domingo, 8 de febrero de 2015

CARLOS EDUARDO TURÓN [14.762] Poeta de México


Carlos Eduardo Turón

Nació en Uruapan, Michoacán, México el 25 de enero de 1935; murió el 3 de abril de 1992. Poeta, narrador y ensayista. Fue director fundador de Confluencias Culturales. Colaboró en El Sol de México, El Heraldo Cultural, Excélsior, La Vida Literaria, Siempre!, y Vuelta. Premio Xavier Villaurrutia 1979 por La libertad tiene otro nombre.

Obra publicada

Cuento: La clepsidra, Cuadernos Cara a Cara, 1984.

Ensayo: Frente a Delfos, Metáfora, 1970. || La iconoclastia de José Revueltas, Cuadernos Americanos, 1970. || Algunas claves de Gérard de Nerval, La Vida Literaria, 1976. || José Revueltas, el hijo del hombre, ERA, 1981.

Novela: Sobre esta piedra, Oasis, Lecturas del Milenio, 1981.

Poesía: En los lindes del día, Pájaro Cascabel, 1965. || Tríptico de verano, Metáfora, 1970. || Exaltación de la extranjera, Anfión, 1974. || Compasión de Eleusis, Cuadernos Americanos, 1977. || Crucifixiones, Cuadernos de Estraza, 1978. || La libertad tiene otro nombre, Comunidad Latinoamericana de Escritores, 1979. || Titzio, Anfión, 1985. || Quehaceres del amante, UNAM, Textos de Humanidades, 1989.



(Titzio, mi Titzio, fincador y libre,
extraño en un país horrible donde
mi oscura voz de amor jamás te dice,
amigo mío
que te amo.)

Joyas de los ricinos, lamas y liquidámbares
cantados y contados con fatiga:
la calle de Palacio
y sus ventanas muertas,
estertor de adulterio:
el estilete
donde no hay baratijas sino sangre.
Cuajarones de sangre en los baños pulidos
con semen incensado.

¿Llegar al nacimiento sin llevar parte alguno?
Nadie sabe en qué sueñan los salvajes
compradores de collarines y retratos.


LA LIBERTAD TIENE OTRO NOMBRE

a Luis Prieto

El lomo de los libros no soporta el tesoro.
No yace en diccionarios la estrella del agua.

Más de tres veces antes de este instante
majestuoso odiador niega su paso
y maldice la vida porque nadie
lava sus pies de andariega espaciosa.

Abre cielos del hombre oscurecido
y destierros del hombre iluminado.

Duerme entre escombros de jazmines
y despierta en el alba de los limoneros.

Cuando digo tu nombre cintila
tanto como cintila sin nombrarla.

Nuestras manos desnudas
al tiempo de soñar la luz del vino
apenas acarician la racha de sus alas
en incierto verano de ojos de agua,
un día no sé cuándo
y cuando el viento.

(texto tomado de La libertad tiene otro
nombre, Comunidad Latinoamericana
de Escritores, México, 1979)



carlos eduardo turón
en la desleal orilla del
monólogo


a José Revueltas


Un hombre de palabras, inexplicable y cierto,
desnudo como un niño por esas escaleras infinitas de la ciudad sin alas.
Un hombre perseguido porque lleva palabras, osadía sin flaqueza, esperanza sin grietas,
aunque a mitad del pecho el mundo haya dejado escombros y detritus.

Cuando muge la noche como un buey desollado
y las botas machacan el cuello de los ángeles;
cuando se muerde el hierro de las puertas y se quiebran los dientes,
únicamente un hombre de palabras,
la libertad sin miedo, el amor sin embudo,
aunque aún nadie sabe qué peso de ciudades castigadas,
qué peso de cenizas, cuánto silencio humano,
levantará el tullido muñón de los rebeldes,
el sometido tronco del deseo humillado.

Un muerto en las aceras es razón suficiente.
Hasta bajo las uñas amamos sin medida
y en un hombre encontramos a todos los hombres.
Si el sol todo lo calla, unos zapatos sueltos en el desierto asfalto,
a mitad de la nada tórrida de la calle,
dejan marcas de pasos, dejan marcas de sueño que no borra la lluvia

Vigencia del poema, tan precaria.
Nada vale la pena en un mundo sin cuerpos orgullosos.
Tal vez todo poema desmorone su esencia en el veloz instante que hoy transcurre,

pero yo sé de un hombre buscador de palabras,
yo sé de un hombre afirmador de vida.
Un hombre perseguido, desde ayer atrapado en la desleal orilla del monólogo,

porque demanda la libertad
                                en el amor.
porque respira la libertad
                                en la palabra,
porque preserva la libertad
                                en el peligro.
y los ángeles muertos, a su voz sin traición,
                                echan a andar sus hélices.




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