GARCI FERRÁNDES DE GERENA
(ca. 1365-ca. 1410)
Poeta gallego de finales del siglo XIV y comienzos del XV. Formó parte de la generación que llevó a cabo el tránsito de la lírica en gallego-portugués a la lírica en castellano, a la que pertenecieron, entre otros, Pero Ferrús y Alfonso Álvarez de Villasandino; de hecho, algunos de los poemas más tempranos de Fernández de Gerena están todavía escritos en aquella lengua. Fue también contemporáneo de micer Francesco Imperial, pero, al contrario de este vate genovés, no cultivó la lírica alegórica, sino la de tipo provenzal.
Su poesía, que nos ha llegado inserta en el Cancionero de Baena (1443), da noticias sobre su azarosa biografía: distinguido con la privanza del rey Juan I, hubo de pedirle su consentimiento para casar con una "juglara que avia sido mora, pensando que ella avia mucho tesoro". Otorgóselo el monarca, mas al mismo tiempo lo alejó de su corte. Participó, entonces, bajo el pendón de Castilla, en la batalla de Aljubarrota, con el intento de sacar partido de las críticas con que lamentaba el menosprecio de sus paisanos. Pero de poco hubo de servirle esta mudanza, porque, desengañado del mundo y sus riquezas, dio en retirarse a una ermita en compañía de su esposa, para hacer vida anacoreta cerca del pueblo sevillano de Gerena, donde compuso varias cantigas en alabanza de Dios, poniendo por intercesor el bondadoso amparo de la Virgen María.
No obstante la firmeza de esta determinación, y el coraje con que la llevó a término, al cabo de algún tiempo sintió también hastío de la vida retirada. So pretexto de acudir en romería a Jerusalén, se embarcó hacia Málaga y desde allí pasó a Granada, donde abjuró del cristianismo y abrazó la fe de Mahoma. Al paso que cambiaba de creencia, mudó también de compañera, para arrimarse a una hermana de la juglaresa musulmana. En compañía de esta su cuñada, vivió a la vera del Genil durante trece años, hasta que un nuevo antojo le movió a renegar de Alá y acogerse de nuevo al cobijo de la Iglesia Católica. Regresó a su tierra tan cargado de hijos como de deudas, y sufrió entonces el redoblado alcance de las burlas de sus compatriotas, que a las antiguas chanzas sobre sus desposorios con la mora sumaban ahora la mofa provocada por su veleidosa apostasía.
Es autor de una Cantiga de despedida del amor, que se atribuyó durante mucho tiempo a Alfonso Álvarez de Villasandino.
I
Esta cantiga fiso el dicho Garci Ferrandez en loores de Sancta Maria por desfecha.
Virgen, flor d'espina,
Sienpre te serví,
Santa cosa e dina,
Ruega a Dios por mí.
Eres sin dudança
Muy perfeta e santa,
La tu omilldança
En el mundo non ha tanta
De tu alabança
La iglesia canta:
Meu coraçon se levanta;
Bendisendo a ti.
Pariste, señora,
Mas sin corrupcion,
Santa eres agora
Do los santos son:
Virgen, a ti adora
El mi coraçon,
Con grand devoçion
Te obedesco...
II
Este desir fiso e hordenó el dicho Garci Ferrandes de Jerena, estando en su hermita, en loores de las virtudes e poderíos de Dios mas poniendo en obra su feo e desventurado pensamiento tomó su muger disiendo que iva en romeria a Yerusalem, e metiose en una nao e llegado a Málaga quedó en ende con su mujer.
Quien fase mover los vientos
E concluye las virtudes,
E nos enbia saludes
E mas los mantenimientos,
El fiso los elementos,
Los angeles e los coros,
E saco de sus tesoros
La ley de los mandamientos.
El es governador
Que todas las cosas cria,
Señor es de grand valia,
E será el jusgador.
[p. 196] Es de todo fasedor
E pintó los altos cielos,
Que son obras de sus dedos,
Y es llamado el Criador.
El enbia mensajero
Commo fuego espantable,
E por él disen durable,
Gloria in excelsis Deo.
Cumple todo buen desseo
E toda buena esperança:
Ha de ser sin mas dudança
De todos el heredero.
Cuando fuere su voluntad,
Ayuntará su juiso,
Quien quier que dixo e fiso,
Publicará su maldad;
Mostrará su crueldad
Que vedará el abogado
A ningund omme cuitado,
Salvo la su piadad.
Piadad del piadoso
Venga alli sobre mí,
Ca mucho temo de aqui
Aquel dia tenebroso,
Dia atan calunioso
Que non sé donde m'esconda,
Si en la tierra si en la onda;
Todo verá el poderosso.
Pues él todo lo verá
E non se le asconde palma,
¡O cativa de mi alma!
¿Qué cuenta ant'él dará?
Ninguno non fallará
Que ally pueda acorrella,
Salvo el que ha poder sobre ella
Commo quisiere jusgará.
¡O valiente, abastado,
Señor de las fortalesas,
Partidor de las riquesas,
Noble Rey glorificado!
Dios muy fuerte grandeado,
Libra me de la tormenta,
El dia de tal afrenta
Que seré por vos judgado.
[Cancionero de Baena. Ed. P. J. Pidal.]
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