miércoles, 4 de febrero de 2015

JOHN MONTAGUE [14.685] Poeta de Irlanda


John Montague 

(Nacido el 28 de febrero 1929, Nueva York, EEUU -Falleció en 2016, Niza, Francia),  fue un poeta irlandés. Nació en Nueva York y se crió en Tyrone. Ha publicado varios libros de poesía, dos colecciones de cuentos y dos volúmenes de memorias. Es uno de los poetas contemporáneos irlandeses más conocidos. En 1998 se convirtió en el primer ocupante de la Cátedra de Poesía de Irlanda.

Nacido en Brooklyn, Nueva York, de padres irlandeses, creció en la granja de su tía en el Condado de Tyrone. Estudió en el St. Patrick’s College, de Armagh, y en el University College, de Dublín. Luego de vivir durante varios años en Francia se estableció en Estados Unidos, donde enseñó en varias universidades locales, entre ellas la de Berkeley. De vuelta en Irlanda se estableció en el University College, de Cork, para luego retornar a los Estados Unidos, donde es poeta residente en el New York State Writers’ Institute.

Lista de obras 

Forms of Exile (poems) The Dolmen Press, 1958
A Chosen Light (poems) MacGibbon and Kee, 1967
The Rough Field (poems) The Dolmen Press, 1972
A Slow Dance (poems) The Dolmen Press, 1975
A Slow Dance (poems) Wake Forest University Press, 1975
The Great Cloak (poems) The Dolmen Press, 1978
The Great Cloak (poems) Wake Forest University Press, 1978
The Dead Kingdom (poems) Oxford University Press, 1984
The Rough Field, 4th Ed. Wake Forest University Press, Winston-Salem, 1984
The Lost Notebook (a novella). Mercier Press, Cork, 1987
Mount Eagle (poems). Wake Forest University Press, Winston-Salem, 1989
The Rough Field,5th Ed. (poems). Wake Forest University Press, Winston-Salem, 1989
Bitter Harvest (an anthology of recent Irish poetry). Scribners, New York, 1989
The Figure in the Cave (essays). Syracuse University Press, Syracuse, 1989
Born in Brooklyn (selected American writings). White Pine Press, Buffalo, 1991
An Occasion of Sin (short stories ). Exile Editions, Toronto; White Pine Press, Buffalo, 1992
The Love Poems. Exile Editions, Toronto, 1992; Sheep Meadow Press, New York, 1993
The Rough Field . The Gallery Press, Ireland, 1989
Time in Armagh (a sequence of poems). The Gallery Press, Ireland, 1993
Collected Poems The Gallery Press, Ireland, 1995
Collected Poems Wake Forest University Press, Winston-Salem, 1995
Smashing The Piano The Gallery Press, Ireland, 1999
Smashing The Piano Wake Forest University Press, Winston-Salem, 2001
Drunken Sailor The Gallery Press, Ireland, 2004
Drunken Sailor Wake Forest University Press, Winston-Salem, 2005
The Rough Field, 6th Ed. Wake Forest University Press, Winston-Salem, 2005
The Pear Is Ripe (Memoir) Liberties Press, 2007 ISBN 978-1-905483-25-9
In My Grandfather's Mansion." (Signed Limited Edition), The Gallery Press, Ireland, 2010
Speech Lessons (poems) The Gallery Press, Ireland, 2011
Speech Lessons (poems) Wake Forest University Press, Winston-Salem, 2012
New Collected Poems The Gallery Press, Ireland, 2012

Colecciones

A Ball of Fire ISBN 978-1-905483-45-7
Poisoned Lands ISBN 0-85105-319-X
Rough Field ISBN 1-930630-21-2 ISBN 1-85235-045-8 ISBN 1-85235-044-X
Time in Armagh ISBN 1-85235-112-8
Tides ISBN 0-85105-177-4



Una lengua injertada

(Muda,
sangrienta, la cabeza
arrancada se atraganta ahora al
hablar otra lengua

como en
un largo sueño reprimido,
mi tartamudeante y torcida
ordalía)

Un niño
irlandés llora en la escuela
al repetir su inglés.
Después de cada desacierto

el preceptor
marca otro tajo
en la tablilla
colgada de su cuello

como cencerro
de una vaca, manea
de un chivo descarriado.
Farfullar y trastabillar

avergonzado
las sílabas alteradas
de tu propio nombre:
vagar tristemente a casa 

y encontrar
que la ahumada anchura
del hogar de tus padres
se va tornando ajena:

en la cabaña
y el campo, todavía
hablan la lengua antigua.
No puedes saludar a nadie.

Que te crezca
una segunda lengua es
humillación tan cruel
como nacer dos veces.

Décadas más tarde
el habla del nieto de ese niño
tropieza con sílabas
perdidas de un viejo orden.

(Traducción de Nair Anaya Ferreira) 




DEJAR
                                                 
                        A Samuel Beckett

Dejar de ser humano.

Ser
una roca por donde
la lluvia resbala,
un barranco de granito
lentamente descolorido.

O una estatua
luciendo una barba de gigante
o moho o verdín
en la plaza de alguna
aldea olvidada.


Un árbol reducido
por los vientos dominantes
a un diagrama de
ramas enmarañadas:
retorcidas, secas, solitarias.

Dejar
de ser humano
y permitir que los pájaros ensucien
tu cráneo, los animales se posen
en la curva de tu brazo.

Volverse
un objeto, honrado
o no, según la ocasión exija;
mientras el tiempo te inclina de a poco
nuevamente a la tierra.

En Poesía irlandesa contemporánea. Libros de Tierra Firme. Buenos Aires, 1999. Trad. Gerardo Gambolini




La pelea

Cuando hallé el nido de las golondrinas
bajo el puente
—hundido hasta el tobillo en el pantano
y el tráfico zumbando encima mío—,
me puse tan alegre que corrí
a avisarle a un compañero de la escuela
para que compartiésemos la desnuda endeblez 
de los cascarones, pintados delicadamente
con lunares de color allí en su cuna
de plumas, de ramas y de tierra.

Cuando metí la mano
para contar los huevos,
sentí el calor materno todavía;
entonces, uno a uno,
como trofeos u ofrendas,
los puse en su fría mano. Y al volverme
para coger los últimos le oí correr
por el sonoro hueco bajo el arco.
Lo perseguí entre el agua
pero quedé enredado en el alambre
que cubría la boca de aquel puente
y lo observe tomarlos
y estrellarlos uno a uno 
contra una piedra bajo el sol.

Peleamos por minutos,
cayendo y levantándonos
entre las aguas pardas del arroyo;
y aunque ahora puedo perdonarlo,
también pelearía hoy.

Adorar la belleza y destruirla:
tal es, según lo veo, el doble filo
de nuestros impulsos, por los que vivimos.
Pero también la amarga paradoja
de entregar eso que amamos al peligro
y luego abalanzarnos, ya muy tarde
y con puños cerrados, a su defensa.


La despedida de Don Juan

Acostado con mujeres
             en cuartos oscuros
dulce escalofrío carnal
             tras la persiana sombría
largos haces de luz
             sobre pechos recostados
cálidos montes
             de dulzura que respira
piel joven con aroma
             a rosas mallugadas
o el ansia tierna
             de la mediana edad
una vela ondulante
             que oculta azules venas;
un cansancio elocuente
             mientras la luz se agota
tu exhausta compañera
             se tambalea a los tibios
muelles del sueño
              y tú despiertas de a poco
para enfrentar de nuevo
              la atractiva quimera:
buscar eso que falta
              en tu propio individuo
en el cuerpo entregado
               de alguien más
mientras la noche honda
               como un cisne negro
pasa nadando altiva.



Una pequeña muerte

Mi hijita, Úna, se va
a jugar en el bosque
sin miedo, con su nueva muñeca
de trapo bajo un brazo:
una pequeña reina de las hadas
seguida de su viejo caballero.

La hallo adentrada
bajo cicutas negras, cedros rojos,
inmóvil sobre una alfombra
de hojas caídas, escaramujos,
bayas de nieve y castañas nudosas:
la decadencia en un tapiz de otoño.

Encontró un ave muerta
que tiene en su otra mano:
los ojos son cuentas brillantes,
pero el pico puntiagudo y frío,
las patas de ramita hechas nudo hacia adentro.
‘¿Po’ qué no vuela?’, ella me implora.

Y mientras me hinco a dar la explicación
(le quito entonces el cadáver laxo)
ella repite, confundida, ‘Muerto’.
Y damos sepultura al cuerpo ínfimo
bajo un montón de hojas mojadas:
la tumba para un duende, diminuto túmulo.

Su primer funeral.
‘Vamos a casa ahora’, digo gentilmente,
y pasamos las ramas golpeteantes
y los charcos de lluvia del Pacífico
donde ella tanto adora chapotear
con sus minúsculas botas de hule.

Más allá de los altos pinos, las luces
de Victoria siguen titilando:
fulgores de sodio amarillos
bajo las nubes turbias de la costa
que cruzan la isla de Vancouver
cual bestias ilusorias de camino a casa.

Traducción de D. Arce García




Nuala Ni Dhomhnaill, Jennifer Johnston, Derek Mahon, Sebastian Barry, John Montague e Tom Kilroy, em Paris, 1989.



CUAL DÓLMENES en torno a mi niñez, los viejos.

Jamie MacCrystal canturreaba para sí
Una canción chapurreada y desafinada sin letra;
Me daba un centavo de propina en su día de paga,
Les daba migajas bondadosas a los pájaros en invierno.
Cuando murió, saquearon su cabaña,
Hicieron pedazos su colchón y le vaciaron su alcancía.
Lo único que no perturbaron fue el cadáver.

Maggie Owens estaba rodeada de animales,
Una perra callejera y sus temblorosos cachorros,
En su recámara, incluso, balaba una cabra.
Era un pozo de chismes profanado,
Colmilluda cronista de toda una provincia;
Pese a su fama de bruja, lo único que me llamaba
La atención era su solitaria necesidad de burla.

Los Niall vivían en un camino montañoso
Donde florecían campánulas de brezo, montones de dedalera.
Todos ciegos, con pensión de ciegos y radio.
Sus ojos muertos chisporroteaban serpentinos si uno entraba
A guarecerse de un aguacero de lluvia montañosa.
Los grillos cantaban bajo la solera del hogar
Hasta que el sol lodoso volvía a brillar.

Mary Moore vivía en una caseta de ferrocarril en ruinas,
Tan famosa como Pisa por su reja inclinada.
Trotaba por los campos con sus botas y su delantal de cuero,
Conduciendo su escuálido ganado desde el establo fangoso.
Prototipo de la fiereza, se quedaba dormida
Con las historias de amor, La estrella roja y El círculo rojo,
Soñando con rituales de amor gitano, sellados por la luz de una fogata.

El locuaz Billy Eagleson se casó con una sirvienta católica
Al morir el último de sus parientes leales a la corona británica:
Bailamos en torno suyo gritando «Al diablo con el Rey Billy»
Esquivando las ramas en arco de su endrino.
Habiendo abjurado de ambos credos, tal cosa le importó un bledo
Hasta que los Tambores Naranja pasaron retumbando en verano,
Los bombines y la cintas relumbrando agresivamente. 

Tanto el cura como el doctor llegaron a asistirlos a todos,
A trompicones por entre la nieve o bajo el calor del verano,
De la avenida principal a la calle y hasta el callejón,
Aspirando el aire de montaña entre jadeo y jadeo.
A veces algún vecino con ellos se topaba,

Silenciosos vigilantes del hogar sin fogón,
Hechos, de pronto, a la medida exacta de la muerte.

¡La antigua Irlanda, sin duda! Yo crecí al pie de su cama,
Entre runas y cantos, mal de ojo y pensamientos apartados,
Fiereza fomoria de familia y feudo local.
Representantes macilentos del miedo y la amabilidad,
Durante años y años transgredieron mis sueños,
Hasta que una vez, al centro de un círculo de piedras erguidas,
Sentí pasar sus sombras

Rumbo a la oscura permanencia de antiguas formas.

VERSIÓN DE PURA LÓPEZ COLOMÉ 



11 Rue Daguerre

De noche, a veces, cuando no puedo dormirme
voy hasta la puerta del atelier
y huelo la tierra del jardín.

Emana suavemente,
en especial ahora cuando se acerca la primavera
y los zarcillos están rizados

sobre el humus, desesperadamente frágiles
en su pasaje por los oscuros,
irredentas parcelas de tierra.

Hay una luz blanca en los guijarros
y en el departamento de enfrente
- de cuatro pisos - silencio.

En esa quietud -delicada pero luminosamente exacta,
una luz escogida - advierto que
las puntas del cerezo injertado hace poco

son de un firme y laqueado negro.

Traducción: Gerardo Gambolini



11 Rue Daguerre

At night, sometimes, when I cannot sleep 
I go to the atelier door 
And smell the earth of  the garden. 

It exhales softly, 
Especially now, approaching springtime. 
When tendrils of green are plaited 

Across the humus, desperately frail 
In their passage against 
The dark, unredeemed parcels of earth. 

There is white light on the cobblestones  
and in the apartment house opposite-  
all four floors - silence.  

In that stilness - soft but luminously exact,  
a chosen light - I notice that 
the tips of the lately grafted cherry-tree  

are a firm and laquered black.




LIKE DOLMENS ROUND MY CHILDHOOD, the old people. 

Jamie MacCrystal sang to himself, 
A broken song without tune, without words;  
He tipped me a penny every pension day,  
Fed kindly crust to winter birds.  
When he died, his cottage was robbed, 
Mattress and money box torn and searched.  
Only the corpse they didn’t disturb. 

Maggie Owen was surrounded by animals, 
A mongrel bitch and shivering pups, 
Even in her bedroom a she-goat cried. 
She was a well of gossip defiled, 
Fanged chronicler of a whole countryside: 
Reputed a witch, all I could find 
Was her lonely need to deride. 

The Nialls lived along a mountain lane 
Where heather bells bloomed, clumps of foxglove. 
All were blind, with Blind pension and Wireless, 
Dead eyes serpent-flicked as one entered 
To shelter from a downpour of mountain rain. 
Crickets chirped under the rocking hearthstone 
Until the muddy sun shone out again. 

Mary Moore lived in a crumbling gatehouse, 
Famous as Pisa for its leaning gable. 
Bag-apron and boots, she tramped the fields 
Driving lean cattle from a miry stable. 
A by-word for fierceness, she fell asleep 
Over love stories, Red Star and Red Circle, 
Dreamed of gypsy love rites, by firelight sealed. 

Wild Billy Eagleson married a Catholic servant girl 
When all his Loyal family passed on: 
We danced round him shouting «To Hell with King Billy», 
And dodged from the arc of his frailing blackthorn. 
Forsaken by both creeds, he showed little concern 
Until the Orange drums banged past in the summer 
And bowler and sash aggressively shone. 

Curate and doctor trudged to attend them, 
Through knee-deep snow, through summer heat, 
From main road to lane to broken path, 
Gulping the mountain air with painful breath. 
Sometimes they were found by neighbours, 
Silent keepers of a smokeless hearth, 
Suddenly cast in the mould of death. 

Ancient Ireland, indeed! I was reared by her bedside, 
The rune and the chant, evil eye and averted head, 
Fomorian fierceness of family and local feud. 
Gaunt figures of fear and of friendliness, 
For years they trespassed on my dreams, 
Until once, in a standing circle of stones, 
I felt their shadows pass 

Into that dark permanence of ancient forms.




11 RUE DAGUERRE

Por vezes, à noite, quando não consigo dormir
Vou à porta do atelier
Cheirar a terra do jardim.

Exala suavemente,
Especialmente agora, com o aproximar da Primavera,
Quando gavinhas verdes se entrelaçam

Por entre o húmus, desesperadamente frágeis
Na sua passagem pela
Escuridão, obstinadas parcelas de terra.

Há luzes acesas nos blocos de prédios
E no apartamento defronte –
Todos os quatro pisos – silêncio.

Naquele sossego – suave mas luminosamente exacto,
Uma luz escolhida – reparo que
As pontas da cerejeira recentemente enxertada

São de um sólido e lacado preto.

Versão de HMBF.





White Water

for Line McKie

The light, tarred skin
of the currach rides
and receives the current, 
rolls and responds to
the harsh sea swell. 

Inside the wooden ribs
a slithering frenzy; a sheen
of black-barred silver-
green and flailing mackerel:
the iridescent hoop
of a gasping sea trout. 

As a fish gleams most
fiercely before it dies,
so the scales of the sea-hag
shine with a hectic
putrescent glitter:

luminous, bleached—
white water—
that light in the narrows
before a storm breaks. 




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