Abraham Ibáñez
Nació en la ciudad Puebla, México el 13 de diciembre de 1990. Actualmente estudia Lingüística y Literatura en la Universidad Autónoma de Puebla. Ha publicado en medios electrónicos.
Camino
En la calle sin sombras camino,
cuesta arriba desciendo y soy
los pasos, el latir constante
de lámparas, de huellas de amores
al fondo ocultas, desiertas
y despierto
Anochece aquí
de paredes grises, murmullos,
voces que son jaulas deshechas
entre las grietas de un jardín dormido
multitud de ventanas que miran
para siempre cerradas ciegas,
adormecidas
Una grieta me habla del tiempo
El silencio me corta el respiro
y sobre mi esqueleto anochece
la mortaja de estrellas que hace años
revolotean, cansadas de aullar
su vieja y siempre viva muerte
Una mujer calla y cae
en mitad del camino
se acuesta exacta en sus huesos antiguos
y de pronto la calle no es la calle
y su figura no es calor de un sol negro
y no hay hierba tibia
creciéndole por dentro
Sus cabellos son tierra llovida
Su sonrisa es un astro de arena
Su cintura es acorde del tiempo:
un temblor rasgueándome los nervios
La noche se precipita y caigo
Sobre mis piernas su mundo:
La extensión pueril de su mirada
Mis plazas sin luz de su memoria
Su olvido despierto en mis besos
Todo está escrito en ese instante
Todo es una tumba sin su nombre
Yo vuelvo, yo regreso siempre a ella
Yo soy la flor de sombra en sus pasos
Nido de piedras al filo de su palabra
el tumulto de calles que le son la vida
Retrato
Respira tu carne en todas las piedras
Has sido el dibujito que mi mano
vierte al viento en un silencio de dedos
Me abriste las costillas como puertas
y habitaste las cosas que te han sido
las que te han hecho roja y alquitrán
perfume golpeando en todas las horas
Tu mano
de gotas de lluvia en que atardece
la transparencia de las noches
y me tocas y soy relámpago
de flores en el equinoccio dormido
Tú, mi bestia ajardinada de luz
de color de tigre en la mordida
Mortaja tibia acariciante: tierna-
mente breves tus ojos de raíz
que en un árbol recuestan a la tarde
Una sombra de hombre se asoma a ti
en su luz de ventana
eres siempre fuente de un parque a las seis
que en tu casa vive
Tu casa que es tu sueño y mi temblor
Tu casa que eres tú casi desnuda
Tu desnudez: fruta taciturna
que ha mordido en rojos mi ansiedad
Tú
la eterna despedida de un astro
vuelves siempre más allá de ti misma
para dibujar de sueños tu rostro
Impuntual
Hoy he llegado tarde por diez minutos:
la llovizna ha comenzado sin mí
y ha florecido en los huesos del padre
que perdí por una bala de alcohol
Debían decirle de mi destiempo
Debieron haberle hablado de amor
De bocas flojas besando rutinas,
milagros, dolor, hipocresía
De la herrumbre que se esconde en las hebras
de los bares borrachos de almas
rotas esquinas donde las pestañas
se cierran sin deseos, sin hacernos,
por eso, la mirada más ligera
y el lento andar de animal cansado
y el cansancio animal de andar despacio
que ahora guardo en mi traje seco
en mi letargo mudo y sin camisa,
sin palabra de casa dormida
que anuncia puntual un llanto triste
una flor de luz en un frac de tierra,
una ausencia que arde en humedades
No digas amor
No me hables de esa tierra
donde el beso
despierta a la sangre
y una caricia es la agitación dormida
del espanto de estarnos tan solos
No me hables en tonos rojos
No despintes de sudor
este mar callado
que no ha aprendido a latir
No me digas que existe
que lo has mirado
que te lo han hecho
Yo sabré mañana de qué se trata
con qué colores
cómo se habla de amor cuando se ama
como se escribe el amor cuando no te mata
Llanto anunciado
Ella besa y se abandona
No ha dicho nada, sólo llora
Sus lágrimas son la ciudad
el temblor de voces ciegas
y quién con el alma dispuesta
se ha de entregar a sombrearla
y le dijera que sí el beso
que no diga más, que llore
mientras un cigarro
a lo lejos
se enciende
sin sus ojos de lumbre quieta
Ella entonces respondiera el humo
y el beso también a pesar del abandono
y las calles de sus lágrimas
sospecharan que no llora sino tiembla
y es alma dispuesta en el fuego
que sombrea un cigarro
casi siempre a lo lejos
De su sombra
Imbécil como ninguno
te sigue este cuerpo ajeno
tan de ti
tan en mí
tan estorbo
Se pinta manos
se deletrea tu amor
tu acalorado verbo
el rumor de manzanas
que en tu boca supieron
a lo que calla tu nombre
inmensa luz que te enrojece
respirándote
desierta y pulcra
inmóvil desnuda carneada
frente al reloj
colmillo que no te traspasa
a ti
la traslúcida
la copa del sol
la huella rota
en los vestidos de la luna.
Frente a una foto
En la luz de una mesa sin manzanas:
Junto a un silencio
Debajo del vaso
que alguna vez sostuvo tu boca
tu vino tu vaho tu viento quieto
puedo oler tus viejas fotos llenas:
perfuma el jadeo vertiginoso
tu última ansiedad
de soñada
bruma roja
y me recuerdas al amor
que a solas hace al hambre
y la fiebre musitas
cansada de imágenes
La música pobremente alimentada
de un dolor que enmascaran los días
de estómagos vacíos,
tan tibios tan tristemente tibios
como llenarse los ojos
de este dulce olvido.
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