QUERELLAS,
LA MAR INVIOLABLE DE AMANECERES,
LA MAR CRISTAL DE LA ANTESALA A LAS ESTRELLAS.
LA NOCHE TUNICA DEL NEGRO DE LOS AMANTES,
CON NITIDOS LABIOS QUE A LOS BOSQUES HACEN FRONDAS,
Y HACEN PARPADEAR A LOS MONTES, CAUSANTES
DE OMNIPOTENCIAS DE BELLEZAS GRANDES,
Y QUE APRISIONAN A LOS PENSAMIENTOS DE LA NADA,
CON FINITOS DE MORTALES A LOS QUE ENGRANDES.
DONDE CUBELLES SE HACE MAR, NIÑOS RULAN
A JUGAR A ESCONDITES DE PIRATAS
Y ESPADAS DE PALO QUE BOTINES ADULAN.
SE LE HACIA BREVE EL UNIVERSO DE PUEBLO
DE HOMBRES Y MUJERES CASTIZAS Y SEÑORAS,
…
ANTONIO MARTINEZ DE UBEDA